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lunes, 30 de noviembre de 2015

Mussorgski: Cuadros de una Exposición

Mussorsgki compuso los Cuadros de una exposición para ilustrar musicalmente las pinturas y dibujos de su amigo Hartmann. Seguramente quería dibujar con música un homenaje. Se imagina yendo de un cuadro a otro, y cada vez que lo hace se repite el leitmotiv del trayecto: el paseo, que suena así en la orquestación de Ravel:
Paseo

El primer cuadro ante el que se detiene es El Gnomo: y la música parece estallar entre brujerías:

Así suena en la version inicial para piano:

Después de diez cuadros, finalmente se detiene ante La gran puerta de Kiev:



De esta manera, esplendorosamente, acaba:

La versión orquestal completa, con las obras de Hartmann:

La versión pianística original:


Otros conciertos

Ravel: Bolero

La isla de los muertos

El crepúsculo de los dioses

Sigfrido

La Walkiria

El oro del Rhin

Festival Bayreuth 2015 en directo

Pedro y el lobo

Jazz

Mahler: La canción de la tierra

Concierto de Año Nuevo

 Strauss: Salomé

Berlioz: Sinfonía Fantástica

Pavana para una infanta difunta

Rachmaninov

Pinos de Roma

Variaciones sobre un tema caballeresco

domingo, 29 de noviembre de 2015

100 artistas solidarios.

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100 artistas en La Lonja

28.11.2015 | 04:45
150 artistas en La Lonja
150 artistas en La Lonja
No voy a enumerar sus nombres. Todos han cedido sus obras para alumbrar la Memoria Histórica y costear una estatua en homenaje a cuantos hubieron de exiliarse desde el Puerto de Alicante.

Todo artista auténtico es un ser interrogativo que vive ensimismado en su introspección y sueña con la perfección del mundo, lo que le empuja a crear, como un humilde dios, sus propios mundos. Un cuadro –una música, un libro– es, por lo tanto, la más honrosa herencia que puede recibirse: el chip en el que se compendia todo el saber acumulado por los siglos. Y aquel que lo desprecia está despreciando, junto a su pasado más honorable, la forja de su futuro.

El progreso ha ido añadiendo nuevas búsquedas y hallazgos al arte y a las ciencias, y también abandonándolos cuando el tiempo, como un buen filtro, ha desahuciado aquellos que no aportaban nada al hombre, porque este siempre se queda con lo que es esencial para su existencia y pervivencia. Ser artista es definir al hombre interior que vive en muchedumbre.

Si alguien duda sobre el poder social del arte no tiene más que hacerse estas preguntas: ¿Quiénes sino los visionarios poetas y pensadores –como Rousseau– predispusieron para la Revolución Francesa y, por ella, para todas las siguientes, creadoras del mapa del mundo moderno? ¿Qué proclama sobre la libertad ha concienciado más que La libertad guiando al pueblo, de DelacroixLos fusilamientos, deGoya, el Guernica, de Picasso, la Escalinata de Odessa, de Eisenstein? ¿Qué campaña contra el hambre ha sensibilizado más que Los comedores de patatas, de Van Gogh? ¿Algún manifiesto feminista ha influido más que Casa de muñecas, de Ibsen? ¿Hay algún manual en el que aprendamos más sobre el amor que en DantePetrarca o el Wagner del Tristán? ¿Alguno que enseñe más sicología que las obras de Shakespeare o Dostoiesvki? ¿Qué enciclopedias sobre el cielo y la tierra son mejores que La divina comediaEl paraíso perdido o De la naturaleza? (Dante, MiltonLucrecio). ¿Alguno muestra mejor la ilusión y el desengaño que El Quijote? ¿Quién no aprenderá sociología en BalzacDickens y la picaresca? ¿Alguna voluntad de poder alcanza tanto vigor como El anillo del nibelungowagneriano? ¿Quién ha conseguido una solidaridad fraterna como la que exige el clamor universal de La Novena de Beethoven? ¿Dónde podremos ver el rostro sereno de la muerte mejor que en el Réquiem de Mozart?... ¿Sería igual el mundo sin Miguel Ángel VelázquezBach o Strawinski, Shakespeare o Cervantes?

Sin duda, cada hombre ha sido distinto tras esas obras. Porque se han descubierto tierras, mares, planetas: pero nadie como el artista ha colonizado un continente tan imprescindible como el espíritu, sus luces, sombras y penumbras. Y es que el creador observa y refleja lo más perdurable e inherente al hombre: los sentimientos, única sustancia que nos unifica.
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sábado, 28 de noviembre de 2015

Cien artistas solidarios.

