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viernes, 14 de febrero de 2025
jueves, 13 de febrero de 2025
Antonio Gracia - Sancho - Teatro Expresión
Sancho
¡Oh humilde entre los soberbios y arrogante con los humildes,
acometedor de peligros…imitador de los buenos, azote de los
malos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante, que es todo
lo que decir se puede! I, 52
Soñé gigantes y encontré molinos,
pues gigantescas fueron mis codicias
y más gigánteas mis humillaciones.
Villano yo nací y anhelé ser
gobernador de ínsulas.
Un día
supe por mi señor que amar al otro
y luchar por los otros es más digno
que atesorar para sí mismo bienes,
coronas y laureles. Y me supe
más rucio que mi rucio, al que Dios guarde.
Fue mi mayor riqueza ser amigo
del hombre más amigo de los hombres,
tanto que pareció a los hombres necio
el que fuera prodigio de cordura:
que no hay más cuerda hazaña que ser bueno
en un mundo regido por maldades.
Y si nacer pudiera nuevamente,
caballero sería yo a su lado,
defendiendo a los débiles, buscando
justicia para un mundo de injusticias
y amando a alguna Aldonza hasta elevarla
al alto predio del amor más puro:
pues no hay más noble corazón que aquel
que convierte la realidad en sueño
aunque muera al final de su aventura.
Historia del cautivo - Teatro Expresión
El caballero de la Blanca Luna - Teatro
D. Quijote se consuela leyendo a Garcilaso - Teatro Expresión
Retorno hacia la aldea - Teatro Expresión
Últimas voluntades de Cervantes - Teatro Expresión
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miércoles, 12 de febrero de 2025
Antonio Gracia - Últimas voluntades de Cervantes - Teatro Expresión
Últimas voluntades de Cervantes
Los muchos años y la enfermedad
mi corazón golpean, y mi mente
debilitada yace, sin la fuerza
con la que defendía su rigor
de huir de la impostura mundariega,
aquella que afrontaba los efectos
de mi esforzada independencia. Ahora
me flaquean la pluma y el ingenio,
y hasta la voluntad
me humilla con su duda.
Que yo quiero ser yo hasta que la muerte
me venza y me convierta en otro ser
ignoto y pasajero. ¿No podré,
siquiera y hasta entonces, levantar
mi nombre dignamente, en la certeza
de que no ha de llegar una jauría
de maldicientes a prevaricarlo?
Señor: yo solicito vuestra gracia
para que me enterréis en El Toboso.
Historia del cautivo - Teatro Expresión
El caballero de la Blanca Luna - Teatro
D. Quijote se consuela leyendo a Garcilaso - Teatro Expresión
Retorno hacia la aldea - Teatro Expresión
Últimas voluntades de Cervantes - Teatro Expresión
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martes, 11 de febrero de 2025
Antonio Gracia - Retorno hacia la aldea - Teatro Expresión
Retorno hacia la aldea
Sobre el bisel de la llanura erguido,
como una torre de soñar cansada,
el caballero esgrime al sol su espada
y otea el horizonte enfebrecido.
El viento alza su espuela, y su gemido
trae la verdad desnuda y desolada:
ninguna senda lleva hasta la Amada,
nadie buscará ya su ardor vencido.
Quiso evitar la fuerza con la fuerza
y los molinos lo han abandonado
como a un gigante del que se huye al trote.
Jamás es la razón de quien la fuerza.
Yace en la tarde un sueño desmayado.
El mundo no precisa de un Quijote.
Historia del cautivo - Teatro Expresión
El caballero de la Blanca Luna - Teatro
D, Quijote se consuela leyendo a Garcilaso - Teatro Expresión
Retorno hacia la aldea - Teatro Expresión
Últimas voluntades de Cervantes - Teatro Expresión
Antonio Gracia - Fantasía oniriana
El primer beso siempre dice te amo
lunes, 10 de febrero de 2025
DOS - La poesía en Alicante - LA DÉCADA CUARENTA
BREVE ENSAYO DE INTERPRETACIÓN. LA DÉCADA CUARENTA.
