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martes, 30 de junio de 2020

Winterreise (otoño)



Escena II (Winterreise) Otoño

La tarde palidece entre los árboles.
Piso las hojas secas del otoño. 
Su crujido de cripta me estremece 
y oteo los vencejos en su vuelo 
fugitivo de la melancolía.
Tal vez existan alas 
que vuelen a la luz.
Llueve con lenta suavidad: parece
que una lágrima tuya derramase 
su nostalgia por mí.
¿Por qué no alumbra el sol una hora más?
Tal vez tú me amarías, o yo te olvidaría.
Lloro tu desamor y el de este mundo.
Una larga cadena de cadáveres 
eslabona la Historia. El sufrimiento 
es lo que hace a los hombres semejantes.
Y sin embargo, ¿no es mejor cantar 
que sumar una lágrima tras otra 
hasta ahogarnos en ellas?
Tal vez existan alas 
que vuelen a la luz.
Ya nunca escribiré más epitafios 
con tu nombre y el mío 
en la triste corteza de los árboles.
Jamás la noche derrotó a la aurora.
Mi voluntad dibuja otro paisaje,
y aprendo otra estrategia:
como un grandioso ejército 
que se prepara para la batalla, 
ordeno las palabras en el verso
queriendo darle voz al corazón
voluntarioso y firme. 
Bulle el fresco fulgor de la mañana
y el volcán se convierte en manantial.
Ámame, o no me ames; seguiré
amando la existencia.
Solo el amor puede salvar el mundo.






lunes, 29 de junio de 2020

MI NOVELA FAVORITA (entre otras)



Tuvo que ser un diestro con la pluma -Cervantes nunca consiguió ser zurdo, aunque lo intentó- quien mostrase que sin la destreza aprendida en la mala ventura es imposible comprender cabalmente el sueño de la vida.




sábado, 27 de junio de 2020

Sobre la inexistencia de la muerte.


872.777

Sobre la inexistencia de la muerte
Rachmaninov: Preludio


Anoté hace unos días que la población humana de la Tierra ha sido, hasta ahora, de unos cien mil millones ("de cadáveres", agregaba); añado ahora que el número de células del cerebro humano es, también, y coincidentemente, de cien mil millones, la misma cifra de estrellas que se contienen en nuestra galaxia, la Vía Láctea. 

Qué notable azar: eso nos lleva a considerar que existe una estrella por cada hombre o mujer muertos y por cada célula cerebral de un hombre o mujer vivos. ¿Resultará verdad que cuando morimos nos vamos "al cielo" convertidos en astros, y que ese cuentecillo infantil no es solo una fantasía consolatoria? ¿Seremos todos presuntos catasterismos, a la manera de la mitología griega? ¿Ocurrirá igual en las otras innúmeras galaxias?

¿Tal vez la muerte es el agujero negro que nos conduce a otra dimensión y allí continuamos existiendo? ¿Tampoco será una fantasía aquello de "la comunión de los santos"? 

¿Quién tiene memoria cósmica que pueda responderme? ¿O también se cumplen aquellos versos que dictan que "la muerte es una puerta / tras la que abandonamos los recuerdos / para entrar, transparentes, en nosotros"?

viernes, 26 de junio de 2020

La voz instrumentada


Todos los instrumentos nacen a imitación de la voz humana, que es el natural y el más noble. Pocas veces se ha utilizado como lo hace Boby Mcferry:
Aria
Solo

  

