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martes, 8 de octubre de 2024

Apócrifo y lerélere.


Orff: O Fortuna

- Palinuro: ¡Matrimóniame, Individua!
- Lesbia: ¡Matrimóniame tú a mí!
- Palinuro: ¡El que no te conozca que te compre!
- Lesbia: ¡Pos anda que...! ¡Prefiero morir sola que mal acompañá!
- Palinuro: ¡Pos me via aconsejar del Lucanor!

Y se fuese el Namorao al Lucanor, quien consultó al Patronio sobre la Namorá. Aconsejó, pues, Patronio a Lucanor ordenando a Trovadorius que compusiera un poemoide con el suo consejo y su bramancio y todo. Y le díjole Trovadorius sabiamente, acompañado de laúd, cimitarra y cirrosis, aqueste ripio intitulado Mi amada Lesbia no me ama:

Soneto avellanédico

Cuéntanos Cide Hamete en un soneto 
a propósito de un enamorado, 
que, sintiéndose siempre rechazado, 
puso a su dama un día en un aprieto.

Vendióle a Satanás el su esqueleto, 
y aqueste se quedó juramentado 
a enviar de su gran reino endiablado 
todo diablo que hobiese buen gameto.

Así la encandilada dama amó 
uno tras otro a todos los demonios, 
quienes la traspasaron con su cuerno.

Al fin, multiorgasmada, comprendió 
que no es malo sufrir mil matrimonios
si en cada uno va un diablo hasta su infierno.

lunes, 7 de octubre de 2024

La carne metafísica y doliente.

Scriabin: Poema del éxtasis

Los primeros pensadores, filósofos, o analistas, tejieron sus teorías sobre el mundo: la existencia era un cúmulo de placeres o sufrimientos, errores y aciertos, caos o cosmos. Tal vez triunfó la visión de quienes entendían que este mundo sería un buen espacio para vivir si se eliminaban los errores. Claro está que los errores se debían a la materia, al cuerpo, rémora de la pureza del alma. Como consecuencia, el cuerpo se convirtió en el enemigo de la felicidad. Con lo cual, se le condenó a purgar su culpa mediante sacrificios y torturas, en tanto que se ensalzaban las excelencias de la muerte como puerta hacia la liberación del alma. 
La historia del pensamiento es, de este modo, una historia de la condenación del cuerpo y, por lo mismo, de la naturaleza corporal. Tuvo que llegar el hedonismo, en su más noble acepción, para que se defendiesen las pulsiones de la carne y su aventura en este pequeño lugar llamado Tierra. 
Es verdad que no solo de materialismo vive el ser humano; ni, tampoco, solamente de espiritualismo. Pero ¿cómo se conciliarán materia y espíritu, cuerpo y alma, si no se satisface el fragor de la pasión para que la razón encuentre su equilibrio? ¿Y cómo se conseguirán una vida y un arte armoniosos sin la armonía de la mente que la vive y lo dicta?


domingo, 6 de octubre de 2024

Sonetuelo para Pepe Aledo.


El pintor oriolano Pepe Aledo, gran y generoso ilustrador, entre otras cosas, invitó a algunos amigos a participar con sus plumas en una exposición sobre el toro, cuyo catálogo publicó la Fundación Miguel Hernández. 
En este caso eran los textos los que "ilustraban" sus imágenes. Al menos, este sonetongo.

Aledo

Divertimento alediano


El toro zodiacal, azul y fiero, 
como un Zeus adusto y disfrazado,
a la princesa Europa ha corneado 
con su cuerno sexual, duro y certero.

Pero Europa, investida de torero 
y armada de venganza, ya ha emplazado
al toro lidiador que la ha violado,
y anhela hendirle su espadón de acero.

Los astros y la luna se congregan
en la noche solar. La pasión ruge  
por la piel de la ninfa y de la fiera.

Toca la muerte su clarín. Se allegan 
el uno contra el otro. El toro muge
y Europa aguarda firme su carrera…

     (Pero el pintor no ha querido 
     pintarnos quién ha vencido, 
     y no será este soneto 
     el que peque de indiscreto …).

