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martes, 28 de febrero de 2023

Discurso de las armas o las letras.


Shostakovich: Sinfonía nº 7

Salió a buscar cualquier libro que le dijese algo que aún no conociera. Hay tantas cosas que desconocemos. No pensaba en erudiciones científicas o artísticas, sino en esas pequeñas o grandes cuestiones que, al comprenderlas, nos ayudan a aceptar la vida, el sinsentido de existir. 

Desde un balcón de mármoles y flores lo miraba un mirón enriquecido, mientras en la otra parte de la calle sollozaba un mendigo esperando una dádiva.

¿Está la vida en los libros o es esta inapresable en un cuadro, una música, un poema?

Camino de la librería oyó los aullidos de una procesión de ciudadanos exigiendo derechos, con voces menos moduladas y más estentóreas que las que teje una pluma sobre un libro. 

Allí, en medio de la manifestación, había sangre latiendo y carne de vida, y aquel río en desorden era manantial de existencia, ruido de muchas hambres, sed de evitar sufrimiento cotidiano, no solamente abstracto o metafísico.

¿Qué hacer? ¿Pertenecía él al rango de los contemplativos desde su íntima azotea, al de los mendicantes de respuestas o al de los que se convierten en preguntas y respuestas vivas? ¿Seguiría su camino rumiando las palabras que buscaban transformarse en un poema apresador de existencia?

Entró en la muchedumbre y anudó su mano a las que se aferraban a una de las pancartas de estruendosa caligrafía.


lunes, 27 de febrero de 2023

Aviso de caminantes.

Aviso de caminantes





Un libro es igualmente bueno o malo con un premio o sin él. Lo malo de los concursos literarios no es perderlos (en el más noble de los casos, al ganador lo elige el azar: porque es probable que perdiese el premio con un jurado de distinto criterio). Lo peor es que te roben: que te roben los versos, los temas, el lirismo, la perspectiva, las imágenes: los jurados suelen estar formados por poetas, y algunos encuentran su mejor inspiración en los originales que examinan. Les pasa como a aquel profesor universitario que pedía como trabajo final el estudio exhaustivo de un soneto del Siglo de Oro. Algunos años después uno de los alumnos se encontró con un libro en el que se analizaban precisamente los sonetos áureos. Después de la sonrisa por la constatación del robo plagiario y la traición, concluyó que aquel sobresaliente inmerecido -porque al alumno le interesaba la poesía pero no las clases- no había sido suficiente regalo.


sábado, 25 de febrero de 2023

Marisol González Felip: Libro de los anhelos.

Bach-Marcelo: Adagio

Libro de los anhelos 
Diamantes para la plenitud o la desnudez del espíritu
Marisol González Felip
Lletres valencianes, 1999, XXXIII


En un primer acercamiento a este interesante libro percibimos que nos hallamos ante una voz extraordinariamente transparente, con un oficio poético bien forjado, que es capaz de comunicarnos un microcosmos en el que, desde un principio, nos reconocemos y nos autoubicamos.

Antonio Gracia, en este Libro de los anhelos, nos muestra la experiencia de un yo poético por el que se expresan las huellas borradas de una experiencia repleta de trascendencia, sensualidad y erotismo.

La capacidad metafórica del autor nos impresiona desde un primer instante -nos atrapa deliciosamente-. No hace falta pasar muchas páginas para darnos cuenta de que estamos ante un poeta con mayúsculas.

La vivencia erótica del protagonista constituye una sublimación de su existencia, la respuesta a las incansables preguntas del héroe en su camino, que es la vida, y a veces la pregunta de sí mismo: cuando tu luz me invade y yo te alumbro / el cuévano en tu pubis se dilata / como nueva eclosión del universo. / Inundado por ti siento el latido / del océano, ruedas por mi sangre / y el vendaval de la lujuria estalla.

Los versos de Gracia logran hacernos alcanzar el sentido de lo auténtico, convergen en una realidad cercana al lector o lectora, nos seducen sin respiro a lo largo de los más de cincuenta poemas de que consta el libro. Hay en tus labios bálsamos,/ frutos y laberintos,/ te persigue el océano amoroso, / la lluvia interminable te persigue./ En tus ojos la noche / se llena de caminos. / Mientras gira la luna,/ doblándose en tus senos,/ tu cabello derrama su azabache / sobre mi rostro. / Y el mar emerge su desolación.