Blues



jueves, 25 de junio de 2020

Velázquez



Las Meninas

No existen las fronteras


Festival Bayreuth: Tanhauser
Grabación histórica de Furtwaengler: Overtura


De poco sirve la inteligencia natural si no se desarrolla con el aprendizaje de la experiencia individual y colectiva: la comprensión de la propia biografía y de la Historia del pensamiento y el arte. Es el conocimiento renovado lo que mueve el mundo exterior e interior, síquico y cívico. Y solo la luz nos depara sosiego, que es lo más parecido a la felicidad.
       Por eso resulta absurdo que el mundo en que vivimos se obstine en promocionar el ocio como pérdida de tiempo y no como aprovechamiento del mismo, puesto que mayor placer produce la gimnasia mental que su embrutecimiento mediante la atrofia de nuestras facultades.
       Conocidas las reglas del juego del aprendizaje, adquirimos unas estrategias que nos permiten reaccionar adecuadamente en cualquier situación inesperada; desarrollamos una sensibilidad mediante la que apreciamos aspectos del vivir que antes no «existían» en el mundo; que este se ha hecho más grande y nos movemos agradablemente en él porque somos nosotros quienes lo dominamos en vez de que nos esclavice; que la casa de nuestra mente tiene muchas más ventanas y el horizonte es infinito. Que nuestras vidas se han enriquecido.          
     Si comprendemos cuanto nos rodea, aprendemos a elegir; y no azarosamente, sino con fundamentos. A eso se le llama libertad. Tan solo la ignorancia impide conseguir semejante tesoro. Esto es así. Quien lo probó lo sabe.


miércoles, 24 de junio de 2020

F. Grande

Pulsar: Salomé

              

Pulsa>>

Antonio Gracia escribe sobre el poeta emeritense de la Generación del 50, fallecido en 2014; 'homo scriptor' eco de un 'homo vivens' que se erigió en cronista, no soslayador del tremendismo, de una ciénaga llamada mundo, o ser humano, que, como un Saturno, se traga a la colectividad, al individuo y al que escribe.


La identidad poética de Félix Grande 


martes, 23 de junio de 2020

Capítulo en rebeldía


Contará la Biblia -cuando el gran Cide Hamete se decida a acabarla- algunos episodios no escritos que, como digo, lo estarán entonces. Mientras tanto, unos imaginan estas aventuras, y aquellos, otras desventuras; por la sencilla causa de que cada uno crea su dios y su diablo a imagen y semejanza de sus sueños y devastaciones. 
     Así que, teniendo en cuenta lo dicho, si bien lo considero, y para equivocarme menos, voy a ordenarle a mi pluma que se calle: porque para habladurías sin hechos que los sustenten ya hay bastantes con las de esos milenarios virus que, siempre por deschaquetarse, hoy se llaman políticos (*), todos inodoros e insípidos, pero de ventrílocuo color, y contra los que no existe vacuna.
    (*) Políticos: Denominación de origen que recibieron los antiguos neandertales, cuyas indimensionables tragaderas han ido tragándose el mundo (Dikcionario de Hautoridades. Edición póstuma).



lunes, 22 de junio de 2020

La conjetura vírica


Hace un par de eternidades salió desde África un puñado de homínidos más inteligentes que sus contemporáneos. Cruzaron la península y ascendieron hasta la Europa para saltar desde ella hasta el resto del mundo, cruzando ríos, mares y montañas que entonces no separaban los continentes.
     Por donde quiera que pasaban dejaban dos cosas; una: comportamientos sapienzudos, de los que aprendían las otras ramas de su especie; la otra era que, con el tiempo, esas otras formas de homínidos iban muriendo hasta extinguirse. 
     ¿Por qué? 
   ¿Se extinguieron los habilis, neandertales y similares sociedades genéticas porque la evolución los fue desechando como inferiores en cualidades darwínicas?
     ¿Sería posible que, lo mismo que los sabios y conquistadores europeos renacentistas contagiaron a los precolombinos enfermedades para las que no habían desarrollado defensas naturales nuestros abuelos prehistóricos diseminasen sin pretenderlo un ADN -llamémoslo así- hitleriano y el mesié Hitler solo hubiese imitado a la Naturaleza, y acelerado su proceso, confundiendo la búsqueda de perfección racial con extinción de lo que consideraba imperfeccionable? 
     No sería extraño que un factor de la evolución fuera ese: que el sapiens difundiera su inteligencia por el mundo al mismo tiempo que contagiaba un virus desconocido -y mortal, de efecto retardado- a cuantos homini hallaba en su camino de expansión. 
     ¿Era Caín más listo que Abel, más ambicioso? ¿O acaso fue Caín un alienígena?



