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miércoles, 28 de marzo de 2012

Cosmoagonías (Libros recibidos, V)


Ligeti: Lux aeterna



Recibo un paquete de Huerga y Fierro. Libros, sin duda. ¿De quién serán? Desde mi último acuse de recibo y comentario nadie ha vuelto a enviarme ni una página. El misterio se desvela: son algunos ejemplares de mi recién impreso título La muerte universal (Cosmoagonías).


No leo mis libros una vez publicados: ya los conozco; y solo los escribí para liberarme, descubrirme, identificarme, saber cuál es mi nombre íntimo. Una vez desenmascarado el fragmento de identidad, qué menos que dignificarlo tratando de eliminar lo que se le escapó a la pluma parlanchina. Hecho esto, releídas de mala gana las galeradas, y asumido que tampoco he conseguido librarme del que soy ni ser aquel que quise ser, para qué volver sobre ellos. Cuando pasan años, sí: para tachar o alterar en la antología presunta, alejarme más del que ya fui, acercarme al que anhelé.


Así que aquí doy noticia de su existencia para el lector voraz de desencantos. Yo sé que en este título se ha interrumpido mi viaje "hacia la luz". Si el libro así titulado fue una inflexión redentora, este lo es hacia el abismo de mis primeros textos. Me creí libre de la pluma funeral: pero ha regresado el tánatos a defenestrar el eros. Persiguiendo el himno, he vuelto a la elegía; o a la constatación de su poder y de que el mundo da más causas para ella que para las odas. Y no quiero asistir a mis propias exequias.