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sábado, 31 de diciembre de 2016

Al empezar el año

Strauss, hijo: Vals del beso



1.- Rememora tu vida durante el año que ahora acaba.
2.- Intenta no repetir los errores.
3.- Potencia los aciertos.
4.- Enumera cuanto has oído sobre ti.
5.- Ten en cuenta las opiniones ajenas, pero no hasta el punto de que anulen la tuya si no las ves más razonables y poderosas.
6.- El mundo es un océano y todos naufragamos en él: aprende a nadar en sus aguas salvándote de sus tormentas, sin que tu auto-salvación ahogue a los demás.
7.- Si ya tienes más vida detrás que delante de ti, vive intensa y sensatamente porque nunca es tarde para seguir viviendo y dar más vida.
8.- La vida es como los rosales: los días y los años marchitan las rosas anteriores, pero ofrendan otras nuevas.
9.- Ofrece una rosa a quien te acompaña en el camino y recibirás otra que te perfumará el resto del viaje. Y aunque te vayas, recuerda que siempre habrá otros caminantes recorriendo tu camino: así que alfómbralo con flores, no con espinas. 
10.- No persigas bañarte en paraísos sin haberte bañado muchas veces en los jardines de los oasis cotidianos.
11.- Di a quienes amas que los amas; si esperas a que te lo digan tal vez los demás hagan lo mismo y nunca sepáis de vuestro amor.
12.- Enamórate de las personas, no del Amor.
13.- El mejor método para ser feliz mañana es intentar serlo hoy. Porque siempre partimos de lo que somos, no de lo que seremos. 
14.- En cualquier caso, de casi nada sirven las palabras; así que antes de decidirte a hablar un poco, intenta escuchar mucho; oirás muchas necedades y aprenderás que es mejor callar que hablar demasiado.
15.- Entra en el nuevo año como si fuera el último: y, por eso, para disfrutarlo; no para hilvanar lamentaciones.


viernes, 30 de diciembre de 2016

Mi nombre es Bach (D. de Rivaz)

Castellano. Completa.

De entre los muchos biopics sobre músicos, este encuentro entre Bach y el emperador Federico II de Prusia, que propició la creación de una de las obras fundamentales de la música: la Ofrenda musical.

Bach: Ofrenda musical


jueves, 29 de diciembre de 2016

Libre, esclavo, necio

Honegger: Chant de la joie


Libre es el que escoge, responsablemente, cuanto quiere.
Esclavo es el que elige solo entre lo que le ofrecen. 
Necio es el que, aunque no eligiera vivir, se empeña en morir.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

La voluntad hímnica, II (Reescribivir)


Dowland: Come again

Reescribivir 


La existencia es una sucesión de vidas fragmentarias, alternativas, simultáneas... en las que gozamos y sufrimos hasta que la alegría o la tristeza se levantan triunfadoras o vencidas. Quien escribe deja constancia de ese itinerario, sobre todo porque su esfuerzo por evitar el fatalismo halla una luz como final del túnel laberíntico. Por eso: 


Le pregunté a mi corazón un día
si acaso encontraría
una razón para seguir viviendo.
Como si el alma se transfigurase
y el himno enamorase a la elegía,
me contestó que cuando yo encontrase
razones para no seguir muriendo.
Entonces, apartando la amargura
del desencanto que me consumía,
volví sobre mi vida y mi escritura:
y en vez del verso antiguo, que decía
"¿No es morir el deseo de morir?",
escribí esta divisa como guía:
"¿No es vivir el deseo de vivir?".


martes, 27 de diciembre de 2016

Publicar sin escribir




Cui: Cuarteto nº 2

Naturalmente, antes de internet también se escribía. Y lo que importa más: se leía más, mejor y con mayor sosiego; lo cual significa que la prisa por escribir y publicar, vivir y equivocarse, no impedía tanto como hoy la buena digestión de la experiencia vivida y la lectura sentida; de donde se deduce que se vivía mejor y se escribía menos peor. Al presente habría que aplicarle el "Nada hay más urgente que la serenidad", paradoja que indica el peor cáncer de nuestra fisiología y nuestro mundo.
     Son muchos los que dicen que no leen para no sentirse influidos y ser originales. Han decidido escribir sin haber leído. ¡Plumíferos sin pluma! Es como si escogieran no vivir para no aprender de sus errores a fin de vivir mejor sin ellos.
     Personalmente: prefiero la lujuria intelectual que provocan y satisfacen el tacto y el aroma del papel y de la tinta. Eso de sostener un bosque entre las manos mientras se lee es una hazaña comparable solamente a la de algún titán rusiente y con priapismo.

