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sábado, 30 de abril de 2022

La invasión de los ladrones de cuerpos.

La invasión de los ladrones de cuerpos
para ver película completa.

Cuando los extraterrestres nos invadían disimuladamente y con malas intenciones.
Cuando los protagonistas eran el tema, la precisión, la acción, el planteamiento, nudo y desenlace, la inteligencia... y no los efectos especiales. 
Otros títulos:

Kubrick: Senderos de gloria

ORSON WELLES: Sed de mal

martes, 26 de abril de 2022

Homenajes sin saldo.


Ravel: Pavana

Los homenajes, cuando son excesivos, ya no son homenajes, sino costumbres que cansan, intereses creados, tributos, chovinismos, deudas con el pasado de las instituciones que los organizan… algo ajeno al intrínseco valor de lo que se homenajea. 
     El centenario de Cervantes ha hecho que se publique más sobre él, pero no que se lean más sus escritos. Lo mismo ocurre con Miguel Hernández: a fuerza de nombrarlo es más un fetiche que una lectura. Sus diez o doce poemas necesarios han sido tapados por los ropajes de la hipérbole y el festejo popular. 
     Hernández abandonó el ludismo literario (“Perito en lunas”), la ambición de fama poética (“El rayo que no cesa”) y el deseo de hermanarse con los poetas comprometidos (“Viento del pueblo”). Cuando olvidó la emulación artística de Góngora y Quevedo, y la consigna política, y sintió la mordedura de la vida con sus pérdidas -la libertad, el hijo- ya no escribió como poeta ni para los poetas, sino como hombre y para los hombres: y ahí quedaron “El hombre acecha”, el “Cancionero” y sus últimos poemas. En este último tramo es donde hay que buscar su mejor legado. Lo demás -si fue católico o comunista, si hizo esto un día o al siguiente, si tal escrito lo fue para A o B…- aclara la anécdota creativa y vale a posteriori, pero no es distintivo ni refuerza el valor de lo que se dice para el hombre universal. Que una obra importa por lo que logra, al margen de cómo se logra. 
     ¿Continúa vigente “El niño yuntero”, por ejemplo, porque “es” un poema “social”, o por ser una variación de Gabriel y Galán? Ni por su coyuntura bélica ni por su origen literario, sino porque atestigua el desvalimiento infantil y la opresión del fuerte sobre el débil: y eso pertenece a cualquier tiempo porque habla de esencias, no de circunstancias.  
     Bueno es que los estudiosos desentrañen los entresijos de un autor, ya que es finalmente la intrahistoria la que determina la Historia; pero las buenas intenciones de los populistas solo consiguen malversar lo que pretenden popularizar: porque llevar la cultura al pueblo no puede significar frivolizarla: y es que un poema es palabra elocuente y sensitiva, no espectáculo trivial y publicista. Por eso no pueden apropiarse de un autor ni los eruditos ni los estupradores de la escritura. Ni siquiera El “Retablo de Maese Pedro” de Falla o las “Variaciones sobre un tema caballeresco” de R. Strauss han conducido hasta “El Quijote” a más lectores; menos aún los festitíteres baratos del Año Cervantino. Hay que buscar otras vías que no traicionen al autor.
     Cuando un poeta lo es en verdad, y enteramente, no escribe para que lo homenajeen, ni para que lo santifiquen o demonicen, sino para arropar al hombre y apaciguar, con su escritura, su orfandad ante el mundo, su indefensión social y emocional. Y no merece que lo ondeen solo como una bandera turística o un plato gastronómico digno de aplauso. Así que apláudasele una y otra vez: pero no hasta el punto de que la arenga sustituya su identidad: sus versos, su consuelo, su donación al mundo.

lunes, 25 de abril de 2022

Carlos Alcorta: Cántico erótico


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Antonio Gracia: ‘Cántico erótico’
El último poemario del autor alicantino canta el poder del amor y la fuerza invencible del cuerpo, capaces ambos de transformar la realidad y de hacer del bendecido un ser 'otro'.
.

