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miércoles, 30 de abril de 2025

Una otra luz

Grieg: La mañana

La Naturaleza -o el Dios-, en su afán de crear y preservar la vida, nos inserta al nacer el instinto de supervivencia: la fuga de todo peligro y el deseo de todo placer. Dicho más pomposamente, el eros y el tánatos; el Miedo: miedo a perder aquel y a ser arrasados por este. Miedo que nos signa para siempre y convierte el camino en laberinto.

O sea: que el Dios -o la Naturaleza- sabe que la existencia es temporalidad: sabe antes de crearnos que somos material fungible. Y sin embargo nos empuja a nacer, a temer a la muerte y a morir. Ese trayecto nos parece un sinsentido. No obstante debe tener sentido. Porque, si no, cabe preguntarse si la Naturaleza -o el Dios- nos creó imperfectos -como él, puesto que somos su efigie- o nos negó las neuronas que se le suponen para ser él el Ente Perfecto. 

También es probable que el animal quaerens que hoy llamamos hombre germinara una explicación para lo que no entendía: aduciendo que ya lo entenderíamos cuando el cuerpo no impidiera captar la explicación; y por eso la muerte era el abracadabra explicativo imprescindible.

¿Cada humano que nace inicia un viaje hacia dónde y desde dónde? ¿Desde el cero a la izquierda hasta el perfecto número? ¿Es el cero a la izquierda cualquier otro animal u objeto cuya breve conciencia le impide configurar una conciencia contentadiza con sus limitaciones -la racionalidad- para admitir la irracionalidad como substancia de su esencia? ¿Por qué no aceptar que aceptar que hay cosas incomprensibles ya es comprender y darle tiempo a los tiempos sicológicos inescrutables? ¿No es más insensato negar -o perseguir- cuanto no entendemos? ¿No es el Dios la metáfora de que "existe" -debe existir- algo que curará nuestras ineptitudes? 


martes, 29 de abril de 2025

El Kaos





El mundo va tan deprisa, y el "hombre raudo" le añade tan raudamente las cosas nuevas sin haberlas experimentado antes, que las consecuencias son imprevisibles. Ocurrió con el virus cóvico y acaba de ocurrir con la dependencia de todo lo existente de la vida eléctrica.   

El Progreso es un hecho que no puede soslayarse; pero no debemos permitir que nos soslaye. Como todo medicamento, lo nuevo es inevitable, no drogadictivo. ¿Qué prisa hay en no comprobar las consecuencias de toda causa antes de convertirla en nuestro salvador y no en un posible verdugo?

Eso es lo que ocurrió ayer. Un virus internético empezó a devorar a la humanidad tal como hemos entendido esta: la supervivencia mediante el método científico: practicar la teoría antes de convertirla en el demiurgo luzbélico del devenir cotidiano.



sábado, 26 de abril de 2025

Todo poema es un autorretrato


Biblioteca Virtual  Cervantes: Necesidad de escribir

onanismo

todo poema tiene la forma de mi rostro (*)
o me mira diciéndome que debiera tenerlo
yo esculpo miembro a miembro los versos biselados 
persiguiendo lo exacto de todo autorretrato
a veces las palabras hacinadas
levantan su estatura y me muestran su autopsia
yo devuelvo el cadáver a su féretro
después de haberme muerto un poco más
medito la estructura de mi muerte
y me ubico de nuevo en la punta de mi pluma
como un jíbaro terco e insaciable
o regreso a mi mente observándome si
todo poema tiene la forma de mi rostro
o me mira diciéndome que debiera tenerlo. 

(*) En otras ediciones, "todo poema tiene el rostro de mi nombre / mente"

viernes, 25 de abril de 2025

El surtidor

Voz: Manuela García

 Surtidor


El libro tiene el rostro de quien lo lee, el tacto

de la mano que alzó su pluma, el alma

de cuantos han sentido la música del cosmos

en la noche solar, la añil fragancia

de la primera flor del primer día.


Tiene el libro el color de la verdad,

el sabor de la aurora para quien nada sabe

o quiere saber más, el sonido del bosque

donde los sueños viven su frágil biografía.


