Visitas

Seguidores

miércoles, 30 de octubre de 2019

Vida extraterrestre.

Vida extraterrestre

Contra la creencia popular de que es improbable la vida extraterrestre, dice el Nobel Christian de Duve que la vida es una manifestación inevitable de la materia, y que las condiciones adecuadas para su aparición se dan un millón de veces en cada galaxia; lo que quiere decir que, solo en la nuestra, es probable que tengamos un millón de especies hermanastras. 
     La Tierra ha engendrado -a lo largo de los cuatro mil quinientos millones de años de su historia- 30.000 millones de especies de criaturas, entre las que se encuentra el homo sapiens, cuya edad apenas llega al 0’0001 de la terrestre. 
     ¿Cómo no admitir que lo mismo ha sucedido en otros lugares del universo y que existen otras inteligencias más sensatas? ¿Iremos en su búsqueda, como en una mala película ficticia, cuando aquí nos asfixiemos? ¿Encontraremos planetas también contaminados o repetiremos allí nuestros errores?
     Confieso que yo, que siempre he sido -tristemente- un escéptico, cada vez considero menos difícil aceptar la probable existencia de otros mundos y otras vidas: por lo inexplicable -o inexplicado- de algunas cosas del nuestro y por la íntima e irrefrenable pulsión de inmortalidad que nos caracteriza. Últimamente me esfuerzo en considerar que no todo tiende hacia lo peor -Ley de Murphy- sino a lo mejor: no es creíble que un Hacedor sea tan cruel como para insertarnos el instinto de inmortalidad o supervivencia y, simultáneamente, la conciencia de la mortalidad.


martes, 29 de octubre de 2019

Celos... Alrededor del amor: 6.


Dvorak: Otelo

7 - Celos, aun del aire, matan.- 
En ese itinerario torturoso, Galdós expone la desazón de los celos (ese “volcán en el pecho”) en “Fortunata y Jacinta”:
         Me ha contado Jacinta que una noche llegó a tal grado su irritación por causa de los celos, de la curiosidad no satisfecha y de la forzada reserva, que a punto estuvo de estallar y descubrirse, haciendo pedazos la máscara de la tranquilidad que ante sus suegros se ponía... Tenía un volcán en el pecho, y la alegría de los demás la mortificaba.
             Pero, sobre todo, es la tragedia de un colosal celoso, Otelo, la que ilustra la angustia del, dejémonos de líricas, cornúpeta -imaginario enfermo o paciente de adulterio-. La realidad física o material poco tiene que ver con la verdadera realidad, que es la síquica: y el celoso no escapa, sino que exacerba esa afirmación. Poco importa si ha sido “traicionado” en la cama o en su imaginación. Quizá la duda extrema más su reacción. Otelo encuentra en poder de su amigo Casio el pañuelo que regaló a su esposa, Desdémona:
    - Desdémona :  Nada temo, porque soy inocente.
    - Otelo :        Confiesa tu crimen, pues negarlo no destruirá la
                         firme convicción que me aqueja. ¡Vas a morir!
    - Desdémona :  La muerte propia da el que mata porque se le
                           ama. Nunca os he ofendido.
     - Otelo :         ¡He visto mi pañuelo en sus manos!
     - Desdémona : Lo habrá encontrado. Haced que venga y diga
                             la verdad.
     - Otelo :          Ya la ha confesado.
     - Desdémona : No puede afirmar que yo se lo di.
     - Otelo :         Ya no podrá : su boca está cerrada para siempre.
     - Desdémona : ¿Cómo? ¿Ha muerto?
     - Otelo :          ¡Calla, puta! ¿Le lloras ante mí? ¡Muere! ¡Ojalá
                            en este momento sedesatara un eclipse universal
                            que se tragara la tierra entre su caos!
   