Antonio Gracia: Cántico erótico
/una reseña de Carlos Alcorta/

Cántico erótico
Huerga y Fierro
Antonio Gracia

Un título con tantas connotaciones como Cántico erótico no puede dejar indiferente a nadie. El Cántico espiritual de san Juan de la Cruz nos viene a la mente de inmediato y resulta del todo probable que Antonio Gracia lo haya tenido como referente, aunque haya sido con un sentido paródico más que reverencial: no en vano se ha hablado hasta la saciedad de esa pasión carnal que subyace en los versos del santo. De alguna forma, Antonio Gracia desea provocar cierto desconcierto o, quizá, más que provocar, lo que intenta es jugar una partida cuyas cartas han sido marcadas por su propia mano. En el prólogo el poeta nos ofrece algunas consignas que no conviene soslayar:
      "Así, quise que mi escritura —escribe Gracia— fuese voluntariosamente hímnica. Desde el origen de la eternidad somos hijos del eros y del tánatos; pero solo el amor nos da la luz. Por eso este librito empezó siendo un canto, aunque fue, progresivamente, a mi pesar, derivando en un planto. Tal vez porque ya ni la voluntad nos pertenece. Distracciones simplistas de mi pluma son estos poemillas, misivas piropeantes a una dama".
     Sólo el amor nos da la luz, dice, como si se tratara de un poeta renacentista que busca en el amor carnal una forma de acceder a la perfección y, por ende, a la cima de la divinidad, algo que queda manifiesto en el poema «La perfección» que, por su brevedad, reproducimos completo: «Amada mía: ¿sientes/ tú, como yo, cuando te beso/ o entro en ti, que hay un Dios,/ que una divinidad nos acompaña/ y se estremece y brinca el Universo?». Por otra parte, percibimos un notorio afán de rebajar la intención de estos poemas que tienen, como se verá, muy poco de poemillas. Lo que ignoramos es la razón de esa minusvaloración, sobre todo viniendo de un poeta como Antonio Gracia, que con tanto rigor ha ejercido siempre su oficio de poeta  y que es autor de más de dos decenas de libros de poesía, algunos tan importantes como Reconstrucción de un diario (2001),  Devastaciones, sueños (2005),  Bajo el signo de Eros (2013) o Lejos de toda furia (2015). Si hacemos caso a las palabras de Gracia, Cántico erótico fue escrito a la par que otro de su libros, La muerte universal (2013), publicado en la misma editorial que este, Huerga y Fierro, lo que nos lleva a pensar que han dormitado en el cajón durante más de cinco años, un tiempo más que suficiente para que hayan madurado y para que su fermentación destile el mejor zumo.
     No es infrecuente encontrar en la poesía de Antonio Gracia motivos de carácter sensual, los cuales suelen estar vinculado al tópico de carpe diem (el poema «Carpe diem» lo deja bien claro: «Yo, sin embargo, sé/ que el instante lo maravilla todo/ con su fugacidad interminable/ y su estallido inextinguible»): por eso no conviene minimizar el alcance de estos poemas y relegarlos, como el propio poeta nos da a entender, al producto de un desatino más o menos temporal y, echando mano de unas palabras de Fray Luis de León, calificarlas de «obrecillas que se me cayeron de las manos».
