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sábado, 30 de abril de 2016

Nadie podrá conmigo

Wagner: El fuego mágico

- Si has aprendido todo cuanto has podido aprender, incluso de tus errores...
- Si has construido en vez de destruir...
- Si tienes en cuenta a los demás en lo que valen por sí mismos y no por lo que puedas conseguir de ellos...
- Si cuando no aciertas eres capaz de decirte "me he equivocado" y seguir luchando para acertar...
- Si sabes vivir contigo mismo pero no te consideras autosuficiente sino solidario...
- Si sabes amar aunque no te amen...
- Si no sabes traicionar...
- Si tu fidelidad a tus convicciones te lleva al sufrimiento de la incomprensión de los otros, pero continúas sin querer rendirte...
 Confía en ti mismo.
- Si prefieres decirle tu verdadera opinión a tus amigos aunque los pierdas por no halagarlos...
- Si cuando has oído las razones de los demás crees que ninguna destruye la tuya y te mantienes firme...
- Si te quedas solo porque los demás prefieren la compañía de la muchedumbre alienatoria...
- Si desconoces la adulación...
- Si cada día te levantas con el ánimo indomable de hacer lo correcto...
- Si das porque lo necesitas y no para que te den... 
- Si siembras para que recojan y no para recoger...
- Si luchas por quienes te importan y por los que no te importan...
- Si crees en la verdad y en la justicia pero no impones tu forma de entenderlas...
- Si te duele vivir pero sigues viviendo...
 Confía en ti mismo.
Nadie podrá contigo.


viernes, 29 de abril de 2016

Del Arte que no es vida

Rachmaninov: Preludio
De poco ha de servirte llenar hermosamente tu vida con palabras, músicas o pinturas, si no transmiten estas la vida que has vivido o debiste vivir. 
     Estarás rodeado de terciopelos y artes, pero lejos de aquellos que padecen y gozan la existencia.
     Tus poemas y cuadros y músicas jamás serán tu yo, ni siquiera han de ser tus amigos, sino los intrusos que te impidieron la verdadera vida, los terribles testigos de tu vital fracaso.
     Y serás como un rey de un brillante desierto habitado tan solo por fantasmas y huesos, pero no por la carne, las risas y las lágrimas de aquellos que vivieron y murieron habiendo cultivado el arte de vivir.
     Sentirás el aplauso de las manos vacías y el pálpito estruendoso del corazón sin nombre.
     Y tu castillo de belleza inhóspita caerá sobre tu frente: será tu propia tumba.

jueves, 28 de abril de 2016

Sin ánimo de ofender


Sin ánimo de insultar (porque el ofendido soy yo por mí mismo al no atreverme a desertar de esta "España de charanga y pandereta" política, que diría don Antonio Machado-) me gustaría despotricar y ofender pocamente a algunos políticos -que no deben darse por ofendidos porque dícese que la verdad no ofende-.
     ¿O no es verdad que el cuarteto en busca de jefatura gubernamental se va pareciendo al "cuento del rebuzno" (Don Quijote, II, 25), que muestra que quien intenta parecerse a un asno se convierte en asno? Y a los asnos que se disfrazan de sí mismos para reconvertirse en lo que son ("asno se es de la cuna a la mortaja", se dice en el "Diálogo entre Babieca y Rocinante"), ¿quién les confiará su voto si demuestran que no saben qué hacer con él?
     Lo cierto es que si en la nueva campaña de elecciones pregonan algo diferente estarán predicando que mintieron en las anteriores; y si dicen lo mismo les desmentirán sus ineptitudes de los últimos meses. ¿No les pasará, en cualquier caso, como al otro asno del cuento de don Juan Valera, aquel al que se le dice "el que no te conozca que te compre"?

Don Alonso Quijano El Bueno

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miércoles, 27 de abril de 2016

Dos o tres cosas

Field: Nocturno 1

Uno
Dos cosas hay que conducen al desencanto, el sufrimiento y el escepticismo: la muerte de los paraísos de la infancia y comprobar que es un espejismo la persona en la que has creído ver una breve encarnación de ese paraíso: la amada, el hijo, el héroe, el arte.