     

domingo, 21 de junio de 2020

sábado, 20 de junio de 2020

Un soneto achuflao (M Heredia)


Chopin / Rubinstein: Estudio op 25, nº 1


Amistad


Acosado en mitad de la existencia 
por la espada de la mortalidad,
persigue el corazón una deidad
que apacigüe el dolor de la conciencia.

Desengañado, el hombre ve en la ciencia
otro dios que mitigue su orfandad.
Y, prisionero de su soledad,
mira a la muerte al fin con indolencia.


Ha buscado en los cielos y en la tierra,
pero no entre los hombres; ha olvidado
el sentimiento de fraternidad.

Solo encuentra la paz en tanta guerra
-la cósmica acechanza, el sino airado-
aquel que se refugia en la amistad.
                             (De Ripios y ruinas), inédito).

Lázaro Carreter, polifémico él, destrozó canallescamente en el aula, ante nosotros y en la pizarra, un poema que le había dejado una alumna, pidiendo su opinión en privado. 
Me pide un lector que le comente "en público" el anterior escrito; y lo hago, como ruega, sin descubrir su nombre, con severidad y recordándole que mi opinión no es una sanción, sino simplemente un escueto parecer:  
        Hace bien el perpetrador de este texto en esconder su nombre bajo seudónimo. Es un horrípilo y disculpable soneto juvenil, ripioso, lastrado por la rima aguda y el tragicismo tópico, que resuelve, sin convencimiento, acudiendo, tras el fracaso de la divinidad y de la ciencia, a la amistad como redención del mal del mundo. Resulta así un bienintencionado pequeño tratado prosaico, con rotundo final, nada convincente como receta antiexistencialista ni como poema, puesto que carece de lo que nunca debe faltar: lirismo. Salva al autor el hecho mismo del anonimato o seudonimato: tiene conciencia de la endeblez de su composición: por eso el título del libro al que dice pertenecer: "Ripios y ruinas". Una cosa buena se deriva de ello, que muchos debieran imitar: la autoexigencia y la falta de presunción.

                             Ir a

Un poema de Miguel Heredia (Antología, CXV. Segunda Serie)

viernes, 19 de junio de 2020

Juan Sinmiedo

Wagner: Murmullos en el bosque (Sigfrido)

Sigfrido no conocía el miedo. Wagner debía saber que quien no teme es un temerario y se encuentra indefenso ante la existencia: por ejemplo, no sabe temer las cosas temibles e invencibles. Tan arraigado está el factor cobardía que olvidamos que no temer no es sinónimo de valentía, sino de insensatez. Todos tenemos miedo porque la naturaleza nos lo ha injertado como prevención en el instinto de supervivencia: es una alerta contra el dolor, la enfermedad, la muerte. Valiente es el que siente miedo y lo afronta cuando sabe que debe y puede vencerlo. Cobarde es el que huye sabiendo que debe luchar. 
     En medio de estas filosoferías de los azofaifos llegó Luzbel vestido de Sansón y propuso conquistar el cielo apedreando el piélago con algunas ascuas del infierno. Necesitaban una virgen sacrificial y llegó la Magdalena aldeando por sobre el riachuelo, cubierta de salmones y vestales. La walkiria iba detrás, rumiando pentagramas, con la rodilla y el codo rótidos, arrastrando una lula inregresable. La varita mágica y el casco invisibilizador se presentaron solos junto a la escalinata de Eisenstein, aunque por la izquierda de la diestra. Era sábado por la mañana del jueves.
     Todo estaba dispuesto, incluso los arándanos de Haffner. Pero el cámara se torció un tornillo ojival, desjarretó el gran zoom y ... a repetir al día siguiente.

miércoles, 17 de junio de 2020

Una azula que pasaba...

