No hay que dejar caer los conocimientos sobre el alumno para que lo aplasten como un fardo o se pierda en sus bisuterías, sino insertarlo en ellos para que sea él quien los hilvane en su vida. Se trata de que el protagonista de la educación no sea lo que hay que aprender, sino quien aprende: que el estudiante decida estudiar porque considere que la materia estudiada contiene algo suyo ya sentido, pensado, vivido por otros que fueron como él.
Y puesto que el joven se pregunta qué es lo que verdaderamente siente por su amiga, y por qué lo siente, bueno es decirle que ya muchos pensadores reflexionaron sobre esa cuestión llamada amor -y otras muchas de su vida cotidiana- para que él no tropezara en la misma piedra y viera con claridad. Y, también tal vez, de pronto hojee algún libro de esos pensadores -aunque empiece buscando en internet-.
Si el alumno se extraña de que haya quien vive para escribir, componer o pintar -o encerrarse en el laboratorio-, bien está hacerle ver que esas actividades aparentemente autistas obedecen al mismo impulso que el de esperar diez horas para asistir a un concierto de rock, y que quien está jugando al ajedrez viaja mentalmente tanto como quienes hacen una excursión: acumular experiencias, vivir con los cinco sentidos, satisfacer la necesidad de placer: porque nacer conlleva esa curiosidad y exige la creación de un mundo personal: y lo mismo que él se siente bien ante el concierto o el partido de fútbol hay quienes sienten igual satisfacción ante un libro, un cuadro, una partitura, una probeta, una ecuación...
Tal vez con esa incrustación de lo ajeno en lo propio concluya que saber -estudiar, comprender- no es entrar en un cementerio, sino en el gran supermercado donde encontrar los definitivos utensilios para el bricolaje de la vida.
Entonces toda poesía ha de ser ese milagro que transforme o comprenda al lector perdido en si mismo? Difícil tarea, aunque no imposible.
ResponderSaludos
Escribir poesía es una necesidad expresiva de algunos individuos para su autoconocimiento. Yo reivindico que el poema lírico contenga, además, un elemento de íntima solidaridad: el arte como consuelo propio y ajeno.