Estaba yo dentro de un cuadro de
Sorolla.
La luz me enceguecía a cada instante.
Luchaba por librarme de sus trazos,
destellos y blancuras.
Al mismo tiempo estaba encadenado
a otros pinceles y conceptos, a otros
colores y paisajes,
otras visiones y nomenclaturas.
Agudicé los ojos: distinguí
las pinceladas de cuantos habían
determinado el cuadro en que yo estaba
-quiero decir: en que vivía-
y supe que un creador tan solo es
el eco infiel de cuantos ya crearon.
De modo que las artes
son hijas sucesivas de otras artes
y otros tiempos pasados y futuros,
demiurgos del presente.
Que el Universo es un Palimpsesto.
La Capilla Sixtina es la gran obra
de innúmeros pintores
aunque solo la firme Miguel Ángel
-quiero decir: Leonardo-.
Pulsar:
No hay comentarios:
Publicar un comentario