     En cualquier caso, Cántico erótico está dividido en tres secciones: «El himno», «Fugacidad» y «El desencuentro». En la primera parte, la que canta el poder del amor y la fuerza invencible del cuerpo, capaces ambos de transformar la realidad y de hacer del bendecido un ser otro, el poeta busca una correlación entre la pasión arrebatadora y una naturaleza violenta, la del mar golpeando furiosa contra las rocas («Mira cómo se estrellan en las rocas/ las olas: de igual modo nuestros cuerpos/ chocan y se golpean entre espumas/ de esperma y de sudor»), o plácida, la de ese mismo mar besando la arena de la playa, según dicte el momento («Qué paz y suavidad esta delicia/ de gozar el edén sin comprenderlo».
     La segunda parte, «Fugacidad», es una meditación filosófica sobre el paso del tiempo, sobre esa inexorabilidad que el amor solo encubre momentáneamente, sin lograr, a la postre, liberarnos de la condena: «Nacemos y morimos, y entretanto/ se nos pasa la vida tratando de entenderla/ en lugar de vivirla». La naturaleza sigue estando muy presente en estos poemas. El horizonte, un tilo, el viento, los pájaros, el mar, el viento, las dunas producen tranquilidad emocional, pero para galopar seguro en ese caballo que es el tiempo es preciso lograr una conjunción entre amor y deseo: «Te abrazo y siento el universo amado/ que fluye por tu cuerpo, cada célula/ mordida, erotizada; y nos dormimos/ dentro del firmamento de la cópula». La confianza desmedida en el amor como escudo contra el fracaso vital y contra el tiempo resulta, a veces, un tanto pueril, decimonónica, propia casi de una canción de moda: «… y que te amo/ con la fuerza del mar: mi corazón», algo que lastra el poemario y que sorprende en un poeta tan exigente como Antonio Gracia, porque en otros poemas, y es norma general, como «La redentora», sí consigue trascender el acto cotidiano del enamoramiento para elevarlo a misiones de carácter más metafísico, como pretendieron Dante y Petrarca («Tú me salvas de mí, de mis demonios./ No me digas que no puedo soñarte/ como divinidad de mi universo»), antecedentes de ese Renacimiento del que hablábamos antes, pero un tanto fuera de lugar en la actualidad si no se hace con cierta ironía. Acaso convendría que la furia de ese «volcán interior que se derrama/ en palabras y versos» se aplacase, antes de dejarlo fluir sin control, con reflexión y pautas de silencio.
     Después de este desafío a lo fugaz a través del deseo y del amor, llega «El desencuentro», la sección más breve del libro. Pese a que de «aquella historia/ sólo queda el dolor de su extinción/ y unos pocos poemas que lo alivian», en varios de los poemas que lo integran, y en este último verso citado, sigue presente el convencimiento de la capacidad reparadora del amor: «Y solamente/ la sombra de la muerte romperá/ la unión que nos convierte en uno», pero versos como este no pueden ocultar que ese enaltecimiento desmedido es el preludio de un fin que se sabe próximo, en la justa curva de la vida, de ahí que el libro, un libro intenso pero sobrado, quizá, de un entusiasmo adolescente que no concuerda con la voz que preferimos de nuestro poeta, finalice con este poema: «Epitafio en la arena»: «Encontrar un lugar apacible/ junto a un lago, un ciprés, una luz/ —o una cóncava gruta traslúcida—/ y morir en la tarde, tendido/ sobre el lecho de la serenidad».