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100 años de Einstein

Teoría de la Relatividad

Mucho hizo avanzar Einstein al hombre: su concepción del universo cambió el rumbo del mundo.
     Como no soy físico y el icono E=MC2 me deja tan paleto como ante tantas otras cosas, recordaré algo práctico para todos: sus conocidos creían que no se cambiaba jamás de vestimenta; pero lo cierto es que tenía varios trajes idénticos, y cuando le preguntaban el porqué contestaba: "para no perder el tiempo pensando en cómo vestirme".
     No es que tuviese prisa: es que le importaba ocupar su vida en lo sustancial y no en lo apariencial. 
     A los cien años de su Teoría de la Relatividad todo parece demostrar que el tiempo es relativo y no pasa a la misma velocidad para quien está quieto que para quien se mueve. 
     Según eso, un astronauta viajando a la velocidad de la luz cumpliría la mitad de años que su hermano gemelo, residente siempre en la Tierra. 
     En cualquier caso: como vivir es la conciencia de estar vivo, poca diferencia consciente debe de haber entre cumplir 100 años en el espacio o 200 en este planetoide -siempre que mueran a la misma edad-.
    

viernes, 27 de noviembre de 2015

La carne del poema.


Haydn: La creación


La carne del poema


Igual que te construyo beso a beso
y siembro rosas frescas en tu carne,
yo derramo mi linfa por tu cuerpo
y la recojo y llevo hasta el poema.
Allí los manantiales de la dicha
desembocan en himnos y elegías
como mágica transustanciación.
Quiero decir, Amada, 
que cuanto escribo nace de tu amor
y eres tú quien ordena mis palabras
y las convierte en versos.
Yo quisiera que fueran inmortales
y dieran fe de ti siglo tras siglo
como diamantes de la eternidad.
Por eso pulimento su sentir:
para que fuljan como las estrellas.
Pero soy solo un hombre.
No me culpes si mueren mis palabras; 
pues siendo rosas, ¿no han de marchitarse?

jueves, 26 de noviembre de 2015

La conquista del saber - 20


Posdata:

                               XX

Y no quiero acabar sin añadir:
¿Qué podría decirle a un estudiante
en este mundo en el que todos somos
alumnos expectantes de la vida?
Son seiscientas cincuenta y cinco mil
horas las que vivimos, de promedio.
Restémosles infancia, adolescencia,
un tercio para el sueño y otro tercio
para el trabajo. Todavía quedan
ciento setenta y cinco mil doscientas
horas de vida libre, ociosa, nuestra.
¿En qué las ocupamos sino en tedios
repetitivos que nos importunan?
¿De verdad nos sentimos satisfechos?
¿Cómo es posible en una sociedad
en la que el tiempo es oro, malgastarlo?
Para la dejación que aflige al mundo
solo vislumbro una salida digna:
hay que inculcar la autointerrogación:
en todas partes a donde llegamos
hay un bosque de libros como frutos
madurados por hombres que aprendieron
a construir estantes en su mente
para que su experiencia nos sirviera
de mapas en el viaje del vivir.
¿Cuántas personas se comprenderían
y solucionarían sus conflictos
si supieran que lo que les ocurre
está descrito ya, y solucionado,
en tantos personajes prototipo
de tantas páginas que hubiesen sido
sus mejores y expertos consejeros?
En cambio, quienes, libres, se dedican
al silencioso estudio se lamentan
de que a lo largo de su vida apenas
pueden leer, y casi a vuelavista,
tan solo diecinueve mil cien libros.
No tenemos por qué ser sabios todos.
Pero a ese estudiante le diría:
que nunca te domine la ignorancia;
antes de que el poder piense por ti,
deja que en tu interior piensen los libros
hasta que encuentres un criterio propio.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Enseñar la libertad.

Verdi: Coro de los esclavos (Nabucco)


