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jueves, 31 de enero de 2013

Himno desde la sombra

Para salvar su vida, Furtwaengler "celebra" el cumpleaños de Hitler (1942)

Improvisación (un testamento)

Jamás se ven tan claras las cosas de la vida
como cuando la muerte se decide a matarnos.
Entonces todo es luz, y cuanto no vivimos
se convierte en nostalgia para nuestra conciencia.  
Canto al hombre que vive mordido por la muerte,
a aquel que no se rinde a su propia agonía.
Canto al hombre que sufre, porque nadie merece
que el dolor de nacer torture su existencia.
Canto a aquel que acertó, y al que se equivocó,
y a todos los que hicieron de su vida una lucha.
Canto el fragor del mundo que atruena el corazón,
y el corazón que lanza su alegría al de todos.
Canto a quien pierde a un hijo, y con él su futuro.
Canto al que ve caer sus ansias y utopías,
y al que ve cómo mueren sus sueños cotidianos.
Pero canto con voz más alta y esforzada
al hombre que desoye los gritos de la muerte
y, sin odio ni furia, se rebela y construye
palacios sobre ruinas, himnos sobre elegías:
canto al hombre que eleva su brazo y vuelve a alzar
la antorcha de la vida allí donde hay cenizas
que le ocultan el sol, y planta un nuevo día
cada vez que el ocaso quiere imponer su noche.



miércoles, 30 de enero de 2013

En el aula del mundo

Mansel: Lux Aeterna

El proyector dibuja en la pantalla un vídeo con las más portentosas imágenes que los satélites espaciales han enviado a la Tierra.

- He aquí nuestro universo. Existen otros: millones de años luz y de vidas que no conoceremos porque nuestra existencia es limitada frente a esa infinitud. Estrellas y galaxias a las que solo podemos llegar mediante el telescopio. Maravillosos mundos de edades astronómicas, ajenos a nosotros y a nuestra conciencia. ¿Cuántos os habéis asomado a la noche estrellada para oír sus misterios, saborear sus colores, sentir que hay algo más allá de nosotros que nos llama aunque hayamos aprendido a existir como si no existiera esa llamada?

El vídeo que simula ser un planetarium es breve, pero singular y goloso para los estudiantes:

- ¡Veámoslo otra vez! ¡Me entran ganas de volar!
- ¿Y para cuándo eso de la teletransportación?
- Mi abuelo, que fue marino, dice que cada atardecer sin ver el mar y cada noche sin contemplar las estrellas equivale a un día muerto. También dice que El Gran Asfalto y la Emperatriz Televisión nos han robado el olor de los bosques y la luz de la vida. 
- ¡Pues yo no creo que pudiera pasar una noche sin ver la tele!
- Hace cien años nadie la veía...!
- ¡…Y todos se aburrían!

El profesor interviene:


- Os preguntaréis por qué hablamos de algo tan lejano, habiendo tanto desastre a nuestro alrededor...
- Sí: es verdad que hay que cuidar la Naturaleza, el medio ambiente,  prevenir el futuro... ¿Pero qué pasa con la naturaleza humana y con el presente? A mi padre se le está pudriendo el hígado y no lo atienden en los hospitales.
- ¿De verdad no puede encarcelarse a los que roban desde el poder?
- … Me alegra oíros… Que toméis conciencia de cuanto ocurre ya es una buena prevención. Recordadlo cuando vayáis a votar. Vuestro voto es el mejor veredicto. Pero no olvidéis que no es posible detener el tiempo y que vosotros sois la única semilla de otros tiempos mejores. Tenéis que cultivaros bien. Sois los sujetos de la Historia. Por eso tenemos que continuar.