Selección de poemas

LA FUENTE EN LA CENIZA
Amo el temblor rosado de tu boca
y el crepúsculo azul de tu mirada.
Amo la luz carnal que te ilumina
cuando te arrojas como un puma alegre
sobre mi cuerpo ansioso de tu cuerpo.
Amo el sudor de miel que nos lubrica
y la erosión constante de la piel.
Amo tu desenfreno y mi arrebato
cuando, tendida, te abres como un libro
y esplendes como un saurio.
Amo tu lasitud y mi abandono
tras el fulgor robado a las estrellas.
Amo la ardiente búsqueda infinita
que late en nuestros sexos.

LEGADO
Pienso en ti.
El mundo yace en calma.
La noche brilla oscura
sobre el dolor del hombre.
Aroma los recuerdos el jazmín
y la memoria dicta
la soledad de haber vivido mucho.
Lanzo palabras como redes densas
para apresar la vida.
¡En esta noche hermosa y milenaria
hay tantos escribiendo y esperando
ojos como los tuyos que comprendan
cuanto le confiaron a su pluma!
Tal vez ellos se busquen en mis versos
igual que yo me he hallado en los de otros.
Un día moriré,
y quedaré tan solo en tu mirada,
única luz donde logré escribir
mi nombre verdadero.
Mas también tú te irás.
Y toda esta tristeza y este esfuerzo
serán un sueño repetido y roto.

AMAR EN OTRO CUERPO
Se fueron nuestros cuerpos, cada uno
buscando a cada uno en otro cuerpo.
«Es ley de vida separarse, irse
por el propio camino», nos decíamos.
Pero no era verdad, nunca es verdad
que dos cuerpos que se aman con el alma
puedan hallar su alma en otros cuerpos.
Pueden clamar pasión, pero no amor.
No lo olvides jamás:
cuando te unes con el otro cuerpo
te estás uniendo al mío, como yo
sigo uniéndome al tuyo en otro cuerpo.

EXHUMACIÓN DE LA CARNE
La lujuria sajaba nuestros cuerpos
y el amor se hizo sexo en la alta noche.
Devoración, seísmo y mar furioso
eran los elementos del paisaje.
Las olas, como coitos encendidos,
penetraban en nuestra piel bullente,
y la luna abrasiva era una gota
de semen sobre el cielo. Cuánta noche
de aquel beso perdura en esta noche
de mi vida, ahora que el amor
y la lujuria se han quedado solos
como todas las ruinas, prisioneros
de la devastación y la memoria.

HOMO SEMENS
Golpea el pedernal del tiempo, alumbra
la génesis del mar silente y veo
lascas de huesos, siglos astillados,
carne elevada hasta la inteligencia.
Una caverna exhibe su clamor
de júbilo rupestre, y la azagaya
del atavismo enérgico comienza
su viaje seminal por los milenios
taladrando esqueletos y fraguando
auroras y caminos en la niebla.
La exuberancia de la vida extiende
su lírica lujuria de hombre en hombre,
y cada gruta es una catedral
y cada manantial una pirámide.
Besos de sílex, cópulas de piedra,
ruinas, menhires, pálpitos grabados,
rostros de la existencia interminable.
Avanza desde el piélago el glaciar
inmóvil, renaciente, indestructible,
desembocando en páginas y lechos,
en ríos y conciencias de granito.
Alguien de arcilla abraza contra sí
otro cuerpo y se tiende sobre un dolmen
en la coital vorágine estruendosa,
reencarnando la anábasis eterna
hacia la luz, la cólquida infinita.
Sus ojos reverberan en mis ojos,
su corazón palpita sobre el mío,
mi cuerpo transfigura su materia
y la proyecta sobre el horizonte.
Soy su pasado, engendro su futuro.
El tiempo nos define. Y yo seré
el eslabón de la inmortalidad.

MULIER IN LOVE
(Bernini: Teresa de Jesús)
Como si el alba abriese su pecho y de él brotaran
palomas encendidas que nublasen el cielo,
sentí mi corazón tremular mis entrañas
y hundirse en él la lanza de un gigante de oro,
verdugo de mi carne y amante de mi espíritu.
El dolor y el amor fueron entrelazándose,
y la pasión serena abrió un bosque de gozos
soñados siempre y nunca conseguidos. El pálpito,
como un caos naciente, abrió un nuevo universo
íntimo e infinito. Los colores, las músicas,
los mares de la sangre y los glóbulos del alma
estallaban gimiendo madrigales, cantando
júbilos y motetes que desgranaban luz
y pusieron mis ojos ante un rostro de bruma
cenital e invisible que era todos los rostros
y todos los enigmas. Se comprimió el espacio
en un solo latido, y el tiempo abrió su forma
en una sola imagen. Fulminada, caí
en un prado solemne donde causas y efectos,
sin orden sucesivo, abrazaban las aves,
las estrellas, el polen, y los sentidos eran
un magma entretejido de orden y confusión,
de plenitud y abismo. La estancia ardió de pronto
y era el mundo un bajel ubicuo y constelado
naufragando en la isla donde la muerte es vida
y todo se desvela como si nunca hubiese
existido el misterio.

