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domingo, 30 de junio de 2019

Decir o no decir...

Chopin: Nocturno nº 1

Querida Elena:
Si vas por Vilella nos encontraremos en algún lugar de un verso. Mientras tanto te digo:

     Todo creador tiene un problema que, a veces, desconoce: la dificultad de distinguir lo que importa a todo lector, como cuestión entrañable humana, y lo que le importa a sí mismo simplemente porque forma parte de su vida. Es necesario el bisturí para extirpar el yo circunstancial del yo auténtico y esencial.
     Todo cuanto sentimos tiene sus consecuencias, que son causas de otras. El sentimentaloidismo -el campoamorino, o el faceburgués, por ejemplo- nos hace verborrear, hiperbolizar, convertir las quintaesencias en fárragos, y nos ciega para lo imprescindible: la idoneidad ante el sentimiento, el pensamiento y su expresión definitiva (a ello me he referido en varias ocasiones, aludiendo a Poe, Bécquer, Valéry...,  y lo estudié en mi libro "La construcción del poema").
     Muchos autores se empecinan en esconder la luz tras sus palabras, en vez de iluminar con ellas. El descubrimiento del monólogo interior es un medio, no un fin: nos hace accesible la identidad, la mismidad, desde los soliloquios racionales de Robinson Crusoe hasta los irracionalismos de Joyce. El inhumanismo nos abre, pues, las puertas de los humanismos: son jeroglíficos, laberintos que nos enseñan a encontrar puertas. Los juegos con el tiempo de la modernidad novelística o cinematográfica, el ludismo de las últimas artes, son acertijos que la sinrazón nos pone para que los descifre la razón; y esta es la que, siendo una facultad del homo habilis, prevalece como finalidad del homo sapiens.
     Uno de los aciertos de "El Quijote" es su construcción en breves capítulos, una vez establecido su punto de partida. Si hubiera sido una narración sin capitulillos evolutivos probablemente habría sido inaguantable -como ocurre con el "Persiles"-.
     No es extraño que "La tierra baldía" fuera podada de más de la mitad de sus versos por Pound, o que Puccini borrase un millar de compases de una de sus óperas. 
     Ya se sabe: "el mejor consejero del escritor es la papelera", que dijo Hemingway.



sábado, 29 de junio de 2019

Bibliografía



  • Antonio Gracia 
  •  
  • Bibliografía


  • Bibliografía de Antonio Gracia

    Del autor

    Poesía

    Libros
    • La estatura del ansia, Orihuela, Ayuntamiento de Orihuela, 1975.
    • Palimpsesto, Alicante, Sinhaya, 1980.
    • Los ojos de la metáfora, Alicante, Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1987.
    • Hacia la luz, Alicante, Aguaclara, 1998.
    • Libro de los anhelos, Alicante, Aguaclara, 1999
    • Reconstrucción de un diario, Valencia, Pre-Textos, 2001.
    • La epopeya interior, Madrid, Fernando Rielo, 2002.
    • El himno en la elegía, Madrid, Algaida, 2002.
    • Por una elevada senda, Madrid, Vitruvio, 2004.
    • Devastaciones, sueños, Madrid, Literaturas.com, 2005. [Versión no autorizada por el autor: Bajadoz, Del Oeste Ediciones, 2005].
    • La urdimbre luminosa, Alicante, Aguaclara, 2007.
    • Siete poemas y dos poemáticased. Ángel L. Prieto de Paula, Barcelona, Huacanamo, 2010.
    • Hijos de Homero, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2010.
    • La condición mortal, Madrid, Vitruvio, 2010.
    • La muerte universal, Madrid, Huerga y Fierro («Signos»), 2013.
    • Bajo el signo de Eros, Cuenca, Olcades, 2013.
    • Lejos de toda furia, Madrid, Devenir, 2015.
    Antología
    • Fragmentos de identidad (Poesía 1968-1983)ed. Ángel L. Prieto de Paula, Alicante, Aguaclara, 1993.
    • Fragmentos de inmensidad (Poesía 1998-2004)ed. Luis Bagué Quílez, Madrid, Devenir, 2009.
    • El mausoleo y los pájarosed. Ángel L. Prieto de Paula, Madrid, Huerga y Fierro («Signos»), 2012.
    • Devastaciones, sueños (Antología)ed. Ángel L. Prieto de Paula, Madrid, Vitruvio, 2012.
    Ensayo Literario
    • Pascual Pla y Beltrán. Vida y obra, Alicante, Diputación de Alicante, 1983.
    • Miguel Hernández: del amor cortés a la mística del erotismo, Alicante, IC Juan Gil-Albert, 1998.
    • Ensayos literarios. Apuntes sobre el amor, Alicante, Diputación de Alicante, 1983.
    • La construcción del poema, Alicante, IAC Juan Gil-Albert, 2016.