Dos
Un libro es bueno cuando quien inicia su lectura la termina sintiéndose más digno, más noble, más consciente, más sabio.
Un lector es malo cuando, tras leer tres o cuatro líneas, no se da cuenta de que lo que lee no debiera haber sido escrito. 

martes, 26 de abril de 2016

Lecturas imprescindibles (20): Hamlet

Monólogo

¿Quién, si observa su existencia, no lamenta que la indecisión retrase o aniquile sus actos? La duda, el dilema ante lo más elemental se convierte en la rémora que nos impide elegir con determinación y acierto, pues siempre hallamos justificaciones para aplazar la acción. Pues bien: Hamlet es el paradigma de la duda, el dilema, la indecisión, el "ser o no ser".
     Me parece acertado resumir el personaje de Hamlet con el verso "la reflexión conduce a la inacción", aunque se aclararía más si dijera el exceso de reflexión -la indecisión-, puesto que hace dudar y anquilosa los actos. En mi opinión, la duda irracional provocada por el exceso de razonamiento y turbia lucidez convierte a Hamlet en uno de los primeros seres existencialistas.
     Tal vez, así como El Quijote es la novela por antonomasia,  sea Hamlet la obra de teatro por excelencia. Quien no consiga verla en el escenario o rehúse leerla, acérquese a la versión cinematográfica de 1948 dirigida e interpretada por Laurence Olivier: Además de una excelente interpretación, el texto, si no me miente el oído, es una buena versión en verso, hecha por Moratín (no he podido comprobarlo).
     De lo que hay pocas dudas es de que Shakespeare es el mayor creador de caracteres emblemáticos y el más vivo de todos los creadores literarios. Ahí están, en la vida real, para atestiguarlo, todos los Otelo, Shylock, Romeo, Julieta, Ricardo, Macbeth... del mundo. 
      Lecturas imprescindibles

Lecturas imprescindibles, 1

Lecturas imprescindibles, 2 (Orwell)

Lecturas imprescindibles, 3 (Saint-Exupéry)

Lecturas imprescindibles (17): Dorian Gray

lunes, 25 de abril de 2016

Nostalgia






Recuerdo aquellos años en que el tiempo era un mar
sosegado y fulgente, igual que un alma limpia
de maldad y arrecifes contra los que estrellarse.
Tu sonrisa era un suave vendaval de alegría
que oreaba mi vida y me empujaba al puerto
de la quietud soñada. Cuánto amor en la noche
y cuánta luz el día. Todo era edén dorado
prometiendo futuros. 
                                         Pero el tiempo abrasivo
destruye las estatuas. Oigo aquellos arpegios
entre riscos y sombras de un crepúsculo
que camina a la noche; y me pregunto dónde
se refugian los sueños para ir a rescatar
aquella dulcedumbre que hoy es solo nostalgia.

