Visitas

Seguidores

martes, 30 de abril de 2019

Mientras mi padre agoniza.

Mozart: Lacrimosa

El cuerpo luminoso


¿Cómo llegaré a ti, cadáver mío?
¿Con qué palabras puedo despertarte
o con qué dulce música acunarte
para aliviar tu yermo escalofrío?

¿Qué silencio o qué voz puede llegarte
y desatar de nuevo tu albedrío?
¿O acaso estás en tan hermosa parte
que no quieres volver a este vacío?

¿No eres tú mismo? ¿Quién ha transformado
tus huesos y tu carne y tu conciencia
en tan breve momento dilatado?

¿Hay otra luz más bella en ese lado
que a los cuerpos les da la transparencia
con que siempre las almas han soñado?

Siempre la muerte ha estado espiándome para delatar mi ansia de vida y llevarme al otro lado. Desde muy infante sentía su presencia como un fiero animal agazapado y colérico. La muerte de Oniria y todos los anhelos sembró sus cementerios por todo mi horizonte. 
     Pero aquellos días no era la muerte metafísica la que picoteaba mis penumbras. Mi padre yacía en un hospital, alanceado por el bisturí y amarrado a la vida con tubos y otros abalorios. Todos estábamos absortos.
    La telaraña de la muerte me dictó durante dos semanas poemas en los que descansaba mi tristeza y mi furia contra todos los dioses.
     Aquella mañana, hacia las 5:30, escribí los versos arriba copiados como si ya hubiese ocurrido lo que iba a ocurrir unas horas más tarde: una sucesión de interrogaciones retóricas, no sé si dictadas por mi historial de muertes inconcretas o por mi contemplación de la realidad más inmediata. 
     Llegué al hospital y entré en su habitación. Le dije -y él no hablaba- que procurase sanar pronto porque teníamos que hablar de todas las cosas que habíamos callado durante años. 
     De repente tuve que llamar a la enfermera, y el médico me echó de la habitación mientras entraban una maquinaria, último presunto salvavidas.
     Media hora después, yo daba un puñetazo en la pared, aunque pretendía noquear a algún Supremo Artífice.
     El maltrecho poema, que no hace justicia a su nobleza, había sido premonitorio.
     (Luego, como poema inicial de La epopeya interior, lo leí en Roma, llevado allí por el Premio Fernando Rielo).



lunes, 29 de abril de 2019

Lo que fue, lo que es, lo que será.


Fragmento final
Leo historia y novela para conocer lo que, probablemente, fue; y literatura de ficción y ensayo para entender lo que, posiblemente, será. Solo la poesía me enseña lo que es. 
La razón es evidente:
Todas las artes, menos la poesía, tienen más de estrategia que de autorretrato inexorable del rostro del autor y de los hombres.

domingo, 28 de abril de 2019

Fantasmas y otros duendes


Necesaria es la política, pero no todos los políticos son necesarios. En realidad, son estos los que hacen descreer de aquella.

Clara Wieck


Nocturno

200 años cumple Clara Wieck. 
Niña prodigio del piano que abandonó su dedicación a la creación musical por amor a su esposo, R. Schumann. 
Cosas que ocurrían en ese tiempo que llamamos pasado y que contiene tanta verdad como mentiras le va añadiendo la nostalgia o los malversadores de la Historia.
Todo ayer juzgado desde el hoy es solamente un presente sin futuro. A pesar de las subjetividades, lo que queda es la obra.

Sus mejores obras.

sábado, 27 de abril de 2019

Bergman: Fresas salvajes


Fresas salvajes

Entre las muchas grandes obras de I. Bergman, esta no es la menor. 
Una vez más, demuestra que sabía espantar sus demonios con su obra.