Y el profesor devuelve a cada alumno su ejercicio, en el que les pedía que divagasen sobre el mundo tras haber leído unas páginas de Montaigne Asimov:

- Como veis en las anotaciones, hay que  evitar los errores expresivos. Ángela: de poco te servirá enguapecerte cuando vayas a una entrevista de trabajo si en cuanto empieces a hablar te afea tu “discurso”. Para expresarnos bien hay que pensar bien. Y pensamos con palabras: por eso hay que conocerlas y ordenarlas antes de hablar. Cada palabra es un rostro del mundo, una ventana por la que mirarlo y por la que nos miran: y no es  más agradable un rostro gesticulante (una frase mal pronunciada o escrita) que una cara o una ventana limpias. Pedro y Maite: no existen "extraterrestra" ni "alinígeno"; ni muy cachas ni en cachitos. Y si son telépatas leerán vuestro pensamiento, un tanto confuso, y preferirán ligar con quienes mejor se entiendan. Porque el lenguaje cósmico más permanentemente erótico es la inteligencia y la cultura no pedante.
- Pero profe: ¿es que en otros mundos no se divierten?
- Seguro que sí. Y seguro que descubrieron antes que nosotros la máxima medieval "Deleitar aprovechando": que aprender, conocer, comprender, imaginar, ordenar los conceptos, abrazar con la mente cuanto existe... nos capacita para sentir a los demás como parte de nosotros mismos... y que adueñarse de la naturaleza al comprenderla es la mayor diversión, el mayor gozo, el "orgasmo" más pleno: y del que engendraréis no solo placer, sino un mundo nuevo.

martes, 29 de enero de 2013

Como si fuera mi Autobiografía (El abrazo final)


Wagner / Doré: Murmullos en el bosque. Funeral Sigfrifo / Escenas de la vida

Era como si el niño asustado que todos llevamos dentro despertase y saliera de su escondite gritando con un aullido interminable. Eso sentía cuando, apenas conteniéndose, salió de la consulta en la que el médico le reiteraba su veredicto, al parecer inapelable. 

Recordó un antiguo título y sus primeras líneas: Como si fuera mi Autobiografía: "Nací cuando necesité pensar para combatir la muerte. Lo demás ha sido una continua adaptación a la yacija de la tumba".

Se acabaron las desdichas existencialistas, los intentos de suicidio... y también el naufragio entre libros amados y los erotismos con los que mitigaba la condición mortal.

Siempre había temido ese momento, aunque supiese bien que nacer es empezar a morir y viviera siempre agonizante. Sin embargo, tras una primera puñalada de dolor, despertó en él el odio contra los dioses, hacedores de un mundo indigno y desolado: y se sintió, como tantas otras veces, mártir del capricho de algún inescrutable Polifemo devastador de la existencia. Qué estúpido el Artífice que crea una obra viva y amante de la vida, y le injerta, indeleble, la conciencia doliente de su mortalidad.

¡Qué hacer ahora, cuando las cenizas ya crepitaban en su sangre dispuestas a ser ascuas del gran fuego! Sus neuronas, sus células, el flujo de su sangre y sus ideas se irían extinguiendo y el prematuro otoño lo ocultaría bajo un diluvio de hojas, panteón que el viento derruiría.

La pluma, como un inútil falo, se le antojaba estéril, un soñador que alguna vez quiso crear un hálito de vida.

Sus libros: solamente un puñado de herrumbres y de ruinas arrancadas a un manantial que tampoco existió.

Sus hijos, allá lejos, perdidos en sus vidas, ajenos a su padre.

No le quedaba nada, pues nada había tenido de cuanto creyó tener.

¿Y una persona pura que hubiese comprendido la onírica grandeza de sus sueños y fuese, como hermosa albacea de su espíritu, el testigo final de su derrota?

Encaminó sus pasos hacia ella, la tejedora de ternuras, y se dejó caer entre sus brazos.

Guillermo Bellod


lunes, 28 de enero de 2013

Un poema de Francisco Alonso Ruiz (Antología, CXIX. Segunda Serie)



                                   LA FATIGA

¡                        ¡Tanta fatiga tuve y tengo ahora!
                         ¡Qué fatiga, cansancio tan inmenso!
                         ¡Tanta fatiga, tanta si lo pienso!
                         ¡Qué día de fatiga abrumadora!