domingo, 24 de abril de 2016

Don Quijote Cervantes Saavedra

Massenet: Don Quijote y Dulcinea



Uno de los hombres que mejor ha comprendido el mundo fue también uno de los más incomprendidos. Vemos a quienes nos rodean hacer cosas cotidianas, simplemente propias de un hombre -o una mujer- común; y nada grande suele haber en ello. De los héroes históricos, artísticos, cinematográficos... tenemos solo las referencias instantáneas escogidas por los creadores de mitos: y, como en la fascinación del enamoramiento, estas se convierten en falsa identidad de esos personajes a los que engrandecemos desde ellas.
     ¿Qué podía esperarse de un "manco" fracasado en el teatro, soldado viejo y recolector de impuestos del Estado por caminos polvorientos? ¿Qué podía hacer de heroico un ingenio "avellanado y seco" como el suyo? Sin embargo ahí estaba, a principios de enero de 1605, un volumen de 664 páginas a un precio asequible de 298 maravedís y medio (tres euros de la vida actual). En esas páginas, de inmediato éxito, el lector halló motivos de risa y nada más: porque intentar hacer justicia en el mundo es cosa de locos. ¿Quién iba a ver que El Quijote es una de las enciclopedias más grandes del saber humano? 
    Cierto es que, a veces, ni siquiera los gigantes se reconocen entre sí. Prueba de ello es que el mismo Lope se burló de la obra diciendo que solo podía gustar a los necios. Lo prueba asimismo  la descalificación que de Bécquer hicieron sus coetáneos tildando sus rimas de “suspirillos”. Y el menosprecio que Mozart y Goethe mostraron a Beethoven; o la ceguera de Gauguin ante la pintura de Van Gogh; o las luchas literarias entre autores de todas las épocas, a veces por envidias y otras por oponerse, aparentemente, unas poéticas a otras: como si no fueran todas una búsqueda de la definitiva. Castillejos no alcanzó a entender la grandeza de Garcilaso y Boscán; Lope, que buscaba hacer realidad su criterio de "poeta científico" no podía ver con buenos ojos a Góngora, verdadero creador de un lenguaje lírico -y "científico"- en las “Soledades” y el “Polifemo”; Quevedo demostró su mala prez al comprar la casa en la que vivía Góngora solamente para echarlo de ella...      
     Así que, como los genios que viven a nuestro alrededor no nos lo parecen, una vez más fueron los extranjeros quienes nos mostraron la grandeza de Cervantes. Algunos alemanes del XVIII, con la justicia que solo nace de la falta de intereses creados y la ausencia de chovinismo, comprendieron la estatura intelectual y emblemática del personaje cuya obsesión es ayudar al débil, más allá de la humorística sarta de aventuras que supone su fracaso. 
     Y ahí sigue Don Quijote, con su voluntad empecinada, triunfando sobre los molinos disfrazados de gigantes, aspirantes al poder y prisioneros de su indecisión: en sus páginas viven más de trescientos personajes y miles de conceptos para todos los gustos: los idealistas hallarán en Sancho un contertulio que les haga poner el pie en la tierra; los realistas disminuirán su materialismo al compás de Don Quijote; las feministas hallarán premisas para sus intereses en el episodio de Marcela (Parte I, cap 11-13); los amantes del amor encontrarán piropos por doquier; los celosos tal vez dejen de serlo con El curioso impertinente (I, 32-35); los jueces aprenderán de la sensatez de Sancho durante su estancia en Barataria (II, 45); los contadores de chistes se solazarán a cada paso, y los amantes de las gorrinerías verbales admirarán el episodio más guarro sin una sola palabra porcina en la aventura de los batanes (I, 20); quienes creen que los consejos son buenos, aunque pocos los sigan -porque solo aceptamos los que nos dicta nuestra experiencia-, agradecerán una breve y sabia colección (II, 42-43); aquellos que admiran el verdadero valor lo encontrarán en Roque Guinart (II, 60) y en las palabras del vencido Don Alonso Quijano en las playas de Barcelona (II, 64); los descontentos de la sociedad comprobarán que cualquier tiempo pasado fue igual, si no peor; quienes necesitan cambiar de libro constantemente, o leen varios intercalando unos con otros, hallarán, en uno solo, una novela de caballerías, otras moriscas, picarescas, amorosas... 
     Compendio, como digo, del corazón humano y la razón social es El Quijote. Y ahí continúa el personaje: esperando que, como él, los estrategas de la sociedad den su vida por los débiles simplemente haciéndoles justicia en vez de ser solidarios y altruistas solamente consigo mismos.


sábado, 23 de abril de 2016

Los versos de Trovadorius (IX)


Los versos de Trovadorius (I)

Los versos de Trovadorius (VI)


El carbono 14 no ha conseguido fechar esta supuesta lectura de Trovadorius. 


XXXVI.- El horizonte
Has pronunciado "ayer" y he oído "adiós",
como si el pentagrama del crepúsculo
y el viento en las palmeras
entonaran un fúnebre epitafio.
No me digas "ayer": no existe el tiempo
entre nosotros, y las despedidas
son para las gaviotas de la tarde,
que van y vienen siempre de regreso
al mismo punto cardinal. No digas
"adiós": entre nosotros
siempre es hoy porque vamos y volvemos
del amor al amor
interminablemente.


XXXVII.- El beso
Me has besado, amor mío, frente al mar.
Yo miraba el azul del horizonte,
donde el cielo se adentra en el océano,
y la fascinación me distraía
de ti. Ha sido entonces
cuando tu boca me ha sorbido como
el mar absorbe el cielo.
Y he pasado de un paraíso a otro.
"Que este beso perdure", dices. Pero
un beso solamente dura
el instante en que dos bocas se unen,
y la nostalgia solo
demuestra que no hay vida en el presente.
La levedad del viento de la tarde
expande su fugaz melancolía,
y las olas reclinan su tristeza
tendidas a tus pies.
"No dejes de besarme nunca", he dicho;
pues la nostalgia mata lentamente.