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sábado, 5 de octubre de 2024

Un poema, otra voz: Luisa Pastor.


Siempre han sido icónicas de la existencia la juventud y la belleza, perseguidas por la muerte: hace poco recordaba yo en una conferencia los sonetos sobre el carpe diem de Tasso, Garcilaso, Ronsard, Góngora, A. Machado, así como otras variantes de Dámaso Alonso, Rafael Morales y muchos más. Todos vienen a confluir en las palabras de Melibea (adelantadas a las de Romeo y Julieta) cuando, sabiendo la muerte de Calixto, se arroja desde la torre constatando la razón del suicida: "Oh la más de las tristes triste. No es tiempo de yo vivir". 
     Probablemente es esa conjunción de elementos la que me llevó a obsesivar y conturbar la expresión en Los ojos de la metáfora, y a titular el siguiente poema Mosha bieda (Mi tristeza), palabras con las que signó Chopin el ramillete de cartas a su amada cuando supo que la había perdido.

Mosha Bieda en la voz de Luisa Pastor (versión original).

Mosha bieda

Ella era triste como una lascivia insatisfecha.
No sabía mirar, no sabía vivir, no sabía morir.
Ella era hermosa como un suicidio de quince años.
No quería ser triste, no quería ser bella, no quería ser muerte.
Ella vino en la noche como un beso en la noche.
Tenía el horizonte agarrado a su cuello
como una horca terrible sin forma de patíbulo
y se dejó caer hacia arriba, en la noche.
Ella vino en un beso masacrado, ella vino.
Ella era amor como una errata en un libro de lágrimas.
Ella no tiene cielos ni infiernos en sus ojos.
Tampoco los crepúsculos sonríen a su paso.
Y sin embargo el zoclo se detiene al oírla.
Ella era el cobalto, la manzana y el grítalo.
Quizásmente tal vez ella es una liturgia.
No hubo salacidad que rozase su piel de lepra virgen.
Ella no muere nunca porque no vive nunca.
Jamásmente ella ha sido lo que yo no soy nunca.
No enturbia, no conoce, no sonríe, no llora.
Sin embargo su pálpito eclipsa el universo.
Ella vino en la noche con un beso en la noche.
Ella vino en la noche como un beso en la noche.
Yo amé su piel de amianto para mi fuego inútil.
Murió hace doce años al erguirse hacia un beso.
Murió hace doce años llevándose mi vida.
La verdad: yo quisiera
no haber tenido que escribir este poema.

viernes, 4 de octubre de 2024

Hoy empieza el futuro.


Holts: Marte

     Si pudiésemos comprimir los cuatro mil quinientos millones de años de edad de la Tierra en un solo día, y contemplar sus gráficos en un panel, veríamos -según William Bryson- que solo hacia las diez de la noche surgieron las primeras plantas terrestres; que hacia las 23 horas nacieron los dinosaurios; y que la vida homínida a la que pertenecemos apenas representa los últimos setenta y siete segundos de esas 24 horas. ¿Cuántos segundos nos quedan, y por qué nos autodestruimos y destruimos el planeta?
     Necesitamos creer que la vida tiene un fin; pero, ¿y si la vida fuese solamente una pulsión de la energía del cosmos, que crea seres para descrearlos, y que somos materiales fungibles aunque nos soñemos inmortales, reencarnables, dignos de alguna metafísica misión? ¿Sería mejor atenernos solamente a la certeza de que los demás nos necesitan hoy? ¿O acaso los derechos humanos que hoy nos amparan no incluyen el amparo de nuestros descendientes y el deber de prevenir el mañana? 
    ¿No somos todos iguales? Compartimos con todos los seres humanos el 99’9 de nuestro ADN. Para mantenernos vivos, el corazón bombea unos 340 litros de sangre por hora, 8.000 litros al día, tres millones de litros al año, 225.000.000 durante una vida. Así desde nuestros inicios y hasta nuestra extinción. ¿Adónde conducimos esa torrentera? La verdad es que, por naturaleza, somos el último mono, lo que no significa que seamos el primer eximio, como demuestran nuestros excesos. Somos todos iguales excepto en nuestras concepciones de la igualdad, que es lo que configura el bienestar y el malestar de las sociedades. Cada sociedad se desintegra para integrarse en otra que debe ser mejor. Y ya no es posible vivir sin tener en cuenta que la nave espacial llamada Tierra necesita de nuestros cuidados si pretendemos continuar el viaje.
    Contra la creencia popular de que es improbable la vida extraterrestre, dice el Nobel Christian de Duve que la vida es una manifestación inevitable de la materia, y que las condiciones adecuadas para su aparición se dan un millón de veces en cada galaxia; lo que quiere decir que, solo en la nuestra, es probable que tengamos un millón de especies hermanastras. La Tierra ha engendrado -a lo largo de los cuatro mil quinientos millones de años de su historia- 30.000 millones de especies de criaturas, entre las que se encuentra el homo sapiens, cuya edad apenas llega al 0’0001 de la terrestre. ¿Cómo no admitir que lo mismo ha sucedido en otros lugares del universo y que existen otras inteligencias más sensatas? ¿Iremos en su búsqueda, como en una mala película ficticia, cuando aquí nos asfixiemos? ¿Encontraremos planetas también contaminados o repetiremos allí nuestros errores?
     


