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Palabras para Oriola
Antonio Gracia
¿Escribir para el individuo o para el público? ¿Descender el arte hasta la muchedumbre o intentar que esta ascienda a la cultura menos frágil? Frente a las normas aristotélicas ya escribió Lope de Vega -sobre las obras teatrales- que "puesto que las paga el vulgo es justo / hablarle en necio para darle gusto". Y Berceo: "Quiero fer una prosa en Román paladino / con la cual suele el pueblo fablar a su vecino".
Enfrente está el Becket de "Esperando a Godot", por ejemplo, con su búsqueda metafísica y su criptografía. Y JRJ y Blas de Otero clamando para la mayoría o la minoría.
O sea: lo selecto ante lo multitudinario. Es decir: que una pulsión del autor es la de construir obras intemporales para unos pocos en cada siglo o década, y otra utilizar la dicción popular para levantar ficciones efímeras en la Historia pero conmocionadoras en sus días. La tradición consiste en integrar en el presente continuo las innovaciones, los cambios, las circunstancias que aportan esencias en el tiempo. Y eso son algunas experimentaciones, vanguardismos... : la gelidez -aparente- de lo estrictamente "clásico" junto a la movilidad de lo coetáneo. El lenguaje selecto y el coloquial. ¿Qué son los Siglos de Oro, el Neoclasicismo, el Romanticismo, el esperpento, el astracán, el absurdo... sino engrosamientos y palimpsestos de la grecolatinidad?
Hay obras que carecen -aparentemente- de aspiraciones trascendentales y optan por un totum revolutum frugal, humorístico y creciente que aprovecha el disparate y la energumenia para enunciar críticamente asuntos que atañen al ser humano y le afectan socialmente, aunque su exposición tangencial y bufonesca lo trivialice. Tras la risa hay un dolor (Beethoven: "A la alegría por el dolor") humano y social. Y el espectador o lector hará bien en reírse sin esquivar las advertencias trágicas que asoman. En ellas el homo sapiens parece haber sido devorado por el homo ludens; o el irracionalismo es carnívoro del racionalismo (¿No será que ambos son un único todo cuyo agujero negro comunicativo aún no hemos descubierto?). Por ejemplo: en muchas obras de todos los géneros el tema y el argumento se funden y avanzan disfrazados hasta hacerse explícitos, aunque solo en ocasiones el llanto oculto aparezca entre la picardía. Finalmente, puesto que este mundo no tiene solución, el enredo se desenreda con la intervención de un deus ex machinaequilibrador, pues de amor -a sí mismo, a la sociedad, a la humanidad y al teatro, el poema o relato- tratan tales farsas. Son la sátira y la utopía las que las engendran. El mundo no tiene solución humana -viene a decírsenos- más que recurriendo al milagro en el que no se cree.
Permítaseme esta reivindicativa digresión sobre el asunto que siempre debiera convocarnos: un reconocimiento de la disidencia creativa y solidaria, un esfuerzo por aceptar que El Progreso no consiste en mantener lo caduco y rechazar lo nuevo sino en renovar las ideas con los hechos. Esa es la tarea del verdadero creador: ser un continuo Sísifo trajinando la obra hasta perfeccionarla. Claro está que no hay obligación de recordar a quien construye para ser recordado; pero menos meritorio es enterrar la memoria de quienes además de para sí mismos tratan de ser dignos para sus coetáneos. Recuérdese la trayectoria memorística dedicada a Miguel Hernández, primero denostado y luego santificado.
Por eso quiero nombrar a algunos oriolanos que lucharon y luchan con las fuerzas de su voluntad, mayores o menores, mejores o esforzadas, y escribieron o pintaron, por ejemplo, en su patria chica; y no por chovinismo, sino por la justicia del beneficio de la duda en vez de la marginación o exilio de su tiempo; no importa ahora si sus obras son "mayores" o "menores": Tal vez, según qué perspectiva, no merezcan el Parnaso, pero sí un fragmento de él. Cito solamente 4 nombres: Guillermo Bellod, Antonio Ferrández Verdú, Miguel Ruiz Martínez, Atanasio Die Marín, a los que sumaré -aunque estén vivos- a José Aledo y José Luis Zerón. Si no se incluyen hoy en la memoria, ¿cómo podrán ser recordados -u olvidados- mañana...? Permitamos que al menos una generación los reconozca antes de ajusticiarlos definitivamente.
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