(UNA MIRADA A ALICANTE)
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La poesía en Alicante - LA DÉCADA CUARENTA - UNO
3. - “En una soledad llamada corazón ” (José Martí)
Como puede verse —o veo—, el campo semántico de las vidas de los ciudadanos en este tiempo se teje alrededor del núcleo represión: que deviene la reclusión: a esto es a lo que se le viene llamando exilio interior: imposibilidad de ser uno mismo —y no solo políticamente—. “¡Ay corazón, isla mía!”, exclama Pía y Beltrán; “sobre el aislado corazón”, recordará Vicente Ramos; contraviniendo ambos a John Donne cuando afirma que “los hombres no son una isla”. Y la gran revista literaria de la posguerra tiene un nombre significativo: “ínsula”.
Efectivamente: aislado, El General siente una conspiración universal contra su España (Bernardo de Balbuena: “En gran riesgo está España de perderse, /preñada de costosos enemigos ”) y exacerba la represión hasta lo más íntimo de las conciencias con consignas propagandísticas como esta: “Mujer española, con tu vestido no seas juguete del judaismo internacional". Aislamiento que no será sino resultado —fruto de los terremotos laberínticos del inconsciente— del aislamiento diplomático en que quedó España durante la década Cuarenta. Y es en esa soledad y desolación cuando el hombre, ser que no puede dejar de pensar sus sentimientos, inicia un proceso de autoidentificación en el que recorre diferentes, adyacentes y simultáneos o no contrapuestos túneles: 1) la introspección libre (el yo anteponiendo su más auténtico ego); 2) la introspección mediatizada por las circunstancias (las circunstancias como impostoras del yo). Estas dos dan lugar a otras; 3) la introversión silenciosa, sufriente, victimaría, contemplativa, ‘'mística”...; 4) la extraversión participativa, egoísta, altruista...; 5) la alienación: la ausencia de autocrítica, la aceptación de ‘‘lo que pasa” sin cuestionamientos, la sumisión con demagogias como silogismos “metafísicos” del calibre de “esto no es esclavitud, sino disciplina”, “ha conseguido acabar (con) la guerra y nos da de comer: luego es un santo aunque digan lo contrario quienes quieren quitamos el pan”, “es como un dios en la tierra y aunque no lo comprendamos sabe lo que se hace”... sofismas todos del mosqueteril “uno para todos” que incluye el “todos para uno” dentro de la misma impunidad “democrática” de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”: es decir, “Salve, oh Caucésar, morituri —pronunciado como vivituri— te salutam”: y es que el esclavo no sabe que lo es hasta que conoce —porque desconoce— la libertad: y, aunque lo es así, a veces escoge la esclavitud a la que se ha acostumbrado.
Esta mentira en la que se vive va suplantando el rostro de la verdad hasta hacer de aquella la única realidad: que adquiere diferentes razonamientos y rostros, monolíticos o sucesivos: a) como no puedo ser yo, me alejo del mundanal mido para poder serme; b) puesto que no puedo ser yo, seré como los demás; c) ¿no será que en vez de ser yo la excepción del error soy su confirmación, la contumacia?); d) la alienación está servida.
El Movimiento (y todas las intolerancias de la historia) se constituye de esta manera en una religión para quienes se niegan a aceptar que la fe es la ceguera de la razón así como la razón es la luz de quienes pretenden ver lo incomprensible. Estrabismo mental que, probablemente, induce a V. Ramos a escribir jubilosamente y enceguecido por su —al parecer— bonhomía, en el citado artículo “En la hora nocturna (Reflexio nes sobre el futuro)”:
“Ahora permítaseme hacer al amado lector una pregunta: ¿Qué pueblo, en el curso del acontecer histórico, ha llevado a cabo con más exactitud y fervor la defensa de la concepción de la vida? Indudablemente, España”.
Ya el ultracatólico Ramón Sijé, en el “...reinado de los fantasmas”, había escrito:
“La gran originalidad de la historia española ha consistido, precisamente, en la coincidencia del españolismo y los ideales del reino de Dios". Y Gabriel Sijé:“La turba mezquina, fuerte en el oprobio y en el desmán, cayó un día glorioso bajo el brillo cristiano y conquistador de la espada invicta del Caudillo ” (“Nuestro Padre Jesús...”, Gaceta de Alicante, 22-X-1940).