HOMO SCRIPTOR (EL SUEÑO DE LA PLUMA)
A veces, en la noche, cuando todo se duerme,
yo permanezco insomne buscando en mis entrañas
la conciencia anhelante de un origen sin fin;
oteo el firmamento y escucho su rumor
semejante al del pálpito de un corazón sublime
en busca de un buen dios  al que dignificar.
Las estrellas son luces rupestres en el cielo
y su caverna constelada brilla
como un lago sereno fruncido de diamantes.
La súbita armonía me otorga lasitud.
Entonces siento el gozo de una lluvia interior
que me libera el alma de todo sufrimiento
y aproxima mis ojos a la clarividencia.
Siento que ese diluvio de olvidos y deleites
me revela que estoy hecho de estrellas,
de sílices y pájaros, y saurios ancestrales,
que el espacio y el tiempo son solamente una
constelación perenne renaciendo en mi ser
y soy el magma fósil de la inmortalidad.
Sortilegio o relámpago, estalla el infinito
en una íntima hoguera. Y en medio de la noche,
como un viaje dormido desde el fin al origen,
se funde el universo en una gota
de luz impenetrable que fluye hasta mi pluma.
Y sólo existe cuanto dejo escrito.

HOMO VIVENS
Como el torrente que en la noche fluye
en un desbocamiento interminable,
descendí desde el sueño al desengaño
y desde el desengaño hasta el dolor.
Supe así que la vida es muerte impura
huyendo hacia el no ser definitivo,
pues tan sólo en la nada halla consuelo.
Pero la sed inextinguible encuentra,
incluso al borde de la tumba, causa
para su obstinación de eternidad.
Y aunque se sabe condenada al hierro,
el alma, alimentando su derrota,
persiste en la sublime contumacia
de transformar en cielos sus infiernos.

HOMO MORIENS (SÍSTOLE)
Preguntas por tu vida y no responde
ni el verso, ni la edad, ni la memoria.
Preguntas por tu vida y sólo quedan
ruinas de identidad, fósiles vanos.
Nada has hecho que dé fulgor al hombre
y nada dignifica tu existencia.
Sentir que quien no ha escrito no ha vivido
es la sabia mentira en que viviste
y es la frágil verdad que no te basta.
Pretendes aceptar que la escritura
es la absoluta solidaridad.
Pero la vida es más que la palabra.
No es un libro este mundo. El corazón
quiere tacto, no pluma; es una página
donde la humanidad lee su misterio.
Preguntas por ti mismo y sólo escuchas
un olvido estridente que te acosa:
la voz de quienes aman, sufren, viven.




domingo, 24 de abril de 2022

Lecturas imprescindiles: Los miserables


Arvo Part: Cantus in memeriam B. B.


Un lector quiere comprender la sociedad, sus relaciones, sus problemas, cómo desenvolverse en ella, qué puede darle o recibir. Y acude a manuales de sociología. 
     Error, o mal comienzo. Lea Los miserables, por ejemplo -o a Dickens, por ejemplo-.   
     En todos los tiempos ha existido la literarura "social", comprometida. Los poetas civiles españoles de los años cincuenta, por ejemplo: y siempre caen esos autores -que quieren transformar el mundo con las ideologías transformadas en palabras- en retóricas buenas intenciones que, a lo más, quedan como documentos sociológicos, no como buena literatura ni logro social.
     Porque para escribir un buen poema -pintar un buen cuadro, componer buena música- primero hay que ser buen poeta, buen artista. Y no se es -ni artista, ni bueno- por utilizar la pluma, el pentagrama o el pincel. Hay que sentir lo que se piensa y pensar lo que se escribe idóneamente. 
     Los miserables es un gran ejemplo de arte social, y escritura individual, porque Victor Hugo era un creador, no solo un concienciado. Supo amalgamar ética, política, justicia, injusticia, religión, rebelión, caracteres humanos... con sabiduría narrativa. Por eso la aventura de su protagonista Jean Valjean y el pueblo oprimido tiene tanta vida que el lector la siente como válida y verdadera. Y sale del libro -igual que de otros similares- como de la piel de un hombre al que acaban de azotar y sigue luchando por la libertad.
     La lucha de un ser humano por redimirse y convertirse en un hombre bueno en medio de un mundo de malvados y miseria. Un friso gigantesco que incluso apreciarán los lectores amantes de los macarrónicos novelones de hoy en día.