             Lo terrible es que, si el amor transforma para bien a aquel que ama, los celos transforman para mal de quien los padece y de quienes le rodean, llegando a destruir a la persona amada, como ocurre en la obra de Shakespeare. Otelo ha subvertido el mundo y ya no existe en él más que su temor tomando realidad: nada destruirá la firme convicción que me aquejadice. Esa “firme convicción” es un silogismo falso que el celoso reconoce como tal, pero que, como cualquier enfermedad, “aqueja” de tal manera que incluso acaba con las pruebas que podrían disuadirle de su error: decide matar, para afirmar su identidad de vengador (de restablecedor de su honorabilidad), a quien ama y a quien sospecha que se la arrebató. Incluso si la inocencia fuera demostrable, el celoso no acabaría de creer en ella, porque no necesita ser engañado para sentir el dolor de su temor: una apariencia basta para desencadenar la inseguridad que estalla en su interior. Los celos no son una consecuencia -y menos una “prueba”- del amor: constituyen la identidad de algunos seres, su inestabilidad profunda y ansiosa del suicidio escondido. Y convierten en odio todo cuanto se amaba. Por eso quien antes era un “ángel” es ahora una “puta”, y la sorpresa y el horror ante la noticia de la muerte del amigo se interpreta como un llanto amoroso. La destrucción de lo que se ama no es más que una excusa para la autodestrucción:
    - Otelo: ¿Dónde puede ir ahora Otelo? ¡Oh mujer nacida bajo una mala estrella! ¡Cuando nos encontremos en el tribunal de Dios, el recuerdo de tu muerte bastará para precipitar mi alma fuera del cielo! ¡Demonios, arrojadme a latigazos, sumergidme en azufre! ¡Desdémona, Desdémona! ¡Te besé antes de matarte! No puedo sino hacer lo mismo para descansar: darme la muerte para morir con un beso!


lunes, 28 de octubre de 2019

Sicografía del creador.


Glazunov: Adagio


El creador hace del desierto de su vida el manantial de su obra. Eso lo aboca a una excitación y un dolor tanto más inevitable cuanto más imprescindible. El afán de todo artista es crear una ilusión -realizable- desde sus sueños y sus pesadillas.
     Hablamos de nuestros deseos para ocultarnos de nuestras carencias. Y un cuadro -un poema, una sinfonía: el arte- puede ser la retina de un hombre que ha visto el más allá de la existencia y la ha apresado para la Humanidad: para autoidentificarse identificando al Hombre.
     La única e inmensa diferencia entre un hombre cualquiera y el artista raigal es que aquel vegeta -dignamente, tal vez- mientras va muriendo, y este nace a otra vida mientras vive la suya como un desmesurado tempus fugit que no le basta como única existencia.
     Un “cualquier” hombre -o mujer- se observa a sí mismo cinco minutos al año. Un creador, veinticuatro años síquicos cada día, puesto que el tiempo mental no se mide con relojes. Por eso un creador sabe más del vivir y del arte que el biólogo o el crítico: porque su introspección e interpretación son más profundas que las de cincuenta "cualquieras", por muy respetables que sean. Y por eso pinta, escribe, compone para los artistas -en cuanto hombres sensibles a la vida individual y colectiva- que son y serán: y es que la verdad no está en quien la observa -ese la utiliza-, sino en quien la crea.

domingo, 27 de octubre de 2019

Y vino Franco y corrigió el examen...


Rachmaninov: La isla de los muertos


Y vino Franco y corrigió el examen


“Dícenme que no sirve la enseñanza 
más que para expender titulaciones,
porque el saber está de vacaciones
y lo que importa es rellenar la panza. 

Cualquier título, pues, es buena fianza 
para acceder a buenas profesiones.
Ya sobran profesor y evaluaciones, 
que los suspensos son mala pitanza.

Por consiguiente, venga un borriquillo
a decidir qué asnillos son más sabios,
aunque dictatorial luego lo llamen”.

Esto escuchaba un marisabidillo, 
quijote desnortado en desagravios.
Y vino Franco y corrigió el examen.

sábado, 26 de octubre de 2019

Miedo social.

