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viernes, 30 de septiembre de 2016

Más allá de las musas



Hay un hilo que enlaza al autor con su obra: si a ese hilo llamado inspiración, que dicta sus palabras, colores y notas a la velocidad de la luz, no se le añade una idónea estrategia pulimentadora de poco sirve el enmadejamiento. 
     La inteligencia natural, unida al conocimiento, conecta dos o más cosas y, tras su relámpago, brota el poema, la melodía, el cuadro. ¿Cuánto tiempo hay que dedicarle a la estrategia? Beethoven estuvo durante 20 años batallando con lo que finalmente fue su Novena. ¿Cómo se produce la visión? Tampoco se entiende bien cómo dos lugares separados por planetas pueden transitarse en poco tiempo, o que el matemático indio, autodidacto, Ramanujan "viera" la conclusión de sus teoremas sin necesidad de desarrollarlos, cosa imposible para los demás matemáticos. 
     Sin duda el cerebro posee una magia más allá de lo que está dispuesta a aceptar nuestra mente. 

jueves, 29 de septiembre de 2016

El abrazo perdido

Strawinski: La carrera de un libertino


No tuvo piedad de nadie, siquiera ni de sí mismo, y esto es lo que oyó al final:

     "Sí: fuiste el resplandor de muchas noches y fascinaste a todos cuantos necesitaban ser amados: si sucumbieron a tu tentación fue por su soledad, no por tus méritos. 
     No quisiste saber nada del mundo y por eso te perseguía el mundo: no ansiaban tu valía, sino tu esclavitud a sus preceptos. Puedes creer que fuiste un triunfador: pero tus triunfos son solo cenizas. No has dado nada y no recoges nada más que viento y palabras. 
     Ahora corres tras una compañía que dilate la soledad de ser un solitario sin remisión y que ha de morir solo. Pero ya no te quiero: he comprendido que solo a ti te amaste.
     Las estrellas son fósiles azules de antiguos dioses. Tú no eres siquiera un maldito Luzbel". 


miércoles, 28 de septiembre de 2016

Lecturas imprescindibles, 32: Detectivismo silogístico



Mahler: Adagio de la S. IV

"Nací cuando necesité pensar para combatir la muerte", escribí al frente de mi primer cuentecillo publicado -pura filfa, aunque fuese premiado por filfantes-.
    Y eso es lo que había estado haciendo desde muchos años atrás: defenderme racionalmente de las irracionalidades que surcaban mi cabeza como meteoritos empeñados en enloquecerme. Pensar, deducir, mirarme desde fuera para concluir que yo era como todos, no como el pintor que dijera ante su retrato: "soy yo, pero yo volviéndome loco".
     Así que me sedujo el detectivismo silogístico de Poe y, también, el del menos enfermizo Conan Doyle
     Las aventuras de Sherlock Holmes no son tan atractivas por su anecdotismo cuanto por el método de indagación y descubrimiento con el que son resueltas. Poner la inteligencia, antes que la fuerza, al servicio de la justicia; saber que no todas las premisas son válidas y que las conclusiones pueden ser erróneas si no se construye bien el silogismo de la sospecha. Reconocer que, eliminadas todas las imposibilidades, lo que queda es lo cierto, por muy improbable que parezca. Que la realidad es un rompecabezas que solo la lógica puede ordenar.
     Ocurre con muchas obras que alcanzan el estrellato entre las masas: que su propia condición de "familiares" por esa fama las condena a que pocos lean el original y queden como lecturas -en versiones- expurgadas o infantiles. Eso pasa con Don Quijote y Robinson Crusoe -el gran detective de su mismidad-, por ejemplo. Y con Holmes.
     Pocas cosas atraen más al espíritu humano que descifrar misterios. Hacerlo intelectualmente es lo que aprendemos todos los Sherlock íntimos desde Descartes y Augusto Dupin.

     Escuchar el relato Estrella de plata:

martes, 27 de septiembre de 2016

No aconsejarás.