XXXVIII.- El faro
El faro es una torre en cuya cima
arde el fuego metálico.
Peldaños de azabache y abrasión
trepan el caracol marmóreo, giran
como un chorro de piedra megalítica.
El rocío del mar
al estrellarse en el acantilado
salpica el aire, deja
su salitre en el rostro.
El faro es una brújula varada
que orienta hacia los cielos. Cuántas veces
he subido en la noche, cuando alumbra
la oscuridad
por si al fin, algún día,
pudiese ver a Dios.

viernes, 22 de abril de 2016

El sueño de la Humanidad (Lecturas imprescindibles, 27)


Strauss: Muerte de Don Quijote


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Don Alonso Quijano El Bueno


     Afortunadamente, los verdaderos bestsellers no los crea la cantidad de lectores coetáneos de su autor, sino los que suman los siglos: aquellos que leen algo más que palabras y encuentran trascendencia en su decir. ¿Por qué es Don Quijote uno ellos?
     Porque lo que pretende Don Alonso Quijano El Bueno es realizar el sueño de la Humanidad: establecer un orden social justo y solidario tratando de convencer uno a uno a cuantos corrompen la convivencia con su comportamiento. Don Alonso es un hombre que vive en una sociedad injusta, y la integridad propia que pretende trasladar a los demás es lo que queda más allá y a pesar del humor y la tragedia de su fracaso. Su error, visto desde hoy, consiste en tratar de imponer la justicia por la fuerza, aunque ese fuese el único medio en un mundo en que eran necesarias Armadas Invencibles y batallas de Lepanto. Y por eso don Alonso se convierte en Don Quijote. Era el método ancestral de la guerra -hoy superado solo en teoría-. (El propio Cervantes consideraba su mayor gloria haber perdido el uso de su mano izquierda como consecuencia de tres arcabuzazos defendiendo la cristiandad).  No obstante, pocas dudas hay de que el libro es el arma más pacífica y que más territorios mentales ha conquistado. 
     Esa nobleza de carácter y de pacto consigo mismo -ayudar a los demás- es lo que ha visto la Historia en el hidalgo. Y así, innumerables son los autores que han mezclado su sangre con la cervantina y han tomado su obra como fundamento de la suya. No es casual que El Quijote haya servido de inspiración a centenares de creadores. Basta citar a Defoe, Fielding o Dostoiewski. Nada más que en el siglo XVII hay, al menos, 35 obras teatrales inspiradas en él. Tal vez sea Richard Strauss, con sus Variaciones sobre un tema caballeresco quien mejor lo ha recreado. Telemann, Purcell, Salieri, Paisiello, Massenet, Mendelssohn, Ibert, Ravel... compusieron suites, óperas, canciones basadas en sus textos. Rafael GilOrson Welles, G. W. PabstPicasso, Dalí, Daumier... dibujaron su rostro y sus hazañas. El tiempo, que es el único filtro que impide el paso a los embaucadores y convierte en clásicos a los íntegros del arte, ha hecho de Cervantes un hito en la Historia.
     Sin El Quijote -la novela más moderna e innovadora de cuantas conozco- el decurso de la narrativa universal no hubiera sido el mismo. Los autores hubiesen seguido otro rumbo, los lectores no hubiesen reaccionado como lo han venido haciendo, la sociedad, falta de esa reacción determinada, sería diferente. Estaríamos, como digo, en otro universo social. Y eso convierte El Quijote en imprescindible para la comprensión de la Historia y el hombre actual.
     ¿Sin embargo, por qué es tan poco leído hoy? Porque ningún consejo es peor, para aborrecer una lectura, que el de imponerla. Y ahí radica el hecho de que pocos conozcan El Quijote: su imposición en las aulas como lectura obligatoria en una enseñanza igualmente obligatoria y minusválida que invita a rechazar la lectura y el estudio.         
     Una obra no es válida porque esté bien escrita, sino porque su buena escritura descubre un paradigma humano universal. Y esto no ocurre, por ejemplo, con la historia de un “poeta enamorado de un burro” (que eso es Platero y yo), por mucho que los pedagogos se empeñaran hasta hace poco en elevarla a las alturas "por su prosa exacta y limpia". Pero la historia del hombre bueno que quiere hacer el bien y es el propio mundo el que se lo impide -porque este desconoce la bondad- sí es familiar y esencial al ser histórico. Tanto que es la divisa y herencia de Sócrates, Buda, Confucio, Jesucristo… 