La anécdota amorosa sirve a Gracia para expresar los más recónditos interrogantes del ser. El autor se construye con un lenguaje sencillo e inteligible un universo para explicarse. Cada uno de los poemas aparece ante nuestros ojos y nuestro intelecto como un diamante recién extraído de la tierra que brilla con luz propia: me muerdes con tus labios lentamente / y te detienes en mi sexo./ El firmamento, entonces, / se llena de diamantes.

El camino que recorre Antonio Gracia en su texto tiene como meta la identidad: Sobre tu cuerpo escribo con mi cuerpo / el gran poema de la identidad. 

Como en la culminación del acto amoroso el poeta se halla a sí mismo al final de los versos. El autor establece logradas analogías entre la vivencia erótica, sensual y amorosa del individuo, y el trasluz de su ser a través de la vivencia poética. Es precisamente por eso por lo que el poemario atrae el interés del lector desde un primer momento. Nada de lo que dice Gracia nos es ajeno: los lagares del ansia calman sus plenitudes, /enrejados fantasmas se desvisten su magia, / y el piafar renovado pone música frágil / en la escultura inquieta que la noche renueva.

El libro de Antonio Gracia es, después de todo, una apuesta valiente por el amor. El amor acompaña la andadura del hombre, que se reconoce fieramente humano a través de las palabras y débilmente fuerte en la experiencia: Amo el temblor rosado de tu boca / y el crepúsculo azul de tu mirada. / Amo la luz carnal que te ilumina / cuando te arrojas como un puma alegre/ sobre mi cuerpo ansioso de tu cuerpo./ Amo el sudor de miel que nos lubrica/ y la erosión constante de la piel. / Amo tu desenfreno y mi arrebato/ cuando, tendida, te abres como un libro/ y esplendes como un saurio,/ y cuando giras lúbrica y te ofreces... 

Como nos dice el título de la última parte del poemario, es este un libro de búsqueda infinita: Todo lo que yo soy está dormido / en los prados azules de la infancia... A través de la memoria el autor pretende desvelar el inquietante misterio de la vida, comprender lo que se fue y lo que se es, entender cada latido, el gozoso estallido del hombre y la huella fría de la pena: otea la memoria sus orígenes / y al escribir la pluma inventa / lo que fuimos, da fe de la existencia. El ejercicio de escritura que alberga el Libro de los anhelos nos da la clave para interpretar la poesía en su esencia más pura y más trascendental. El verbo del poeta nos cautiva y nos introduce en una travesía cómplice de la propia vida. Las palabras actúan a lo largo del libro como potentes espejos sonoros en los que nos autoreconocemos, y es precisamente la fuerza de esa palabra desnuda la que nos dibuja un horizonte de plenitud que podemos saborear en cada una de las sílabas, una aureola de luz y una fusión del espíritu; el poeta y la palabra se confunden a menudo y nos suenan como una misma cosa, diamante en la desolación. 

Asistimos a una verdadera epopeya interior de la que no resultamos indemnes: hay un orgasmo místico en naufragio / y la voz escondida / grita hacia adentro su canción: el cielo / estalla azul sobre los mares íntimos,/ el árbol se cimbrea, las antorchas / irradian mansedumbre, la tristeza/ transustancia sus lágrimas,  los pájaros / invaden el instante, la existencia / se llena de quietud. 

Después de leer el Libro de los anhelos de Antonio Gracia el lector/a puede presentar signos de una especie de embriaguez sensorial, quizá algo de lo mucho que Violeta Parra quiso decir en su bella canción "Gracias a la vida", acaso una profesión de fe en la escritura, en su vertiente redentora y en su vertiente de anhelo: la vida que, hostigada por la muerte,/ renace en el amor, / esparce esporas por la sangre, liba/ besos enajenados y profundos,/ envía labios hacia el infinito,/ embaraza de luz la eternidad./ La escritura no puede sino ser/ serena plenitud/, un consuelo para el desasosiego/ del hombre. 


viernes, 24 de febrero de 2023

José Cantero: En nombre de la luz: guía de orquesta...