4. “Si quieres creer en ti, no abras los ojos; si quieres comprender, nunca los cierres” (Confucio)
Bajo esa consigna del yo no puedo ser yo, admitida voluntaria o inconscientemente, hay que trazar el nenúfaro mapa poético de estos años. Y desde esa premisa hay que entender ese “exilio interior”, la represión que conduce a una introversión frente a la extroversión —igualmente represora muchas veces— de los triunfalistas. El escapismo frente al exaltismo de un “Ya viene el cortejo” sinrubendariano: tal semejanza mental se bifurca en tipos de escritura aparentemente dispares pero uniformes en su manera de escapar de la olla sometida a excesiva presión: los ya aludidos conformismo, contemplativismo, insolidarismo, religiosismo, misticoidismo, patrioterismo..., alienismos sólo perturbados por los escasos brotes del clandestinismo expresivo: y alienismos todos desde el instante en que —metonímicamente— el deslumbramiento —la ceguera— ante una parte impide la visión del todo (Séneca: “Cuando una parte del todo cae, lo que queda no es muy seguro”). De nuevo el verso —ahora como anonimia excelsa y de piedra— refleja el sentimiento popular: “Desde que Franco y Falange / aherrojaron las Espadas,/ somos un pueblo de esclavos / que nos quedamos sin patria".
Significa el silencio resuelto como religiosidad, contemplación autista, belleza formalista, introspección metafísica, el silencio social, el silencio buscador, la mordaza expresiva, la escritura en silencio, la vida licenciosa para algunos. Silencio, como digo, impostado a veces como apócrito ascetismo pretencioso de espúreo misticismo: así se revela en el masoquismo hedonista —beatería y supersticionismo, más bien— de Gabriel Sijé:
“Señor, Tú estás en el silencio. Desde entonces amo el silencio (...) Me dije en el silencio: Tú eres, Señor, la eterna lágrima, por fin te he hallado. Desde entonces amo las lágrimas” (“Del sencillo amor”).
Es una paradójica artesanía síquica y causalidad empírica (como nadie me quiere, me quiero a mí mismo), que conlleva, del placer del ser amado, al dolor de amar la propia mismidad como si fuese una otredad o a la inversa, ya que en soledad siempre somos uno por muy bien que nos cercenemos en dos. Es ser “narciso por obligación”, en expresión hemandiana. La promesa de otra vida feliz no es sino la condenación de esta como fracaso, la consideración de que Dios equivocó el primer ensayo en la probeta de la existencia. Pero los biempensantes eligen el culto al sacrificio, la negación de sí mismos y la excomunión del carpe diem mientras afirman no dejar para mañana lo que pueda hacerse hoy. ¿Qué inteligencia es esa que propone desvivir para poder vivir? Con muchos vendavales de miseria e intolerancia ha azotado la naturaleza a la humanidad para injertarle tamaño enamoramiento de la muerte. Cuánto tiempo vigente el César Vallejo de “la tumba es todavía / un sexo de mujer que atrae al hombre”.
Todo desemboca en un ambiente de funebridad, un sentimiento de ananké aceptado por inevitable, como en esos hábitats rurales de García Lorca que representan lo más turbio del alma ibérica —universal—: Yo conozco esa errata que a menudo escribe el hombre en el cuaderno de su infancia: yo “aprendí" (de quién, sino de un involuntario y fatalista concepto de la vida perpetuado por familiares, profesores, vecindario..., ¡sufridores!) que el sufrimiento (el dolor existencial) era imprescindible (lo que colocaba el dolor como corazón del hombre) en la creación y para la creación: lo cual probablemente me condujo a la insensibilización para el placer y a una insatisfacción general muy próxima a un masoquismo malditista como éxtasis o trance con antifaz o disfraz. Un regodeo próximo a (Guillermo Blest-Gana): “cuando nada se espera de la vida / algo debe esperarse de la muerte”; y entonces todo da igual para quien no considera que la muerte es otra vida. Tal vez ellos vivieron un proceso similar, concluido de otro modo, potenciados todos nosotros por un atavismo maljudeocristiano y una herencia de la lugrubidad más catolicista del Romanticismo. Es la imagen sangrienta de un poeta cristificado en cruz (“vencedor divino de la muerte”, le llama Bécquer), dando vida con su muerte suicida, y gozoso, en su dolor, de hacerlo: el martirio, el holocausto, el sacrificio: el dolor como —es— fuente de placer. El mismo Bécquer, biblia poética de tantos amadores, se hace eco de ese negativismo positivista al recurrir al dolor —cuya causa fue el amor o su desengaño— para justificar la existencia: “Amargo es el dolor, pero siquiera / padecer es vivir”. Trascendido a metafísico, olvidada su causa, es ese dolor cósmico el que empuja a un “sentimiento trágico de la vida”: Unamuno escribe.- “Es el dolor la fuente/de que la vida brota... Eseldolor del árbol de la vida / la savia vigorosa (...) Métete en tu dolor y en él trabaja / por escarbar la broza... Hernández lo recoge así: “Duerme: muere, trabaja / tu muerte: eres gusano / que durmiendo cultiva su mortaja ”. En lo más ultra de ese pesimismo, Carlos Fenoll —como tantos otros posesos y adoradores del dolor— llegará a abofetear a Bécquer diciendo: “Mientras exista la muerte / hallarás inspiración ”.
