Charles Ives: Largo
HELENA
CONTEMPLA A SUS HERMANOS
Dulces
hermanos, carne
de un mismo
amor, rendidos
al borde de la
noche
os contemplo:
soberbios
como dioses, y
frágiles
como cisnes.
Qué extraño
maleficio nos
une,
qué enredados
caminos
llevaron a
este ocaso.
Me llamaréis
hermana,
y yo os
llamaré amados,
piel
deleitosa, fruta
de mi propio
jardín.
Míos sois por
la gracia del deseo.
Soy vuestra
por la gracia de la sangre.
Y un día
lloraré
al decir
vuestros nombres.