Huerga y Fierro. Signos
Antonio Gracia
EN NOMBRE DE LA LUZ
Introducción Á. L. Prieto de Paula

Antonio Gracia
En nombre de la luz
Huerga y Fierro, 2023

Cinco secciones estructuran esta singular obra, que, en realidad, está formada por dos libros o conjuntos -¿más atados que unidos?-, flanqueados por un prólogo y un epílogo sobre el autor y del autor.

Nada más entrar en la primera sección ("En el Origen"), el lector se halla en un mundo ajeno al que suele encontrar en la poesía de estos tiempos, visionaria y temáticamente extraña, incluido el léxico -desmesurado a veces-, que no sabe si calificar de excesivo o imprescindible para decir lo que se dice. 

La segunda sección ("Amanecer en la noche") es en sí misma un libro autónomo, una historia de progresivo amor y mansedumbre  existencial que avanza con una dicción clara, y que se apoya en el visionarismo de la primera sección. La claridad expositiva y de lo que se expone emerge como fuga de la amenaza de un mundo enfermo apenas aludido. Uno siente a veces que este apartado sereno y transparente merecía haberse publicado independientemente. (Desde luego, yo leería esta parte en primer lugar, dejando el resto para otra ocasión. Mejor dicho: si yo fuera el autor -y que me disculpe el verdadero-, hubiera publicado solo esta sección seguida de las dos siguientes. Pero yo soy un purista acomodado que no quiere aventurarse por si se contamina o pierde en el sendero).

Vienen luego, como adendas de lo recién expuesto, tres poemas "palimpsestos", cuyas fuentes solo se insinúan, confirmadores de la anterior claridad.

Acaban los poemas con otro que es, además, una Poética.

El volumen contiene también un lúcido estudio de Á. L. Prieto de Paula sobre la trayectoria y esencia del autor, y una especie de confesión o manifiesto del propio Antonio Gracia que intenta resumir o clarificar su propia obra.

Polémica servida. ¿El conjunto es un ensayo o un libro de poemas que apoyan una tesis?






jueves, 23 de febrero de 2023

Para Huerga y Fierro


Cuatro libros míos ha publicado Huerga y Fierro en la última década. De ellos prefiero El mausoleo y los pájaros y el recién editado -y probablemente mi último arrebato- En nombre de la luz, ambos precedidos de unas palabras introductoras de Á. L. Prieto de Paula.

A este le dediqué hace años, ya convertido en amigo y albacea literario, como breve agradecimiento, un poema. Hora es de que agradezca a los editores su atención. Lo hago con un bienintencionado, juguetón y gracejoso sonetuelo que bien entenderán quienes aguarden la edición de un libro.


Brindis por una editorial


Mi muy querido amigo Antonio Huerga
y mi muy apreciada Charo Fierro:
¿quién no se admirará ante Huerga y Fierro
-y aunque su nombre fuese Fierro y Huerga-?

Tanta dedicación -de Antonio Huerga
secundado por doña Charo Fierro-
muestra una voluntad de hierro, Fierro,
que dignifica la poesía, Huerga.

Brindo por tanto libro en Huerga y Fierro
e inquiero en versal jerga, señor Huerga
y muy señora mía, doña Fierro,

si yerro al suponer que en Fierro y Huerga
-perdón: quiero decir en Huerga y Fierro-
se va a editar mi libro, oh Fierro, oh Huerga.



Huerga y Fierro. Signos
Antonio Gracia
EN NOMBRE DE LA LUZ
Introducción Á. L. Prieto de Paula



miércoles, 22 de febrero de 2023

Antonio Gracia - En nombre de la luz


Huerga y Fierro. Signos
Antonio Gracia
EN NOMBRE DE LA LUZ
Introducción Á. L. Prieto de Paula





Los mejores poemas de ...


Ensayando para el Nobel

Hojeo las antologías que se editan como definitivas: esas que recogen los mejores poemas de la Historia ...
     De sus cientos de páginas, un tercio se dedica a poetas de los últimos 100 años, y los otros ocho o nueve siglos ocupan los restantes dos tercios. 