Verdi: Dies Irae

¿Por qué no funciona un sistema de justicia siendo tan sencillo aplicarlo? Consiste simplemente en esto: a quien no respeta la ley se le sanciona. Pero cuando las circunstancias atenuantes o eximentes son mayores que las sanciones empieza el estado de corrupción: la permisividad. ¿Por qué avisar de que al próximo salto de semáforo se quita el carné, si el conductor sabe que no debe saltárselo? ¿Habrá que decirle al que comete su primer asesinato que irá a la cárcel si comete otro? ¿Sabiendo esto, acaso quien delinque no está pidiendo que lo encierren? ¿Por qué se le niega ese derecho? ¿O es que la sociedad es tan carcelaria como la cárcel y basta con dejar en la calle al delincuente? 

 Así es como crece la pirámide corrupta: ladrones encumbrados en la riqueza o abismados en la total pobreza, ministros sabihondos constructores de ruinas educativas antes que de edificios educadores, economistas y dignatarios de la salud que pretenden trasplantar dinero en vez de corazones... Lo peor de estas cosas -en expresión de J. Cantero- "solo legítimamente justas" es que la razón de la justicia se ve asfixiada por la razón de la realidad: y al ciudadano no le queda sino sucumbir ante la impotencia: que nada se puede contra el poder ni contra la impunidad del poderoso.

jueves, 24 de octubre de 2019

No dejarás de amar.


The Shadows: Sonámbulos

Los únicos que nunca nos abandonan son aquellos que jamás nos han acompañado. También quienes nos aman de verdad. Pero estos no existen. 
     Quienes tachen de derrotismo esta afirmación lean, sin más, el capítulo de 1984, de Orwell, en el que El Gran Hermano tortura a Winston en la habitación 101 y este acaba, para evitar su horror, deseándoselo a su amada Julia. 
     Tal vez, como excepción, sean los padres quienes siempre acompañan, aunque suelen morir antes que nosotros. Y, además, esa incomparable compañía no es suficiente para acallar el grito de la íntima soledad.
     Tal vez por eso todos buscamos ser alguien para alguien, y nos invade la melancolía cuando nos sentimos nadie para todos. 
     Tal vez, también por eso, el Amor de quien nada nos debe -y no nos necesitaba antes de amarnos- es la más codiciada de las criaturas de este mundo. Cuando somos amados sentimos que el universo entero nos está gritando: También tú existes; yo sin ti no existiría. Tu existencia me otorga identidad.
     Tal vez por eso, incluso quien se ve obligado a odiar, no puede dejar de amar.
   Por eso, y sin tal vez, Dante termina su Commedia afirmando que es el amor el que mueve las estrellas.


miércoles, 23 de octubre de 2019

No creerás en vano.

Chopin: "Tristesse"

No creas todo aquello que te conviene creer. Así solo conseguirás convertirte en un fanático del conformismo. Es incómodo dudar. Pero si no dudas de todo no serás más que un esclavo de aquellos que enseñan dogmas. Quienes dudan lo hacen porque buscan una verdad propia partiendo de las ajenas, pero sabiendo que toda verdad es una búsqueda, no un hallazgo definitivo. Todas las verdades que no se cuestionan acaban siendo mentiras que el crédulo acepta como principio y coartada de su falsa armonía.
     Mira el mundo: cree que el Dinero es la única verdad por la que merece la pena luchar. Sin embargo, finalmente, la única moneda que compra sin venderse es el corazón. Porque el corazón no cree ni descree, y por ello no necesita dudar. El corazón está diciendo siempre: "sueña". Somos nosotros quienes malversamos el corazón o lo mantenemos puro.
     Sentir es una facultad orgánica. Pensar es un deber de quien siente para filtrar lo inaceptable. Dudar, un dolor inevitable que purifica las respuestas y ennoblece las conclusiones.
     Quien no duda no busca la verdad.