jueves, 21 de abril de 2016

Tres en raya

Guridi: Una aventura de Don Quijote


La magia de los libros que son mágicos consiste en que transforman al lector, y, cuando el libro acaba, su lector es un ser renacido, con una visión nueva que le hace comprender mejor el mundo. 
     Y como si alguna nueva luz lo iluminase e iluminara la naturaleza, es todo transparente y se descifra un misterio, un sinsentido, el bosque de la creación, su laberinto. 
     Así, la Biblioteca Imprescindible Universal otorga la fuente de la eterna juventud y la clarividencia: el manantial en el que bebe el hombre y que sostiene la fruición de la Historia, la noble epifanía del saber, el único equipaje indispensable que, como excelso báculo, atempera la búsqueda infinita del hombre por hallar su identidad.
     Si yo hubiese de calificar solamente tres libros con las palabras anteriores, esos títulos serían La Biblia (una epopeya), Don Quijote (un poema lírico en prosa narrativa) y ese otro título dividido en muchos títulos al que llamamos Shakespeare (el rostro del teatro). 
     Con ellos tal vez soportaría veinte años en una isla desierta: siempre que en ella ya hubiese -olvidado tal vez por otro fugitivo del mundanal bullicio- un ejemplar del Robinson Crusoe (el primer autosicoanálisis).

miércoles, 20 de abril de 2016

Pendientes de otros fallos


Ravel Cantinfleado


Muchas circunstancias dañan a los buenos libros; pocas como los malos editores y los excesivos concursos literarios. Los malos editores porque quieren éxitos de ventas, no de calidades literarias; los concursos porque, salvo excepciones, suelen tener jurados incultos en las artes, o poco versados en ellas; además, porque exigen libros inéditos, con lo cual los autores se ven obligados a procrear incesantemente malos escritos para alcanzar algún premio en la incesante lotería que promueven. Así, entre la famamundia, la editoralancia y la escriturería simplemente se consigue malversar la escritura. 
     Con lo fácil que es premiar y editar aquello que es meritorio: aunque un libro fuese premiado en 20 concursos, serían 20 criterios de 20 jurados lo que garantizaría mínimamente la seriedad de un premio y la calidad del autor. No se escribiría para concursar y desaparecería una buena parte de la "literatura" que no debió ser jamás escrita o, al menos, publicada.

martes, 19 de abril de 2016

Legislar desde una encuesta


Ketelbey: El santuario del corazón



Alejandro Magno llevaba consigo siempre las obras de Homero. Napoleón fue un estudioso de Platón y Rousseau. Nelson Mandela leía en cautividad a Shakespeare. Einstein fue un gran admirador de Kant. Orson Welles era un enamorado de Don Quijote... 
    No sé qué leen los políticos actuales, además de encuestas maquiavélicas y sicogramas de votantes para apropiárselos mejor. Algunos leen teleseries y escriben sus desmemorias. Sin duda, deberían conocer al hombre, no solo a las multitudes. Y algo aprenderían nuestros políticos leyendo los consejos de Don Quijote a Sancho Panza cuando este va a gobernar la ínsula Barataria (capítulo XLII, Segunda Parte).
      Como digo, el político es un lector de encuestas, que son las lecturas más perecederas y deshumanizadas que existen. Luego todos predican lo que Sancho Panza cuando quiere ser gobernador de su ínsula: "yo me siento con fuerzas de saberla gobernar tan bien como cualquier otro" (I, 10). Eso: como cualquier otro: como si el gobernante no debiera estar mejor preparado que la mayoría. Y tal vez el ciudadano piense de más de cuatro aspirantes lo que Don Quijote dice sobre Sancho: "temo que no ha de tener habilidad para gobernar su estado" I, 50). 
     Difícil tarea la de diseñar una sociedad en la que todos gocen y nadie sufra. El mundo está en la calle; pero la mente de quienes están en la calle está recogida en los libros.  Lástima que los gobernantes, cuya primera misión es la de erradicar la ignorancia, ignoren la cultura. Cuando se piensa en organizar la sociedad enseguida nos vienen a la mente tratadistas sociales, políticos, filósofos, historiadores, novelistas, músicos, pintores, poetas… todos aquellos que constituyen el corazón delator de la Humanidad. 
     Pero de nada sirven las opiniones de los soñadores de mundos si quienes los pretenden legislar no están dispuestos a aprovecharlas en su beneficio. ¿Y no son válidas las opiniones históricas que siguen vigentes por sus certezas? ¿Cuántos políticos conocen en profundidad no solo los grandes libros sino las utopías de Agustín de Hipona, Campanella, Tomás Moro, Bacon… para intentar practicar lo que de realizable hay en ellas? Y cuántos se han detenido en las distopías de Swift, Orwell, Huxley, Bradbury... para evitar los peligros de una sociedad que se desea cambiar? Finalmente: ¿No es El Quijote la mayor utopía de la que aprender convertida en la más real distopía que evitar?
     La magia de los libros que son mágicos consiste en que transforman al lector, y, cuando el libro acaba, su lector es un ser renacido, con una visión nueva que le hace comprender mejor el mundo. ¿Y no es la misión del gobernante conocer bien el mundo para transformarlo mejor?