    Sobre el autor

    • ALCORTA, Carlos, «Años de Gracia», Clarín, 55 (2005), pp. 76-77.
    • BAGUÉ QUÍLEZ, Luis, «Fragmentos de una poética», en Fragmentos de inmensidad (Poesía 1998-2004)cit. suprapp. 9-26.
    • BAGUÉ QUÍLEZ, Luis, «Memento homine», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 25 de julio de 2012.
    • BAGUÉ QUÍLEZ, Luis, «El mundo es un museo», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 25 de junio de 2015.
    • BARRERA, José María, «Fragmentos de identidad (Poesía 1968-1983)», ABCsupl. «ABC Cultural», 3 de diciembre de 1993.
    • BAS ALBERTOS, M.ª José, «Poesía y mística», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 6 de mayo de 2004.
    • BONMATÍ, Luis T., «Ardiente en la sombra», Empireuma, 23 (1998), pp. 18-19.
    • CARNERO, Guillermo, «Libro de los anhelos», El Mundosupl. «El Cultural», 6 de febrero de 2000.
    • COBOS WILKINS, Juan, «Poesía como metamorfosis», El Paíssupl. «Babelia», 1 de febrero de 2003.
    • DÍEZ DE REVENGA, F. J., «El signo de la serenidad», La Opinión (Murcia), 7 de junio de 2015.
    • FERRÁNDIZ LOZANO, José, «Antonio Gracia: el poema como espejo», La Verdad (Alicante), 13 de diciembre de 1987.
    • GARCÍA, Dionisia, «Palimpsesto», en Páginas dispersas, Murcia, Ediciones Tres Fronteras, 2008, pp. 53-55.
    • GARCÍA, Dionisia, «Las ruinas de la luz: La muerte universal de A. Gracia», Ex Libris, 13 (2013), pp. 81-82.
    • GARCÍA MARTÍN, José Luis, «Devastaciones, sueños», La Razón, 16 de agosto de 2005.
    • GINER, José Ramón, «Antonio Gracia», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 2 de abril de 1998.
    • GINER, José Ramón, «Egotismo», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 2 de diciembre de 1999.
    • GÓMEZ TORÉ, José Luis, «Fragmentos de inmensidad»; [última visita: 9 de octubre de 2017].
    • GUILLÉN GARCÍA, José, «Introducción» a A. Gracia, La estatura del ansiacit. suprapp. 5-8.
    • JUAN PENALVA, Joaquín, «Versos esenciales», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 25 de junio de 2009.
    • JUAN PENALVA, Joaquín, «Antonio Gracia, inédito y conocido», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 30 de junio de 2010.
    • LÓPEZ PRECIOSO, Juan Luis, «El poeta esencial», La Verdad (Murcia), supl. «Ababol», 20 de enero de 1999.
    • LUJÁN ATIENZA, Ángel Luis, «Exordio», en A. Gracia, La urdimbre luminosa, cit. supra, pp. 7-24.
    • LUJÁN ATIENZA, Ángel Luis, «Soñador de su elegía», en A. Gracia, Bajo el signo de Eroscit. suprapp. 7-8.
    • MENA, Manuel, «Libro para leer (Palimpsesto)», La Verdad (Alicante), 25 de enero de 1981.
    • Antonio, «Los caminos de la luz», Información, supl. «Arte y Letras», 7 de mayo de 1998.
    • MUELAS, Gregorio, «El himno en la elegía»  [última visita: 9 de octubre de 2017].
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., Musa del 68 (Claves de una generación poética), Madrid, Hiperión, 1996, pp. 324-327.
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., «Antonio Gracia: un caos con vocación de orden», Clarín, 17 (1998), pp. 74-75.
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., «Hacia la luz», La Prensa (Alicante), 2 de mayo de 1998.
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., «Unas palabras liminares sobre la poesía de Antonio Gracia», en A. Gracia, El himno en la elegíacit. suprapp. 9-13.
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., «Un simulacro verdadero», El Paíssupl. «Babelia», 1 de junio de 2002.
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., «Ruinas de identidad en la poesía de Antonio Gracia», en De manantial sereno, Valencia, Pre-Textos, 2004, pp. 237-256.
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., «Antonio Gracia contra las estrategias de la muerte», en A. Gracia, Devastaciones, sueños (Antología poética)cit. supra, pp. 7-23.
    • PRIETO DE PAULA, Ángel L., «Prólogo» a A. Gracia, El mausoleo y los pájaros (Antología poética)cit. suprapp. 7-17.
    • RODRÍGUEZ ASEIJAS, Irene, «Devastaciones, sueños»; [última visita: 9 de octubre de 2017].
    • RODRÍGUEZ DE LA ROBLA, Ana Belén, «Un destrózate más una herejía. Heterodoxia y agonía en el poeta Antonio Gracia», Empireuma, 30 (2004), pp. 104-108.
    • RODRÍGUEZ DE LA ROBLA, Ana Belén, «El himno en la elegía», El Diario Montañés, 5 de noviembre de 2002.
    • ZERÓN, José Luis, «La poética del yo: Antonio Gracia», Empireuma, 19 (1993), pp. 14-15.
    • ZERÓN, José Luis, «La aventura poética de Antonio Gracia», en A. Gracia, La epopeya interiorcit. suprapp. 7-19.
    • ZERÓN, José Luis, «La posesión de una pérdida», Informaciónsupl. «Arte y Letras», 17 de noviembre de 2005.
    • ZERÓN, José Luis, «Lejos de toda furia».