martes, 22 de octubre de 2019

Alrededor del amor, 5. La identidad contradictoria


Glazunov: Las estaciones

  6.La identidad contradictoria.- 
Contradicción como certeza, duda como pesadumbre, entrega y desencuentro, satisfacción y sufrimiento, dolor, placer, esquizofrenia... viene a sentir Lope de Vega: porque amor es egoísmo y es altruismo, es pasión desatada y atadura del otro y por el otro. Olvidamos en medio del amor que somos contingentes y cambiantes, que somos en el tiempo, que somos temporales, que sentimos y que dejamos de sentir, que nace y se nos muere el sentimiento como la vida nos nace y se nos muere, arrebatadamente y sin explicaciones que nos satisfagan. Lope aclara lo que confuden los amantes, tejiéndole un error de temporalidad a lo que en esencia es efimeridad: A lo que es temporal llaman eterno: que el amor se termina es sustancial como lo es su inicio y su transcurso. Pero el acabamiento nadie lo persigue y pocos lo superan sin disfrazarlo en otra historia, la misma en otro cuerpo, otro beso, otro nombre. Pues no se acepta que lo que es deje de ser, que nos está esperando otro sendero del camino, que nos estamos esperando para ser lo que debemos ser y no podemos si no abandonamos lo que somos y sentimos. Cuando el amor se muere, el corazón se estremece, porque cuando dejan de amarnos, de repente cumplimos muchos años, por la misma razón que, cuando amamos, el corazón se llena de juvenilidad. Y el corazón popular lo entiende bien. Salvador Rueda lo recoge en su "Romance del tango": 
               Al Cristo que hay en mi cuarto 
               le referí mi dolor: 
               qué penas no le diría 
               que el Cristo se estremeció ... 
               Mi corazón dice, dice, 
               que se muere, que se muere, 
               y yo le digo, le digo 
               que se espere, que se espere”.                            
       La dualidad dolor-placer la conocían otros amadores: Celestina sabe que el corazón de Melibea es devorado por serpientes, porque su “enfermedad” es “Amor dulce”: y 
       es un fuego escondido, una agradable llaga, un sabroso               veneno, una dulce amargura, una delectable dolencia, un 
    alegre tormento, una dulce y fiera herida, una blanda muerte
Pero, como toda enfermedad, sabe sabiamente que hay que sanarla entre sábanas. Las contradicciones del amor, su jánico esplendor y tragedia, su bisagra hacia el dolor y los celos, explica las transformaciones a las que puede inducir al amador. El amor cambia a quien ama. Ennoblece al que es noble y, a veces, incluso al que es protervo. Y el desamor, sin duda, entristece y aumenta la protervidad. La ternura y el júbilo, la crueldad y el rencor son sendas hijas suyas. “El collar de la paloma” defiende el amor como bienhechor e inteligenciador de los amantes. Quevedo insiste en la identidad contradictoria (soy un fue y un será y un es cansado) del amor:
               Es hielo abrasador, es fuego helado, 
               es herida que duele y no se siente, 
               es un soñado bien, un mal presente, 
               es un breve descanso muy cansado. 
               Es un descuido que nos da cuidado, 
               un cobarde con nombre de valiente, 
               un andar solitario entre la gente, 
               un amar solamente ser amado. 
               Es una libertad encarcelada 
               que dura hasta el postrero paroxismo, 
               enfermedad que crece si es curada. 
               Este es el niño amor, este es su abismo: 
               mirad cuál amistad tendrá con nada 
               el que en todo es contrario de sí mismo.
          Efectos varios, complementarios y suplementarios, cara y cruz de la moneda. Igualmente conocemos el dolor y la rabia de Vulcano (de todos cuantos sufren el amor) por boca de Quevedo: Nadie le llame dios a Amor, que es gran locura: / que más son de verdugo sus tormentos;  Perdí mi libertad y mi tesoro; / ¡Triste de mí, que mi verdugo adoro!, grita bajo su égida. 


lunes, 21 de octubre de 2019

Alrededor del amor (4): el amor es un odio...