Bellog

lunes, 26 de diciembre de 2016

La voluntad hímnica: Oda

Bach: Golberg, aria




Varias veces me he preguntado por qué algunos lectores me llaman la atención sobre el poema que adjunto -de Devastaciones, sueños-, calificándolo de "luminoso". Y, como no leo mi propia escritura una vez publicada, no he considerado lo que ahora considero: que el texto no habla solo de algo cotidiano y efímero, como es la celebración de una frugal comida de frutas; al detenerme ahora en la lectura, siento que, por inercia de mi automatismo, acabé el poema trascendiendo lo superficial; y eso es lo que importa: que incluso en lo destinado a la muerte -los despojos del ágape- hay indicios de eternidad, y por lo tanto una resurrección o transfiguración de cuanto existe, que, igual a un inexorable efecto dominó, convierte su materia en carne cósmica. 

Oda


Qué aromada belleza la del fruto
abierto en tajos o racimos, puesto
su relámpago dulce ante los ojos,
gozosos entre tanta algarabía
de sabor y color, y complacencia.
Uvas y fresas, nectarinas, moras,
sandías y manzanas, piñas, higos
y dátiles: un bosque de placeres
conjurados en el empeño amable
de alegrar los sentidos. Sorbo el fresco
fulgor de sus delicias; dejo el tacto
fluir desde mi boca hasta el más puro
deleite de mi carne;
y en ese instante el orden rige el mundo
y la existencia, frágil, se alboroza.

El ágape acabado,
¿acabó la frugal felicidad?
Sobre la tierra quedan los despojos
al amparo del sol y de la lluvia:
breves semillas que serán raíces
de árboles nuevos y de nuevos frutos.
Y considero que también el ave
y el pez fecundarán el mar, la tierra,
como el esplendoroso fruto finge
que su final no es transfiguración;
que, muerto yo, daré luz a una estrella
nacida de mi propia fe en la luz;
y que la muerte nada puede, nunca,
contra el vivir. Que seguirán los astros
muriendo: renaciendo.

En fin: que lo que parece una enumeración frutal, y  sus despojos destinados al pudridero de la vida, es una vaina en cuyo interior se contiene la más luminosa metafísica. No puedo sino admitir que tal discurso ejemplifica mi divisa de trasmutar en himno la elegía.  

sábado, 24 de diciembre de 2016

Cantata de Navidad


Bach: Oratorio de Navidad (Cantata nº 1)

Si piensas que cada día nace, al menos, un inocente que mantendrá su inocencia durante toda su vida, te será más fácil parecerte a uno de ellos.

  
Bach: Oratorio de Navidad (completo).


miércoles, 21 de diciembre de 2016

El resplandor de la melancolía


El corno solitario (Wagner: Tristán...)


El desencanto

Aceptar que una estrella silenciosa
es, en verdad, el fuego de un infierno,
y que en el resplandor del alba hermosa
nace la noche con su breve invierno.

Admitir que la muerte lujuriosa
se engendra ya en el cíngulo materno
y florece en el lirio y en la rosa
porque todo es fugaz y nada eterno.

Comprender que son vanos los empeños
del vivir por huir de un fin amargo
y que al hombre lo rige el desengaño.

Saber que el corazón inventa sueños
para sobrevivir: y, sin embargo,
no poderse engañar con ese engaño.