     Y me pregunto: ¿Seguro que el hombre de los últimos tiempos es más emocional, inteligente, sensato, lírico ... ? Porque de una parte se puede concluir, aun con reservas, el todo. Y para escribir un texto perdurable se necesita una inteligencia abarcadora de la sensibilidad, la estrategia verbal, el ritmo arquitectónico, la mesura expresiva... y demás elementos que capacitan para percibir y decir lo que importa en verdad al hombre diacrónico.

      ¿Va el recolector de poemas -como el selector de grandes efemérides- desechando parte de lo que pareció indesechable hace quinientos años y hoy nos resulta prescindible? ¿Por qué no aplica ese mismo criterio a las últimas décadas y prevé que lo que hoy es exitoso y popular será mañana olvidable y olvidado? ¿Por qué ensalzar como ejemplares tantos nombres o títulos que no encumbran la sensibilidad ni la inteligencia sino el sentimentaloidismo y la estupidización?
     "¿Cómo no vas a incluir a este y a estotro en un panorama nacional?", me dícenme aquellos poemologistass a quienes pregunto el porqué de su antologación.
     Claro: se rigen por el criterio de mostrar lo que hay en vez de ofrecer lo que debiera haber, adivinable si se escruta bien el modo en que el tiempo va filtrando el ayer para sus próximos presente y devenir.
     También es verdad que hoy hay más muchedumbre escribiendo que escritores leyendo: y lo que se lee es la obra de los encumbrados por los prestigiosos desprestigiadores de la lírica mayúscula. 
     En fin: que somos demasiados y pretendemos ser maestros antes que discípulos. El Parnaso se ha sustituido por el Vociferio; y los vociferantes apuestan por la caligrafía de lo estólido.
     Definitivamente, la poesía ya no es lo que era: palabras arrancadas al silencio y a la entraña del ser.

lunes, 20 de febrero de 2023

Sobre la inteligencia

 




Leer para decirnos.

Bach: Aria (Suite nº 3)

En un papiro egipcio de hace 4500 años se dice que todas las historias han sido ya contadas. ¿No es ese el tema de Borges en La biblioteca de Babel, y toda su obra, que un libro contiene todos los libros y que reconstruir el Quijote es nada más que reconstruirlo y, por ello, nada nuevo puede escribirse? ¿No estamos todos condenados a plagiar lo ya escrito? ¿Acaso todos los poemas de amor no repiten exactamente el “te quiero” de Adán y Eva?
     Y sin embargo necesitamos seguir diciendo, diciéndonos, poniendo rostros verbales a nuestra identidad y a la del mundo en que vivimos; gracias a esa pulsión indagadora seguimos existiendo y mejorando -o empeorando- el mundo: si así no fuese moriríamos de inanición, faltos de curiosidad metafísica, convertidos en vegetales hastiados por la falta de misterios y curiosidad.
     Leemos ensayos, novelas, teatro, poesía… como si fueran cosas ajenas: en realidad nos buscamos a nosotros mismos, perseguimos respuestas a nuestras preguntas, indagamos sobre nuestro ser, predeterminado por el pasado y el anhelo de un futuro mejor. Esos libros fueron escritos por otros seres iguales a nosotros, con las mismas preguntas, y por eso nos importan: siempre sorprendemos nuestra mismidad en medio de una página, diez páginas, 30 páginas después… Entre todos trazamos el diseño del yo universal, en el que está el individual como un sumando más.
     Eso parece: creemos que, puesto que todo está escrito, nada podemos añadir; y no es cierto: leer es reescribir en nuestra mente, actualizar, reeditar para los ojos que leen, apropiarse del conocimiento del otro yo que fuimos y consta como autor: catapultarnos al futuro.

domingo, 19 de febrero de 2023

CARNAVALANDIA.