Tiene la forma clara del pájaro, y sus alas

despiertan un rumor en el silencio

del atril donde el ojo centellea

y el zumo del olivo imita a las luciérnagas.


Mira su leve peso, su densidad inerme,

la grávida esperanza de su conocimiento. 

Mira la breve página que guarda

el esplendor de la sabiduría. 

Mira

cómo te transfigura en ese otro

que has querido ser siempre.


EL CABALLERO MÁS HERMOSO DEL MUNDO.

 

EL CABALLERO MÁS HERMOSO DEL MUNDO


El libro es la única ciudad a la que nadie puede impedirnos entrar, y El Quijote es tal vez la capital que más calles, casas y habitaciones tiene, de modo que cualquier hombre ha de encontrar siempre un aposento en el que acomodarse y con el que identificarse.
Faulkner se preciaba de leerlo una vez cada año, quizá porque en sus páginas viven más de trescientos personajes y miles de conceptos para todos los gustos; los idealistas hallarán en Sancho un contertulio que les haga poner el pie en la tierra; los realistas disminuirán su materialismo al compás de Don Quijote; las feministas pueden hallar premisas para sus intereses en el episodio de Marcela (Parte I, cap 11-13); los amantes del amor encontrarán piropos por doquier; los celosos tal vez dejen de serlo con El curioso impertinente (I, 32-35); los jueces aprenderán de la sensatez de Sancho durante su estancia en Barataria (II, 45); los contadores de chistes se solazarán a cada paso, y los amantes de las gorrinerías verbales admirarán el episodio más guarro sin una sola palabra porcina en la aventura de los batanes (I, 20). Quienes creen que los consejos son buenos, aunque pocos los sigan (porque solo aceptamos los que nos dicta nuestra experiencia), agradecerán una breve y sabia colección (II, 42-43); aquellos que admiran el verdadero valor lo encontrarán en Roque Guinart (II, 60) y en las palabras del vencido Don Alonso Quijano en las playas de Barcelona (II, 64); los descontentos de la sociedad comprobarán que cualquier tiempo pasado fue igual, si no peor; quienes necesitan cambiar de libro constantemente, o leen varios intercalando unos con otros, hallarán, en uno solo, una novela de caballerías, otras moriscas, picarescas, amorosas…
No es cierto que El Quijote sea un libro «imposible de leer»: un profesor (de matemáticas) me lo prestó y lo leí, infante aún y fascinado, en pocos días. Tres años después, por mi cumpleaños, compré una edición en un solo tomo: conservo el ejemplar, en el que anoté el tiempo que tardaba en leer cada uno de los once primeros capítulos (me cansé de anotar, cosa que detenía la lectura): redondeando, aquel joven que cumplía 16 años lo leyó en unas 23 horas, a lo largo —a lo breve— de tres días. El mismo tiempo que resulta de sumar una docena de partidos de fútbol o doce telefilmes con sus anuncios intrigantes.
Innumerables son los autores que han mezclado su sangre con la cervantina y han tomado su obra como fundamento de la suya. No es casual que El Quijote haya servido de inspiración a centenares de creadores. Tal vez sea Richard Strauss, con sus Variaciones sobre un tema caballeresco quien mejor ha recreado al hidalgo manchego. TelemannPurcellSalieriPaisielloMassenetMendelssohnIbertRavel, entre otros músicos, compusieron suites, óperas, canciones basadas en sus textos. Los compositores españoles también recrearon aspectos quijotescos: Guridi, en Una aventura de don Quijote, recuerda al vizcaíno en lucha con el hidalgo. Gerhard enhebra diversos episodios en el ballet Don QuijoteOscar Esplá es autor de Don Quijote velando las armas, pasaje que inspiró igualmente a GombauFalla recoge el episodio de Maese Pedro en su RetabloMontsalvatge retrató a Dulcinea en la Balada y ritornello… Orson Welles y G. W. Pabst, entre tantos cineastas, vieron las posibilidades cinematográficas del soñador altruista, así como otros (PicassoDalíDaumier…) dibujaron su rostro y sus hazañas.
Innecesario resulta hablar de la huella que Cervantes ha dejado en la literatura. Basta citar a DefoeFielding o Dostoyevski. Nada más que en el siglo XVII hay, al menos, 35 obras teatrales inspiradas en él. El tiempo, que es el único filtro que impide el paso a los embaucadores y convierte en clásicos a los íntegros del arte, ha hecho de Cervantes un hito en la historia no solo de la literatura, sino de la experiencia de existir, que es la única escuela que enseña realmente a vivir.
¿Y por qué esta vigencia? ¿Acaso es un mito del chovinismo español? Por una vez (aunque también en los casos de Goya Velázquez), es cierto que España posee un tesoro igual o superior a los de otros países. Pues Cervantes hace cierta la verdad que afirma que «en algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia». Y en El Quijote, cada lector encuentra su propia mente reflejada: más allá del humor y la tragedia, Alonso Quijano es un hombre que vive, como hoy, en una sociedad alienatoria que excomulga a los fieles a sí mismos y encumbra a los mestizos del honor. Esa integridad para consigo mismo y en la solidaridad, incluso ante el fracaso, es lo que vieron cuantos aquí he nombrado y cuantos se acercan al libro de los libros. Y eso es lo que hallarán (al margen de sus exquisiteces literarias) cuantos lectores actuales abran y lean la verdadera historia jamás imaginada.