Lecturas imprescindibles

Lecturas imprescindibles, 1

Lecturas imprescindibles, 2 (Orwell)

Lecturas imprescindibles, 3 (Saint-Exupéry)

Lecturas imprescindibles (17): Dorian Gray

sábado, 23 de abril de 2022

Semblanza del autor

 


En este espacio de la BVMC dedicado al poeta Antonio Gracia podemos consultar diversos materiales sobre el autor pulsando cualquiera de los enlaces en rojo:

semblanza crítica

bibliografía 

y una 

selección de textos de su antología poética. La página incluye, también, una videoteca con una 

entrevista 

al autor y un 

recital.



jueves, 21 de abril de 2022

La túnica en el viento.


LA TÚNICA EN EL VIENTO 


MIAMADA: eres la luz, y siempre has sido 
la aurora de mis días, y la carne
y el pan de mi existencia.
Sacio en ti cuanta sed habita al hombre. 

Tus labios, porque me amas, 
tienen forma de beso.
La savia sexual ha florecido
más allá de nosotros, y su urdimbre
se extiende al infinito.
Oriundo del amor, orfebre tuyo,
te espero en ese prado inextinguible 

en donde el horizonte se renueva 
como eterna atalaya divisándose. 
Llevo tus besos y tu piel conmigo
y te dejo mi amor mientras tú llegas. 

Serás conmigo más allá del tiempo
y, más allá del túnel, nos veremos
luz otra vez tú de mis ojos, círculo
de mi sed, herramienta de mi vida. 

Pensar en ti llena de lluvia el mundo 
y lo inunda de hiedras y diamantes. 
Recuerda que te amé, que soy un niño 
esperando tu amor para nacer.
Y si no vivo, víveme en tu boca, 

resucítame tú, sé mi destino. 


miércoles, 20 de abril de 2022

80 Laconismos

 


Pulsar:

Ochenta laconismos


por El Cuaderno

Aforismos de Antonio Gracia.

Leer más de esta entrada


El Cuaderno | abril, 2022 a las 8:00 am | Etiquetas: Antonio Gracia, Featured | Categorías: Filosofía | URL: https://wp.me/p8BKjo-kwD


domingo, 17 de abril de 2022

RESURRECCIÓN.

 

Durante la segunda mitad del siglo XIX se fue sedimentando lo que ya se gestaba en siglos, milenios, anteriores: la idea del superhombre que culminaría en NietzscheMalher cohesiona -tal vez empujado por la necesidad de un consuelo ante su siempre próxima muerte- los diferentes impulsos que habían llevado a Wagner a las puertas de la dictadura de una raza de la inteligencia, pero sin caer en los delirios nazis, sino abogando por una materialización espiritual del ave fénix, que es lo que vendría a significar la imagen del Jesucristo: un nuevo Prometeo iluminador de un nuevo mundo redentor de la miseria humana.

De ahí la Resurrección de su Segunda Sinfonía, cuyos versos finales escribió el mismo Mahler: todo cuanto ha nacido perecerá... pero cuanto ha perecido reflorecerá... he conquistado unas alas con las que subiré hasta una luz que nadie ha visto... moriré para vivir... y tú, corazón mío... resucitarás... 

