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viernes, 30 de enero de 2015

No rumorearás


Aburrida y escasa vida propia tienen quienes se dedican a cotillear sobre las ajenas.

Los hay que solamente enumeran cuanto puede parecer o ser un defecto, tratando de imponer una mala imagen; sin embargo, no lo consiguen, puesto que tendemos a defender al ausente que es atacado, o a restar credibilidad a la enumeración negativa de los maledicentes.

También los hay que elogian en exceso: y entonces tendemos a sentir que no puede hallarse tanta maravilla en una sola persona.

Ninguno de los dos publicistas de la personalidad ajena consigue su propósito; aunque más nobleza existe en quien cualifica que en aquel que descalifica.

En cualquier caso: un cotilleo es siempre un rebuzno del cociente intelectual cero.

jueves, 29 de enero de 2015

Amor más poderoso que la muerte


1.- Suelo leer antologías porque, aunque sean miradas parciales, también son filtros de una época o una poética. Los poemas escogidos por los distintos antólogos varían, desapareciendo unos y asomándose otros, con lo que se muestra que la relectura es el mejor filtro para lo que permanece. Para las novedades editoriales, esas que se anuncian como la gran esperanza de la poesía límpida, me reservo un asiento en las grandes librerías y supermercados, y allí las ojeo como lo que suelen ser: mercancías.
     Es curioso constatar que en esas antologías se dedican más páginas a los últimos siglos que a los primeros de nuestro idioma poético, no sé si por desconocimiento de lo último escrito, que suele dar por novedoso lo caduco y sin tradición, o por el chovinismo temporal, que induce a considerar que los últimos siglos, como más nuestros, son mejores -aunque me parecen más verborreicos y muchedumbrosos-.
     Yo prefiero el buen poema, venga de donde viniere: el que mantiene vivo su decir a pesar de los siglos o las décadas. 
***
2.- Véanse estos dos romances, que muestran la cara y envés de la relación entre el amor y la muerte, tan presente en la Historia de la Literatura porque lo está en la del hombre. Los dos, profundamente líricos, están construidos por un diálogo forjado con base narrativa y, naturalmente, en ritmo octosilábico. De los dos puede decirse que son semilla para el canon poético universal que en castellano podemos bautizar, quevedianamente, como "Amor constante más allá de la muerte": la honda necesidad de que el amor sea inmortal, y con él nuestro espíritu atraviese los siglos y el espacio. 
   El Romance de El enamorado y la muerte guillotina la esperanza de quien ama, pues este cree vanamente que su amada es el antídoto contra la muerte; el de El Conde Olinos, no obstante introducir también la muerte inevitable, establece un vínculo unitivo entre los amantes, quienes sobreviven resurrectos en una especie de reencarnación en la naturaleza:
  El enamorado y la muerte

Un sueño soñaba anoche   soñito del alma mía, 
soñaba con mis amores,   que en mis brazos los tenía. 
Vi entrar señora tan blanca,   muy más que la nieve fría. 
-¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 
Las puertas están cerradas,   ventanas y celosías. 
—No soy el amor, amante:   la Muerte que Dios te envía. 
—¡Ay, Muerte tan rigurosa,   déjame vivir un día! 
—Un día no puede ser,   una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,   más deprisa se vestía; 
ya se va para la calle,   en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca,   ábreme la puerta, niña! 
—¿Cómo te podré yo abrir   si la ocasión no es venida? 
Mi padre no fue al palacio,   mi madre no está dormida. 
—Si no me abres esta noche,   ya no me abrirás, querida; 
la Muerte me está buscando,   junto a ti vida sería. 
—Vete bajo la ventana   donde labraba y cosía, 
te echaré cordón de seda   para que subas arriba, 
y si el cordón no alcanzare,   mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;   la muerte que allí venía: 
—Vamos, el enamorado,   que la hora ya está cumplida.