    viernes, 28 de junio de 2019

    La pregunta infinita


    Barber: Adagio







    Animal Quærens

    /por Antonio Gracia/
    He aquí una meditación sobre la resiliencia metafísica, un himno 
    en la elegía. Rara vez pensamiento y lírica han cuajado en un poema. 
    Eso es lo que intento en este: verter el prosaísmo de la filosofía en el 
    emocionismo de la poesía sin que chirríen.

    I

    ¿Adónde han de llevarme estos versos que emergen
    como un frágil conjuro contra el desasosiego?
    Dejo sueltas las bridas de la pluma
    y se dirige hacia los minerales,
    hacia el agua, los pájaros y el trigo,
    todo aquello que canta
    en la naturaleza prodigiosa.
    Siento cómo penetra en mi conciencia
    y encuentra la de todos
    oculta en la semilla del glaciar y del páramo;
    y allí revuelve mapas y cisternas,
    manuscritos rupestres, azagayas,
    espíritus y dioses que urdieron en la noche
    la tragedia indeleble de la carne.
    Se entromete en la pluma ese atavismo
    en el que tristes saurios
    devoran la alegría y germinan horror
    por todo el horizonte interminable.
    Así el destino adverso y la orfandad
    sembraron el espíritu,
    y la existencia se entendió tan solo
    como un viaje doliente a la agonía.
    Así pues, si tratase de salvarme escribiendo,
    ¿qué podría decirle a mis poemas
    sino tan solo lo que soy? Y somos
    los hijos de una muerte dilatada
    incapaz de gozar su vida errante:
    no temporalidad, sino fugacidad,
    pues la muerte es quien rige la existencia.
    Mientras el hombre sea un animal sintiente
    capaz de razonar sus emociones,
    sufrirá la tortura
    de saberse homo moriens perseguidor de la inmortalidad.
    ¿Quién hallará exorcismos o bálsamos certeros
    para afrontar el dolorido
    sentir de la conciencia,
    si pensar es también un sentimiento?
    ¿Acaso el «cuando sea no seré
    y mientras soy no es» nos evita el dolor?
    Eurípides y Esquilo pintaron a los hombres
    tal como eran y debían ser,
    y ni siquiera Shakespeare consiguió
    que las causas no sean consecuencias
    de un albedrío sin fatalidad.
    Copérnico nos dijo que nuestro mundo es solo
    un guijarro cualquiera rodando en un desierto,
    sin sílices divinas;
    Darwin nos descubrió que somos nada más que
    los animales más presuntuosos;
    y Freud que ni siquiera
    nos gobernamos a nosotros mismos.
    Abandonó su escudo Arquíloco
    contra la tradición de la muerte gloriosa
    y nació el hombre libre con leyes y sin dioses;
    pero siguió muriendo con igual agonía,
    pues no hay muerte mayor que la conciencia
    de sabernos mortales.
    ¿Acaso aquel descifrador de esfinges
    que fuera Edipo destejió su vida
    y conjuró la predestinación?
    ¿Fue dueña de su sino Sherezade
    o solamente dilató su muerte?
    Ni siquiera Beethoven tras Heiligenstadt
    asió por la garganta su destino.
    Solo la voluntad nos dignifica.
    Por eso dijo Pope:
    «ya que mi espalda está torcida,
    mis versos serán rectos».
    No obstante, Don Quijote y Fausto
    son la demostración de que los hombres
    no pueden convertirse en lo que anhelan.
    Incluso los imperios, al lograr su esplendor,
    esculpen sus sarcófagos.
    Y henos aquí, los huérfanos del caos.
    Miramos hacia atrás, hacia adelante,
    persiguiendo un sosiego que no llega,
    pues la verdad es solo
    una metamorfosis:
    el recuerdo reencarna un tiempo muerto
    y el mañana es el eco de esa muerte.
    Nacer, crecer, morir: no hay otra trascendencia.
    Y sin embargo el arte es la expresión
    del que queremos ser, su efigie redimida.
    Quisiera que mi pluma se olvidase
    de los abismos en que se forjó
    y embriagase su voz en los veneros
    del primigenio júbilo.
    Me sumerjo en el mar de Ulises, entro
    en claros manantiales, miro
    las olas de la luz, me aferro al canto.
    Abandono las cítaras antiguas
    de la aflicción, la cruenta
    escritura, me elevo a un paraíso
    creído por creado,
    y enumero las cosas que fascinan
    el corazón del hombre.
    Un poema es un río cuyo cauce armonioso
    anega el corazón con la sabia belleza
    del ritmo alabeado
    y la palabra hermosa.
    ¿Dónde hallaré ese verbo irreductible
    a la desolación?
    ¿Dónde están los edenes entrevistos
    por tanto visionario que descendió al infierno
    al fracasar sus transfiguraciones?
    ¿No es el desencanto el trágico causante
    de los escepticismos
    y de las deserciones de la vida?
    Al llegar a este punto me sumerjo
    en un naufragio íntimo.
    Y trato de hacer mías las palabras
    de tantos otros hombres
    que sufrieron igual devastación.
    Oteo el sortilegio
    que sembraron en mí
    y tropiezo tan solo con nostalgias.
    Nada a mi alrededor canta, en verdad,
    y a todas partes donde miro veo
    hombres desalentados trascendiéndose
    y estrellándose contra el paraíso.
    ¿Dónde estarán las músicas y versos
    con que se consolaba mi existencia,
    y de tanto suicidio me salvaron,
    ahora que preciso
    su talismán para alentar mi vida?
    ¿No hay nadie, es que no hay nadie
    en el cosmos que escuche
    tanta melancolía
    y componga con ella una canción?





                                Paraíso perdido, por Emily Magone.