Tchaikosky: Romeo y Julieta

5.- El amor es un odio que nos ama.-
Venus, la más hermosa de las diosas, la mujer más deseada por los hombres, era esposa del otro dios, Vulcano, el forjador de los rayos de Júpiter. Mercurio, el dios de los mensajes, precursor del teléfono y el fax, y el correo electrónico, se enamoró de Venus y esta le ofreció su belleza. Vulcano era cornudo y cojo, pero no tonto: debajo de los cuernos tenía una inteligencia perversa y construyó en la forja una cama tramposa que encarceló en medio del coito a los adúlteros: y así los ofreció en público espectáculo a los dioses para escarnio y vergüenza. Pero la historia es otra o hay otra explicación: ¿por qué un ejecutivo como tantos (de ayer, hoy o mañana), embajador de dioses o de “yupis”, admirado de todos, por qué una bella esposa, dueña de las miradas de la envidia, arrostran el peligro de perder sus prestigios y ser avergonzados? ¿Son locos, son estúpidos? Acaso es que no pueden decir, como en su correspondencia dice una enamorada (O. Liricovna), en respuesta a otra solicitud: 
          Mi corazón está ocupado por el de mi amado, mi sexo 
          está lleno del suyo. En ninguno de los dos tiene ya 
          nadie cabida
Porque hay otro motivo para Mercurio y Venus: es que se aman a pesar de su estado social, convencional: es que alientan un frenesí recíproco que, como roca y mar, empuja el viento con furia ineludible y laberíntica: y el corazón empuja a la razón y la desplaza y los cuerpos se chocan porque se unen las mentes y lo demás no existe. Y cuando vuelve a existir lo que siempre existió, el cuerpo cotidiano al que también se ama, la exacta compañía, la sabia pulpa del doméstico amor, nadie puede matar lo ya vivido, arrepiéntanse o no los raciocinios: el corazón redime en la memoria su experiencia. Y yo entiendo esa historia. Y el lector la comprende. Simplemente porque ambos la sentimos como propia. Incluso si también la controlamos en sus emociones y en su práctica.      
         Lo que sintieron Venus y Mercurio lo sabe quien ha amado. A la pregunta ¿Qué cosa es el amor? se ha respondido demasiado y se continuará con las preguntas y respuestas, porque hay cosas en el hombre y la mujer cuya experiencia es imposible transmitir. En un “Romance de la bella Inés” se dice: 
                  Inés, me pregunta Amor 
                  por qué tan firme os adoro. 
                  Yo no sé lo que tenéis 
                  y tenéis el qué sé yo...  
                  Toda la razón de amaros  
                  está en agradarme vos ... 
                  Yo sé, Inés, que sois mi vida,  
                  y no sé por qué lo sois, 
                  que es buscar razón al gusto  
                  muy golosa discreción... 
El texto sigue, lejos de explicaciones, haciendo un retrato de las gracias de Inés, como únicas razones del amor engendrado. En otro plano del amor, el misticismo, es Juan de Yepes quien define nuevamente el amor como algo indefinible: un no sé qué que queda balbuciendo. El popular Zorrilla, tan amante y tenorio, cuenta que no cortejaba a su novia con versos que quizá ella no entendería y que él no sabría condimentar con la indefinibilidad del amor, su sentimiento, sino que le gritaba, para que no hubiera duda de la profundidad con que sentía: ¡Te amo como un burro! Otros muchos atisbadores del enamoramiento lo definen tan racionalmente mal y con tanta indefinición como tan bien debieron de sentirlo: Lope dice del amor que Llama tan dulce y hermosa / me da vida y me da muerte. Y en tal concepto del padecer feliz insiste en un conocido soneto sobre los efectos del amor:
        Desmayarse, atreverse, estar furioso, 
        áspero, tierno, liberal, esquivo, 
        alentado, mortal, difunto, vivo, 
        leal, traidor, cobarde y animoso. 
        No hallar, fuera del bien, centro y reposo, 
        mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, 
        enojado, valiente, fugitivo, 
        satisfecho, ofendido, receloso. 
        Huir el rostro al claro desengaño, 
        beber veneno por licor suave,  
        olvidar el provecho, amar el daño. 
        Creer que un cielo en un infierno cabe, 
        dar la vida y el alma a un desengaño:  
        eso es amor, quien lo probó lo sabe.
Leer

Carta


domingo, 20 de octubre de 2019

Religión, lengua, política


Liszt: Estudio trascendental, 8.

