Escena II (Winterreise) Otoño
La tarde palidece entre los árboles.
Piso las hojas secas del otoño.
Su crujido de cripta me estremece
y oteo los vencejos en su vuelo
fugitivo de la melancolía.
Tal vez existan alas
que vuelen a la luz.
Llueve con lenta suavidad: parece
que una lágrima tuya derramase
su nostalgia por mí.
¿Por qué no alumbra el sol una hora más?
Tal vez tú me amarías, o yo te olvidaría.
Lloro tu desamor y el de este mundo.
Una larga cadena de cadáveres
eslabona la Historia. El sufrimiento
es lo que hace a los hombres semejantes.
es lo que hace a los hombres semejantes.
Y sin embargo, ¿no es mejor cantar
que sumar una lágrima tras otra
hasta ahogarnos en ellas?
Tal vez existan alas
que vuelen a la luz.
Ya nunca escribiré más epitafios
con tu nombre y el mío
en la triste corteza de los árboles.
Jamás la noche derrotó a la aurora.
Mi voluntad dibuja otro paisaje,
como un grandioso ejército
y aprendo otra estrategia:
que se prepara para la batalla,
ordeno las palabras en el verso
queriendo darle voz al corazón
voluntarioso y firme.
voluntarioso y firme.
Bulle el fresco fulgor de la mañana
y el volcán se convierte en manantial.
Ámame, o no me ames; seguiré
amando la existencia.
Solo el amor puede salvar el mundo.
Ámame, o no me ames; seguiré
amando la existencia.
Solo el amor puede salvar el mundo.