    II

    Es de noche y el alma busca luz.
    Camino entre la bruma,
    bajo la antorcha azul del firmamento.
    Descartes y Aristóteles creyeron
    que la razón podía desvelar
    cuantos enigmas rigen a los hombres;
    pero el fantasma del conocimiento
    sabe que el corazón tiene preguntas
    incontestables, que hay un mundo ignoto
    que excede a la conciencia.
    Y yace el hombre deslumbrado, inerme
    bajo el cráneo estelar de un cosmos mágico
    en el que, al ver la luz, se queda ciego.
    El hombre es algo más
    que el alto y noble aliento de su carne.
    Hay una realidad desconocida
    que emerge inesperada
    y contiene el secreto del espacio infinito
    y el tiempo ilimitado.
    Es de noche y los astros tejen fábulas.
    El firmamento expande
    la misma luminosa oscuridad
    que La ronda de Rembrandt.
    Pienso en la transparencia
    y en la mortalidad de cuanto existe.
    La infancia es el lugar donde crecen los sueños:
    allí urdimos los dulces paraísos
    de eternidad y plenitud
    que la edad transfigura en desengaños
    y descubren que el mundo es un dolor
    en el que construimos nuestra muerte.
    En tal desolación me digo así:
    Muere ya, corazón, pues has vivido
    y nada encuentras que te brinde causa
    para seguir viviendo.
    Tempestades he visto, furias, fuegos,
    muertes rampantes por el cielo airado,
    y jamás he temido como ahora
    que no sé lo que temo,
    pues es mi mente la que engendra monstruos.
    En medio de la noche, las estrellas
    que he amado tanto me parecen dagas
    fulgentes, o dragones que me acechan.
    Tiembla mi corazón como un suspiro
    o un estertor fugaz entre las sombras,
    y un relámpago añil surca mis ojos.
    Todo se transfigura, de repente.
    Acaso alguna música armoniosa
    emerge del océano del tiempo
    y dispone sus flautas en mi carne.
    El pentagrama de la inmensidad
    desvela sus enigmas y un arpegio
    pone en el corazón clarividencia.
    Siento la mansedumbre
    de un paraíso errante que me abraza:
    algún hermoso origen que regresa.
    La noche se diluye
    igual que en el Concierto para un ángel
    del místico Alban Berg
    el canto esparce luz sobre las sombras.
    Nace el sol con la misma claridad
    que cuando el pensamiento
    ilumina un misterio.
    Contemplo en la mañana las colinas
    como arrecifes emergiendo azules
    de un universo claro y encendido.
    ¡Hay tanta claridad en el sosiego!
    Siento que si muriese ahora
    no gozaría de este amanecer
    ya nunca más,
    que existen todavía muchas cosas
    que desconozco y siguen esperando
    para hacerme sentir
    la plenitud limítrofe del éxtasis.
    La utopía nos hace seguir vivos.
    ¿Qué sería del hombre sin sus sueños?
    Una conciencia cósmica me invade.
    Estalla un sortilegio en mi interior
    y, de repente, olvido mi agonía
    y me abrazo a la luz. Y quiero verla