Chaikoski: S. Patética, Adagio

Cuanto más avanza el progreso más nos alejamos de la Naturaleza. Los bosques se han petrificado en forma de avenidas y rascacielos. Los árboles han sido sustituidos por las antenas parabólicas y nos subimos a ellas como simios que han olvidado su condición y evolución de humanos. Tal vez por eso hay quienes no consideran un error decir “personas humanas”: quizá porque cada día hay más personas inhumanas.
De la sencillez, nobleza y genuinidad del hombre natural solo nos queda la infancia, ese lugar del que nos ha ido exiliando el proceso social, tan necesario pero tan injustamente reglamentado, y que subyace en nuestra conciencia como un paraíso perdido e irrecuperable. El pensamiento clónico ha conquistado nuestras mentes. Los licenciados en analfabetismo y los sindicatos de insolidaridad son cada día más numerosos. Hemos creado una civilización tan egoísta que nos aleja de la cultura fraternal del corazón.
Salir de la adolescencia significa entrar en los bancos del Estado de Bienestar para aprender a cambiar nuestros sueños por las divisas del dinero, gran dios de un mundo ocioso que cree que el bienestar consiste en llenarse los bolsillos a costa de insensibilizarse para no ver el propio estado de íntimo malestar, la muerte universal por hambrunas programadas y otras grises postales.
80 años después de que Huxley nos mostrara “un mundo feliz”, estamos muy cerca de alcanzarlo. Como he dicho, la Naturaleza ya no forma parte de nuestra experiencia, sino de la leyenda y la Historia; y así como para tener alguna idea sobre ella hay que asomarse a los documentales televisivos, para conocer qué cosas verdaderas son un hombre o una mujer es preciso adentrarse en un libro, puesto que fuera de ellos encontramos más consignas robóticas que propia reflexión, y menos carne y hueso que cirugía plástica. Ya lo dijo Quevedo: "los que parecen rostros son máscaras”. 


sábado, 18 de febrero de 2023

Poema para una infinitud.



Poema para una infinitud

Amada mía, escucha:
Si fueras un poema 
quisiera haberte escrito,
y si fueses un libro te estaría
leyendo a todas horas...
Pero estas y otras cosas semejantes 
las he dicho o escrito tantas veces
que nada significan más que para
los torremarfileños... ¿Callaré?
No, que empiezo de nuevo y te reclamo
como hacedora de otro mundo herido
en el que ya no estamos tú y yo solos,
ajenos al vivir de los demás.
Por eso recomienzo: Amada mía, 
ven; hablemos
de nosotros, de todos, de este mundo
en el que tantos como tú y yo quieren
sobrevivir, hallar en el amor
el oasis sereno, el agua pura
que sacie solidariamente. Ven.
Abracémonos, démonos al otro
como un concierto en el que cada voz
se integra en una voz definitiva
y no se llama oboe ni violín,
ni otro instrumento, sino orquesta, un himno
concertado entre todos para todos.
El mundo es muchedumbre, pero sufre
porque la multitud también es vida,
aunque ajena a la sensibilidad
de las artes y de la inteligencia.
Cuando todo se muere alrededor
¿ya no es tiempo de amar o el mejor tiempo?
Abandonemos cuanto no es concordia.
Que en el nosotros no exista el ninguno
y los demás también sean nosotros,
la parte en la que el uno se hace todos, 
el todos se hace uno, y el jamás 
se transfigura en siempre. Trataremos 
de temas esenciales: de la vida,
de la que lo sabemos casi todo
aunque la hayamos comprendido mal,
no de la muerte, esa desconocida.
Vayamos a un lugar en el que estén 
todos los sitios y a la vez ninguno.
Que el tiempo en el que estemos concordados
sea todos los tiempos; que la voz
perdure y no se acabe, que sea digna
de haber sido escuchada hace milenios
y dentro de otros mil porque le importe
a los hombres de ayer y de mañana,
hasta que melodiosamente sea
el rostro noble de la voluntad.


El filo de la navaja.


Pocas veces una película es mejor que la novela en que se inspira. Este gran melodrama sobre un buscador de paraísos íntimos lo consigue. 

viernes, 17 de febrero de 2023

Sobre una lírica fantástica.