viernes, 26 de abril de 2019

La hipérbole hermosística

Pulsar para
Leer original 



La muerte de la belleza

/por Antonio Gracia/

1
Siempre ha buscado el hombre un paraíso que le hiciese olvidar los infiernos que sufría: buscaba el Bien para curarse el Mal. Todos los oasis que encontraba (vencer el frío o el hambre, superar las heridas, hallar reposo…) se condensaron en soluciones para el cuerpo y, por fin, el espíritu; y este se apaciguaba cuando sentía la dicha, el equilibrio del sosiego. Así nació su culto: frente a la inarmonía del dolor, la armonía del placer de los sentidos; la contemplación y posesión de la Belleza. Y la ciencia y el arte buscaron la Belleza como una panacea. Y fue creado un canon. Podría resumirse así:
Si hay algo que hace que la vida
merezca ser vivida
es la contemplación de la belleza.
Pero el homo sapiens progresa porque es un ser insatisfecho: necesita avanzar, inventar otras formas, crear un canon nuevo —aunque todos respondan al mismo anhelo de plenitud—. De este modo fue como surgió la dispersión en la búsqueda de una satisfacción que no debía ser conformista. A un canon estético se sobrepuso otro, siempre innovando dentro de la tradición, única forma de permanecer: el estático cambio. Y lo que en un principio eran originalidades fueron tornándose bienes mostrencos y plagios, hasta caer en tópicos. La belleza artística no podía aceptarse perfecta porque no lo es en la Naturaleza: por lo tanto, era falso cuanto surgía y surgiese del anhelo, pues —anticipándose a la ley de Murphy— si es posible que ocurra lo peor, ocurrirá... De ahí que Argensola, contemplando el cielo a través del pesimismo, escribiera: «Lástima grande/ que no sea verdad tanta belleza».
Aplicado a la poesía amorosa, ya Shakespeare desconfiaba de la pertinencia del esteticismo, en el soneto XVII: 
¿Quién creerá en el futuro mis poemas?
[…]
el porvenir dirá: miente el poeta,
que ese rostro es de un dios, no de un humano
Quevedo, burlescamente: 
Sol os llamó mi lengua pecadora
y desmintióme a boca llena el cielo;
[…]

En vos llamé rubí lo que mi abuelo
llamara labio y jeta comedora.

2

De ahí que el Soneto de tus vísceras, de Baldomero Fernández Moreno (1886-1950), transgreda la tradición petrarquista, que es tanto como decir la lírica hispánica desde Garcilaso. Cansado de leer las mismas virtudes físicas de la amada con iguales metáforas y rimas semejantes, en vez de exaltar el oro rubio del cabello, el clavel de los labios, las perlas de los dientes y otras clonaciones pocas veces fértiles del Renacimiento, Siglo de Oro y Romanticismo, se aleja hasta el extremo opuesto del trovadorismo y canta las prendas verdadera y físicamente íntimas de la amada, las que hacen posible la vida y la hermosura exterior, por muy gelatinosas o herrumbrosas que resulten. Este soneto, contraviniendo el canon, descarna el erotismo para mostrar el embeleco y falsedad de la sublimación. Muchos dirán que es antilírico, y tendrán razón. Pero la poesía, el arte, es antitodo; es decir, un antídoto contra el tópico, si bien a veces, en casos como este, se desvía en exceso por los caminos del antiesteticismo. Comoquiera, he aquí las intimidades fisiológicas de Beatriz, Laura, Fianmetta, Elisa, Filis, Lisi y tantas otras madonnas que enardecieron el corazón y los poemas de DanteBoccaccioLope, Quevedo… en un curso acelerado de autopsia, necrología y desenamoramiento:
Soneto de tus vísceras
Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada,
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,

a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos.
Yo soy un sapo negro con dos alas.