martes, 20 de diciembre de 2016

Una nave espacial llamada arte

R. Strauss: Metamorfosis

Buscamos vida extraterrestre, vida inteligente, otras formas de vida. Probablemente la hay; y, probablemente, tardaremos en comunicarnos con ella. Vida en otras galaxias, dimensiones, tiempos. 
     Mientras tanto, nada más que tenemos nuestra vida física, y solo podemos comunicarnos con nosotros mismos y nuestros descendientes a través de la temporalidad: lanzamos nuestras obras hacia el futuro como una nave que nos reverbere sobre el tiempo. Esas obras son nuestra vida síquica.
     El arte salva de la absoluta muerte nuestra identidad más íntima: la que nos hemos forjado con nuestras cualidades naturales y culturales. Sobrevive el que ensancha el mundo, el que añade con su creación. Crear es la única plenitud. Creamos vida intemporal cuando creamos arte. Cuando un autor halla una forma idónea (un poema, una melodía, un cuadro...) se estremece el universo y se ve por fin identificado como ente elemental constitutivo del cosmos y de la solidaridad. Ha creado una pieza del mecanismo universal, ha ensanchado la creación: ES. Y es esa consecución del ser lo que produce el íntimo sosiego: porque repara la indefensión ante el mundo, el sinsentido de la vida, el ser para la muerte, el nacer para morir.

lunes, 19 de diciembre de 2016

El abrazo letal

Monteverdi: Tan dulce es el dolor...

- ... Todo el fin de semana sola, y ni una llamada...
- ¿Qué te ocurre?
- Me encuentro mal, no he podido salir ...
- ¿Cómo es que no han ido quienes van siempre?
- ... Nada... aquí, sola...
- Podías haberme telefoneado.
- Lo he hecho, pero nada, tampoco...
- No me culpes de lo que no soy ni siquiera causante.
- ... Aquí, enferma...
- Te repito que no puedo reaccionar ante lo que no ocurre, y nada sé de todo eso. Pero “prefieres” acudir a tu comodín zanjador: "como nadie me quiere, es lógico que no me tengan en cuenta y por eso me dejan sola". Ese silogismo falso se adueña de ti porque, según tu anterior divisa impremeditada, todo lo explica. Se te olvida que lo lógico es llamar, dejar un mensaje, acudir al móvil, al correo electrónico... y decir: "hoy no es como suele ser por tales razones". Pero contra eso -comportarte como un niño que espera que lo busquen sin que nadie sepa que ha desaparecido- no hay quien luche porque te quedas sorda, ciega y contra el mundo, en el que ya se sabe que no renovarse es morir. 
- Aquí, sola...
- Siento decirte esto, de lo que también me acusarás; pero no te lo diría si no me preocupase por ti. No caigas en la idolatría del dolor. Acuérdate de Boscán: "Tristeza, pues yo soy tuyo, / tú no dejes de ser mía...". Siendo tan comprensiva con los demás, ¿cómo eres tan masoquista, y obtusa contigo misma?
- Sola, sin una llamada ...
- Peor que sufrir por lo inevitable es empeñarse en crear el propio sufrimiento. Nada puedo contra eso. Nadie, sino tú, puede dejar de convertir el sufrimiento en una contumacia.


domingo, 18 de diciembre de 2016

Felices infelices


Offenbach: Barcarola

Todos nos hacemos preguntas a lo largo de nuestra vida; los males que recibimos nacen cuando no conocemos la respuesta. Saber preguntarnos y respondernos satisfactoriamente es lo que sacia nuestra conciencia. Sin embargo, pocas veces damos con la pregunta exacta y la respuesta sabia.
    Y es que la sociedad ha ido amordazando la facultad de pensar: de preguntar y responder idóneamente. Ha dado una respuesta para anular cualquier pregunta: "Dios escribe recto con renglones torcidos", "Para sentirse bien hay que lograr el éxito", "Lo importante es participar" ... 
     Pero ¿de verdad marginarse del mundo, o marginarlo, o utilizarlo como nos conviene, o hallar el éxito exterior ... nos permite concluir que podemos sentirnos satisfechos íntimamente?
     ¿Quiénes somos, qué hacemos con nuestras vidas, adónde nos conduce la existencia, qué existe más allá, somos egoístas o lo suficientemente solidarios, es útil nuestra vida ...?
     Estas preguntas no las responde satisfactoriamente ningún triunfo efímero, material o social, aunque ayuden: porque también ocultan nuestra verdadera necesidad de reconocernos no deudores de la naturaleza, del mundo, de nuestra oculta identidad, que reclama otros triunfos más emotivos y profundos: el afecto cordial propio y de los otros.
     Bien es verdad que huimos de hacernos preguntas porque tememos que nos disgusten las respuestas. Y por eso también detestamos a cuantos muestran un espíritu inquisitorial, por muy leve que sea. Así, creamos una sociedad de cómplices en la apariencia en vez de solidarios en la esencia.
     Pero sin interrogaciones el mundo se estanca, o va hacia atrás. Y quien va hacia atrás es una rémora, un feliz infeliz, un peso muerto: la carne de cañón que precisa la Historia para crear su médula.