De la relación contubemiosa de amor y catolicismo es buena prueba este fragmento de Gabriela Mistral: “Y amar (bien sabes de eso) es amargo ejercicio; / un mantener los párpados de lágrimas mojados, / un refrescar de besos las trenzas de cilicio /(...) El hierro que taladra tiene un gustoso frío / cuando abre, cual gavillas, las carnes amorosas, / y la cruz (Tú te acuerdas, ¡oh Rey de los Judíos!) / se lleva con blandura como un ramo de rosas ”. Tal parece que esté rememorando a la inmacopulada Teresa de Jesús. (De este modo el sufrimiento amoroso es, al menos, una no-muerte que desemboca en la sanjuanera “muerte que das vida” de Fray Luis). No es un “del mal, el menos”, del “Madrigal” de Cetina, en el que el trasfondo es también la sumisión y la imposibilidad de vivir sin la amada: “ya que así me miráis, miradme al menos", o en un soneto: “Consentidme una vez que sin recelo /mire vuestra beldad; después, si el salto / viniese a ser mortal, mortal le quiero”. Es, como en G. Sijé, una recreación mórbida, una masturbación dolorosa de mentes esquizoides: es el síndrome estocolmado del amor al verdugo. De su vigencia cotidiana (el malentendido, distorsionado y escorbutado vasallaje trovadoril) en la década sirva de ejemplo este “Soneto apasionado’’ (INFORMACIÓN, 26-III-1944) de José María de Mena, que reproduzco por la perfecftafectajción con que simetriza y metrifica la estolidez amórica:
Es un proceso que exacerban Sade y Masoch y que conduce, atipladamente y sotto voce, a la tópica paradoja con que comienza este soneto arripiado (al que le sobran —como a tantos de tantos sonetistas (crear es añadir al universo)—, por lo menos, catorce de los versos que enunciaba Lope) de Juan Gil-Albert:
(Concertar es amor, XLVI)
domingo, 9 de febrero de 2025
La poesía en Alicante - LA DÉCADA CUARENTA - UNO
UNO
BREVE ENSAYO DE INTERPRETACIÓN. LA DÉCADA CUARENTA.
(UNA MIRADA A ALICANTE)
"La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones... y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede
venir a los hombres ” (El Quijote)
"Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado y soñé que en otro estado más lisonjero me vi ” (La vida es sueño)
“¡Ah las cuatro paredes albicantes que sin remedio dan al mismo número! ” (Trilce)
Los nuestros: el Chovinismo como fanatismo
La Historia —la Memoria— es un proceso de selección que significa elección de los recuerdos fundamentales e implica el olvido de lo efímero o intrascendente. Otra cosa es reconocer el mérito del esfuerzo, certero o erróneo. Pero el empecinamiento en defender lo propio frente a lo ajeno, aunque esto sea mejor, es una contumacia que conlleva la aceptación de que el saber no ocupa lugar; y sí lo ocupa: el de los otros saberes que desplaza: por eso la “propiedad” como exclusiva garantía de calidad no crea más que rémoras.