Ligety: Lux aeterna

Por muy bienintencionados que sean nuestros consejos, rara vez son seguidos. Solo nos parecen buenos los que nos damos a nosotros mismos, nacidos de nuestras experiencias. Cuando un amigo nos llama la atención, incluso prudentemente, tomamos sus palabras como una descalificación, y decidimos creer que se equivoca: porque aceptar un error es tanto como autodescalificarnos, y preferimos descalificar al amigo, al que empezamos a considerar nuestro enemigo. 
       Se nos olvida que somos el resultado de un aprendizaje de la vida y que nuestra personalidad sería otra si otros hubieran sido nuestros modelos y premisas. De manera que introducir un cambio en nuestro comportamiento no es más que mejorar ese ser que venimos siendo; pero, ebrios de inconsciente contumacia, preferimos la autosuficiencia a la rectificación: y en vez de asumir que rectificar es de sabios defendemos al imprudente que hemos sido.
    El aconsejado no quiere saber que se equivoca, y el aconsejador se equivoca aconsejando a quien no quiere ser aconsejado. Así que el porcentaje mayor del reino de este mundo está formado por mudos y por sordos.
        De donde se deduce que quien quiera convertir a un amigo -o cualquier otra persona- en enemigo no tiene más que decirle lo que cree que debe oír para mejorarse.



lunes, 26 de septiembre de 2016

Siete razones para no existir

Purcell: Lamento y muerte de Dido
Dido y Eneas

1.- Vivir es la conciencia de estar vivo: El feto carece de conciencia: de modo que son sus progenitores -sobre todo, la madre- quienes deben asumir tal concienciación. 
2.- El dilema del aborto es el mismo que el del suicidio o la eutanasia: nacer o no nacer; vivir o no vivir; morir o no morir. Ser desdichado o intentar dejar de serlo, como bien sabía Hamlet.
3.- Quienes carecen de razones proponen su fanatismo como razón y acuden a la mitología para imponer sus inquisiciones: el dueño de la vida es Dios y solo él la da y puede quitarla. Ese lugar común de la seudoteología se ha enquistado en el subconsciente colectivo y disturbia en exceso todos los intentos de comprender objetivamente el mundo. 
4.- Sin embargo, Dios no es ya suficiente coartada para la impunidad de quienes dictan sentencias subjetivas. No todos los ciudadanos son creyentes, ni Dios es una institución democrática: así que tal institución y sus regidores religioso-políticos se constituyen en la más clara imagen de una dictadura. Es decir: en la representación de la abolición de la libertad individual, la única que existe.
5.- Por otra parte, el fin de la existencia es la evitación del sufrimiento y la consecución de la felicidad, que, como ya se sabe por Epicuro, es "la ausencia de dolor".
6.- Preguntémosle ahora al feto herido -es decir: a su madre responsable- qué quiere hacer con el regalo que le espera cuando nazca: una vida que solo un verdugo le daría.
7.- ¿Respetaríamos su decisión como se respeta un voto en las urnas?

domingo, 25 de septiembre de 2016

Pigmalión


Pigmalión
My fair lady

Pocos existen que no quieran cambiar a quienes aman para que sean mejores; o, al menos, para que les sea más fácil la convivencia. 
Ese es el mito de Pigmalión, quien se enamoró de la estatua que estaba moldeando.
Y he aquí dos versiones cinematográficas.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Tertulia




Tertulia

Como si de unas nuevas cavernas de Altamira
se tratase, solíamos reunirnos
en lugares rasgados por la noche
para que la palabra grabase en las paredes
del tiempo y la memoria
sueños de eternidad, pinturas y poemas:
desengaños y anhelos a fin de que la vida
no acabase en la muerte y el arte prolongara
la existencia de nuestra identidad
más íntima. Las voces discrepantes
o acordes retrataban utopías
y tópicos, vanguardias, clasicismos,
frágiles manifiestos y penumbras
que algunos convirtieron en frutos luminosos.
De todo aquel secreto vociferio 
-en el que no faltaban fantasmas y otros duendes-
quedó lo que no puede quebrantar 
ningún arte:
un puñado de amigos y nostalgias.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Al empezar el curso