jueves, 24 de abril de 2025

En el mes de Cervantes.




R. Strauss: Don Quijote

Ninguna gran obra hay que no haya nacido de la profundidad del sufrimiento de quien, porque tanto sufre, pretende construir algún consuelo y, por lo tanto, cualquier otra gran obra que empuje a la alegría de sentirse vivo. Los autores de esas obras, sean de la naturaleza que sean, son los verdaderos héroes sociales. Por eso, al margen de los partidismos a la que la han sometido los religiosistas, la Biblia mantiene su vigencia: porque contiene la historia de las derrotas y victorias de la humanidad: es un compendio de sus sueños y devastaciones.
     Don Quijote es una tragedia nacida de quien vivió trágicamente y pretendió explicar, con humor, el mal del mundo y oponerle su panacea. Dostoiewski fue un sufridor que se aferró a la idea de un Dios restaurador de la paz de sus sufrientes personajes. Shakespeare teatraliza el drama de la existencia a través de unos protagonistas que persiguen la paz constantemente. Dante edifica el edificio de la Divina Comedia para colocar en su cúspide el amor como utopía con la que redimirse de la catástrofe humana. Beethoven no existiría sin la persecución de la oda a la vida como ungüento contra la elegía que emana del vivir. Wagner musicaliza sus obras con melodías cantadas por solitarios que buscan, inevitable y decididamente, la redención de sus vidas ansiosas de paraísos fracasados. Homero y Virgilio no dejan descansar a sus héroes hasta que retornan a la ínsula feliz que les permite percatarse de que han regresado al edén de su origen o conquistado el de su destino.
      Quevedo se ríe de sí mismo por su mortalidad, pero construye el poema amatorio más salvífico de nuestra literatura. Góngora, ante la fealdad del mundo en el que vive, inventa un lenguaje cuya belleza sea un paliativo de su turbio alrededor. Neruda opone al existencialismo de su Residencia en la tierra unas Odas elementales para señalar que frente a la triste Metafísica se eleva la alegre Naturaleza, lugar en el que vivimos pese a la abrasión del pensamiento. Miguel Ángel gigantiza sus figuras por su megalomanía y, quiero creer, también para mostrar el titanismo del Universo del que somos dignos. Rembrantd repite incesantemente sus autorretratos para hallar su verdadera identidad y no caer en la impostura.
     La euforia o hybris injerta en los genes del vivir hace del hombre un desmesurado soñador, y la experiencia de la vida lo inclina al fatalismo. El ser humano se define como contradictorio, o jánico, y a veces su mano derecha no sabe que la izquierda hace lo contrario; pero lo hace, y para complementarse solidariamente con las de los otros. Por eso en todo pesimista hay un optimista, y al revés. Lo que no sé es si en todo conformista del fracaso y el dolor hay un espíritu voluntarioso de convertir la maldad en bondad, la desesperación en esperanza: como hicieron cuantos arriba he nombrado; y tantos otros que saben que, por encima y a pesar de todo, no hay más destino que la voluntad -incluso si esta no triunfa en sus intentos-.
     Porque -ya lo escribió Cervantes en un momento en el que, preso durante años, pocos mantendrían la templanza- ante la vida hay que tener la mano "más de esperanza que de hierro armada".
Pulsar:

miércoles, 23 de abril de 2025

400 sin Cervantes

 