Mussorgky: Una noche en el Monte Pelado

La construcción del poema (XIX)
       Bajo el signo de Tánatos

       Para leer ANTERIORES pulsar >>>

LA CONSTRUCCIÓN DEL POEMA


1.- El poeta escribe lo que siente tras una melodía reflexiva que ordena cadenciosamente sus palabras. Sus sentimientos se parecen a los de todos. Sin embargo, algunos poetas traspasan los umbrales de la “normalidad” y sintonizan con la anomalía cognitiva, la sensación ultrasensorial. Ahí comienza la lírica fantástica: arranca, de esa zona irracional, lascas que luego pule en versos y poemas -también en determinados cuentos, que son poemas sin verso- a veces fantasmagóricos y otras sencillamente “extraordinarios”, en la acepción que Poe utilizó para denominar sus realidades. Surgen de esta manera estados de ánimo, espacios síquicos, mitos o “leyendas”, como las de Bécquer, en torno a “un más allá” que está en el aquí y el ahora del hombre cotidiano, si bien solamente al alcance del sentir de algunos hombres. 
No puedo detenerme en ello ahora; pero indicaré, siquiera, unos puntos de partida.
¿Qué límites poner a esta poesía? ¿Cómo acotarla para que no se extravíen sus ejemplos por demasía o por defecto? Por lo pronto, no distinguiendo entre verso y prosa: siendo la lírica una de las pocas ventanas por las que se asoma la inefabilidad, no parece idóneo eludir aquellos textos que nos abren hacia la expresión y comprensión de lo inefable, trátese de La carta de amor, de Fragonard, o de la opus 131 de Beethoven
Entiendo por lírica fantástica -a falta de mejor nombre- aquella que provoca en el lector -al asimilar la realidad del autor- una desubicación espacio-temporal, abocados los sentidos, sin remedio, a la posibilidad y a la probabilidad de otros mundos. Esa contingencia de mundos paralelos, sean cuales fueren -sensoriales, espaciales, temporales- es la fuerza motriz de toda alteridad, concretada en un otro yo o en una otra colectividad. Constituye la transgresión de la realidad tradicional por la irrupción de lo insólito. Tal irrupción tiene varias causas, aunque todas pueden resumirse en la difuminación de la conciencia, como apunta la rima LXXV de Bécquer: 

¿Será verdad que cuando toca el sueño
con sus dedos de rosa nuestros ojos,
de la cárcel que habita huye el espíritu
en vuelo presuroso?
¿Será verdad que, huésped de las nieblas,
de la brisa nocturna al tenue soplo,
alado sube a la región vacía
a encontrarse con otros?
La cita del alma con otras almas cuando la voluntad desaparece, viene a decir Bécquer, recogiendo una atávica fantasmagoría. Ese recurso utiliza Leopardi en El sueño: el tópico de la duermevela para mostrar un encuentro de ultratumba con su amada, huyendo de caer en la tramoya fantasmal, pero recurriendo a las posibilidades que ofrece la ficción del muerto aparecido. (También es en la duermevela de la siesta cuando el fauno de Mallarmée -que Debussy inmortalizara- vive su fantasía). Más sutilmente, Coleridge muestra el rostro sin rostro de un espíritu en el poema titulado, precisamente, Fantasma -cuya libre versión copio-:
                   Todo cuanto pudiese recordar lo terrestre,
tanto en origen como en similitud,
se había desvanecido.
Erguido tras la piedra trascendida, 
nada quedó en el rostro iluminado
sino su propio espíritu:
ella, tan solamente ella,
brillaba con luz propia
a través de su cuerpo transparente. 


            Indefinición, la anterior, que se define y deviene místico erotismo carnal en la Noche oscura de Juan de Yepes, quien, como tantos otros, concede al encuentro amoroso una espiritualización que trasciende lo efímero de la carnalidad y encarna el sueño de la inmortalidad. Y ahí, en ese océano de tiempo sin tiempo, o tiempo intemporal, en ese rincón síquico llamado eternidad, transcurre la aventura de la mente, avariciosa de conocimiento de lo que fue y lo que será.
También el malditismo -la conciencia violada por la desesperanza- es un estado del alma por el que mirar al otro lado, como muestra Baudelaire en el Spleen siguiente: 

         Cuando el cielo cae (...) sobre el espíritu gimiente,
         ...
         las campanas, de súbito, dejan caer su estruendo
         ...
         y largos catafalcos, sin tambores ni música,
         desfilan lentamente por mi alma...