Entonces dijo Naturaleza a Sociedad:

“La única religión académica es la del estudio, y su catecismo empieza así: 

     Yo soy el que aprende; tú eres el que enseña. Aprender porque enseñas es mi primer gran deber; aprender a enseñar para que yo aprenda  a bienvivir es el tuyo. 
     Debes enseñarme, y yo debo aprender, que mi voluntad es libre; y que solamente debo frenarla cuando atente contra la voluntad ajena: que soy libre mientras sea responsable de ese derecho. Que nada más puedo utilizar la fuerza de la razón: la que concede el saber. 
     Esas son las leyes del aprendizaje: que el conocimiento es la única arma inerme. Y cualquier bandera llamada crucifijo, media luna -o similares iconos eclesiásticos- con los que se pretenda condecorar mi educación ayudará tan solo a que el fanatismo se convierta en una asignatura  que destruya todas las demás. 
     En cuanto a la lengua en la que se me transmita esa enseñanza: debe ser la más adecuada para comunicarme con todos los ciudadanos del mundo, no solo de una parte del mundo. Porque vivimos en el mundo, no en una aldea, por muy dignas que sean estas. Hoy todos los humanos somos vecinos. Y vivimos para convivir: para hacer compatibles el yo y el nosotros." 

     Pero Sociedad continuó una wert y otra wert contraviniendo el criterio de Naturaleza. Y sobrevino, infierno tras infierno, la hecatombe social.

viernes, 18 de octubre de 2019

Sonetazo de 154 sílabas

Sinfonía de los juguetes (atribuida al padre de Mozart y al hermano de Haydn)

Sonetazo de 154 sílabas

Poetas que escribís versos de viento,
ruiseñores de la versolatría
que juglariáis la gran algarabía
aprendida en la hiel del excremento:

¿Qué músicas seguís en el intento
de almibarar vuestra disentería,
si escribís versos, pero no poesía,
con sílabas sin pies, alma ni aliento?

Prosisómanos son vuestros poemas,
estangurrios, caníbales y tísicos,
como nacidos de parlante afasia.

Famamundiarse a base de lexemas 
estupradores, chancros, sifilíticos:
tal es, poetas, vuestra idiosincrasia.


VelázquezRebuzno profiláctico



jueves, 17 de octubre de 2019

Las auténticas aulas.

P Glass: Las horas

Nuestra buena o mala educación -cultural y social- está marcada por las personalidades relevantes de nuestro alrededor, cuyo modelo seguimos desde el instante mismo en que nacemos: familiares, vecinos, conocidos; es decir: hogar, sociedad, centro educativo. Ellos nos adiestran directa o indirectamente y determinan nuestra conducta ante las diferentes situaciones y circunstancias. 
     Si en alguien puede resumirse esa serie de personas y personajes es en los padres, custodios físicos y síquicos de la infancia en su trayecto hacia la edad adulta. El padre da lo que es, lo que ha sido y lo que quiere ser al hijo, quien repetirá, con matices, su proceder legándolo también a sus hijos. 
     En esta progresiva descendencia y heredad, un vecindario se constituye en la escuela autóctona y más poderosa, siéndolo aún más, por el mismo contagio, la ciudad y el Estado. Con lo que podemos deducir que son los padres de la familia y de la ciudadanía los verdaderos maestros de la educación: padre genético, padre social, padre político. El colmo de este planeta de los simios ex-simios llega cuando consideramos su transformación en aldea global.
     De todo lo cual se deriva igualmente que el profesorado del colegio, el instituto o la universidad poco tiene que ver con la personalidad del estudiante como individuo, puesto que, aunque los profesores ayudan a pulir el carácter y la objetividad, en ningún modo pueden competir tres o cuatro horas docentes semanales por asignatura con las 50 horas más o menos indecentes o libertinas en la calle o ante el televisor, que, si nunca son ejemplares, siempre son tomadas como ejemplo por el adolescente.
Pulsar para leer >>>>> LITERATURAS