Haydn: La creación (Adán y Eva)

Violín y soprano


Nacieron un hombre y una mujer en medio de un jardín. Cuentan que el Jardinero les había dado vida juntando flores, agua y arcilla; pero no hay constancia porque aún no existían los turistas todofotografiantes que prefieren recordar a su regreso lo que no han visto.
    El hombre y la mujer pasaban el tiempo comiendo manzanas y aprendiendo que aprender era bueno. Un día el Jardinero se disfrazó de serpiente y les mostró un guiñol en el que quien comía manzanas -es decir: quien aprendía- era delincuente. Como les gustaba -a los ambos hombre y mujer- saber cosas, tuvieron que marcharse del jardín para conocer otras cuestiones que allí estaban prohibidas. Tras recorrer muchos desiertos, ser heridos por alimañas y sufrir el frío y el hambre, dedujeron que era mejor regresar al jardinzuelo en el que estaba prohibido saber más que el Jardinero. Pero este, malvado como cualquier benilde que se precie, los dejó a la intemperie y fueron comidos por lobos y demás jaurías de los dioses. Sin embargo, antes habían escrito un testamento afrodisiaco en la pizarra del crepúsculo.
     Una azula que pasaba por allí recogió aquel memorándum y lo divulgó entre los pregoneros de la Torre de Babel. Fue entonces cuando nació la Filosofía: qué hago aquí, por qué mi padre no me quiere, "este mundo bueno fue", "apurar cielos pretendo", "que haya un cadáver más qué importa al mundo", "ser o no ser", E=MC2 ...




martes, 16 de junio de 2020

Querido Pedroratico:


R. Strauss: Zaratustra (Transcripción órgano)

     Quien no duda no busca la verdad. 
     Es cómodo instalarse en una creencia y edificar sobre ella nuestra vida. Pero si no estamos alertas a los cambios del paisaje humano nos estancaremos en un dogmatismo intolerante castrador de toda evolución.
     Porque siempre habrá una mente más sabia e inteligente que la nuestra que rebatirá nuestros argumentos. De manera que creer que lo que creemos es incuestionable solo significa que somos contumaces.
     Es preciso aceptar no solo que todo es relativo y que cultivamos la verdad que nos interesa -incluso inconscientemente-, sino que hay verdades sincrónicas o coyunturales y verdades diacrónicas. Estas implican la aceptación de que las otras son solamente válidas para un momento o una época. El "pienso, luego existo" ya es un principio fósil, válido solo para quien tiene voluntad de creer; pero creer es una dádiva de la naturaleza irracional y querer creer es un acto de racionalidad. Y la mente es más irracional que racionalista. 
     Tal escepticismo inevitable conduce a un sentimiento agónico de la vida, puesto que todos necesitamos un punto de apoyo desde el que partir. Sin embargo, quien supera esa agonía como la mayor de las indefensiones de la condición humana puede honrar sus pensamientos y sus obras, ya que no admite la infalibilidad y certifica la voluntad de acertar. Significa que huye de los dogmatismos fanáticos, como digo, causa de toda intolerancia y violencia. Siempre me he preguntado cómo es posible mantener por los siglos la creencia de que Jesucristo es el hombre ejemplar entre los hombres si precisamente sus creyentes admiten que formaba parte del triunvirato divino y, como tal divinidad, no sufría el mayor dolor del hombre, que es la duda ante la existencia de otra vida.
     Reconocer que nos equivocamos no es culparnos, sino superarnos: porque vivir es aprender a vivir mejor.
     Toda verdad es una perspectiva de la mente que la propia mente invalidará desde otra perspectiva.
      Solo busca la verdad quien duda de todas ellas. Quien no duda no busca la verdad sino justificar y atrincherarse en la suya.
     Y yendo por un solo instante al tópico que planteas en tu correo: creo que todos los políticos son hombres de buena voluntad antes de ser políticos; en cuanto lo son no tienen más remedio que defender una verdad, la de su grupo; y esta, como todas, solo es, en todo caso, la creencia menos indigna y peligrosa de entre las que pueden escoger. Ocurre en política como al final de Rebelión en la granja: "miraba al hombre y miraba al cerdo; y ya no distinguía al uno del otro".



lunes, 15 de junio de 2020

Artistas alicantinos

El lector puede apreciar si son todos los que están.