Marcello / Bach: Adagio

¿Qué es la inteligencia sino la facultad de enlazar los diferentes datos de nuestra mente para vislumbrar la solución de un problema, sea este de la índole que sea? Si es así, dos ingredientes necesitamos: que la naturaleza nos dote con un cerebro fértil y que la voluntad y el esfuerzo nos conduzcan al amor por el saber. 
     Sobre las dotes naturales nada podemos hacer sino utilizarlas adecuadamente; sobre nuestros conocimientos sí podemos y debemos ampliarlos, sin caer en el exceso ni el defecto. Si a la potencia cerebral se le une la cantidad e idoneidad de datos computables como premisas, debemos deducir que una gran memoria poco consigue sin la estrategia inteligente, y esta tampoco si no maneja la suficiente y razonable erudición. 
     No sería descabellado poner como ejemplo de fusión y equilibrio entre las dotes naturales y las adquiridas lo que afirma un ejemplar y popular personaje: dice el Teniente Colombo que como se sabía menos capacitado que otros compañeros de clase, suplía esa menor capacidad con una mayor atención y estudio. Y lo mismo puede decirse de Sherlock Holmes: aunque es especialista en algunos temas, confiesa carecer de una profunda cultura, lo que le lleva a convertir la observación en el elemento de su deducción y triunfo sobre la impunidad del mal.
     De modo que basta con alimentar la capacidad infantil y adolescente con mayor o menor experiencia sensitiva y cognitiva (amar el conocimiento, cultivar la autoestima, conocer los arbotantes y engranajes de la Historia...) para que la escalera de la inteligencia nos suba más o menos en la comprensión del ser y estar en la existencia. 
         La mente es una pizarra magnética en blanco: absorbe y escribe en ella todo cuanto ocurre a su alrededor, y jamás lo olvida. Su memoria es infinita: aquello que no puede guardar en primer plano lo almacena en sus sótanos, en espera de tener que utilizarlo. Allí va lo que parece no interesarnos y lo que nos interesa demasiado pero nos daña. 
     En los primeros meses de nuestra vida es una página virgen. En ella vamos tachando y reescribiendo los hechos, que se transforman en recuerdos independizados de la realidad a la que se refieren. Ahí permanecen, en la sombra, y a través de los sueños o las premoniciones se comunican con nuestra conciencia en un lenguaje jeroglífico y secreto de dificultosa explicación o entendimiento. 
     Ordenar bien o mal ese laberinto de emociones, sentimientos, impulsos y racionalizaciones es lo que crea cada personalidad y hace a cada ser humano diferente. De manera que somos producto de unos genes naturales y otros factores que actúan, con similar fortaleza, como  genes sociales. No siempre están de acuerdo unos y otros, y su choque es lo que nos provoca generosidad, egoísmo, honestidad, desentendimientos, traumas, sociopatía ... enemistades incluso con nosotros mismos...
     Muchos años tardan en grabarse nuestros mecanismos síquicos, y décadas en eliminarse. De ahí la importancia de adquirir buenos hábitos. Y ese es el mejor aprendizaje: sentirnos dignos de cuanto hacemos y merecedores de cuanto recibimos. 
     Ahora bien: en esa labor de creación de nuestro yo hay un sustrato: el que nos enseñan nuestros padres, vecinos, profesores: ellos son nuestros primeros y verdaderos maestros, y los auténticos responsables, puesto que la educación es un entramado en el que intervienen todos los agentes de la sociedad.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Los polvos de la Madre Celestina

Schumann: C. violoncelo

Sin más ni más, Tres comenzó diciendo:

Con los poderes que me otorgaron los polvos de la Madre Celestina (pues muy lujuriosa era) me sumergí en el tiempo y conduje a Freud hasta la adolescencia de Van Gogh, Schumann y Cantero, a fin de que el sabio doctor previniese o curase sus suicidas depresiones -su melancolía adictiva- y pudieran, por lo tanto, seguir pintando, componiendo, escribiendo.
     Después volví al día actual y fui a los museos, salas de conciertos, bibliotecas: quería contemplar, leer y disfrutar la evolución artística de aquellos tres visionarios. 
     Hete aquí lo que encontré: Esos tres nombres no habían aportado nada a la historia de la música, la escritura, la pintura. Jamás habían pintarrajeado, escribido, componido... Sin duda, libres de sufrimiento, que es el mayor fecundador del arte, habían vivicionado unas vívidas vidas felicísimas... Así que el mundo no podía gozar de la "Noche estrellada", el "Concierto para piano en la menor" ni "Equis" ...
    Ante tamaña enajenación, robo y expolio deduje la verité de que "aquellos polvos trajeron estos lodos". También que "no te bañarás dos veces en el mismo río", afirmaciones atribuidas a Pitágoras por Heráclito (cuando todo el mundo sabe que son sa-bio-ndeces pactadas por los folcloristas Rajoy, Sánchez, Iglesias y Albert; o sea: Dartañán y los tres Estrategas).


miércoles, 21 de septiembre de 2016

La pizarra magnética.


Liszt: Consolación nº 3

La mente es una pizarra magnética en blanco: absorbe y escribe en ella todo cuanto ocurre a su alrededor, y jamás lo olvida. Su memoria es infinita: aquello que no puede guardar en primer plano lo almacena en sus sótanos, en espera de tener que utilizarlo. Allí va lo que parece no interesarnos y lo que nos interesa demasiado pero nos daña. 
     En los primeros meses de nuestra vida es una página virgen. En ella vamos tachando y reescribiendo los hechos, que se transforman en recuerdos independizados de la realidad a la que se refieren. Ahí permanecen, en la sombra, y a través de los sueños o las premoniciones se comunican con nuestra conciencia en un lenguaje jeroglífico y secreto de dificultosa explicación o entendimiento. 
     Ordenar bien o mal ese laberinto de emociones, sentimientos, impulsos y racionalizaciones es lo que crea cada personalidad y hace a cada ser humano diferente. De manera que somos producto de unos genes naturales y otros factores que actúan, con similar fortaleza, como  genes sociales. No siempre están de acuerdo unos y otros, y su choque es lo que nos provoca generosidad, egoísmo, honestidad, desentendimientos, traumas, sociopatía ... enemistades incluso con nosotros mismos...
     Muchos años tardan en grabarse nuestros mecanismos síquicos, y décadas en eliminarse. De ahí la importancia de adquirir buenos hábitos. Y ese es el mejor aprendizaje: sentirnos dignos de cuanto hacemos y merecedores de cuanto recibimos. 
     Ahora bien: en esa labor de creación de nuestro yo hay un sustrato: el que nos imponen nuestros padres, vecinos, profesores: ellos son nuestros verdaderos maestros y los auténticos responsables porque son quienes acumulan nuestros primeros saberes en nuestra mente.   