                         ¡Tal fatiga de pies y de zapatos!
                         ¡Qué sudor de caminos y senderos,
                         tantos pasos de sombras y luceros,
                         qué noches sin dormir, qué malos ratos!

                         ¡Qué fatiga de negros laberintos,
                         qué soledad de otoños y de inviernos,
                         cuánto terror sin fin en mis infiernos,
                         qué abismos tan siniestros y distintos!

                         ¡Qué complot  de navajas enemigas,
                         qué miedo antiguo de cuchillos largos,
                         qué tragos de veneno tan amargos,
                         qué andanzas, qué extravíos: qué fatigas!

                                  FRANCISCO ALONSO RUIZ



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 Versión original
LA FATIGA

Tanta fatiga tuve y tengo ahora 
qué fatiga, cansancio tan inmenso, 
tanta fatiga, tanta si lo pienso, 
qué día de fatiga abrumadora. 
Tal fatiga de pies y de zapatos, 
qué sudor de caminos y senderos, 
tantos pasos de sombras y luceros, 
qué noches sin dormir, qué malos ratos. 
Qué fatiga de negros laberintos, 
qué soledad de otoños y de inviernos, 
cuánto terror sin fin en mis infiernos, 
qué abismos diferentes y distintos, 
cuán turbios y siniestras las pasiones, 
qué volcán nos crepita en las entrañas. 
Qué complot de navajas enemigas, 
qué miedo antiguo de cuchillos largos, 
qué tragos de veneno muy amargos, 
qué andanzas, qué extravíos, que fatigas.
                                                                                                                      © FRANCISCO ALONSO RUIZ

domingo, 27 de enero de 2013

sábado, 26 de enero de 2013

El ser del parecer


Hay dos clases de personas: las que tratan de imponer a los demás la imagen que tienen de sí mismas y aquellas que viven con naturalidad y rectitud, despreocupadas de si los otros aciertan o se equivocan al trazar esa imagen. Es decir: las que son y las que fingen ser.
¿Qué se recuerda sino las esencias? ¿Los rostros o las máscaras?



viernes, 25 de enero de 2013

Devoración de la incultura

Tchaikowski / Xenakis

Cuanto más avanza el progreso más nos alejamos de la Naturaleza. Los bosques se han petrificado en forma de avenidas y rascacielos. Los árboles han sido sustituidos por las antenas parabólicas y nos subimos a ellas como simios que han olvidado su condición y evolución de humanos. Tal vez por eso hay quienes no consideran un error decir “personas humanas”: quizá porque cada día hay más personas inhumanas.

De la sencillez, nobleza y genuinidad del hombre natural solo nos queda la infancia, ese lugar del que nos ha ido exiliando el proceso social, tan necesario pero tan injustamente reglamentado, y que subyace en nuestra conciencia como un paraíso perdido e irrecuperable. El pensamiento clónico ha conquistado nuestras mentes. Los licenciados en analfabetismo y los sindicatos de insolidaridad son cada día más numerosos. Hemos creado una civilización tan egoísta que nos aleja de la cultura fraternal del corazón.

Salir de la adolescencia significa entrar en los bancos del Estado de Bienestar para aprender a cambiar nuestros sueños por las divisas del dinero, gran dios de un mundo ocioso que cree que el bienestar consiste en llenarse los bolsillos a costa de insensibilizarse para no ver el propio estado de íntimo malestar, la muerte universal por hambrunas programadas y otras grises postales.

80 años después de que Huxley nos mostrara “un mundo feliz”, estamos muy cerca de alcanzarlo. Como he dicho, la Naturaleza ya no forma parte de nuestra experiencia, sino de la leyenda y la Historia; y así como para tener alguna idea sobre ella hay que asomarse a los documentales televisivos, para conocer qué cosas verdaderas son un hombre o una mujer es preciso adentrarse en un libro, puesto que fuera de ellos encontramos más consignas robóticas que propia reflexión, y menos carne y hueso que cirugía plástica. Ya lo dijo Quevedo: "los que parecen rostros son máscaras”. 



jueves, 24 de enero de 2013

El abrazo encontrado


Strawinski: Apolo y las musas

Eva y Juan se conocieron, se amaron y se fueron a vivir juntos después de haber convivido cada uno con otra persona amada. De sus experiencias y fracasos habían aprendido a evitar lo que separa y a potenciar lo que une.