Entre los nombres que firman estos artículos se encuentran Román de la Calle, Lorenzo Hernández Guardiola, Juan A Roche, Enric Mira, Natalia Molinos, María José Gadea, Antonio Gracia, Miguel Cereceda, Josep Sou, José Luis Ferris, Tatiana Hidalgo, Isabel Tejeda, Aramis López, Fernando Castro Flórez, Pascual Patuel, María J. Gadea, Lourdes Navarro, Leopoldo La Rubia, Bernabé Gómez Moreno,  Pilar Escanero, José Piqueras Moreno, Rosa Mª Castells, Dionisio Gázquez y Emilio Soler. 


Ojear o descargar un capítulo pulsando



domingo, 14 de junio de 2020

sábado, 13 de junio de 2020

Un poema de Francisco Mas-Magro



UN LAMENTO  MALVA            
                                  Día de la ira, aquel día
                                 en que los siglos se reduzcan a ceniza

A ti acudo Señor, desde mi cólera.  
Y a vosotros, hijos de las sombras 
                   que señaláis al silencio. 
Oigo el clamor del vuelo de una vida
que se abre sobre muertos y regresan 
y ocupan la  memoria. 

Y también comparezco ante vosotros, vivos 
juguetes de la ciudad  abandonada
bajo el miedo de un final imaginado.
Sospecháis  oír  los bugles, ya el galopar de jinetes, 
que a lomos de las plagas hieren el miedo hacia lo eterno.
Es el vértigo al vacío que se llena de alaridos. 
Es un veneno que cabalga sobre malvas 
y los puños se golpean en el aire. Es la vida 
y no resuenan los clarines, sonido del metal de la hecatombe,
voz de la rabia.

Despierto. Miro absorto al horizonte 
sintiendo esa muerte divulgada,
a la vez que me queman  estos sueños 
repaso de la historia, como un alud 
                                                 inútil de mis tiempos. 

 Ya no duermo, hermanos. Confunden mis congojas
                                           un fondo violeta.
Es terror,
                 la duda,
                                 la oscuridad que la  noche me proyecta.


Un loco entrar y salir desarbolado
que parte de una crónica impugnada 
                                           y el destino  ausente.
Un viaje a no sé dónde,  que me arrastra, 
                                                                    que me lanza 
allá de los rincones tenebrosos.
                                                     
La  imprudencia de la mente elabora 
más abismos que preguntas 
                   y amordaza  
         nuestros pasos                                                                 
                                           y turba,
                                           irreverente,
la libertad que nos tropieza.
 Y advierto mis neuronas, ya viejas,
                                                que se saben fatigadas.
No reflejan la paz en este orden 
de años recogidos como pueden.

                                                     Es la madrugada,
confundida con la noche, un recuerdo obsesivo de las voces.
                                                     Es la amanecida, 
que despierta una oración con las  palabras 
que empujan 
                       y empujan, 
arrojando el silencio al abandono,
al humilde  inframundo de los llantos.

Y regresa la memoria: La maldita memoria.
La de un pueblo crecido en la incultura,
sometido al placer de sentir ser dioses;
                                                                ignorantes de un Dios
que confían distante de su espacio. 

Las cavernas de la muerte
                                            hablan más del hombre 
que los propios hombres vivos de la tierra.
Y sueño, en estas noches casi eternas de espejismo,
                                          que con Azrael el ángel 
                                          mil otros ángeles cabalgan. 
Y casi percibo entre las nieblas
                                                   cómo en sus mantos 
                                                   esconden  las guadañas. 
Sí, los veo, con su celada y sórdida perfidia aguardando la cosecha, 
precavido alimento de los prados.

La tierra es viático, luto, soledad.
Y, si en la memoria persiste el recuerdo,
es ofrenda dolosa y lívida. 
         Es Caronte 
el fiel marino de tan lúgubre gabela
aquel que afirma el final, en la imaginación tan temida, 
                                                              sonrojante pacto, 
 por sentirnos dioses de un mundo alucinado en la ignorancia
 que desgracia la cordura.
Es ahora, 
                   arrojadas estas rimas,
que reclamo los versos de la pluma que os define: 
                    Hernández,
                                        Dámaso, 
                                                        Aleixandre,
desde el desocupado espacio de la muerte. 

FRANCISCO MAS-MAGRO MAGRO

2020