jueves, 3 de octubre de 2024

Recitando a ANTONIO GRACIA. Grupo #PARNASO Ateneo




Reincidentes en amor.

Villa-Lobos / Moffo: Bachiana nº 5

Así como el cordón umbilical nos ata para siempre al paraíso materno en el que nada puede ocurrirnos, también muchos hombres y mujeres se sienten encadenados a la edénica posición fetal que adquieren en su vida amorosa; y cuando, tras largo tiempo, se rompe esta, se sienten eslabonados a la cadena dulce del cordón umbilical del emparejamiento: precisan volver a encadenarse e inician una veloz carrera en busca de otra compañía amorosa.

Ahora bien: como "el primer amor nunca se olvida", una mayoría de reincidentes amorosos pretende resucitar ese primer amor en su siguiente historia enamorosa: y fracasa estrepitosamente, puesto que no deja fluir con espontaneidad la relación, sino que la deriva hacia la repetición de la primera: como escondiendo en la actual el fracaso de la anterior.

Probablemente, si antes de iniciar la segunda historia aprendiera del fracaso de la primera no se condenaría a repetirlo, porque evitaría cometer los errores que le hicieron fracasar. Sustituiría el "dame" por el "te doy".

miércoles, 2 de octubre de 2024

"Retrato" de Antonio Gracia, recita Helena Vilella


Retrato 


Yo soy sólo mis sueños y no he de morir nunca 

porque no me cumplí, y tengo que cumplirme.

Será en un cuerpo amado; tal vez en un combate 

rebelde y luminoso; quizá en mi corazón.

En él guardo un abismo constelado que lleno

con soledad hermosa, la templanza ganada

día a día fluyendo hacia el silencio.


En mi serenidad no cabe el desvarío

ni la tristeza oscura: solamente la luz

de aquel que nada espera porque todo lo tiene

con sólo conjurar un nombre puro. 


Cuánta delectación es el sosiego, 

y qué felicidad saberse en paz con todo

tras el desasimiento innumerable.


Olvidar el pasado y no amar el futuro,

aprender de las cosas y enseñarme a mí mismo 

fueron los horizontes que rigieron mi vida. 

Lucho para ser digno de mis sueños.

Mi voluntad no admite la desesperación.


Mucho me dio la noche y me dieron los libros;

y en la escritura hallé la redención dorada.

Ojalá haya sabido legar algo a los hombres, 

pues, al fin, hay en mi alma dulce misantropía.


Vivo como si fuera a despedirme; pero

en toda despedida hay un retorno

igual que en cada encuentro hay un adiós.


martes, 1 de octubre de 2024

El beso

 

Scriabin: Mysterium

El beso 


Solo aquel que se entrega al cuerpo amado

conoce el universo. El alma enciende

una hoguera en la noche. Abre el amor

sus abismos de luz. Derrama el tiempo

un diluvio de estrellas calcinadas

sobre los ojos, y la sombra eleva

hasta el albor su transfiguración.