sábado, 17 de diciembre de 2016

Persecución de la inmortalidad

Berlioz: Sinfonía fantástica (versión popular)

     Cuando Berlioz sepulta bajo una frase de su Sinfonía fantástica a su amada, le estaba dando vida, en realidad. 
     Cuando Wagner hace morir a Isolda, consigue que el amor se inmortalice. 
     Y cuando Schumann, después de oír entre los pentagramas a los ángeles, se arroja levemente al Rhin, no buscaba suicidios, sino vida. 
     De igual modo, tampoco Mozart hablaba de la muerte en su Requiem, sino del júbilo de atravesar la luz y ser la luz. 
     Incluso el desdichado Eróstratos destruyó la memoria de una diosa para ser recordado y vivir sobre el tiempo ejecutor de la existencia. 
     ¡Tanta es la fuerza con la que el hombre ama su identidad e intenta prolongarla! 
     Eso sintieron Gauguin y Mary Shelley, y cuantos con pincel, pluma, instrumento, volcaron su ansiedad en sus anhelos. 
     ¿No hay más vida en la vida que esta vida?


viernes, 16 de diciembre de 2016

Capra: Un gánster para un milagro


Un gánster para un milagro

Frank Capra, empeñado en mostrar qué bello es vivir, a pesar de las tormentas de la vida, filmó su última película fiel a ese deseo de hallar un himno en la elegía.



Kubrick: Senderos de gloria

ORSON WELLES: Sed de mal

jueves, 15 de diciembre de 2016

miércoles, 14 de diciembre de 2016

LA TÚNICA EN EL VIENTO


LA TÚNICA EN EL VIENTO


MIAMADA: eres la luz, y siempre has sido 
la aurora de mis días, y la carne
y el pan de mi existencia.
Sacio en ti cuanta sed habita al hombre. 

Tus labios, porque me amas,
tienen forma de beso.
La savia sexual ha florecido
más allá de nosotros, y su urdimbre
se extiende al infinito.
Oriundo del amor, orfebre tuyo,
te espero en ese prado inextinguible 

en donde el horizonte se renueva 
como eterna atalaya divisándose. 
Llevo tus besos y tu piel conmigo
y te dejo mi amor mientras tú llegas. 

Serás conmigo más allá del tiempo
y, más allá del túnel, nos veremos
luz otra vez tú de mis ojos, círculo
de mi sed, herramienta de mi vida. 

Pensar en ti llena de lluvia el mundo 
y lo inunda de hiedras y diamantes. 
Recuerda que te amé, que soy un niño 
esperando tu amor para nacer.
Y si no vivo, víveme en tu boca, 

resucítame tú, sé mi destino. 


martes, 13 de diciembre de 2016

Primus Inter Pares (El abrazo en la sombra)

Purcell: Lamento de Dido

Primus Inter Pares era delgada y escueta; su nombre reflejaba su esencia: la mejor. Por eso se había convertido en imprescindible.
     Como todos los grandes espíritus, ella desconocía la grandeza del suyo. No sabía que era la más digna de ser amada. Y como tenía el corazón de oro -según suele decirse- no se daba cuenta de que los demás suelen tenerlo lleno de espinas y serpientes. 
     Por si fuera poco, la naturaleza había cincelado en su busto unos tan dulces fresones que para sí los quisieran las más cálidas cariátides. En ellos se abrevaba el corazón sediento de su amado.
     Siendo, pues, su alma y su cuerpo un manantial de vida, ¿cómo no iba a despertar tanto el cuerpo como el alma de quien la abrazaba?
     Sin embargo, ningún excelso trovador ni mágico milagro pudieron derrotar al único enemigo que tenía: creer sin causa y monstruosamente que nadie podía amarla. 
     Y ese fiero tatuaje de su mente destruyó su existencia. Porque nada conduce tanto al fracaso como el temor a fracasar.


