Haendel: Música para fuegos de artificio
Carlos Fenoll: Antología comentada
Ayuntamiento de Orihuela
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Hace un par de eternidades garabateé un poemilla que -por suerte- se habrá perdido. Sin embargo, recuerdo una paradoja que decía algo así como "... oh poeta: / te impidieron vivir porque eras la poesía / y no morirás nunca por ser verso". Se me horripilan las meninges al memoriar tal engendro.
Pero lo traigo a cuento porque la muerte es una cátedra que predica hipérboles sobre la vida: de los muertos, claro. Parece como si los hombres necesitaran coronar a quienes repudiaron para autoperdonarse. Y en esa piedad tan despiadada se cometen las mismas injusticias. Centenarios, homenajes, grandes bacanales y opíparas memorias para quien murió de hambre de pan o glorificación. A veces, incluso para quien prefirió el olvido porque se sabía indigno del recuerdo.
Este libro es una peculiar y chovinista muestra de ello: un conjunto de plumas muy dispares, ágiles unas y otras verborreicas, seguramente desconocidas entre sí, elogia, comenta, digresiona... y finalmente inventa un poeta que nunca existió y del que solo quedan algunos versos que él mismo desechaba.
"...lástima grande / que no sea verdad tanta mentira", que decía Argensola.
A un hombre puede robársele todo: menos su íntima voluntad.
"...lástima grande / que no sea verdad tanta mentira", que decía Argensola.
A un hombre puede robársele todo: menos su íntima voluntad.