    aunque la muerte aceche.





                                   Galaxia, por Joan Pons.

    III

    ¿Para qué la poesía, dice el hombre,
    pues el sueño del verso testifica el fracaso
    de nuestra realidad, pero no la resuelve?
    Igual que las estrellas se extinguen cuando agotan
    su esencia sideral,
    así el hombre es tragado por la muerte
    cuando acaba su música interior.
    Por eso yo predico
    que escribir es la prueba de que vivir no basta
    y que la pluma inventa otra existencia
    en la que somos todo cuanto quisimos ser:
    que si en vez de escribir nuestros lamentos
    transcribimos los sueños realizables,
    la vida, contagiada por la pluma,
    aprenderá a cantar sin el sollozo
    del atavismo injerto en la palabra.
    Llegará así un instante en que el esfuerzo
    por conseguir el himno cotidiano
    nos llenará de dicha
    y se producirá la transfiguración:
    la búsqueda será en sí misma hallazgo
    de un breve paraíso
    que difuminará toda tristeza.
    Un íntimo fulgor engendrará
    bríos para afrontar la muerte, causa
    de la fatalidad de la existencia.
    Emergerá una voz que ha de decirnos
    que hay tanta inmensidad en el claro universo
    que la muerte no tiene en él cabida,
    porque la finitud
    de los hombres contiene un infinito
    que renace en la muerte y hace la muerte inútil;
    que nuestro cuerpo es material fungible;
    que somos un proyecto de cadáver,
    pero también una metamorfosis
    siguiendo una pulsión trascendental.
    Pues somos solo instante inextinguible.
    Y en ese instante pleno se congregan
    pedernales  y cuásares dormidos,
    interminables reverberaciones
    de sílices y estrellas,
    de lascas de futuro remozado,
    de pájaros y flores,
    de astillas ancestrales y cadáveres
    resucitados desde los orígenes.
    Yo siento en el instante intemporal
    que vengo de un guijarro primitivo
    y que soy la conciencia de un origen sin fin;
    siento cómo ese ayer y este mañana
    entran desde su angosto laberinto
    en  mi pluma, y con ella
    ordeno el universo y la existencia,
    detengo el tiempo, lo apresuro, soy
    dios de la eternidad o de la muerte.
    Tan solo existe lo que dejo escrito.
    Ahora voy a escribir lo que será:
    si somos el fragor de un magma cósmico
    cayendo en catarata hacia nosotros mismos;
    si existe una Conciencia Inteligente
    que rige un universo en expansión,
    ¿por qué no concebir también que somos
    hijos del cosmos, manantial constante,
    y que El Gran Editor de lo inconsútil
    teje y desteje la sustancia eterna
    para hacer una hermosa
    edición corregida y aumentada
    de esta vida que nunca ha de agotarse?
    Todo es consecuencial metamorfosis.
    Todo es destino injerto en una página.
    Y tan solo la pluma puede ser
    nuestro propio demiurgo: solamente
    si el hombre se hace verbo
    voluntarioso y transfigurativo.