lunes, 18 de abril de 2016

LA CONSTRUCCIÓN DEL ROMANTICISMO (Lecturas imprescindibles, 27)


La construcción del Romanticismo




Poesía del Romanticismo. 
Antología

Ángel Luis Prieto de Paula

Cátedra, 2016












            La labor del antólogo.- Grande es la responsabilidad de todo antólogo, puesto que tras su antología muchos autores serán los que queden postergados y algunos los que sirvan de semilla para los nuevos escritores. 
     Por eso, en un elocuente discurso sostenido por la erudición y aproximado al lector con clara exactitud, Prieto de Paula -acotador en otros libros de otros momentos de la poesía española- ha profundizado en la identificación del Romanticismo, sus raíces, polémicas, orígenes y metas, y su paseo como un guerrero conquistador de los criterios europeos; y en ello y sobre ello se detiene y explicita: los factores históricos e ideológicos, la presencia del barroco, la visión romántica de lo español, los grandes autores extranjeros (Rousseau, Wordsworth, Byron, Shelley, Keats, Goethe, Schiller, Novalis, Chateaubriand, Victor Hugo…)… Guerrero poemático es el Romanticismo, que conquistó o sedujo la mayoría de las plumas de su tiempo y plantó sus predios para cuantos vinieron después, de manera que aún pervive en la conciencia o substrato de la pluma universal. Después trata de su afianzamiento en España, entre 1834 y 1844.

    
Keats
Para configurar una imagen cabal del Romanticismo españ
ol, Prieto de Paula haescogido un amplio muestrario de poetas; y así, poemas de diferente estirpe recorren esta selección, a fin de dar una imagen totalizadora: los bien trabados y los menos, los grandes y medianos y los chicos, con lo que viene a recordársernos que nuestro Romanticismo, aunque sin las altas figuras europeas, no lo conforman solo Espronceda o el tardío cquer. Leemos en la página 80: "Es esta una selección de poetas y, secundariamente, de poemas. Y trae a 24 poetas españolesque suscriben de diferentes modos los principios irrenunciables del yo a la hora de mostrar su identidad, que es la escritura.

            La construcción del yo.- Si hay un punto de convergencia de las distintas tentativas poéticas por hallar una dicción definitiva, ese es el Romanticismo. El romanticismo sentimental inherente al hombre crea, por fin, el Romanticismo literario. Distinguir entre ambos es cuestión de fechas y estéticas.
     El Romanticismo es el movimiento poético en el que confluyen los anteriores y desde el que fluyen los posteriores. La antigüedad clásica mostró, conProtágoras, que "el hombre es la medida de todas las cosas", y el Renacimiento lo aplicó rechazando el teocentrismo y predicando la identidad antropocentrista, que, llevada a su extremo individualizador, se concreta en el yoísmo subjetivo, para el que y desde el que todo es autobiografía síquica, hasta el punto de que concebirá el irracionalismo surrealista como una apertura de las compuertas del subconsciente, donde subyacen los infiernos y los paraísos: los plantos y las odas.

Quevedo
     Siguiendo a Rubén Darío, "¿quién que es no es romántico?". Y entonces, ¿quién negará queQuevedo es un romántico sentimental y existencialista, aunque no literario? ¿Y que El caballero de Olmedo, de Lope, con su mágica indefinición, alimenta el substrato fantaseoso del Romanticismo español? ¿Y que El esclavo del demonio y El mágico prodigioso (Mira de Amescua,Calderón), con su belleza disuelta en esqueleto (Lope: “resuelta en polvo ya, más siempre hermosa…”) no anticipan la disolución final de El estudiante de Salamanca y del Tenorio deZorrilla? ¿Y que la duda metafísica de Hamlet -y todo Shakespeare-, que tradujoMoratín, es una búsqueda del yo, cuyo atavismo guadiánico a lo largo de la Historia eclosiona y hace aquí su emerger definitivo?

