Yo estaba, no sé cómo, subido a una alta torre
en medio del sereno firmamento.
en medio del sereno firmamento.
Miraba
las estrellas,
sumido en el fervor de la contemplación,
sumido en el fervor de la contemplación,
y mi
pluma trataba de entender.
Sembraba de preguntas
la infinita belleza de la noche,
la estelar telaraña donde el hombre se prende
en la fascinación del Gran Enigma.
Sembraba de preguntas
la infinita belleza de la noche,
la estelar telaraña donde el hombre se prende
en la fascinación del Gran Enigma.
Veía
los secretos del espacio
y el
tiempo, y vi el crisol
de las
crepitaciones de la carne.
Contemplé
la vorágine inconsútil,
ubicua y sin lugar,
ubicua y sin lugar,
estática
y errante,
sobre mi frente erguida. Vi
los dioses encrespados
que se gestaban en la inmensidad
sobre mi frente erguida. Vi
los dioses encrespados
que se gestaban en la inmensidad
y los
que, ya cadáveres, servían
de
arcilla misteriosa
para
divinidades sucesivas;
vi la
frágil infancia
caminando
hacia la decrepitud
sin
saber por qué nace y por qué muere;
vi
mis células
desjarretarse
entre palpitaciones,
caer
como aerolitos
al
osario abisal;
vi
las sirenas émulas de soles
nadando
en el océano
del firmamento como
dragones encendidos
devoradores de la luz; miré
del firmamento como
dragones encendidos
devoradores de la luz; miré
el
aleph donde todo se esclarece
desde su barbacana vislumbrante:
desde su barbacana vislumbrante:
la
hecatombe
de la
Conflagración Universal
promulgaba su horror: toda existencia
es la semilla de su propia muerte
y toda muerte engendra nueva vida
carente de pasado y de futuro.
De pronto, un estallido sinuoso
promulgaba su horror: toda existencia
es la semilla de su propia muerte
y toda muerte engendra nueva vida
carente de pasado y de futuro.
De pronto, un estallido sinuoso
conmocionó
los astros, me sumió
en una
inexorable
caída
hacia el abismo
que me
alejaba de los dioses y
me
enterraba en el vértigo. ¿Qué ocurre?
¿Acaso
el universo se disuelve en cenizas?
Mi conciencia
me dice que debe haber un orden
en la
naturaleza.
Pero
sigo cayendo y no aparece
un
Dios que ponga bridas al destino.
Antes
de mi caída, la belleza
le
daba algún consuelo
a la
existencia. Pero ante la muerte
nada
tiene sentido.
Mirando alrededor, buscando
alguna fe
que justifique el hecho de vivir,
encuentro solo ruinas, conciencias
desoladas
y la asechanza de la indefensión.
¿Qué debo concluir de esta
orfandad sin nombre?
¿Dónde queda el fulgor
de nuestra inteligencia desatada?
La muerte es un cadáver que sueña
en nuestro cuerpo
y emerge lentamente,
hasta tomar la forma de esta
cripta
que hemos llamado vida.
Existir es estar, ser en el
tiempo
el inasible rostro de una efigie
que es la concitación de sus metamorfosis:
somos caducidad, mortalidad:
Todo en el universo combate contra todo
y nada queda al margen del combate.
Las estrellas son fuegos quemando otras estrellas
y todas las criaturas alimentan sus vidas
con la muerte darwínica de las otras criaturas.
Así el lobo degüella al antílope altivo
el inasible rostro de una efigie
que es la concitación de sus metamorfosis:
somos caducidad, mortalidad:
Todo en el universo combate contra todo
y nada queda al margen del combate.
Las estrellas son fuegos quemando otras estrellas
y todas las criaturas alimentan sus vidas
con la muerte darwínica de las otras criaturas.
Así el lobo degüella al antílope altivo
y el hombre se convierte en lobo
contra el hombre.
Así la antimateria devora la materia
y sobrevive el arte que humilla al que lo causa.
Solo existe la vida porque existe la muerte.
Así la antimateria devora la materia
y sobrevive el arte que humilla al que lo causa.
Solo existe la vida porque existe la muerte.
Qué inútiles los sueños,
las ansias de escrutar y de
escribir
como revelación y profecía
el destino del hombre, confesé;
el perfecto universo es nada más que un átomo
y la infrangible eternidad es solo
un fugitivo instante sin memoria.
el destino del hombre, confesé;
el perfecto universo es nada más que un átomo
y la infrangible eternidad es solo
un fugitivo instante sin memoria.
Toda conciencia
dura apenas nada.
La sustancia del cosmos es
fungible,
igual que lo es la carne o el
espíritu.
Yo estaba, como digo, mirando las
estrellas,
los arriates de estrellas
crecidas en la noche,
y mi pluma trataba de entender
la infinita tristeza que depara el vivir.
De repente, lo supe:
y mi pluma trataba de entender
la infinita tristeza que depara el vivir.
De repente, lo supe:
también la pluma es otro ser
muriente.
Y
antes de abandonarme al gran osario,
anoté, persiguiendo algún consuelo:
también
anoté, persiguiendo algún consuelo:
también
todo
dolor desaparecerá.
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