Batanes
"Digo que oyeron que daban unos golpes a compás,
con un cierto crujir de hierros y cadenas”. I, 20
Los ojos abrasivos de la muerte
miran en las tinieblas de la noche
el paisaje espectral que azora el miedo.
¿Qué fantasma vendrá a regurgitar
su ponzoña en los álabes del viento
insidioso, errabundo, como un golpe
masacrante, extenuante, rechinante,
que inmoviliza incluso a Rocinante
con mágica atadura,
y de dónde sino de abismos pútridos
surge el aldabonazo a cada instante,
como quien a las puertas del infierno
golpea amenazante
desde las llamas de un furor sajante
del más bravo valor? El alba trae
con su luz el fragor bataneante
y la constatación de que no hay duendes
que produzcan pavor, sino que siempre
es el miedo el que crea los fantasmas.
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