3

El hartazgo de lo establecido y el afán de originalidad abren su camino. La estética de la fealdad (que supone la muerte de la belleza convencional) ya está en Quevedo, el tenebrismo, las pinturas negras y caprichos de Goya, el feísmo de El Bosco, el desfigurativismo que lleva al abstracto, la inarmonía o armonía caprichosa de las manchas sobre el lienzo… y persigue otras manifestaciones: los caligramas y el letrismo (la validez semántica de la letra o su disposición como si fuera un cuadro), Apollinaire, el Altazor de HuidobroFrancisco Pino, el glíglico de Cortázar, el piano preparado de John Cage, el ruido musical de Pierre HenryXenakisLigeti… Son múltiples los caminos de la imaginación creadora para plasmar o subvertir la realidad: para desmitologizar y mostrar su poliédrica efigie.
El canon siempre está cuestionándose y, por lo tanto, también su construcción; aporta materiales de derribo: léxico ditirámbico, equilibrismo sintáctico, hiperbolismo, realidad, irracionalidad… y también contención. Es un proceso de Sísifo, que trepa hasta la belleza o hacia la perfección y descree de ella para buscarla de otro modo, convirtiendo las viejas ruinas en nuevos castillos.
Cada ser sintiente tiene una experiencia estética y una visión de lo bello, consecuencia de sus genes sensibles y su esfuerzo intelectual. Buena es la experimentación, la libertad, la búsqueda, la pérdida, la desnortación. Pero la Belleza nunca morirá porque es sinónimo de equilibrio, plenitud, paraíso, luz, eternidad: todo aquello que el hombre ansía y necesita para seguir viviendo. Y porque sigue vigente la afirmación de Platón («la belleza es el esplendor de la verdad») que poetizaría Keats: «Belleza es verdad y verdad es belleza»; y eso es lo que anhela el hombre. Por eso también son efímeros quienes se exceden en sus hiperbellecismos mestureros, como, por citar algunos, los estetas más contumaces del modernismo o de los novísimos venecianos y aquellos que buscan, o encuentran, una antiestética en la alevosía del mierdismo: Leopoldo M.ª Panero o Roger Wolfe.
No importa que la mayoría se equivoque cuando busca rostros para la Belleza al margen de la tradición universal adentrándose por los arrabales de la estética: siempre existirá una minoría que la encuentre y ofrende a los demás. Aunque sea esa minoría de uno que llamamos individuo.
--------------------------
Antonio Gracia es autor de La estatura del ansia (1975), Palimpsesto (1980), Los ojos de la metáfora (1987), Hacia la luz (1998), Libro de los anhelos (1999), Reconstrucción de un diario(2001), La epopeya interior (2002), El himno en la elegía (2002), Por una elevada senda (2004), Devastaciones, sueños (2005), La urdimbre luminosa (2007). Su obra está recogida selectivamente en las recopilaciones Fragmentos de identidad (Poesía 1968-1983), de 1993, y Fragmentos de inmensidad (Poesía 1998-2004), de 2009. Entre otros, ha obtenido el Premio Fernando Rielo, el José Hierro y el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana. Sus últimos títulos poéticos son Hijos de HomeroLa condición mortal y Siete poemas y dos poemáticas, de 2010. En 2011 aparecieron las antologías El mausoleo y los pájaros y Devastaciones, sueños. En 2012, La muerte universal y Bajo el signo de eros. Además, el reciente Cántico erótico. Otros títulos ensayísticos son Pascual Pla y Beltrán: vida y obraEnsayos literariosApuntes sobre el amorMiguel Hernández: del amor cortés a la mística del erotismo La construcción del poema
Mantiene el blog Mientras mi vida fluye hacia la muerte y dispone de un portal en la Biblioteca Cervantes Virtual.

jueves, 25 de abril de 2019

Pulsar p


Pulsar

Un espejismo.


Esta mañana, al mirar a lo lejos, he visto a mi padre. "Es imposible", he dicho. 
     Es imposible porque murió hace años. Pero lo he visto haciéndome señales para que me acercase, y no es la primera vez. Lo último que le dije fue: "no te vayas; tengo que decirte algunas cosas, y tú a mí. Hemos hablado muy poco". 
     ¿Será que yo, que he tenido la mala suerte de no creer en nada, empiezo a creer en otra vida?
     Ojalá: tendría ocasión de decirle, de muerto a muerto, o de vivo a vivo, cuánto lo quería, cosa que no he sabido decirle a nadie.

miércoles, 24 de abril de 2019

El abrazo prohibido.

Schumann: Kyrie

¡Tantos años llevaba buscando un gran amor y desenamorándose en cuanto aparecía para convertirse en amorío!

¡Habitar una isla solitaria y encontrar allí otra soledad poblada de sí misma a la que amar como tal vez se amaron solamente los habitantes del Edén! 

Pero Adán y Eva quedaban muy lejanos y ahora se puede estar aislado entre la multitud, ese ruin universo que reúne y arruina toda isla viviente.

Así que Él -Ella-, cansada ya su búsqueda, se emocionó cuando encontró a Ella -Él-: y se amaron, cantaron y escribieron palabras y alborozos de los que solo resplandecen en los labios, el abrazo y los ojos de quienes se enhechizan al hallarse y comparten la magia de la fascinación.

¡Qué sueños y delirios prolongaban sus días! ¡Qué dicha la que había de venir!

Pero la realidad maltrata la existencia y el sueño se convierte en pesadilla. 

Así que Ella y Él dejaron de repente de encontrarse, de sentirse, de amarse. 

- ¿Por qué esta oscuridad y este silencio en donde había luz y algarabía íntima? ¿Quién ha impuesto la ausencia en nuestras vidas?