De vez en cuando echan de menos la búsqueda, el hallazgo del íntimo dios en que nos convertimos cuando nos aman, el hechizo de fascinar a otros hasta embrujar su voluntad. 

Están saciados de hambre de conquista y ahora se sacian mutuamente, sin deseos amputados ni ensoñaciones de hadas. Ya no persiguen vivencias como forma de supervivencia, sino que buscan la convivencia plena. Han reducido el erotismo al amor, y el ego al yo donador y receptivo. Han comprendido que convivir es asumir el yo del otro como parte del propio. Y que cuidar la identidad de dos en armonía es preservar su presente y su futuro.


miércoles, 23 de enero de 2013

En el aula de Lengua


- Profesor: Estos días se cumplen tres siglos de la fundación de la Real Academia Española. Se proponía, en 1713, "limpiar, fijar y dar esplendor" al castellano. Es decir: instar a que se utilicen las palabras idóneas. Ya habréis observado que no resulta fácil decir lo que queremos decir.

Juan Ana levantan la mano: desconocen dos de las palabras que acaban de escuchar. Lucía, encargada esta semana del Diccionario RAE, lee sus definiciones, que los alumnos escriben en su cuaderno de clase, en el apartado Aumento mi vocabulario. El profesor las comenta  y continúa:

- Para conseguir ese esplendor la Academia publicó un Diccionario de Autoridades, en el que junto a cada palabra figuraba una frase de una "autoridad" literaria (por ejemplo, Cervantes) que mostraba la propiedad y exactitud de su utilización. El Diccionario RAE se va actualizando: incorpora voces nuevas (cada día se inventan o descubren nuevas cosas) y elimina el léxico en desuso. La Academia editó igualmente la Ortografía, la Gramática...

Pedro: ¿Y qué más da esa "exactitud"si nos entendemos? 

- Profesor: Importa menos si tienes delante a aquel con quien hablas: tus gestos le dicen lo que no pronuncias. Cuando escribes, esa presencia desaparece y el otro solo entiende lo que le dicen tus palabras. De ahí la importancia de la precisión. A veces recurrimos a la connotación, el símil, la metáfora, la exageración, el coloquialismo... y las palabras necesitan un contexto, o una situación, para quedar claras... ¿Cuántas veces dices y oyes "¡...pero si no es eso lo que yo quería decir!", o "¿... es que no me entiendes"? Pregúntate si, tal vez, no te entienden porque no te explicas... con precisión... Cuando, dentro de poco, creas ser dueño de tu vida y trates algún tema decisivo te darás cuenta de lo fácil que es malinterpretar y lo difícil que es rectificar. Al principio eres lo que los demás ven; luego, lo que sientes y piensas, manifiesto solo en lo que dices. Finalmente, tú eres tus palabras. 

- Paula:  Además: si quieres que algún día te entiendan bien en inglés, ¿por qué no en la lengua de aquellos con los que hablas todos los días?

- Pedro: ¡Yo hablo con el lenguaje universal del cuerpo, pobriña, que tendrás suerte si encuentras algún hambriento que te quiera devorar! 

El profesor ataja un breve murmullo de machismos y feminismos ... Luego sugiere lo indispensable para que alguien ponga voz a lo que resulta más efectivo en boca de un alumno que de un profesor. Y es la sufrida Paula quien vuelve a hablar: 

- Tú solo ves defectos; y solo en los demás. ¿No es mejor resaltar las virtudes? Que tú seas un guaperas no tiene ningún mérito: pocos esfuerzos te ha costado nacer así. Pero quienes superamos nuestras limitaciones merecemos un respeto. ¿Cómo te sentirías si todos nos riéramos porque no apruebas una?