- Alumno: Mucho hablar de la lucha contra la tiranía, de la democracia, de la libertad... pero yo sigo sufriendo dictaduras: tengo que hacer lo que dice mi padre, mi madre, mi hermano, lo que imponen las normas... ¿Cuándo seré libre yo también?
- Profesor: Cuando quieras. La Naturaleza te ofrece cuanto posee a cambio de nada: no necesitas más que empezar de cero: inventar de nuevo el fuego, la rueda, la espada, el barco, el avión, el supermercado... recorrer el camino de la barbarie a la civilización... Si vives tres o cuatro mil años, cuando cumplas 4001 tal vez puedas cambiar el asno que conduzcas por un automóvil de muchos caballos... 
- Alumno: Claro; me lo pones tan difícil para que me conforme y siga siendo un esclavo. Lo que yo quiero es ser libre.
- Profesor: ¿Libre o libertino? La confusión entre libertad y libertinaje se debe a que no se distingue entre libertad natural y social: cuando te agrupas, a cambio de tus beneficios grupales, prescindes de algunos de tus derechos naturales, o los moderas: es la libertad responsable, la que te hace ver que cada derecho implica una obligación. Ya no puedes hacer lo que no es razonable. Si lo prefieres, llámala libertad condicionada a la responsabilidad. Todo ello obliga a los hombres a regirse por leyes que garanticen la justicia de la reciprocidad entre ellos. 
- Alumno: ¿Y qué tiene que ver eso conmigo y con que esté encerrado entre asignaturas?
- Profesor: En ese camino de la antigüedad a la modernidad tienes que elegir constantemente. ¿Cómo vas a elegir bien si no sabes qué eligieron los otros y por qué, y si acertaron o se equivocaron en su elección? ¿No te lleva eso a conocer la Historia para tener constancia de los aciertos y errores de la humanidad, y a huir de unos y mejorar otros? ¿Y cómo nacen esas decisiones sino después de haber pensado sobre lo que es decisivo para ti y para todos? ¿Acaso no necesitas, entonces, conocer el corazón del ser humano y aproximarte, por ello, a la Literatura y las artes? ¿Y no deberías conocer los criterios sobre la existencia, el ordenamiento en diferentes trabajos y profesiones, un poco de Filosofía, por ejemplo? ¿Y cómo practicarás lo que consideres mejor sino acudiendo a las ciencias, la medicina y la tecnología, enumerando los científicos imprescindibles, los inventos que cambiaron al individuo, la sociedad y el mundo? 
- Alumno: ¿Y no condiciona todo ese pasado mi libertad para edificar un futuro?
- Profesor: Ya sabes que quien no conoce el pasado se condena a repetirlo: lo bueno y lo malo. Así que ser libre es conocer lo sucedido para que continúe sucediendo lo mejor; para lo cual hay que elegir bien. Elige mejor quien tiene más alternativas. Y esa libertad te exige ser responsable con el conocimiento: no eludirlo sino apropiártelo. No podrás culpar más que a ti mismo si no aprendes a elegir: a saber qué elegir. Tu libertad te lleva a estudiar para no equivocarte y ser un buen ejemplo.
- Alumno: ¿Son libres o libertinos los terroristas e independentistas?
- Profesor: Para elegir la respuesta idónea es para lo que tienes que aprender. Solo te diré que la libertad natural no excluye elegir el mal, y que la libertad social incluye elegir el bien.

martes, 24 de noviembre de 2015

De cómo Dulcinea me salvó (Lecturas imprescindibles, 6)

Telemann / Doré: Don Quijote


Yo había leído un par de años antes Guerín el Mezquino, una seudonovela "de caballerías" que me había seducido adolescentemente y que hoy, al hojearla, me parece tan horrenda como la mayoría de las que escriben los plumíferos que buscan el aplauso. 
     Un profesor me regaló, un día entre otros a lo largo del Bachillerato Elemental, un libro de muchas páginas a pesar de su pequeña letra. Y lo estuve leyendo a lo breve de tres días, tumbado en una cama, en un caserón en medio de almendros y cerezos, en las afueras de la localidad de Crevillente. 
     Cuando llegué a las páginas desde las que se alza Clavileño con sus fuegos y truenos, sentí que el calor del verano me empujaba hacia la balsa de regadío. Acabé de leer la aventura y abandoné la cama. El calzón de baño estaba abierto en el suelo y puse los pies sobre los huecos de sus perneras para erguirlo hasta la cintura. Mis brazos empezaron a subirlo... y ¡oh fatalidad y luengo escalofrío! 
     Como a cámara lenta lo recuerdo: ¡el bañador iba ascendiendo con mis piernas dentro, y cuando estaba a la altura de mis rodillas, inclinado como estaba yo, vi un escorpión, acomodado en la entrepierna telar, que trepaba con él hasta mi inquieta y pudenda lanza de la virginidad! ¡Vive Dios: algunos encantadores malandrines, de los que convierten molinos en gigantes, habían puesto allí el fieroso escorpión y este dirigía contra mí sus pinzas y su fálico aguijón, dispuesto a trincharse un revuelto de huevos con chorizo! Menos mal que el amor de Dulcinea me hizo saltar mientras el bañador se deslizaba al suelo arrastrando al maligno en su caída. El sandaliazo fue caupolicánico. 
     Repito: ¡Vive Dios! A punto estuve de entonar aquello que citase Sancho Panza: "Ya me comen, ya me comen / por do más pecado había!".
     Desde entonces no he desaprovechado la ocasión de envainar la presunta tortilla para resguardarla de enemigos y amainar su furibundez empenecinada.
     (Por cierto: ese sí es un libro: El libro de la vida; y nadie que pretenda comprenderla debe renunciar a leerlo).



lunes, 23 de noviembre de 2015

El gran atractor

¿De verdad "el hombre es la medida de todas las cosas", como afirmó Protágoras y ha servido de divisa para la civilización?
Tal vez si fuéramos más humildes...! :
El gran atractor
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Madrigal para el fin de los tiempos