Oda a un falso poeta
Estupra los conceptos, ludibria la belleza,
regurgita palabros y rebuzna cadáveres:
necrofágiate en versos de prosa cotidiana.
Jamás te sinestesies, pronúnciate liróforo.
Ignora que realmente eres un ignorante.
Aprende la liturgia del aplauso sin méritos.
Arrímate a los ciegos, que son los que demuestran
su solidaridad con lo mediocre y frívolo,
virtudes esenciales de la gran multitud.
Sé digno de su herrumbre y agrúpate con ellos:
te seleccionarán para una antología
si has sabido esquivar la dignidad.
Si no, no existirás hasta que te hayas muerto
y los hijos de quienes preterieron tu nombre
prefieran preterir al que no se les rinda.
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Epigramas