El agua funde sus cristales puros

y se escarchan los astros. Fosforece

el corazón en su metamorfosis.

Y el horizonte incendia el firmamento.


La impunidad.


                              Bartók: Música para cuerdas, percusión y celesta

Todo político intenta ser bueno para los demás antes de convertirse en malo para todos. También creo que muchos políticos prefieren continuar siendo politicastros a sabiendas de que provocan más daño que beneficios a aquellos que representan.

Los fantasmas no provocan miedo porque no existen: es el miedo el que crea fantasmas. Igualmente: es el miedo social el que permite el malestar social: el individuo no se rebela en las urnas, que es cuando está -y se siente- solo; teme "salir del trueno y caer en el relámpago", que diría Lázaro de Tormes, y se aferra al "más vale malo conocido que bueno por conocer" porque su experiencia le dice con desencanto que no hay buenos que no se conviertan en malos. Así que solamente se manifiesta contra esto y aquello cuando se agrupa en las calles, justa o injustamente, indignado o no, porque se ampara en el anonimato de la muchedumbre, que es muy valientemente cobarde y puede "meter miedo" a todos. Pero la muchedumbre no vota más que en las encuestas: y estas están hechas para que sepan qué deben pensar quienes no tienen criterio propio.


lunes, 30 de septiembre de 2024

Casa de muñecas

Ibsen: Casa de muñecas

Si hay pocas mujeres pensadoras en la Historia no es porque sean menos inteligentes o capaces de ser cultas, sino porque han sido domesticadas como animales hogareños (Véase El cuaderno)
     El hombre ha sido cinegético; la mujer, madre y cocinera. Llegó un día en el que la mujer también quiso ser autosuficiente, y Mary Wostonekraff sacudió los cimientos de la feminidad, antes de que Beauvoir los universalizase. Sin duda, uno de los acontecimientos señeros de la historia social, aunque no esencialmente transformador, ha sido el de la rebelión de las mujeres en busca de su dignidad.
     De lo que no estoy seguro es de que Nora, la heroína de Casa de muñecas, de Ibsen, tenga, sin más ni más, derecho a elegir liberarse de su familia sin tener en cuenta el deber de haber tomado esa decisión antes de optar por la obligación de ser madre hasta que los hijos la necesiten como tal. Al marido pueden darle morcilla y pan serrano.
     Daría igual si fuese a la inversa: si fuera el hombre quien abandonara a los hijos en busca de una emancipación que creyese merecer. 
     Creo que Nora debería haber conseguido lo que consigue, pero sin someter al desamparo a sus hijos: no sé cómo, tal vez rebelándose contra el hombre antes de convertirlo en padre. Lucha dura hubiese sido esa, pero más digna. Aunque claro está que la causa culpable es el machismo atávico, cosa que no se soluciona oponiéndole un feminismo irresponsable. 
     Ahora todos somos hombres, o todos somos mujeres, en teoría: iguales. Pero el problema subsiste: decidir si el individuo debe sacrificarse por la sociedad o persistir en su individualismo.
     En la lucha -aunque cada vez con menos heridas, porque el dolor nos endurece e insensibiliza-, demasiados niños han caído o se han convertido en mujeres y hombres no cabalmente justos en un mundo cada vez más injusto.
     Cuando la mujer piensa -que es siempre- no debe hacerlo con la misma impunidad que el hombre. Si no, la transformación habrá servido de poco.


7321

domingo, 29 de septiembre de 2024

La respuesta


Liszt: Liebestraum, 3

La respuesta (para una mandolina)

Si me preguntan qué amo de este mundo
diré que amo tu cuerpo biselado 
en el más puro ardor de la lujuria, 
tu boca succionante e insaciable 
y las noches de estío junto al mar. 
Diré que eres la lumbre más hermosa 
caída desde el cielo, el corazón 
más luminoso y súcubo, la fértil
Alegría.