Los nuestros no son los que la geografía chovinista, espacial o temporal, mojona como tales: sino aquellos que se han esforzado por serlo dejando un legado a la humanidad, no solo a la coetaneidad, pensando en sí mismos como individuos y en los demás como compañeros de viaje, aprendiendo de todos y de todo para resolver sus vidas: tratando de identificar la existencia. Los nuestros son los que nos enseñan a mirar el mundo, blandiendo de sus individualidades solo aquello que puede individualizar a todos los hombres, sin terruñismos ni fronteras mentales: no expresan lo circunstancial, sino lo esencial: lo que conecta con la raíz de la personalidad: mal favor se le hace a un país poniéndole como ejemplo lo autóctono si hay otros ejemplos foráneos mejores: se imitará “lo propio” y siempre se estará en una mediocridad nacida de la imitación y el culto de un ejemplo que nunca debiera haberlo sido. El chovinismo destruye al chovinista porque todo fanatismo es una fe autista y autodestructiva. Mirar excesivamente lo que consideramos “propio” nos ciega para ver que “lo extraño” es, con frecuencia, más nuestro porque ha profundizado en el hombre y no solo en las vidas de unos hombres. Y no nos engañemos: únicamente hay una docena de maestros en cada país y un centenar en la historia: los demás son vecinos de la inteligencia y amigos de la sabiduría que nos ayudan a acercanos a ellas: y como tales hay que respetarlos, pero sin que la fácil tendencia a la admiración suplante la contemplación del universo que solamente unos pocos han creado.
Si hoy hay tantas “tesis doctorales” sobre autores que no supieron escribir es porque los doctorados no saben leer. Y la miopía induce a creer que lo lejano no existe y que el mundo se reduce a la próximo. Lo más difícil de aprender en la vida es que lo que nos han enseñado puede ser un error: creamos el mundo a partir de la información que recibimos. Nuestro mundo sería otro si otra fuese nuestra información. De modo que admitir un error no es aceptar una derrota o un atentado contra nuestro yo, sino orientarlo hacia la verdad: una victoria. Los fanatismos (chovinismos, religiosismos, racismos, xenofobias, intolerancias...) proceden de este aprendizaje que no deseamos cuestionar porque tememos que al abrir los ojos entre la luz y nos muestre la tiniebla en la que vivimos, descomponiendo la comodidad de biempensantes que nos hemos fabricado: solo cuando dejamos de creer que estamos en posesión de la verdad somos capaces de discernir y desenmascarar las mentiras en las que creemos no creer.
¿Qué hacer? ¿Condenar, ensalzar, mostrar lo que había con sus miserias y grandezas, radiografiar unos años, historiarlos con prolijidad y exhaustivismo? ¿Hilvanar una enumeración caótica de nombres, títulos y fechas solo porque “nos pertenecen”, o rescatar los datos necesarios para bocetar y entender un trozo de la historia?
Yo, cuando estuve exiliado en “la mili”, quedé perplejo al oír al capitán de la compañía nombrarme, en secreto, “confidente” —sin eufemismos: espía y delator—. Me negué y a continuación dije que debía pensarlo. Por la tarde acepté considerando que yo sabría callar lo que oyese y tal vez otro diría incluso lo que hubiera creído —querido o temido— oír. La razón por la que escribo estas páginas es la misma que se desprende de esa estúpida anécdota: pero al revés del envés.
-II. Noche oscura y sin alma
-2. “Mirar es comprender lo que miramos: que los ojos no cieguen nuestra mente” (Milton)
Miguel Hernández muere en la cárcel en 1942 —el mismo día en que, tres años antes, se produjera la liberación de Orihuela— dejando inéditos sus últimos y mejores poemas. Juan Gil-Albert regresa del exilio en 1947 y vive como un recluso y ensimismado roedor en Valencia, sin que su obra se difunda hasta la década Setenta. Pía y Beltrán, clandestino también en Valencia, publica allí su mejor libro. Carlos Fenol intenta olvidar todo cuanto se relacione con la escritura... El renacer cultural y poético en Alicante es, así, un parto sin padres en el que algunos prehemandianos rumian el recuerdo de un fantasma sesgado mientras el oleaje del resto de España llega tan solo como un eco.
