IDA Y VUELTA
Cuando nos
dirigimos al amor
todos vamos
ardiendo.
Llevamos
amapolas en los labios
y una chispa
de fuego en la mirada.
Sentimos que
la sangre
nos golpea las
sienes, las ingles, las muñecas.
Damos y
recibimos rosas rojas
y rojo es el
espejo de la alcoba en penumbra.
Cuando
volvemos del amor, marchitos,
rechazados,
culpables
o simplemente
absurdos,
regresamos muy
pálidos, muy fríos.
Con los ojos
en blanco, más canas y la cifra
de leucocitos
por las nubes,
somos un
esqueleto y su derrota.
Pero seguimos
yendo.
© Amalia Bautista