     En el Romanticismo no nace el hombre, pero sí el individuo, extendiéndose alyo femenino: Mary Wollstonecraft, Mary Shelley, George Sand, George Eliot, Carolina Coronado, Rosalía de Castro… La sustancia interior se impone a la circunstancia exterior, y lo que era imitación de la Naturaleza pasa a ser confesión de la naturaleza íntima. Hasta entonces predominaban las circunstancias, orteguianas o no. Ahora es el yo el que devora o diluye todo su alrededor para elevarse como demiurgo de la vida y la escritura. Es la detonación de la antedicha sentencia de Protágoras. Cierto que el Romanticismo empieza por ser “la medida” y desmedida del yo, como lo empiezan siendo sus sucesores el surrealismo y etcéteras. Pero es el yo romántico el que indaga introspectivamente (ya lo hicieron Petrarca y Garcilaso¿y qué es el Robinson Crusoe  de Defoe sino un largo monólogo escindido alrededor de la soledad del individuo, acosado por las circunstancias? No en vano lo recomendó Rousseau) y abre la puerta para la 
Goethe
exaltaci
ón lúgubre o entusiasta de los sentimientos, partiendo de un convulsionismo emocional desterrado por el mundo de las luces. Cierto es también que no es ajeno el sensorialismo de Lockeni el Werther de Goethe, al liberar la expresión de la intimidad de sus ataduras convencionalistas. Pero igualmente cierta me parece -además de Rousseau, o el yo asaltador de la Bastilla, o Chateaubriand y Hugo- la intervención del elemento artístico, sobre todo la música, cuando se decide a mostrar el confesionalismo autobiográfico sentimental en un auditorio multiforme y fácilmente moldeable: como bien recuerda el prologuista, innegable, y constatable, es la presencia del liedalemán en Ferrán y cquerY aquí quiero detenerme: si es cierto que Mozart fue el primero en poner el corazón dentro del pentagrama y sobre el teclado, no lo es menos que K. F. E. Bach ya había adelantado que "se debe componer con el alma, no como un pájaro amaestrado"; por eso, según su amigo el crítico Schubart, sus obras son "el desahogo de un corazón". Mozart inició la liberación del yo artístico, luchando por dejar de ser un criado, como Haydn. Fue Beethoven quien lo consiguió. Solo desde esa autoafirmación puede entenderse la imposición soberbia del wagnerismo y su poco encubierto autorretrato en el Tristán e Isolda.Los mismos Beethoven y Wagner asedian el yo erótico y lo trasmaterializan y trasvasan cuando, refiriéndose A la Amada lejana y a Matilde Wessendord,dicen, respectivamente, “mi yo, mi todo” y “ya Tristán es Isolda…” (prefigurando este el “yo es otro” de Rimbaud). El triunfo de la sensibilidad pulimentada por la inteligencia de esta trinidad musical (Mozart, Beethoven, Wagner) significa el del Romanticismo y el del rechazo de la inspiración como deidad, para ser definitivamente el de la voluntad y el canon elegido. Tal autobiografismo síquico alcanza a la Patética de Chaikoski y al -nacido como imposición terapéutica- Concierto nº 2 de Rachmaninov, y ha pasado a ser el mayor arbotante constitutivo del acerbo del poeta de los últimos siglos. Sirva, tal vez, otro ejemplo: en el impersonalmente aséptico don Juan de Tirso y Moliérese incrusta el autobiografismo sentimental de Mozart al pergeñar en Don Giovanni la figura del autoritarismo paterno, cuya identidad religiosista y milagrosa es similar a la del Don Juan de Zorrilla.      

    Tras el edén del yo.- Toda escritura -todo arte- es la construcción de un yo egregio y perdurable alternativo al de esta vida. Noble engaño, y fatal desengaño, el de ese yo. Conduce a la ilusión del paraíso en la tierra, entrevisto por los creadores de utopías -San Agustín, Campanella, los optimistas de la razón... -. Ya Cristóbal Colónhabía creído encontrarlo ante la desembocadura del Orinoco. Don Quijote lo configura en suDiscurso de la Edad de Oro. La isla feliz del jardín de Epicuro, Platón o Aristóteles continúa enUtopía, Robinson o el Emilio, siempre a la sombra del paraíso bíblico, o el Shangri-La budista. El protagonismo de la individualidad ideal y edénica se extiende de lo personal a lo colectivo, reclamando la libertad personal y el yo de los nacionalismos, y el criterio del yo soy yo contra todos supone la enemistad del academicismo o lo establecido, convirtiendo así la espontánea y natural mismidad en heroicidad, puesto que mundo e individuo solo coinciden en que se oponen, y la autosuficiencia es un rechazo de la sociedad y la asunción de sus consecuencias. Las guerras interiores y exteriores (marginaciones, luzbelismos, edenes, desencantos, funebridades, suicidios...) ingresan en la vida y en la obra, de modo que se unen vida y literatura hasta el punto de que esta pasa a ser la única identidad de aquella. 
   