Romance del Conde Olinos

Madrugaba el Conde Olinos    mañanita de San Juan
a dar agua a su caballo,    a las orillas del mar.
Mientras el caballo bebe,    canta un hermoso cantar,
las aves que iban volando    se paraban a escuchar.
Bebe, mi caballo, bebe,    Dios te me libre de mal,
de los vientos de la tierra    y de las furias del mar.
La reina lo estaba oyendo     desde su palacio real.
- Mira, hija, cómo canta     la sirena de la mar.
- No es la sirenita, madre,     que esa tiene otro cantar,
es la voz del Conde Olinos,     que me canta a mí un cantar.
- Si es la voz del Conde Olinos,     yo lo mandaré matar,
que para casar contigo     le falta la sangre real.
- No le mande matar, madre,     no le mande usted matar,
que si mata al Conde Olinos,     a mí la muerte me da.
Guardias mandaba la reina     al Conde Olinos buscar,
que le maten a lanzadas     y echen su cuerpo a la mar.
La infantina con gran pena     no dejaba de llorar;
él murió a la medianoche,    y ella a los gallos cantar.
A ella como hija de reyes    la entierran en el altar,
y a él como hijo de condes     cuatro pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,     de él nació un espino alvar;
crece el uno, crece el otro,    los dos se van a juntar.
La reina, llena de envidia,     ambos los mandó cortar,
el galán que los cortaba     no dejaba de llorar.
De ella naciera una garza,     de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,     juntos se van a posar.

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miércoles, 28 de enero de 2015

Bernini: Ilustración del orgasmo


Bernini: Teresa de Jesús

Mulier in love

Como si el alba abriese su pecho y de él brotaran
palomas encendidas que nublasen el cielo,
sentí mi corazón tremular mis entrañas
y hundirse en él la lanza de un gigante de oro,
verdugo de mi carne y amante de mi espíritu.
El dolor y el amor fueron entrelazándose,
y la pasión serena abrió un bosque de gozos
soñados siempre y nunca conseguidos. El pálpito,
como un caos naciente, abrió un nuevo universo
íntimo e infinito. Los colores, las músicas,
los mares de la sangre y los glóbulos del alma
estallaban gimiendo madrigales, cantando
júbilos y motetes que desgranaban luz
y pusieron mis ojos ante un rostro de bruma
cenital e invisible que era todos los rostros
y todos los enigmas. Se comprimió el espacio
en un solo latido, y el tiempo abrió su forma
en una sola imagen. Fulminada, caí
en un prado solemne donde causas y efectos,
sin orden sucesivo, abrazaban las aves,
las estrellas, el polen, y los sentidos eran
un magma entretejido de orden y confusión,
de plenitud y abismo. La estancia ardió de pronto
y era el mundo un bajel ubicuo y constelado
naufragando en la isla donde la muerte es vida
y todo se desvela como si nunca hubiese
existido el misterio.

Böcklin: La isla de los muertos

Kokoschka: La novia del viento

Eduardo Lastres: La puerta del milenio

martes, 27 de enero de 2015

Estupradores del Arte.


¿Que sería del arte si Velázquez se hubiera contentado con ser un pintor de la corte, si Mozart no hubiera pretendido ser algo más que un músico con librea o Shakespeare hubiese querido simplemente divertir a los espectadores?


Quien escribe -pinta, compone...- para tener éxito escribe para el fracaso artístico. Porque la muchedumbre solo entiende y aplaude lo efímero y vulgar, lo decorativo intrascendente, lo novedoso injerto en lo caduco. De modo que triunfar en el presente, salvo alguna excepción, es fracasar en la Historia. 

El arte es una búsqueda obsesiva que no se satisface con cualquier hallazgo. El artista quisiera ser un dios que admite ser un hombre con limitaciones pero que no se contenta con que los demás hombres le aplaudan. El artista que no le dice al hombre algo sobre el hombre mismo es un impostor.

El artista empieza cuando siente, y acaba cuando da forma sabia a su sentimiento creativo. Lo demás relacionado con la obra artística le corresponde al editor, al marchante, al difusor, que no atiende al valor de la obra, sino a su precio.

Quienes más daño hacen al arte son los seudoartistas, que han hecho del arte una profesión estratégica sin vocación absorbente, un negocio y no una forma de vida. 

El arte requiere pasión incontenible y razón mesurosa: y lo traiciona aquel que considera que el tiempo emocional es simplemente oro y el corazón pensativo una cuenta corriente.

lunes, 26 de enero de 2015

El abrazo ultrajado.