- Andrea: Creo que Paula tiene razón: El otro día el Teniente Colombo -una serie que regalé a mi padre y me gusta ver con él- confesaba que cuando era estudiante asumió que no era el más guapo ni el más inteligente de la clase, y que si quería destacar tenía que estudiar el doble que los demás. Y no hay otro detective que le iguale. Cada episodio muestra al asesino desde el principio, y la trama consiste en demostrarle a este, mediante la observación y la lógica, que no puede negar su culpabilidad.


El profesor afirma que Paula tiene mucha resilencia (palabra -aclara- aún no incorporada al DRAE y que significa  autosuperación). Luego indica a Pedro que escriba en la pizarra una frase: 

- Imagina que estáis en una cafetería. Paula ha pedido una infusión y tú, muy amable, se la vas a servir. Ella está con la taza en alto y tú la miras tratando de adivinar si quiere mucho o poco. Entonces Paula te dice la frase que has escrito: "Nunca sabrás cuánto te quiero". ¿Cómo reaccionas? 

- ¡A mí ni tocarme... que me deje en paz y se vaya con sus libros!

- Si no faltases tanto a clase... ¿Quién se lo explica?

- ¡Tontorrón! -con permiso, profe: es un coloquialismo-, dice Yolanda: escribe té con acento, como indican el contexto y la situación en la cafetería, y verás que no te está hablando de amor, tontorronazo! (Por cierto, capullito -con permiso, profe: es una metáfora-: como te vea toqueteando a la indefensa que tú sabes, te voy a tocar yo y, siguiendo la teoría de Darwin, la de la supervivencia del más fuerte, vas a saber lo que es castrar a un cerdo -metáfora e hipérbole, profe-).

Lucía lee otras palabras del Diccionario. Pedro hace un gesto de escondida vergüenza... Suena el timbre.


Precisión discursiva

Precisión semántica

Precisión fonética

Leer en el periódico

martes, 22 de enero de 2013

La insensibilidad


La civilización es, cada vez más, alérgica a la cultura. Y la cultura, un viaje sin retorno a la frivolidad.



lunes, 21 de enero de 2013

Libros recibidos (XVIII): Ignacio Cartagena

Románico y tardío
IGNACIO CARTAGENA


Publica Ignacio Cartagena su cuarto libro, Románico tardío, en la editorial 
AGUA CLARA. 
El yo de la pluma escribe un diario de la convivencia con el tú amado, mientras el alrededor hogareño y memorístico va acusando el devenir del tiempo, y recreándolo.
Distanciamiento del objeto poético y limpidez expresiva hay en sus páginas: huida del barroquismo y la imaginería literarias. Breves poemas sobre realidades cotidianas que son las que conforman la existencia.
Difícil es pergeñar un libro sobre el amor en estos tiempos en los que el amor es solo un libro sobre el sexo y el libro de poemas una frivolización de la poesía. El autor se sale del tópico hímnico a la amada, o del elegismo de su pérdida, para notariar una relación unitiva a través de lo múltiple y, en apariencia, accesorio del vivir. 
En todo ello hay, también, la búsqueda y constancia de una identidad, puesto que siempre estamos "muy lejos... / de quienes fuimos".
(Para futuras reediciones: Errata ("hasta", repetido) en p. 25).

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Un poema de Ignacio Cartagena 


domingo, 20 de enero de 2013

John Huston: Freud, pasión secreta


No es una gran película -aunque todas las de Huston lo sean-; pero sirve como introducción a una de las filosofías científicas que más han acertado en la búsqueda de la identidad humana.

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Kubrick: Senderos de gloria

ORSON WELLES: Sed de mal



sábado, 19 de enero de 2013

Un poema de Antonio Praena Segura (Antología, CXVIII. Segunda Serie)

Liszt: Francisco de Asís predicando  a los  pájaros


QUIZÁ UNA GOLONDRINA


Como en el cuadro de Fra Angélico,
un pájaro, quizá una golondrina,
salta esta tarde entre las bóvedas del claustro
buscando una palabra en que anidar.