Pulsar sobre el enlace deseado:

Historia del cautivo - Teatro Expresión

El caballero de la Blanca Luna - Teatro Expresión 

D. Quijote se consuela leyendo a Garcilaso - Teatro Expresión

Batanes - Teatro Expresión

Retorno hacia la aldea - Teatro Expresión

Últimas voluntades de Cervantes - Teatro Expresión

Sancho - Teatro Expresión

El escrutinio de la bibliioteca - Teatro Expresión

El redentor - Teatro Expresión

Alonso Quijano... - Teatro Expresión

Retablo de Maese Pedro - Teatro Expresión

Una visión lluviosa de El Toboso - Teatro Expresión

Cuando muere un creador - Teatro Expresión

En nombre de Dulcinea . Digital

El Curioso Inpertinente - Teatro Expresión

Sansón Carrasco - Teatro Expresión



martes, 22 de abril de 2025

Oración del Papa Francisco


Haydn: Las siete palabras de Cristo

Al íntimo Alienígena

Oh Dios, hermoseador de la belleza:
si esta vida es tan noblemente hermosa,
¿qué otra me darás más venturosa
pues en esta me ofrendas la pureza?

¿Existe un cielo azul con más nobleza,
una rosa más bella que la rosa?
¿Crearás con tu mano poderosa 
mayor grandeza en la Naturaleza?

¿Me darás un edén más acendrado
que el del monte y el sol, la fuente, el río?
¿Acaso una palabra, una cadencia

como las de Petrarca, un sueño alzado
tan alto que doblegue mi albedrío
de gozar para siempre esta existencia?

lunes, 21 de abril de 2025

Más sobre el palimpsestismo

Más sobre el palimpsestismo

No es tan difícil comprender el mundo, al menos para no perderse en él. Casi todo lo que le ocurre al ser humano de todos los tiempos es una repetición de algunos sentimientos, pensamientos y comportamientos ya descritos en unas pocas obras clásicas -que lo son precisamente por su naturaleza intemporal: válida para cualquier tiempo-. Leyendo esas pocas obras poseemos las claves de casi todo. 
    Amamos, nos desengañamos, volvemos a soñar, viajamos para descubrir otros lugares donde realizar la utopía o ser menos desdichados... Todo ello está en la Ilíada y la Odisea, las Metamorfosis de Ovidio, las Argonáuticas de Apolonio de Rodas, el teatro grecolatino... Ansiamos conocer el mundo, como Jasón;, regresar al hogar, como Ulises; amar fielmente hasta el final, como Penélope; proteger la familia, como Héctor; ensalzar la amistad, como Aquiles; independizarnos del padre, como Edipo; amar furiosamente, como Pasifae...
    Sueños y traumas han sido revividos por todos los seres humanos y los han reencarnado otros autores con simples variantes, actualizando las circunstancias, o enriqueciendo su contenido. Son, en realidad, los temas esenciales y las obras perdurables. No en vano, al diseñar caracteres, Freud recurrió a esos personajes para denominarlos.
        (También es cierto que la originalidad no existe o se reduce a la   sabia manipulación de cuanto nos precede). 

jueves, 17 de abril de 2025

Elegía por un dios que equivocó su destino.