Vivaldi: C. para dos mandolinas.

El tema:
Una mujer y un hombre se encuentran en mitad de la vida. Inician una relación sentimental. Procuran evitar los errores que cometieron en sus respectivas relaciones anteriores. Se aman sinceramente y conviven dichosos y serenos.

El argumento:
Siempre hay murmuradores irresponsables que cuentan el sencillo tema anterior añadiéndole circunstancias escabrosas, centrándose maledicentemente en el pasado de los protagonistas, su improbable futuro, sus etcéteras... de tal modo que el por fin hallado amor pasa a ser para el oyente una colección de falsedades sobre los amantes.

El desenlace:
Uno de los protagonistas -o los dos-, que apenas prestaba atención a tales historietas, ante la insistencia de las mismas, acaba por dar crédito a una, luego a otra... hasta que se convierte en un personaje oteliano que cree que la historia que vive es la sucesión de las circunstancias inventadas y no un amor natural y espontáneo. Claro está: el tema -el auténtico amor- acaba siendo suplantado por el argumento inventado por los vocingleros, bastardos y malditos hijos de sus padres.
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El abrazo amoroso



domingo, 25 de enero de 2015

La escritura exorcista



Dícenme algunos lectores de este blog que el título es sombrío y muchas entradas ensaimadas en tristeza.
   Dígoles yo que son como la vida misma. Solo que yo no afirmo nunca que haya que ponerse a llorar porque hemos de morir, sino que algo positivo hay que hacer mientras la vida fluye hacia la muerte. 
   Por ejemplo: distraer el ensimismamiento, exorcizar esa obsesión fúnebre escribiendo sobre ella -pero también sobre la vida- para que sus propios temores los desplacen a mis escritos y crean que soy yo quien los incita a la tristeza en vez de aceptar que la melancolía es un gen más de nuestro organismo síquico y físico. 
   Por el contrario, la euforia irresponsable es un mal endémico que hay que erradicar tanto como el tedio de vivir. Y la realidad es que quien no trata de superar ambas cosas es el que sucumbe, incluso antes de morir. 
   El sosiego no se alcanza escondiendo el desasosiego, sino afrontándolo.
   También puede elevarse a la categoría de axioma que los grandes hitos del Arte y de la Humanidad han sido alcanzados por el sentimiento trágico de la vida, no por su carcajada. No por ello hay que santificar la tristeza; pero sí escuchar lo que nos dice: precisamente para verle el rostro y reconocer que es cosa de humanos, no de fantasmas. Y, como tal, vencible.
   (Por cierto: lo que el lector está oyendo es el mayor tributo e invitación a la alegría que hayan engendrado los siglos, y nació de una de las tristezas más grandes que haya sentido un ser humano).

sábado, 24 de enero de 2015

Gertrudis Gómez de Avellaneda: A él


A él


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Gertrudis Gómez de Avellaneda: A él

Bertolt Brecht: El analfabeto político

Juan Gelman: Poemas

José Hierro: Respuesta

Miguel Hernández: Canción del esposo soldado

Pessoa: Autopsicografía

R. Kipling: Si...

Safo: Igual parece a los eternos dioses...

Miguel Hernández: Elegía

Alfonsina Storni: El último poema

John Keats: A una urna griega

Gabriel y Galán: "Cuando pasa el nazareno..."

Carlos Fenoll: Cristo yacente

Rafael Alberti: dos poemas

Shakespeare: El único dilema

Poemas en sus voces

Cernuda: Donde habite el olvido

Carolina Coronado

Unamuno: Sobre la palabra

V. Aleixandre: Muchacha muerta

ESPRONCEDA: Canción desesperada

Tomás Segovia: Besos

Dámaso Alonso: Insomnio

Calderón de la Barca: Monólogos

Juan de Yepes: Noche oscura del alma

Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas

Huidobro: Altazor, II

Gerardo Diego: Romance del Duero

Neruda: Poema XX

Fray Luis: Vida retirada

Antonio Machado: A un olmo viejo

César Vallejo: Masa

J. A. Goytisolo: Palabras para Julia

Ernesto Cardenal: Oración por Marilyn Monroe 

Poemas en sus voces