La muerte crea monstruos y fantasmas; pero también utopías, paraísos: estancias de “el más allá” en las que prolongar “el más acá”. La ultratumba como una persistencia de la antetumba, aunque sea dolorosa como un insoportable purgatorio o un horrible infierno (en esa necesidad, sin duda, hay que buscar el exitoso eco de la predicación de cuantos evangelios eclesiásticos se disputan la carne del espíritu).

            2.- El elemento mágico raigal de la lírica fantástica es aquel que hace su aparición en el Romance del Infante Arnaldos, y que no se explica -aunque así se pretenda hacer- acudiendo a la hipérbole o alguna otra retórica: si se cree en “un cantar / que la mar ponía en calma, / los vientos hace amainar...” es porque lo divínico existe en la mente de quien observa la naturaleza. ¿O es esta la que posee el don de transfigurarse “contra natura”?
Así pues, lo sobrenatural es el rasgo distintivo de la lírica fantástica. Pero no llamaría yo la atención sobre este punto si no fuera porque lo sobrenatural entraña misterio; y es el misterio la sustancia que mayor atractivo ejerce sobre el ser humano, ya que, como ser racional, el hombre necesita, inexorablemente y como afirmación de su identidad, explicarse lo irracional, liberarlo de la animalidad.
3.- En fin: si hallase tiempo para tan atractivo tema, lo dividiría en dos apartados, más adyacentes que autónomos:
a) Lírica de la fantasía. Bien pudiera denominarse Poesía de la realidad imaginada: acude a lo ficticio como si fuera una realidad aceptada. Digamos que, como todo es posible, las obras aquí consignadas serían aquellas que tratan una posibilidad, por muy remota que sea. El estudiante de Salamanca (Espronceda), El monte de las ánimas (Bécquer), o algún milagro de Berceo pueden dar idea de su estrategia sensorial. Pertenecen a este conjunto invenciones metalíricas como El paraíso perdido (Milton), Fausto (Goethe), 1984 (Orwel), Fahrenheit 451 (Badbury) o El planeta de los simios (Boulle). Suelen arrastrar una fuerte carga alegórica.
b) Lírica de la realidad desconocida y apenas vislumbrada. Indaga o manifiesta esa porción del ser que se resiste a la conciencia y que cuando aflora derriba a quien lo siente sin que este pueda evitar colocarse en situación de sentir -y consentir- aquello que teme y que lo ama. Cuantas obras citase en este grupo constituirían, a mi juicio, notables demostraciones de la probabilidad de otra conciencia: aquellas obras que asoman al lector a un espejo que le abruma, como ocurre con los autorretratos de Van GoghEl cuervo (Poe), El rayo de luna (Bécquer), Funes el memorioso (Borges), Todos los fuegos el fuego (Cortázar)... me parecen evidentes ejemplos. También cabe aquí aquella poesía que apela a un ser no admitido por la lógica convencional, que avizora o vislumbra otros mundos: la mística ronda esta literatura, que solo lo es en cuanto que el hombre escribe para reconocerse, no para exhibir su inteligencia de poeta o autor.

La construcción del poema (XII): Identidad de la elegía

La construcción del poema (XI): Idolatría del dolor

La construcción del poema (X): Bajo el signo de Tánatos

jueves, 16 de febrero de 2023

El breve apocalipsis - Vrl -15

 

Paisaje de Aitana


El breve apocalipsis 


“Un hombre solo puede ser feliz siendo pintor”.


Como si todo hubiera sucedido  

en un pasado fantasmal y ubicuo,

evoco yo mi muerte cada día: 

desciende el mar y su resaca arrastra 

mi cuerpo hacia un abismo de sarcófagos 

plantados en un campo que me entierra 

al ritmo de un avión y un bombardeo.

Brotan rojos esquejes, sangre pálida, 

acuarelas danzantes entre criptas, 

ocres-naranja, verdes-cadmio, grises, 

alcudias y explanadas, puertos 

a los que llegan miles de cadáveres 

aún vivos y sin norte, a la deriva. 

Recuerdo los azules de tu falda 

y acepto con dolor que no me amas.

Pinto luego mi propia muerte oscura 

rodeado de olivos y de almendros 

dentro de un cuadro en el que reconozco 

que soy yo quien lo pinta mientras muero.

Y mi mano rubrica ese paisaje.