No encontraban respuesta. Pero el poema sí:

Todo lo arrasa el tiempo con su furia
y lo que fue nunca existió.
Los sueños se convierten en anhelos
y la esperanza en ansiedad doliente.
La conciencia se llena de penumbras
que devanan la luz
entre las simas de la soledad.
Sortilegios y hechizos se derriban.
Se desvanece el éxtasis del ansia.
Y de los paraísos que forjamos
solo queda, en la noche,
la lucidez esquiva del dolor.

martes, 23 de abril de 2019

XI: TROVADORIUS


Borodin: Nocturno 



XLII.- La redentora
No me digas que no puedo soñarte
tripulando una estrella, si eres tú
la nave que me salva del naufragio
cada vez que me pierdo
entre los laberintos de mi noche.
Tú me recoges y me resucitas
cuando el fantasma de los desencantos
se apodera de mí: allí tus manos
y tus ojos esparcen sortilegios
y surjo del infierno.
Tú me salvas de mí, de mis demonios.
No me digas que no puedo soñarte
como divinidad de mi universo.


XLIII.- Marejada
Lleva el viento su furia hasta las dunas
y encrespa el mar sus olas en la tarde.
¿No has visto cómo pierden la esperanza
los pájaros que vuelven a la isla?
También llega la muerte al paraíso.
Pero tú no estés triste: ríe, canta:
todo aquello que sueña el corazón 
existe en algún sitio
o acaba por crearse.


XLIV.- La redención
Suena el viento en los árboles y suenan
flautas y pájaros: orquestas
de ramas y de lluvia.
¿Recuerdas los museos, bibliotecas,
las músicas, los cuadros y los versos?
Son las únicas cosas que redimen
la vida de los hombres.
Volveremos a ellos, a tallar
nuestra mente con sus sabidurías,
sus colores y cánticos.
Pero antes bebámonos la luz
de la naturaleza
para que no olvidemos que la vida
es tacto y corazón,
y no el fracaso
que el arte intenta hacernos olvidar.
Y déjame que taña una vez más
en tu cuerpo la música del cosmos.
Un cuadro, ¿nos devuelve algún paisaje?
Un poema de amor, ¿rescata un beso?
¿En qué violín escucharé tu risa?

lunes, 22 de abril de 2019

Los otros Jesucristos.


R. Wise: The Day the Earth Stood Still - 1951

Quien quiera redimirse que se esfuerce y sea altruista consigo mismo, al menos. Luego aprenderá el auténtico altruismo. 

jueves, 18 de abril de 2019

Hubo una vez una cruz...


Bach: Pasión s. S. Mateo


En la cruz morían muchos condenados en aquellos tiempos, muerte más torturadora que liberadora del dolor. 
No es extraño que en una cruz acabase aquel soñador de un mundo utópico -mundos utópicos son los evangelios-, puesto que ponía en entredicho las ideas de su tiempo y los imperialismos romanorum.
Que fuese o no deidad es cosa que no le añade mérito, pero es mejor creer que un simple hombre sea capaz de hacer cosas que parecen dignas solamente de los dioses.
Honremos a Jesús de Galilea si fue tan solo un hombre.



miércoles, 17 de abril de 2019

Don Quijote Cervantes Saavedra

R. Strauss: Don Quijote

Pulsar para



Un texto de Antonio Gracia sobre el ingenioso hidalgo para los días del libro, que debieran ser todos.