martes, 20 de septiembre de 2016

Lecturas imprescindibles, 31


Bocherini: Minuetto

1.- Todo alumno será mañana un ciudadano. Y, como tal, debe estar preparado, tarea que, en buena medida, concierne al profesor. Es este el que debe enseñar que el mejor equipaje para la existencia es el del conocimiento, algo que espera pacientemente en los libros. Los buenos libros -eso es lo que debe enseñar el profesor- son aquellos en los que siempre ganamos algo, aquellos en los que descansamos mientras aprendemos. Y que estos, para muchos hombres y mujeres que antes fueron alumnos, constituyen uno de los grandes placeres de sus vidas. Quizá porque el libro nos dice lo que nadie sabe decirnos, y cuando nosotros decidimos escucharlo, o porque con él estamos tan sabiamente solos como prudentemente acompañados. Por eso los libros son los seres humanos que más amigos tienen. El libro es la única ciudad a la que nadie puede impedirnos entrar y gozar de su hospitalidad.
2.- Sin embargo, resulta sorprendente constatar cómo la inmensa mayoría del público lector se adentra en libros de escasa identidad y lee historias de poca enjundia. Pocos de entre el gran público -nacido de las aulas- saben que las “Metamorfosis” de Ovidio narra las más hermosas e imaginativas historias de ciencia-ficción -y que conocerlas supone poseer las claves de cuantos mitos importantes sustentan la cultura occidental-; o que el “Decamerón” de Bocaccio y el “Heptamerón” de Margarita de Navarra contienen el erotismo más sugerente y atractivo, sin caer en la disentería pornográfica; o que la “Madame Bovary” de Flaubert es la novela “rosa” mejor escrita de la historia; o que “Crimen y Castigo” de Dostoiewski es la más sabia novela policiaca; que “Enma Zunz”, de Borges, es, entre otras cosas, el más noble ejemplo de crimen perfecto; que Poe ha escrito las más deslumbrantes narraciones extraordinarias; que la novela “1984” de Orwell hace comprender mejor que nadie -y con mayor pavor-, la política ...
3.- ¿Quién no se apasionará con el tema de la eterna juventud leyendo el “Dorian Gray” de Oscar Wilde? ¿Quién no quedará preso entre los celajes de los celos de “El túnel” de Sábato? ¿Quién no conocerá mejor al ser humano al adentrarse en “La sala número seis” de Chejov? Y si el lector se interesa por la sociología no vaya a manuales, donde se entretendrá demasiado y saldrá tal vez desnudo de sapiencia, sino a Balzac o Dickens; y si de sicología, acuda sin dudarlo a Dostoiewski; y si quisiere saber de todo un poco éntrese en “El Quijote” aunque le parezca que su mundo nada tiene que ver con nuestro tiempo. ¿No muestra con claridad “Fahrenheit 451”, de Bradbury, los peligros de la desaparición del libro y, por ello, de la cultura, mientras nos envuelve en su trama? ¿Acaso no hay, como las citadas, otras muchas obras que, una vez leídas, conducen hasta otras similares y convierten al ciudadano en un conocedor del mundo interior, sin el cual no es posible desenvolverse bien en el de su cotidianidad, que es la sociedad actual?

lunes, 19 de septiembre de 2016

Laconismos 606 - 620



Chopin: Vals
Welista: Despojamiento lacónico

606.- Para la razón no hay cosas inexplicables, sino cosas inexplicadas. 
***
607.- La vida es un suicidio interminable. Dichoso aquel que hace vivir un día más a quienes ama.
***
608.- La castración de la sexualidad produce monstruos, o visiones arcangélicas. Aberraciones y paramisticismos. Porque la energía siempre se transforma en algo tangencial a sí misma si se le impide su espontánea combustión.
***
609.- Los ojos de quienes se creen en posesión de la verdad no son capaces de ver la mentira en la que viven.
***
610.- Todo autor es una búsqueda del hito expresivo cuyo hallazgo consigue a veces en unos pocos textos; el resto son esbozos preparatorios o cenizas del fuego hallado.  
***
611.- No hay peor mentiroso que quien se miente a sí mismo: su aparente sinceridad termina por confundir a quienes creían en él.
***
612.- Hay un solo ser, el universo, y muchas identidades para el mismo, las que cada hombre le ha buscado. Ninguna de ellas es verazmente definitiva.
*** 
613.- La verdad es una desconocida, y el hombre un escéptico que ansía creer e inventa sus creencias. 
*** 
614.- Solo quien sufre se pregunta por el sentido de la vida.
***
615.- Se puede decir que algo es mejor que lo anterior cuando lo nuevo conlleva una menor distancia entre lo que se desea dignamente y lo que se consigue justamente.
***
616.- Los ojos de quienes leen entienden mejor el mundo que los que no ven más que desde la ignorancia.
***
617.- Afortunadamente, aún quedan personas que mantienen la pureza, la inocencia y el manantial vivificante del primer día de la creación, abrazado a su alma como un cuarzo impoluto.
***
618.- Si hay algo peor que la lectura de un libro previsible es leerse a sí mismo.
***
 619.- Si los editores entendiesen la edición de un libro como un acto cultural y no como un negocio habría menos basura en las librerías.
***
     620.- Cuanto más se desconoce más se cree conocer, y cuanto más se conoce más se sabe uno desconocedor de la inmensidad de lo cognoscible.
***