La atmósfera sociocultural se observa inmediatamente enrarecida cuando se ojea el periódico INFORMACIÓN de la época. He aquí algunas perlas de aquel verbo: “El director del Instituto convoca a todos los alumnos hoy con el fin de recibir órdenes respecto al 1 de abril, significando que aquel que no se presente será debidamente sancionado” (31-III-1942); Azorín: “El estilo literario en José Antonio” (29-X-1942); Eduardo Conde: “El Campeador y el Caudillo” (12-XI-42); “El pueblo alicantino vio con horror cómo el 20 de noviembre de 1936 se consumaba el martirio de José Antonio” (18-XI-42); “Poemas en honor de José Antonio”, de Ridruejo, Gerardo Diego, Marquina (20-XI-43); “Se recuerda la prohibición de montar obras de teatro o publicar sin autorización” (15-UI-43); “Representación en el Principal de “El alcalde de Zalamea” (8-III-44)1 V. Ramos: “La batalla de Clavijo y el levantamiento de 1936” (24-V-44); V. Ramos: “Historia y herencia de Santiago el Mayor” (25-VII-44); V. Ramos: “... He aquí, pues, a nuestra patria mostrando al mundo ensangrentado la valiosísima reserva espiritual de la hispanidad” (3-VIII-44); “Pemán, mantenedor de los juegos florales en Elche” (18-VIII-44); Azorín: “José Antonio y los venideros” (19-XI-44); “V. Ramos dirigirá una emisión literaria en Radio Falange” (4-II-45); V. Ramos: “Lección política de Santo Tomás de Aquino” (7 411-45); “Magistral actuación de Sarita Montiel en el Teatro Circo de Orihuela” (26-VI-46); “Radio Moscú dice que Manolete fue fusilado” (9-XII-48); “Sansano premiado en Alcoy con un poema sobre Franco” (24-IV-48); “Juventud Mariana”, revista de Orihuela (2-V-49)... En este clima, ¿qué flores o hierbas poéticas podían florecer?
1 Destaco la representación de esta obra porque me parece emblemática del Autoritarismo disfrazado de Tolerancia: Pedro Crespo no deja de ser un dictador que cree que no lo es y cuya contumacia (que el fin justifica los medios) queda exonerada por el Rey (otro Caudillo). ¿Por qué admite Pedro Crespo que su hijo sea juzgado por la jurisdicción militar y no el capitán? En ambos casos le convenía (sobre todo al poder de la época): en el primero se muestra que la espada también siente con el corazón: el indulto como justicia comprensiva; y en el segundo se manifiesta la férrea mano del ejército —aunque sea sancionando como justicia una venganza—. Zalamea es, así, un trasunto de la —vieja y— nueva España. (No deja de llamar la atención, aunque peregrinamente, el paralelismo trinitario entre los hijos de Pedro Crespo, Guzmán el Bueno y Moscardó). La inevitabilidad como sacrificio; el sacrificio como heroicidad: “el alma sólo es de Dios” así como lo propio solo es del Jefe.
Ninguna ambigüedad hay en esta declaración de principios: “Para la gran obra de redención de un pueblo, el fanatismo y la intransigencia son indispensables cuando se encuentra en posesión de la verdad” (Información, 5-XI-42): si tenemos en cuenta la absolutidad de las palabras del General —¡y cómo no tenerla!—, el silencio, el confor mismo o la alienación son los únicos pulmones con los que sobrevivir. Algunos de los que pudieran hablar yacían en las cárceles (unos 257.000 presos políticos en “aquella” España) o eran capitalmente sentenciados (500 ejecuciones diarias en aquella “nuestra” España). Que tal hacinamiento era conocido lo declara una copla del momento:
Dime dónde vas, morena,
a las tres de la mañana.
Voy a la “Cárcel Modelo”
a ver a los comunistas,
que los ha metido presos
este gobierno fascista.
Para quienes querían hablar solo quedaban el amordazamiento, la autocensura y la clandestinidad; o bien, el triunfalismo. “Renacer del silencio” fue un título que quiso ser un libro de Vicente Ramos, Rafael Azuar, Manuel Molina y Francisco García Sempere, según cuenta el primero en su “Literatura alicantina de la posguerra”. Y “Perlas del silencio”, de Azuar, es un título que emblematiza la década Cuarenta: la palabra silencio semantiza elocuentemente muchos títulos inmediatos, que culminarán en la novela de Martín Santos “Tiempo de silencio”. Pobreza de información, podredumbre ideológica son sus consecuencias. Que el silencio produjese perlas poéticas o no es otro asunto.