Pergolesi: Stabat Mater

Lázaro Carreter nos ordenó que escribiéramos un Encuentro con..., a la manera de Aleixandre, y como cada uno se va con sus fantasmas yo me fui contra el mío. Era el momento en el que los sacerdotes luchaban por desvestirse de la sotanería, y escribí Encuentro con un Cleriman de amor, o algo así. Pero inmediatamente me apareció el telegrama síquico (por entonces yo recibía los poemas como metatrallazos de una ametralladora desbocada, verborrea que luego copiaba) de Elegía por un dios que equivocó su destino, en el que yo volqué, telepáticamente, mis problemas con San Satanás y San Jesucristo ("L´evangelio según san Jesucristo", era un verso, antes de la célebre novela, que aún desconozco). Los dos poemas -o redacciones- recorrieron escandalosamente, ante mi sorpresa,  las aulas, sobre todo este segundo. Era un texto muy malo, confesional, agresivo y soberbio, como defensa contra mis elucubraciones, fronterizas con el existencialismo y el suicidio. Como todo cuanto he escrito, era un vómito, una terapia: la palabra de quien persigue nombrar para comprender, no la de quien busca un poema. El persistente endecasílabo, como sucesión de golpes sobre los clavos, y los ripios a granel, muestran al aprendiz en su decir desaforado y vomitante. Su único y escaso interés es el de mostrar una temprana conciencia del fraude del paraíso y su consecuente rebelión. Leído como poema me produce vergüenza ajena: sobre todo porque ese otro que lo escribió también soy yo.

Se me había robado -venía a decir- un destino autorredentor que me salvaría de mi imperfección como simple ser humano, por el solo hecho de que Jesucristo tenía más influencia con los dioses que yo. Seguramente lo recuerdo ahora porque una lectora me pregunta por El íntimo alienígena (>>>El íntimo Alienígena), y esta Elegía es su premonición o indica su oculta presencia en las sentinas de mi soledad (presencia ya determinante en mi donquijotesca aventura con los pájaros en la bóveda (Viaje iniciático) y en la ira derramada de La estatura del ansia). Encuentro este texto en mi basurero poético (otros llaman a los suyos, pomposamente, "inéditos"). Que yo recuerde, del tal basurero solo fueron leyendo su papiroflexia Guillermo Bellod, Antonio Ferrández, Blanca Andréu, José Aledo, Pilar Duet, José Cantero y pocos más. Este, del que copio algunos fragmentos, fue, tal vez, mi entrada definitiva en el nihilismo:


Elegía por un dios que equivocó su destino


Cuando miro y te veo en el silencio
de tus clavos sufrir la muerte mía,
tus espinas, celosas de matarte,
me devuelven la vida que te acaban.

Si tu muerte no es alimento mío,

como sangre que empaña mi blancura,
si tu agónico espasmo de tristeza,
ramillete y pináculo de gloria,
te levantan encima de tu cruz,
te lo debo, y no sé si atormentarme
por el robo que has hecho a mi destino.

Me desnudas la nada que poseo.

Rosas rojas me diste que, al besarlas,
mordieron con el rojo de la ira
mis labios y el martirio de sentirme
burlado por tu cruz y tu suicidio.

El surco de tu pecho no engendró

sino vientres que en odio me engendraron,
y el suplicio que inferna tus heridas
es volcán que vomita en mis entrañas.
Martillea tu cruz con su silueta
en la hiel de mi rabia cruciforme.

Ladrón de mi destino, cómo te odio!

Yo levanto los ojos y no lloras.
Yo no quise, ni quiero, que tu espalda
cuajase de claveles. Tú sabías
que blasfemo de ti y de tu dolor
y reniego al perdón de la blasfemia.
(...)
No condeno tu imagen si es suprema:
te maldigo y te aplasto y te maltrato
si tan solo te llamas Jesucristo.
(...)

Supongo que creer en Dios es aferrarse al salvavidas del útero materno, y matar a Dios es como matar al padre para investirnos de nuestra propia metafísica. Como si existiera algún cielo exterior que nos salvara del infierno interior.