Winterreise




Claro de luna

sábado, 28 de septiembre de 2024

Luisa Pastor: Canción detenida a Sharon Tate

Auralaria

Luisa Pastor y José López interpretan "Canción detenida a Sharon Tate", compuesta por ambos a partir del poema de Antonio Gracia "Sharon Tate no pudo amarme".




Tomado del Blog
AURALARIA
http://auralaria.blogspot.com.es/2015/03/cancion-detenida-sharon-tate-por-luisa_13.html




viernes, 27 de septiembre de 2024

Cine.- Chabrol: El carnicero


Pulsar para ver >>>

El carnicero



Una extraña relación entre una maestra, un carnicero y unos crímenes...

Todo el amor del mundo

 



La vida empieza el día en el que amamos 

y muere cuando muere nuestro amor. 

Puesto que me has amado un solo día, 

un solo día he vivido yo.

En ese breve tiempo he abrazado 

todos los sueños de este mundo; 

pero también 

todas las muertes del dolor.



jueves, 26 de septiembre de 2024

María José Zaragoza Hernández: Antonio Gracia


PRESENTACIÓN de DEVASTACIONES, SUEÑOS 

20 de Enero de 2006. 

María José Zaragoza Hernández

 

Han pasado dos años. Fue el 4 de febrero de 2003 cuando el IAC celebraba un acto literario, "La inmensidad", para tratar la trayectoria poética de Antonio Gracia, habiendo coincidido, en esas fechas, con la obtención del premio mundial de poesía mística Fernando Rielo y el Alegría de José Hierro. En mi presentación decía: “He leído de Antonio Gracia la mayor parte de sus trabajos literarios. Desde el principio juzgué su obra como resultado de una amarga y lenta melancolía. Otras veces pensé que el infierno y él mismo eran cómplices de sus poemas. El hecho de leer cómo es capaz el ser humano de desgarrar el alma sobre el papel, mostrar el “dolorido sentir”, descender a los infiernos, debatirse entre tinieblas y buscar la luz con denuedo para sosegar su espíritu, dejaba cierta amargura a mis preguntas y desazón en sus respuestas”.

    En dos años la “inmensidad” del contenido de su obra ha ido creciendo, tanto, que los que admiramos su poesía, creímos que había alcanzado el parnaso de los poetas; sin embargo lo precipitaron o se precipitó por un barranco infinito, cayendo al vacío de la incomprensión, donde reposan los poetas malditos (no me refiero al nombre acuñado por Verlaine), no permitiéndole tan siquiera el derecho a defenderse.

        Pero en el universo de la poesía nada nos es nuevo. “¿No es morir el deseo de morir?”- nos dijo en una entrevista- ¿No es vivir el deseo de vivir? –se contestaba a sí mismo 30 años después cuando consiguió germinar  una nueva línea poética más sosegada y menos inquietante. 

Pero un púgil de la palabra como es Gracia, que pone en el combate el alma del poeta a fin de alcanzar el trofeo de la eternidad, debe estar ya acostumbrado a caer y a levantarse, al bullicio y a los silencios, a la verdad y a la mentira.

Antonio Gracia tiene la cultura de la soledad. Eso ayuda mucho porque cultiva el arte de la reflexión. Y ofrece sus poemas al lector para que recolectemos del campo de las sensaciones los frutos de su denuedo. Sus aliados son la lectura, la música, la pintura, el hombre y su naturaleza sensible, la perpetua búsqueda de la belleza en la belleza para no dejar sentir llegar la muerte propia. Cito: “Hay que inventar la vida y la alegría”.

Pero para llegar a estas conclusiones, al lector lo hace pasar por su calvario. Como poeta, Gracia es cruel consigo mismo negando la existencia de lo que debería darle paz, la búsqueda de la felicidad. Cito: “Como todas las actividades del hombre, mi escritura tiene como meta el hallazgo del sosiego, eso que algunos llaman felicidad. Pero la felicidad es un territorio que muchos han explorado y sobre el que todos han mentido. Como todos los mitos, es una invención del ansia, una utopía del desconsuelo”.

     A veces –como hemos visto- es pesimista, exigente, perfeccionista por naturaleza, incondescendiente con él mismo. Nunca cree haber hallado la palabra exacta para calmar su “ansia poética espiritual”. El verso que lo tenga y contenga todo lo busca en la naturaleza, en la sustancia del ser, en la médula de uno mismo. 