El propio Ortega y Gasset regresa en 1945 y practica el lema que años antes había defendido: “El silencio, gran brahmán”. “Pueblo cautivo” es un título “anónimo” de 1946. De “soledad cautiva” habla Pía y Beltrán en el poema “Cárcel del hombre” de Poesía —1947—. “País bombardeado” y “Ciudad sin nadie” son títulos de otros poemas. Eugenio de Nora, en “Patria”, de 1946, escribe: “Fui despertado a tiros de la infancia más pura / por hombres que en España se daban a la muerte”, mientras recuerda que continúan “el silencio y el ruido de las armas”. Jacinto López Gorgé empieza a escribir sintiendo que “El mundo es un silencio que amenaza /... Llegan a mí las cosas esenciales. /Aquellas que perdí y estas del frío /mundial y silencioso que recorre /mis desnudas espaldas” (“Razón”). Incluso Rafael Azuar, tan poco dado a cariacontecer cotidianidades sociopolíticas, anota en el poema “A Colette”: “te esperamos / en la sombra primera / donde ayer aprendimos /a no pensar siquiera. Se trataba de trepanar la facultad razonadora, esencialmente crítica. Por eso Blas de Otero sentenciará “no dejan ver lo que escribo / porque escribo lo que veo. Ya Larra había acabado un artículo acremente, después de una labor sarcástica de escritura y tachadura autocensora: “no he escrito nada... pero he cumplido con la ley... lo que no se puede decir, no se debe decir". (¿Conocería Wittgenstein este artículo?).
Esa pérdida de la identidad verbal (“por sus palabras los conoceréis”, podría decir Roxana a Cyrano), de la autenticidad, es lo que quieren reparar algunos: el abandono de la apocrifidad y la defensa de la dignidad es lo que parece pretender Molina en “Mensaje al ciudadano” (1949):
¡Hay que saltar las nubes
y poblar las estrellas,
cubrir el sol con nuestros ojos y levantar la tierra
hasta la cumbre del origen mismo, más arriba del ansia!
Hay que saltar, subir, llegar muy lejos, poner el corazón en lo más alto
y la cima besar de lo imposible (...)
ser hasta el colmo de nosotros mismos...
“Ser hasta el colmo de nosotros mismos”: tan paralelo o complementario de “porque apenas si nos dejan / decir que somos quien somos ”, de Celaya. No es extraño que, ante tanta mordaza, Blas de Otero tuviera que pedir “la paz y la palabra”.
¿Y los modelos literarios, los autores forjadores de lectores? “Como dato significativo mencionaré la edición popular de Gabriel y Galán, que en tres años consiguió la cifra de 20.000 ejemplares, sin contar las ediciones piratas” (Fanny Rubio: “Las revistas poéticas españolas”). En cuanto a la clarividencia de los orientadores de los públicos “señalaré el increíble estudio de los vanguardistas literarios del siglo XX, firmado por Juan Antonio Cabezas, en el que se nos dice: “Ya tiene dos polos el movimiento poético de vanguardia: uno es José Antonio. Otro es Rusia” (F. Rubio, 51). Antonio Giménez Puerto —que luego sería magistrado en Alicante—, como buen vástago de Pemán, publica en Orihuela, en “Julio de 1939, Año de la victoria”, un libro que titula “La Nueva Reconquista de España (Poema patriótico en ocho cantos)” y que dedica “Al Generalísimo Franco, Caudillo de las Españas”, con estas malcervantinas palabras:
“Este humilde trabajo que escribí en forzado destierro durante la Santa Cruzada de la liberación de la Patria del yugo de Moscú, me permito dedicarlo a S. E., alma y brazo de la gesta más gloriosa que vieron los siglos (...) bajo la égida del Caudillo elegido por Dios para perpetuar la grandeza milenaria de España ”.
