Voz: Miriam Martinelli
El redentor
La del alba seria… I, 4
¿Estos que miro son altos castillos
o soberbios cipreses como lanzas
custodiando una venta?
Tal vez los viejos muros de un solar,
quizá tan solo efluvios del paisaje;
pero en definitiva son la efigie
del mundo: cuantos viven, cuantos mueren,
cuantos ríen y sufren.
No importan las paredes del hogar,
sino quienes lo habitan: y entre todos,
quienes padecen hambre, los humildes,
los humillados, los menesterosos
frente al fuerte. Librar de esa opresión
al hombre es la tarea
de todo aquel que siente la nobleza
dentro del corazón. ¿Y han de espantarme
la transfiguración de la maldad
o la burla de quienes nada intentan
por mejorar la vida con la excusa
de que el mundo no tiene solución?
Haga yo el espantajo si ello sirve
para que otros más nobles no lo hagan
y consigan que triunfe el bien. De modo
que vengan unas cosas
que parecen ser otras: un palacio
que no lo es, princesas que son rústicas,
bacías que son yelmos,
ejércitos y piaras que han perdido su rostro
para tomar el de la confusión.
Yo sé quien soy y sé que puedo ser
todos: la solidaridad.
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