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domingo, 4 de diciembre de 2022

Una pintura sinfónica - Vrl 5

 



Una pintura sinfónica


Disuelvo en el crisol leonardos, rembrands, 

dureros y picassos, cielo y tierra,

mirós y esplás, sollozos y sonrisas, 

vida y arte,

y mojo mi pincel en tal concierto

de líneas y colores

para que el cuadro sea sinfonía

y no solo monólogo, diadema

y no perla o diamante solitarios;

que, al fin, yo soy mi obra y quiero ser

la solidaridad voluptuosa. 

Hay vidas luminosas surgidas de la noche

como estrellas que alumbran porque el sol 

parece dejar ciegos a los hombres. 

¡Qué claridad la de los Cuadros de una 

exposición! El piano estalla entre los dédalos 

que, como un oleaje, se convierten 

en un mar infinito; 

y, traducido a orquesta, los colores 

son pentagramas fúlgidos rusientes, 

música que ennoblece la pintura.

¿Las cantatas de Bach no son ilustraciones 

de los paisajes bíblicos?

¿No son Wagner y Scriabin pinturas disfrazadas?

Y qué decir de La isla de los muertos:

qué pintura más lírica y Rachmáninov.

Sorolla el luminoso ha retratado 

al gran Galdós oscuramente

y ha condensado su obra en su retrato.

¿Pues qué ha hecho Falla, en su Retablo, con Cervantes?

Leonardo y Miguel Ángel son dos dioses

ambidiestros incluso con los pies 

-permitidme la trigonometría-.

¡Que suenen en mis cuadros los metales, 

las piedras y los gritos de los hombres!

Que un hombre no es más que otro si no hace 

más que otro. ¿Y qué puedo hacer yo 

sino pintar, crear espejos 

del mundo, que es tan solo un espejismo?

Lo que pretendo es conquistar la luz

y materializarla en mi pintura.

Nada de monstruos; la gran obra emerge 

cuando el grácil significante nace 

empujado por el significado 

y a la inversa, ca es gran maestría.

¡Oh pincelada mágica, ilumíname!

Este mediterráneo sol es lumbre 

convertida en diamante atardecido.

Intentaré pintar la claridad, 

la diáfana estructura de los lirios, 

el volumen sin forma de la luz.





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