    Creatividad humana antigua, panel 1 del proyecto ‘Caves to cosmos’ , de Beth Neville.



    Antonio Gracia es autor de
    La estatura del ansia (1975),
    Palimpsesto (1980), Los ojos de la metáfora (1987), Hacia la luz (1998),
    Libro de los anhelos (1999),
    Reconstrucción de un diario(2001),
    La epopeya interior (2002), El himno 
    en la elegía (2002), Por una elevada senda (2004), Devastaciones, sueños
    (2005), La urdimbre luminosa (2007).
     Su obra está recogida selectivamente en las recopilaciones Fragmentos 
    de identidad (Poesía 1968-1983), de 1993, y Fragmentos de
     inmensidad (Poesía 1998-2004), de 2009. Entre otros, 
    ha obtenido el Premio Fernando Rielo, el José Hierro 
    y el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana. 
    Sus últimos títulos poéticos son Hijos de Homero
    La condición mortal y Siete poemas y dos poemáticas, de 
    2010. En 2011 aparecieron las antologías El mausoleo y 
    los pájaros y Devastaciones, sueños. En 2012, La muerte 
    universal y Bajo el signo de eros. Además, el reciente 
    Cántico erótico. Otros títulos ensayísticos son Pascual 
    Pla y Beltrán: vida y obraEnsayos literariosApuntes 
    sobre el amorMiguel Hernández: del amor cortés 
    a la mística del erotismo La construcción del poema
    Mantiene el blog Mientras mi vida fluye hacia la muerte 
    y dispone de un portal en Cervantes Virtual.

    jueves, 27 de junio de 2019

    Animal Quærens



    Animal Quærens

    He aquí una meditación sobre la resiliencia metafísica, un himno en la elegía. Rara vez pensamiento y lírica han cuajado en un poema. Eso es lo que intenta Antonio Gracia en este: verter el prosaísmo de la filosofía en el emocionismo de la poesía sin que chirríen.


    miércoles, 26 de junio de 2019

    Somos nuestro futuro.

    Liszt: Un suspiro (Esculturas de Rodin)

    Vivimos arrastrando el pasado o motivados por él. Somos lo que hemos hecho de nosotros, con ayuda de los demás o a pesar de sus influencias. 
         Y por la misma razón podemos moldearnos -mejorarnos- para apreciar cabalmente la vida y disfrutarla en vez de sufrirla. 
        Si somos hijos del pasado, también somos padres del futuro. Porque el futuro empieza en el pasado, y será según lo fecundásemos ayer y según lo cultivemos hoy. 
        La Naturaleza no es democrática, sino expansiva. Los árboles no eligen; ni la lluvia, ni el pájaro; para ellos todo es consecuencia de una genética cósmica, inexorable y determinante. Pero el hombre puede ordenar sus impulsos, razonar su evolución, prevenir el mañana con su conocimiento del ayer.
        ¿Qué hacer para que el tiempo sea nuestro aliado y no nuestro enemigo?