domingo, 18 de septiembre de 2016

El genoma poético

Saint-Saëns: El cisne

En ocasiones, lo que nos parece evidente no es lo verdadero: la lógica intuitiva nos dice que un quilo de hierro lanzado desde un precipicio llegará al suelo antes que un quilo de paja. Sin embargo, no es así. Ya Galileo lo demostró desde la Torre de Pisa, aunque no se confirmó eficientemente hasta que el astronauta David R. Scott lo hizo lanzando en la Luna una pluma y un martillo. 
     Igualmente, parece aceptable que las 154 sílabas de un poema lleguen con la misma reverberación e intensidad emocional e intelectiva que las 154 de otro de igual estructura. Y tampoco es así, como demuestra la comparación entre los sonetos de Quevedo y Parásito.
     Cada vez que utilizamos una palabra, esta no surge virgen del diccionario denotativo sino que arrastra todos los significados reverberantes de cuantos la han utilizado, reverberaciones que sacuden, con desigual fortuna, tanto al hombre de la calle como al autor más culto, quienes le otorgan, enriqueciéndola o empobreciéndola, nuevas connotaciones: eso es lo que hace que un poema sea fértil o yermo. 
     Es la estrategia del creador de un texto la que ordena y talla los genes verbales, el genoma sintáctico, el adeene lírico. Porque, definitivamente, la sintaxis semántica es la que, convertida en demiurgo, categoriza un poema. Y es que en Arte -y en lógica- el orden de los factores sí altera el producto.
     Hay demasiados publicadores de sus escritos que rezan para que los reseñen con críticas gloriosas. Sin embargo carecen de la más mínima autocrítica y se lanzan a publicitar e incordiar con su escribiduría.
     Vaya esta calamidad versística para tanto poetífero recalcitrante:

Sonetazo de 154 sílabas

Poetas que escribís versos de viento,
ruiseñores de la versolatría
que juglariáis la gran algarabía
aprendida en la hiel del excremento:

¿Qué músicas seguís en el intento
de almibarar vuestra disentería,
si escribís versos, pero no poesía,
con sílabas sin pies, alma ni aliento?

Prosisómanos son vuestros poemas,
estangurrios, caníbales y tísicos,
como nacidos de parlante afasia.

Famamundiarse a base de lexemas 
estupradores, chancros, sifilíticos:
tal es, poetas, vuestra idiosincrasia.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Premios y cualqueotros fantasmas

Biblioteca Miguel de Cervantes


Querida Raquel: Aunque el tema ya se ha convertido en tópico y contumacia, te contesto por tu tono amable (no es así el de otros que insisten verborreicamente en el mismo).
     Naturalmente que resulta agradable recibir un premio por un libro -por ejemplo-; pero solo es eso: una alegría. Porque ¿qué es un premio sino el resultado de una opinión? Se supone que se premia el mejor libro: ¿pero es bueno el mejor o uno más entre tantos? ¿Tienen algo que ver los concursos con la poesía?
     1.- Un conjunto de textos, o cuadros, o músicas es calificado por un jurado; este emite su veredicto. 2.- ¿Es sensato el criterio del jurado? 3.- Ese mismo conjunto leído por otro jurado con otro criterio premiaría otro libro. 4.- Hay tantos concursos que no es extraño que muchos pésimos libros consigan algún premio. 5.- De modo que ¿por qué ir más allá de considerar un premio como "un accidente agradable que te ocurre en la vida?".
     Echegaray y Cela fueron adobados con el Premio Nobel. ¿Será posible? A Galdós se lo negaron, y a Borges más de una docena de veces. Insisto: ¿Será posible?
     Ni el Premio Mundial Fernando Rielo, ni el mundialísimo Loewe, por ejemplo, son más que premios: azares sujetos a unas azarosas normas, alegres accidentes, simples circunstancias de un libro. Claro está que en esta sociedad de desafectos, envidias y vanaglorias hay quien se estangurria incluso por haber sido finalista del concurso del barrio (cuyo tema poético obligado puede ser "la herradura y su estado de desgaste en el pollino con el que Cristo entró en Jerusalem").
     Conclusión: así va la enseñanza, así va la cultura, así va la política: así va aqueste mundo.

viernes, 16 de septiembre de 2016

El abrazo inconcluso.