Dueño de sus soliloquios, exige respuestas imposibles a las mayéuticas con que cualquier ser humano se enfrenta a la verdad de la vida o la muerte; ese reloj sin agujas que nos da las horas de los días, pero nunca nos dice cuándo llegaremos a tocar  la noche y sus tinieblas. 

        La trayectoria poética de Antonio Gracia no es nueva, ha sido un peregrinar por limbos e infiernos hasta lograr la redención por la poesía. El libro Devastaciones, sueños, más optimista, nos hace pensar en ello. 

Por eso, la poesía, para Antonio Gracia es su amante más preciada, a la que mima, atiende, alienta, ama. Estamos convencidos de que tras la expurgación inexorable que el tiempo hace de autores y poemas, los de Antonio Gracia perdurarán, mientras el hombre siga siendo una pregunta queriendo responderse a sí mismo.


Celos y malos tratos.



Castellano

Todo ocurre lenta, pero inexorablemente. 

Dos personas se conocen, se aman, son felices. Un mal día, una de ellas empieza un proceso de desconfianza, de interrogatorio policial y de acusación que puede resumirse así: “¿Dónde has estado y por qué has estado si no debías estar?”. Hasta que  las palabras y el acoso se convierten en golpes para hacer confesar “la verdad”.

¿Por qué una persona que ama a otra llega al extremo de maltratarla? El protagonista de “El túnel”, de Sábato, después de sucesivos acosos sicológicos y sádicos interrogatorios, acaba matando a la única mujer que había amado y le había comprendido. ¿Cómo es posible tan absurdo comportamiento? La respuesta es tan compleja como sencilla en su lógica: porque el celoso es un suicida que mata para salvarse. 

    Cuando nos sentimos amados nos amamos a nosotros mismos, estamos contentos, nos mueve la alegría; pero esa verdad tiene su reverso: cuando nos creemos ignorados nos despreciamos, nos odiamos, caemos en la melancolía. Y esto le ocurre al celoso: es un “enamorado” al que se le ha enseñado que no sirve para nada, y menos para ser amado; con lo cual en cuanto alguien lo ama lo convierte en su presa, y él pasa a ser un tirano: dominado por sus complejos, necesita dominar a alguien; y, de torturado, se transforma en torturador, en verdugo de quien, porque lo ama, es más débil. Pero llega un momento en el que cree que la persona a la que considera su posesión sentimental lo ignora, lo desprecia: porque el celoso es, sobre todo, un ser al que se le ha castrado la confianza en sí mismo, la autoestima; de modo que, cuando duda de esa posesión y de ese amor, toda su personalidad destartalada se derrumba, dando paso a la inseguridad y a la necesidad de hacer confesar que ha sido traicionado, recurriendo incluso a la violencia síquica y física: maltrata porque cree que ha sido mal tratado: como en el cuadro “Adán y Eva”, de Tintoretto, el celoso siempre ve a su pareja como una manzana que se entrega para ser mordida por otro. Si la amada niega “la verdad”, insiste obsesivamente; y si confiesa su traición, ella es la culpable del fracaso amoroso, lo cual le libera de considerarse indigno de aprecio o amor, y, más aún, de ser un cero a la izquierda en este mundo. Además, se siente legitimado para ser ejecutor del culpable, a quien tiene que destruir, matar, para borrar cualquier prueba de su autodesprecio. Esto nos permite afirmar que, además de la incultura, el machismo y otros factores, son los celos enfermizos la causa definitiva de los malos tratos. 

El Otelo de Shakespeare -y la música de Verdi, en la ópera del mismo título, lo subraya- necesita, aunque lo teme, creer que Desdémona es infiel, traidora, culpable, porque peor que ser cornudo es ser inútil. Y mata porque matar al culpable no es para el celoso más que un acto de justicia tan evidente que no precisa del juicio de una sociedad que permitiría, mediante el divorcio, que su fracaso o inutilidad se hicieran públicos. “Si no eres mía, no serás de nadie”, dice el despótico dueño antes de matar;  y si se arrepiente o se entrega a la ley, o se suicida -como ocurre en el “Woyzeck” de Bucher-Berg-Herzog- no es porque se considere un delincuente amoroso, sino porque no puede soportar otro sentimiento de culpabilidad más fuerte: el de que matar repugna a la conciencia. Siente su entrega a la ley como una heroicidad y un sacrificio incomprendidos y castigados por los cómplices del desafecto universal.