 El naufragio del yo.- Pero la afirmación de Leibniz de que este es "el mejor de los mundos posibles" pronto sería materia de burla en el ndido de Voltaire. ¿Cómo no oponer un paraíso a la ausencia de edenes que significaba la muerte de Dios o de los religiosismos, que ya afronta Jean Paul (p 48)? Ello empuja al desencanto y la mirada trágica y suicida -Cadalso, Novalis, Larra, Schumann(tan admirador de Jean Paul)... -. Frente a la mencionada afirmación de que “el hombre es la medida de todas las cosas” vencería el maleficio de Plauto / Hobbes: "el hombre es un lobo para el hombre", sobre todo para sí mismo, porque siempre el infierno acaba devorando al cielo. Es el yo buscador de identidad y paraísos, que ya aparece en el primer poeta antologado, Martínez de la Rosa: "¿No me basto a mí mismo?", dice; y en esa búsqueda del yo paradisiaco se contesta con otro de los temas fundamentales, el desengaño del vivir, el naufragio del yo: "... en vez de flores encontré un desierto" (p. 91). Este es el destino del héroe byroniano, gozador y sufridor de sus sueños y sus desengaños. Por una parte Young y Novalis son voceros de lo elegíaco, y Noches lúgubres de Cadalso planta su fúnebre mirada, que llegaría hasta El estudiante de Salamanca esproncediano; por otra, el Preludio de Wordsworth paisajearía el canto luminoso hasta el Himno a la alegría y el Himno al sol, de Schiller yBeethoveny de Espronceda.
   
Góngora
La razón discursiva.-Ahora bien: una cosa es sentir con abundancia y otra abundar en el conocimiento de las formas expresivas para que sea la contención dictiva la que hilvane el poema y no la riada emocional, proclive a la oratoria. La escritura poética, la poesía -el arte en general- es la búsqueda de un lenguaje capaz de revelarnos la sustancia de la verdadera realidad: la que nos hace sentir vivos y revivir a los demás. (¿No fueGóngora uno de los primeros en conseguir que la lírica sea un idiolecto de la lengua?). El yo sentidor necesita otro yo reflexivo para construir entre ambos una lírica elocuente, no glosolálica (porque el hombre es “la medida”, no la desmedida). Se necesita, pues, una razón pulimentadora que amaine la pasión verbalista: uncorazón reflexivo y una razón sensitiva. Premisa para ello pudo ser la contención autorrepresiva del enfatismo sentimental del dieciochismo. Poe, en su todo de composición, predicaba la necesidad de someter la pasión verbalizadora a la razón pulimentadora, cuestión que aprendería tal vez de Wordsworth (“la poesía es emoción recordada en la tranquilidad”) y que seguiría cquer, ("cuando siento, no escribo"), llegando hasta Valéry (“lo espontáneo no me parece bastante mío”) y "la gracia y la técnica del esfuerzo" de LorcaEs esta razón discursiva, conciliadora de pasión y contención, la que late y va timbrando “el camino hacia Bécquer” (p 69), que es tanto como alfombrar los de A. MachadoJRJ.

     En resolución: Toda selección implica borrar parte del pasado y sembrar para el futuro, ya que cada lector lee el presente formulado en cada antología. Son muchas las recopilaciones que recogen lo mejor de cada poética, siglo, o milenio. Al final lo que queda es el poema de validez universal, al margen de erudiciones, estéticas y demás paraninfos aclaratorios; pero para ello es preciso, primero, engolfarse en el pajar a fin de encontrar la aguja; y eso, desde el conocimiento exhaustivo del recopilador, y con vocación de selección definitiva, es lo que se hace en esta Poesía del Romanticismo. La unión de estudio introductorio -como marco troncal que sustenta y explica la existencia de un canon- y la subsiguiente antología -que lo ejemplifica en España- hacen de este un libro imprescindible para el estudioso y pertinente para el lector común.
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                                                La Galla Ciencia
Antonio Gracia