Y aunque no es este el año uno
ni estamos a finales del trecento,
aunque ni el manto del azul más limpio
podría cancelar todas las deudas
que tengo contraídas con la vida,
aunque, Señor, yo no soy digno
de que entres en mi casa y la ilumines,

quizá, precisamente, por mi pobre
materia de hombre pobre y desvalido,
quizá porque este cuadro de Fra Angélico
me invita a adivinar que tú sí puedes,
quizá por esta humilde golondrina
que salta, como aquella del trecento,
entre las bóvedas cuajadas
de estrellas rutilantes de este claustro

abro mi corazón y exclamo: fiat.

                                                                     © Antonio Praena Segura




Martin Fierro



Jorge Cafrune

viernes, 18 de enero de 2013

El abrazo insidioso

Wagner: Tristán e Isolda (el corno solitario)

Lola White se enamoró enamoradizamente de Cantero. Ella iba a empezar sus estudios universitarios y él llevaba solo un año como profesor. Lola era inteligente, primitiva y genuina en sus afectos, y decía que hablar con Cantero era como leer un libro lleno de sabiduría sentenciosa. Cantero tenía una inteligencia poderosa y una cultura envidiable; su hipersensibilidad y enfrentamiento contra lo establecido, fuese esto lo que fuese, sus obsesiones entre la lucidez y la autodestrucción, su mirada luzbélica, su escritura afilada y su verbalidad hechizadora solían despertar admiraciones, amoríos y mucha enemistad.

Lola y Cantero se casaron enseguida, y ella lo amaba como solamente puede amar un corazón puro. Sin embargo, él era una montaña difícil de escalar y en la que se divisaba el problemático genio del artista que, buscando hallar un cielo en los demás los arrastra a su infierno. Su "existencialismo" le obligaba a girar sobre su propia obra creativa, y la cotidianidad no formaba parte medular de su mundo. No sabía que su egotismo dañaba a quienes esperaban de él un poco de sociabilidad y no de alejamiento, actitud que, aunque fuese una huida del mundanal bullicio, parecía soberbia. Sin saberlo, su lucha contra sí mismo salpicaba a quienes lo rodeaban, lo amaban y lo necesitaban. Pero él no tenía más compañía que la soledad, único campo de batalla en el que podía armarse contra sus fantasmas.

Nacieron dos hijos que su padre amaba, y de los que temía que de pronto se enajenaran y enloquecieran, verdadero terror -el de la locura abisal- que lo perseguía desde la primera adolescencia, y causa, al fin, de todos sus demonios.

Lola White, con los años, fue sintiendo la pérdida de aquella felicidad del principio, y supo que nunca retornaría porque la conyugalidad no era un atributo de Cantero. Y así, la sangre enamorada devino lentamente en desengaño, sufrimiento y odio refrenado por su auténtico amor, hasta que solo aquel quedó abanderando su personalidad. Y fue el odio, y la venganza de quien se sabe deudor de su verdugo inconsciente, lo que se apoderó de ella. El odio la cegó; y, cuando por fin se deshizo el matrimonio, puso todas las zancadillas existentes para que la relación entre hijos y padre tropezase y cayese en la imposibilidad: desde urdimbrar mentiras hasta fingir que era viuda. Finalmente, unos y otro se vieron separados por la lejanía de la incomunicación. 

Cantero sigue inmerso en la búsqueda de una escritura que redima o sustituya la vida que no aprendió a vivir. Lola White no supo, ni quiso, separar lo que sentía como ex-esposa de lo que debía sentir como madre: y su venganza se convirtió en castigo para sus propios hijos. Hoy vive y muere sola, vigilada por el cancerbero de la culpabilidad. Los hijos se han marchado hacia sus vidas. Ha hecho de la soledad la casa en la que vivía su antiguo amor: Cantero. Tal vez ambos, sin saberlo, repitan igualmente:



"¡Qué noche para odiar y ser odiado,
para hallar entre el odio un gran amor!".