El amor, el amor, el amor... Calixto y Melibea, Romeo y Julieta, Tristán e Isolda, los Amantes de Teruel, Laura, Beatriz, Penélope y Ulises, Jesucristo y Magdalena, Oniria y Trovadorius...
Pero también existe el amor a los hijos, al arte, la patria, la matria... Qué hermoso y diáfano el soneto "A Córdoba" de Góngora.
Un poemador tan nuñearciano como Núñez de Arce no podía sino tener preocupaciones sociales, amóribus patrióticos, como demuestra en este "santiago y arriba españa", tan pretérito como facundioso. "No escribas versos más, por vida mía", podría hiperbatonizarle cualquier gerundiador quevedesqueño.
Aun así, pregona una verdad enhiesta por los siglos de los siglos hasta hoy: el desengaño ante la honestidad moral y la imposible libertad de un mundo que no sabría qué hacer con ella sino malversarla:
A España.
Roto el respeto, la obediencia rota,
de Dios y de la ley perdido el freno,
vas marchando entre lágrimas y cieno
y aire de tempestad tu rostro azota.
Ni causa oculta ni razón remota
busques al mal que te devora el seno:
tu iniquidad, como sutil veneno,
las fuerzas de tus músculos agota.
No esperes en revuelta sacudida
alcanzar el remedio por tu mano,
¡oh sociedad rebelde y corrompida!
Perseguirás la libertad en vano:
que cuando un pueblo la virtud olvida
lleva en sus propios vicios su tirano.
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A Córdoba
¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
De honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
De arenas nobles, ya que no doradas!
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
Que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre glorïosa patria mía,
Tanto por plumas cuanto por espadas!
Si entre aquellas rüinas y despojos
Que enriquece Genil y Dauro baña
Tu memoria no fue alimento mío,
Nunca merezcan mis ausentes ojos
Ver tu muro, tus torres y tu río,
Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!
El amor de los donjuanes (Estos días, poesía, XXVII) La Incaica
Celos (Estos días, poesía, XXIX).
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