Antonio Gracia en los infiernos 

El íntimo Alienígena

Poemas comentados: Palimpsesto

miércoles, 16 de abril de 2025

Cruce de mensajes



Conversación internética

- Siempre hay que defender aquello en lo que se cree.
- Defender aquello en que se cree sin haber dudado antes de todo para comprobar su solidez es el origen de la contumacia. Duda de todo y lo que quede de indestructible es tu verdad.
- Si se cree en una idea que el tiempo y los hechos han demostrado que es buena, hay que seguir la convicción... y opino que si no defiendes lo que crees, ¿qué te queda?
- Queda la creencia en uno mismo, porque no duda como un juego, sino para demostrarse que aquello indubitable es digno de ser defendido hasta el final.
- Así es... y hay que ser consecuente con uno mismo... y defenderlo con pasión. Tus principios son la base que te hace mantenerte firme y seguir en muchas ocasiones en que ves que todo se derrumba a tu alrededor.
- Eso es: encontrar una razón para seguir viviendo. Durante años la tuve (la expuse en el poema "El secreto"). Era el último asidero cuando todo fallaba porque las circunstancias me hicieron quedarme sin nada más que las ruinas de mi propio yo. Ahora ni siquiera ese "secreto" me sirve. De modo que escribo tonterías mientras mi vida fluye hacia la muerte.
- Seguro que hay más razones que no sabes ver. Todo merece ser vivido: las creencias sociales, algún principio religioso, deseos de aportar y ayudar con lo que haces (principios altruistas, hijos, amor, amistad). Siempre hay algo que te debe hacer vivir. Tú eres un creador-buscador de belleza y eso has de saberlo siempre. Y seguir adelante.
- Yo no he creado nada. Creo que el único principio es la exactitud (la palabra justa, la hora exacta, la responsabilidad inexpugnable...). Pero parece que el mundo se rige por la permisividad y me declara su enemigo, su intruso en ese libertinaje. Así que no puedo creer y, por lo mismo, tampoco crear. Mi escepticismo "natural" es mi única fe "impuesta". Y es en esos momentos cuando te ves único hijo solitario del cosmos, solo contigo mismo irremediablemente; y cuando comprendes la dimensión de la solidaridad, la amistad como auxilio que alivia la existencia. Pero ¿quién y dónde está el que puede aliviarte?
- Leo un artículo, en que se habla de tu juventud en Oniriohuela, y a mi entender, habéis logrado el propósito que teníais entonces, que era fomentar el amor por la lectura y los libros. En mí, y en mucha gente que te lee y te sigue has despertado el deseo de leer de nuevo y deleitarse con ello. No conozco los entresijos de tu vida, pero intuyo que algo habrás sufrido, porque la vida es eso, sufrimiento, y algún rato escaso feliz; pero te aseguro que lo que  escribes es digno, y ello te debía dar alguna felicidad.
- Fácil es que algo guste a algunos; lo difícil es que satisfaga al propio autor. La felicidad es un país que todos buscamos y pocos encuentran. Precisamente, el no encontrarla es la causa del Gran Desengaño o la Gran Decepción. Todo depende del tamaño de la felicidad que se persigue. Hay quienes la encuentran en un simple partido de fútbol y quienes le piden peras al olmo. Yo me conformaría con lo imposible: encontrarle sentido a la existencia. 

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martes, 15 de abril de 2025

La excepción

 Después

 de 4745 días, este es el primero que solo escribo esta línea en el blog. 

(Por prescripción facultativa)

lunes, 14 de abril de 2025

La tiranía silenciosa

La conjuración del silencio 


Querido Curiosín:

Primero me eliminaron de Facebook por decir lo que pienso, que es el derecho inexcusable que tienen los demás y el deber que tengo con ellos y conmigo. Ahora me empujan al exilio editativo -al auto-ostracismo digno- los señores de un cuaderno digital porque mis escritos, aunque bien recibidos por los lectores, no lo son por algunos otros colaboradores que se sienten ofendidos por mi presencia. 

Son las dos últimas hazañas de la intolerancia que sufro desde mis primeros pasos entre los hombres y las letras. Seguramente es la sombra de la jánica efigie de la individualidad responsable frente a la complicidad social: la tiranía silenciosa en que se convierte toda mala democracia -espuria solidaridad- que confunde libertad con libertinaje o permisividad. 

¡Con lo fácil que es vivir y dejar vivir en vez de obligar a vivir como creemos que debe vivirse! ¿Qué enfermedad sufren algunos humanoides que necesitan convertir a los demás en alteregos de su visión liliputiense?

¿Conformismo, disconformidad, tolerancia, heterodoxia...? La verdad es plural, pero solo es respetable aquella que es respetuosa con las que pretenden serlo. Una revolución no puede ser "una opinión apoyada con las bayonetas", en frase de Napoleón, sino la que comprende y admite su diversidad.

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