Voz: Fuensanta García
Maritornes
“… daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la moza a él,
el ventero a la moza, y todos menudeaban con tanta priesa…” I, 16
Quién pudiera soñar y hallar -despierta-
convertido el ultraje del arriero
en el dulce decir de un caballero
que me librase de esta vida incierta.
Traspasar, cual señora, la compuerta
de este falso castillo en el que muero
diciendo a unos y a otros que los quiero
y sufriendo reyerta tras reyerta.
Díceme mi dolor que tenga calma,
que la existencia está para sufrirla
y ansiar solo el placer es egoísmo.
Oh triste corazón que tienes alma
y yaces condenado a no sentirla,
pues sentir y sufrir aquí es lo mismo.
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