La maltratada observará -en el capítulo IV de “Almacén de antigüedades, de Dickens-, cómo los malos tratos empiezan por la sumisión síquica y conducen a la total humillación. Y hará bien en alejarse tras el primer acceso de violencia. Porque los celos nada tienen que ver con el amor al otro, sino con la carencia de autoestima, que el celoso manifiesta castigándose y exculpándose en ese otro, por extraño o paradójico que parezca.

    Nadie está libre de celos; incluso Aristóteles, tan racionalista, se los hizo sufrir a su esposa Erpiles. Y no hay solución para el celoso extremo: es un presidiario de su constitución sicológica. Solo cabe huir de él para no sufrirlo, y dejarlo en manos de las autoridades médicas.

 Aunque hay otro medio mejor de erradicar los celos y los malos tratos: dar afecto al niño para que no imponga que se lo den cuando sea adulto.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Escrito para Oniria

Refugiarse en amores fugaces -amoríos, aventuras- para sobrevivir es una forma de salvarse del tedio en el que se hunde el corazón, pero también de autoengañarse con victorias fáciles para la autoestima. Al fin, un día encuentras un amor nacido de ese exilio del profundo Eros, del desierto de la automoribundia y de la pertinaz o contumaz creencia en la salvación por Amor. Así es el devenir del Hombre. Y eso es lo que pretende compendiar el siguiente texto. La existencia de una amada redentora y panaceica. Una utopía, como todas, distópica; pero que aquí se canta.

Escrito para Oniria  

Me cobijaba yo bajo un magnolio.
La lluvia era un sepulcro derretido
obstinado en sangrarme su tragedia.
Crepitaba como un fuego, y yo ardía
cuando las gotas del dolor del mundo
arrasaban mi piel. Pasaba el tiempo
y mi dolor era creciente. Un día
tras otro la vorágine asediaba
mi existencia, volcánica y errante. 
Lascas y aullidos me zaherían, sombras 
transformaban la luz en precipicios.
Como digo:
Me cobijaba yo bajo un magnolio
más inmenso que el mar y las montañas.
Y de repente fuiste el sortilegio.
Como una magia azul llegaste a mí
surgida de las nieblas de mi vida:
una metamorfosis esplendió
al filo de la noche; y las estrellas
me socavaron, habitaron mi alma,
me ungió la claridad.

martes, 24 de septiembre de 2024

Devastaciones, sueños (J. L. García Martín, María José Zaragoza, A. Gracia)


García Martín, Mª José Zaragoza, A. Gracia




Un cuadro, alguna música, un poema


Mozart: Requiem
¿Qué sería del hombre si el dolor no existiera? 
¿Seríamos objetos felizmente inconscientes? 
¿Seres con voluntad sujetos de la Historia?
No existiría el arte, que brota del dolor 
de sabernos mortales y anhelantes de vida.
Nacemos al dolor y nos duele saber 
que debemos morir. Así, entre vida y muerte, 
somos una agonía en busca de sosiego.
Dejarnos invadir por la angustia insidiosa 
es condenar el alma a sufrir por su cuerpo. 
Pero ¿cómo evitarlo, si somos animales 
abocados sin tregua por la Naturaleza 
a sentir su aflicción y a pensar su conciencia? 
Nos hunde la congoja, nos consuelan edenes 
con los que distraemos nuestra infelicidad. 
Soñamos paraísos con los que redimirnos.
¿Qué sería del hombre si no tuviera sueños?
Escribimos, pintamos, componemos: 
amamos 
la vida que nos duele; y al final solo quedan, 
manchados con la sangre del esfuerzo, 
un cuadro, alguna música, un poema.