Sibelius: Vals triste

La historia es la de siempre:

Las vidas de una mujer y un hombre coinciden porque, desde el origen de los tiempos, los átomos, los pájaros, los árboles, la tierra y los océanos han sido cómplices de una armoniosa confabulación: en un instante y un lugar mágicos y remotos, hombre y mujer se encuentran frente a frente, se ciñen beso a beso, abrazo a abrazo; el fulgor de los astros y la feliz predeterminación los une de tal forma que lo que era imposible se hace carne. Todo es pleno presente, semilla de futuro.
     Pero también, de pronto, por intrincados laberintos, la sombra del enigma -la ajorca del pasado y el presente- surge como un puñal y el estallido de la felicidad desaparece: ya todo es furia y viento y espejismo: en esa concatenación de hechos desde los orígenes también se incluía el alejamiento, la separación.
     Por eso, en el acervo popular existen textos como este Poema ripioso que Heredia escribió para su amada, y, sin duda, para dar fe de uno de esos milagros que derrumban los sueños:

    La vida empieza el día en el que amamos
     y muere cuando muere nuestro amor.
     Puesto que me has amado un solo día,
     un solo día he vivido yo.
     En ese breve tiempo he abrazado
     todos los sueños de este mundo; pero
     también todas las muertes del dolor.


jueves, 15 de septiembre de 2016

Los poetazos



Es difícil abrir hoy un libro de poemas y no echar a correr hacia otro libro buscando el manantial de la poesía. ¿Siempre habrá sido así -pregunta la interrogación retórica-? ¿Por qué hay quien busca en la página objetos poéticos en vez de trasuntos esenciales del hombre imprescindible? ¿Es que nadie lee más que lo que escribe y por eso no se aprende? ¿Es que todos se consideran el inicio de la tradición en vez de sus continuadores?
     Los poetazos actuales no solo no han leído El Quijote y sus sinónimos, sino que desconocen, por lo mismo, que su modelo es Avellaneda: el fugitivo del espejo que irradia su inesencial identidad, forzado entre barrotes a endilgar entuertos y malandrinear versos acrósticos de su propia sandez. No conocen la vida ni la pluma. Son lápidas sin tumba. Quieren entontecer el corazón empapelando el mundo con sus versos. 
     Hay que escribir para el hombre, no para el poeta: precisamente porque del hombre solo queda el poeta: el sentidor reflexivo.
     Si la poesía puede transformar el mundo no es porque esté formada de palabras, sino porque estas son -deben ser- autorretratos de la humanidad.



El sueño imposible 

martes, 13 de septiembre de 2016

Los inlectores autores

Offenbach: Barcarola
Doñísima Doña Dori
Los escritores "profesionales" suelen ser falsos amantes de las palabras: las venden, no las crean ni creen en sus significados primigenios, sino en su estruendo pomposo. Quien escribe con autenticidad debe hacerlo en primer lugar porque necesite comprenderse y, en todo caso, hacer comprender. Lo demás son negocios; tan dignos como otros, pero negocios de compraventa: presuntos bestsellers; o sea: malversaciones coyunturales de la escritura, que no nació para buscar el éxito, sino para crear un corpus memorístico que diese fe de cuanto sucede e inmortalizar lo que siempre perdura y necesita el ser humano como alimento para entender el mundo y la existencia. 
     La escritura debe ser obra del homo sapiens y para el homo sapiens, aunque resulte más llevadera si la aliña el homo ludens. Si este se la adueña y suplanta a aquel ya no es más que un poco del "pan y circo" del que hablaba Juvenal, con el que el poder entontece al pueblo. 
     Es tan fácil escribir (porque el ocio es lo que impera) y tan simple publicar (porque el mundo es un mercado) que ya se escribe antes de saber leer. Y no se sabe escribir porque se lee lo que publican los inlectores que desconocen los libros escritos por los que fueron buenos lectores, algunos de ellos convertidos en grandes autores. 
     Si los editores entendiesen la edición de un libro como un acto cultural y no como un negocio habría menos basura en las librerías.
     Cuanto más se desconoce más se cree conocer, y cuanto más se conoce más se sabe uno desconocedor de la inmensidad de lo cognoscible.
     (Díselo a mi querida Primate cuando la veas).