Imagen de “cruzada” y “reconquista” (aunque ahora los moros militaban con los reconquistadores) potenciada, por ejemplo, en esta nota adjunta a un poema destinado a Calvo Sotelo —“Protomártir de España”, empieza la elegiaca oda— publicado en la Gaceta de Alicante (13-VI-1940):
“Estos versos figuran en el artístico pergamino ofrendado por el Cuerpo de Abogados del Estado a la señora viuda e hijos del protomártir Calvo Sotelo en el IV aniversario de su inmolación por Dios y por la patria".
¿Qué podían aprender muchos discípulos del verso si algunos aprendices y/o maestros del poema escribían, como Manuel Machado, semejantes clarividencias.9.• “Caudillo de la Nueva Reconquista, / Señor de España, que en su fe renace, / sabe vencer y sonreír y hace /campo de pan la tierra que conquista... ” (1942). Y el mismo coplero, en la dedicatoria a Franco, finiquita: “Pocos son los hombres a quienes la Providencia ha concedido el privilegio de realizar la poesía de la Historia. Hacer Historia, y hacerla bellamente, son tan grandes hazañas la una como la otra... Aun que muchos años antes había escrito que “No se ganan, se heredan, elegancia y blasón ”. (Claro que si es cierto que de sabios es rectificar, también debe de serlo que de necios es cometer muchos errores pudiendo no tener que enmendados). Al fin y al cabo es el eco milenario del patrioterismo fanatista, su exaltación y fomento, recogidos en la composición “¡Dos de Mayo!”, de Bernardo López García, de cuya popularidad y recitado, incluso entre los iletrados, yo mismo soy testigo, en mi edad pubescente: “Oigo, patria, tu aflicción/y escucho el triste concierto / que forman, tocando a muerto, la campana y el cañón (...) ¡no hay un puñado de tierra / sin una tumba española! (...) ¡Guerra!, clamó ante el altar /el sacerdote con ira (...) La Virgen, con patrio ardor, / ansiosa salta del lecho / y el niño bebe en el pecho /odio a muerte al invasor (...)”. Blasfemias bendecidas y exaltación bélica entendida como virilidad cojoncil que rechina en lo que los propios “nacionales” cantan al paso de la división Littorio:
Bergonzoli, sinverguenzi / general de las derrotas: / para tomar a Trijueque, / con los bambinis qui portas / no basta con pelotones: / hay que venir con pelotas.
Que estos arbotantes se imprimen en la conciencia literaria y determinan su orientación, se observa ante “Reflexiones sobre el futuro”, de Vicente Ramos (INFORMACIÓN, 26-III-1944), quien liderazgueará —por no tener “antecedentes” penados o por la pena de carecer de ellos— diversos aspavientos culturales:
“Opino que es una grave falta de visión histérico-política la cometida por aquellos que creen y esperan aún en los carcomidos postulados del liberalismo, el cual, por su carácter relativista y escéptico, ha dado pábulo a esta hecatombe mundial”. (Véase Documentos, 2).
Y el eco de ese “dos de mayo” retruena fatalmente en esta “Oración del excombatiente” firmada por Federico Capdepón y dirigida a la “Patrona” (INFORMACIÓN, 8-XII-1946):
Bendita sea la hora,
para siempre bendita,
en que marché a servirte, ¡Patria mía!
en la gloriosa y fiel Infantería! (...) ¡Canción que brota de almas que son tuyas! ¡De labios que han besado tu bandera!
He aquí algunos piropos de los coqueteadores del Régimen: Azorín (¿azor pequeñín?): “En España se trabaja gracias a la paz que debemos al Caudillo” (INFORMACIÓN, l-IV-44); V. Ramos: “Franco, único piloto de esta nave augusta: sobre tu alma descenderá hoy la ínclita unción de los siglos hispánicos iluminados por la cruz” (l-X-46). Fue otro de los tenidos por “maestros”, “Sansano, premiado en Alcoy con un poema sobre Franco ” (24-IV-48). (A saber qué tendría que ver El General con el —día del— libro, él que había defendido el “Muera la inteligencia” de Millán Astray y echado a todos los de mente libresca). Fueron más de 600.000 los exiliados, entre los que figuraban 120 profesores de Universidad, 200 profesores de Enseñanzas Medias, 2.000 maestros. Un 90 por ciento de la “Inteligentzia” formaba el éxodo. Prácticamente, solo Pemán figuraba como “intelectual” entre los “nacionales”. España era un desierto con oasis coprófilos.
Continuará...