lunes, 12 de diciembre de 2016

Divorcios sin consumar

Debussy: El hijo pródigo



Libre es cada uno de ejercer su libertad libremente: menos cuando con ella hiere o impide la de los demás; sencillamente porque ser libre exige ser responsable y descartar la impunidad.
     Nada hay peor para la libertad que prohibir algo; por eso, aplicado ese principio a las relaciones de pareja, ocurre que: los emparejados deberían renunciar a su libertad de desemparejarse si han traído al mundo otro ser libre que aún no puede ejercer su libertad de opinar sobre tal desemparejamiento, ya que este lo arroja a la indefensión. O, mejor: esperar a que el hijo pueda también votar sobre esa decisión.
     En fin: deberían hacerse esta pregunta: ¿Somos más importantes que nuestros hijos, o sus derechos importan más que los nuestros? Tal vez concluyesen que somos libres como cónyuges -o sus homólogos- pero no como padres; y que no tener esto en cuenta nos convierte en libertinos.
     Ciertamente, no es fácil decidirse en medio de una sociedad que todos utilizamos según nuestros intereses. Pero ¿será mejor ese otro mundo en el que cada uno tendrá dos padres y dos madres, cuatro abuelos y cuatro abuelas (o cuantos padres, madres, abuelos, abuelas, hermanos y otros familiares resulten de multiplicarse por el número de divorcios y nuevos matrimonios?).
     (Con lo fácil que es convivir siempre que la convivencia de dos no se convierta en la dictadura de uno).




domingo, 11 de diciembre de 2016

Algo más que un fracaso escolar.


(A mis alumnos, de quienes tanto he aprendido)

Se preguntan los legisladores políticos de la enseñanza el porqué del fracaso escolar: quieren saber en qué se han equivocado, si los contenidos de las asignaturas son los idóneos, si es que los adolescentes españoles sufren desnutrición de inteligencia, si su cociente intelectual no tiene dos dedos de frente.
     Pero la inteligencia natural poco tiene que ver con lo que ocurre en las aulas, las casas y las calles. Tan listos o torpes son los jóvenes de hoy como los de hace 30 años, por ejemplo; y sin embargo, cualquier lector que fuese estudiante entonces -no importa ahora si eran peores aquellas didácticas- recordará que a sus diez u once años estudiaba un libro de Historia de España tan extenso en contenidos como la suma de todos los libros de texto de la ESO, y a los doce o trece años estudiaba trigonometría, algo que hoy no se ve ni en los bachilleratos.
     Estudiaba y aprendía. Y no porque naciera con un cerebro más capacitado que el de sus hijos o sobrinos. ¿Qué ocurre, entonces? La respuesta está en que la inteligencia natural es una esponja, y se sirve en su crecimiento cultural tanto de lo que posee como de lo que carece.
    ¿De qué puede vanagloriarse una mujer -o un hombre- que ha nacido hermosa si no utiliza su hermosura para hacer menos feo el mundo? ¿Qué mérito o demérito tiene alcanzar el fruto de un árbol, saltando o sin saltar, si la estatura no se la debe uno a sí mismo? Meritorio es aquello que exige un esfuerzo triunfal, capaz de convertir lo que poseemos en semilla para conseguir aquello de lo que carecemos. No importa a qué altura está la cabeza, sino la mente. El hombre primitivo no podía alcanzar en su carrera al animal que necesitaba para alimentarse; pero se las ingenió, empujado por la necesidad, observando, deduciendo y aprendiendo que, ya que con sus pies no llegaba hasta él, podía llegar con su mano si lograba prolongarla en forma de lanza, onda, o flecha. Aquellos hombres de escasa capacidad craneal desarrollaron su inteligencia natural alimentándola con la necesidad, la observación y la tenacidad. Con lo que sabían aprendían a saber más.
     Hoy el adolescente no tiene necesidades perentorias y, por lo mismo, no necesita esforzarse, ni aprender; tiene el mundo en sus manos sin haberlas utilizado; y tiene el ocio ante su espíritu sin habérselo ganado. De modo que se atrofia física y síquicamente y pierde los reflejos emocionales básicos, que son los de la curiosidad activa y el del placer intelectual. Y la solución no está en hacerle pasar hambre para que reaccione, sino en despertarle esas otras hambres inmateriales que duermen en su cabeza. Sin embargo, como si de una conspiración universal se tratase, parece que hay quienes persiguen crear un organismo social con un electroencefalograma plano en sensibilidad y sensatez. Unos medios tan útiles y decisivos como el cine y la televisión, empujados por una publicidad que disfraza de oro la basura, se dirigen casi exclusivamente al embrutecimiento sensorial. Por eso, como siempre, todo se compra: pero hoy solo se compra con dinero, y casi nada se adquiere con valores humanos.
     Claro está que los planes de estudio son mejorables. Aunque no es esa la auténtica causa del fracaso de la educación y de la sociedad. No se trata tanto de modificar lo que tenemos como de suprimir o enderezar lo que nos sobra. Lo cierto es que al niño, al joven y al hombre actuales les faltan motivos y motivaciones para el aprendizaje del bienvivir, y le sobran horas de ocio convertido en negocio. Ocio que no proporciona descanso, sino que es asimilado, primero, como insatisfactoria diversión; y luego, progresivamente, como pasividad, hastío, anquilosamiento muscular, suicidio neuronal, toxinas hacinadas dispuestas para el estallido, fatiga sicológica, desasosiego, frustración, agresividad, violencia interior y exterior... Porque el autorretrato que todos hacemos inconscientemente cada cierto tiempo nos muestra a un ser indefenso, dependiente de todo lo ajeno  y no muy digno de ser tenido en cuenta.
     El camino de las libertades, tan necesarias, no nos ha conducido hacia una libertad responsable, sino que nos ha transformado en esclavos de una libertad libertina, en un mundo en el que la pereza síquica ha sustituido a la voluntad y el entusiasmo. Por esa razón, a pesar de las comodidades del “estado de bienestar”, vivimos en un permanente Estado de Malestar, íntimo y colectivo, en el que los egoísmos de toda especie derriban la solidaridad.
     Asumido ese egoísmo generalizado, aceptemos que la relación entre los menores y los adultos tiene esta consecuencia progresiva: son como los hacemos, y nos hacen como son. Y calculemos qué futuro estamos perpetrando entre todos.