Don Quijote Cervantes Saavedra

/por Antonio Gracia/
El libro es la única ciudad a la que nadie puede impedirnos entrar, y El Quijote es tal vez la capital que más calles, casas y habitaciones tiene, de modo que cualquier hombre ha de encontrar siempre un aposento en el que acomodarse y con el que identificarse.
Faulkner se preciaba de leerlo una vez cada año, quizá porque en sus páginas viven más de trescientos personajes y miles de conceptos para todos los gustos; los idealistas hallarán en Sancho un contertulio que les haga poner el pie en la tierra; los realistas disminuirán su materialismo al compás de Don Quijote; las feministas pueden hallar premisas para sus intereses en el episodio de Marcela (Parte I, cap 11-13); los amantes del amor encontrarán piropos por doquier; los celosos tal vez dejen de serlo con El curioso impertinente (I, 32-35); los jueces aprenderán de la sensatez de Sancho durante su estancia en Barataria (II, 45); los contadores de chistes se solazarán a cada paso, y los amantes de las gorrinerías verbales admirarán el episodio más guarro sin una sola palabra porcina en la aventura de los batanes (I, 20). Quienes creen que los consejos son buenos, aunque pocos los sigan (porque solo aceptamos los que nos dicta nuestra experiencia), agradecerán una breve y sabia colección (II, 42-43); aquellos que admiran el verdadero valor lo encontrarán en Roque Guinart (II, 60) y en las palabras del vencido Don Alonso Quijano en las playas de Barcelona (II, 64); los descontentos de la sociedad comprobarán que cualquier tiempo pasado fue igual, si no peor; quienes necesitan cambiar de libro constantemente, o leen varios intercalando unos con otros, hallarán, en uno solo, una novela de caballerías, otras moriscas, picarescas, amorosas…
No es cierto que El Quijote sea un libro «imposible de leer»: un profesor (de matemáticas) me lo prestó y lo leí, infante aún y fascinado, en pocos días. Tres años después, por mi cumpleaños, compré una edición en un solo tomo: conservo el ejemplar, en el que anoté el tiempo que tardaba en leer cada uno de los once primeros capítulos (me cansé de anotar, cosa que detenía la lectura): redondeando, aquel joven que cumplía 16 años lo leyó en unas 23 horas, a lo largo —a lo breve— de tres días. El mismo tiempo que resulta de sumar una docena de partidos de fútbol o doce telefilmes con sus anuncios intrigantes.
Innumerables son los autores que han mezclado su sangre con la cervantina y han tomado su obra como fundamento de la suya. No es casual que El Quijote haya servido de inspiración a centenares de creadores. Tal vez sea Richard Strauss, con sus Variaciones sobre un tema caballeresco quien mejor ha recreado al hidalgo manchego. TelemannPurcellSalieriPaisielloMassenetMendelssohnIbertRavel, entre otros músicos, compusieron suites, óperas, canciones basadas en sus textos. Los compositores españoles también recrearon aspectos quijotescos: Guridi, en Una aventura de don Quijote, recuerda al vizcaíno en lucha con el hidalgo. Gerhard enhebra diversos episodios en el ballet Don QuijoteOscar Esplá es autor de Don Quijote velando las armas, pasaje que inspiró igualmente a GombauFalla recoge el episodio de Maese Pedro en su RetabloMontsalvatge retrató a Dulcinea en la Balada y ritornello… Orson Welles y G. W. Pabst, entre tantos cineastas, vieron las posibilidades cinematográficas del soñador altruista, así como otros (PicassoDalíDaumier…) dibujaron su rostro y sus hazañas.
Innecesario resulta hablar de la huella que Cervantes ha dejado en la literatura. Basta citar a DefoeFielding o Dostoyevski. Nada más que en el siglo XVII hay, al menos, 35 obras teatrales inspiradas en él. El tiempo, que es el único filtro que impide el paso a los embaucadores y convierte en clásicos a los íntegros del arte, ha hecho de Cervantes un hito en la historia no solo de la literatura, sino de la experiencia de existir, que es la única escuela que enseña realmente a vivir.
¿Y por qué esta vigencia? ¿Acaso es un mito del chovinismo español? Por una vez (aunque también en los casos de Goya Velázquez), es cierto que España posee un tesoro igual o superior a los de otros países. Pues Cervantes hace cierta la verdad que afirma que «en algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia». Y en El Quijote, cada lector encuentra su propia mente reflejada: más allá del humor y la tragedia, Alonso Quijano es un hombre que vive, como hoy, en una sociedad alienatoria que excomulga a los fieles a sí mismos y encumbra a los mestizos del honor. Esa integridad para consigo mismo y en la solidaridad, incluso ante el fracaso, es lo que vieron cuantos aquí he nombrado y cuantos se acercan al libro de los libros. Y eso es lo que hallarán (al margen de sus exquisiteces literarias) cuantos lectores actuales abran y lean la verdadera historia jamás imaginada.

Antonio Gracia es autor de La estatura del ansia (1975), Palimpsesto (1980), Los ojos de la metáfora (1987), Hacia la luz (1998), Libro de los anhelos (1999), Reconstrucción de un diario(2001), La epopeya interior (2002), El himno en la elegía (2002), Por una elevada senda (2004), Devastaciones, sueños (2005), La urdimbre luminosa (2007). Su obra está recogida selectivamente en las recopilaciones Fragmentos de identidad (Poesía 1968-1983), de 1993, y Fragmentos de inmensidad (Poesía 1998-2004), de 2009. Entre otros, ha obtenido el Premio Fernando Rielo, el José Hierro y el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana. Sus últimos títulos poéticos son Hijos de HomeroLa condición mortal y Siete poemas y dos poemáticas, de 2010. En 2011 aparecieron las antologías El mausoleo y los pájaros y Devastaciones, sueños. En 2012, La muerte universal y Bajo el signo de eros. Además, el reciente Cántico erótico. Otros títulos ensayísticos son Pascual Pla y Beltrán: vida y obraEnsayos literariosApuntes sobre el amorMiguel Hernández: del amor cortés a la mística del erotismo La construcción del poema. Mantiene el blog Mientras mi vida fluye hacia la muerte y dispone de un portal en la Biblioteca Cervantes Virtual.