sábado, 10 de diciembre de 2016

Homo Collector


Malher: Sinfonía Resurrección


Hace poco me dijeron, y comprobé que era cierto, que dos títulos míos, agotados, se vendían en internet por 188 y 399 euros, respectivamente. "Alguien que me confunde con Quevedo", me dije. Pero no: 
     ¿Qué es un par de dos millones de euros comparado con un cuadro de Rembrant o Van Gogh, o una pieza de Bach, o un manuscrito de Homero -si lo hubiere-, que se ponía ciego de cicuta antes de escribir? 
     Así que no es extraño que alguien con más euros que obras de arte compre la partitura autógrafa de la Sinfonía Resurrección de Malher. O un cuadro, o un poema manuscrito de EQUIS
     Es el afán de coleccionismo, de apropiación, de dominio, de poder, de saltimbanqui de los otros para ser el más fuerte, rico... en algo. La escena final de Ciudadano Kane creo que ilustra esa necesidad de suplantar el vacío interior con la acumulación de objetos conquistados con dinero o con las armas. 
     Así nacieron los museos, bibliotecas...: el afán de conocimiento y de maravillarse ante el mundo invisible o creado, de aquello que solo algunos pueden ver o crear, llevó a la posesión de códices, libros impresos, incunables y pinacotecas particulares, y esto a que más tarde se mostraran desde las instituciones a quienes no pueden adquirirlos. 
     Pero también es, junto al ansia de conocimiento, el homenaje que cada lector hace al autor que le legó su obra. El marqués de Santillana poseía dos docenas de libros, Velázquez 135 volúmenes... hoy es fácil tener dos o tres mil ejemplares en casa. 
     En este caso -el de Malher y tantos otros- no es solamente la posesión, sino el apropiamiento de lo mítico o legendario, el fetichismo, la devoración del manjar único y diferente: la partitura única, el libro del que solo existe un ejemplar... 
     Ciertamente también hay coleccionismos más banales: incluso el traje de Marilyn en Niágara o el huevo de Colón -que perdió en el océano y ha sido descubierto en unas recientes excavaciones submarinas-, cuando se le subieron a la glotis porque su tripulación ya se desesperaba y quería arrancarle algo para ofrendarlo al mar americano.