Malher: Sinfonía "Resurrección"

"Resurrección": Final

Final (subtitulado)


El hechizo que provoca en tantos directores:






sábado, 16 de abril de 2022

Oración del mortal


Haydn: Las siete palabras de cristo



Al íntimo Alienígena

Oh Dios, hermoseador de la belleza:
si esta vida es tan noblemente hermosa,
¿qué otra me darás más venturosa
pues en esta me ofrendas la pureza?

¿Existe un cielo azul con más nobleza,
una rosa más bella que la rosa?
¿Crearás con tu mano poderosa 
mayor grandeza en la Naturaleza?

¿Me darás un edén más acendrado
que el del monte y el sol, la fuente, el río?
¿Acaso una palabra, una cadencia

como las de Petrarca, un sueño alzado
tan alto que doblegue mi albedrío
de gozar para siempre esta existencia?

viernes, 15 de abril de 2022

Elegía por un dios que equivocó su destino.

Pergolesi: Stabat Mater

Lázaro Carreter nos ordenó que escribiéramos un Encuentro con..., a la manera de Aleixandre, y como cada uno se va con sus fantasmas yo me fui contra el mío. Era el momento en el que los sacerdotes luchaban por desvestirse de la sotanería, y escribí Encuentro con un Cleriman de amor, o algo así. Pero inmediatamente me apareció el telegrama síquico (por entonces yo recibía los poemas como metatrallazos de una ametralladora desbocada, verborrea que luego copiaba) de Elegía por un dios que equivocó su destino, en el que yo volqué, telepáticamente, mis problemas con San Satanás y San Jesucristo ("L´evangelio según san Jesucristo", era un verso, antes de la célebre novela, que aún desconozco). Los dos poemas -o redacciones- recorrieron escandalosamente, ante mi sorpresa,  las aulas, sobre todo este segundo. Era un texto muy malo, confesional, agresivo y soberbio, como defensa contra mis elucubraciones, fronterizas con el existencialismo y el suicidio. Como todo cuanto he escrito, era un vómito, una terapia: la palabra de quien persigue nombrar para comprender, no la de quien busca un poema. El persistente endecasílabo, como sucesión de golpes sobre los clavos, y los ripios a granel, muestran al aprendiz en su decir desaforado y vomitante. Su único y escaso interés es el de mostrar una temprana conciencia del fraude del paraíso y su consecuente rebelión. Leído como poema me produce vergüenza ajena: sobre todo porque ese otro que lo escribió también soy yo.

Se me había robado -venía a decir- un destino autorredentor que me salvaría de mi imperfección como simple ser humano, por el solo hecho de que Jesucristo tenía más influencia con los dioses que yo. Seguramente lo recuerdo ahora porque una lectora me pregunta por El íntimo alienígena (>>>El íntimo Alienígena), y esta Elegía es su premonición o indica su oculta presencia en las sentinas de mi soledad (presencia ya determinante en mi donquijotesca aventura con los pájaros en la bóveda (Viaje iniciático) y en la ira derramada de La estatura del ansia). Encuentro este texto en mi basurero poético (otros llaman a los suyos, pomposamente, "inéditos"). Que yo recuerde, del tal basurero solo fueron leyendo su papiroflexia Guillermo Bellod, Antonio Ferrández, Blanca Andréu, José Aledo, Pilar Duet, José Cantero y pocos más. Este, del que copio algunos fragmentos, fue, tal vez, mi entrada definitiva en el nihilismo:


Elegía por un dios que equivocó su destino


Cuando miro y te veo en el silencio
de tus clavos sufrir la muerte mía,
tus espinas, celosas de matarte,
me devuelven la vida que te acaban.

Si tu muerte no es alimento mío,

como sangre que empaña mi blancura,
si tu agónico espasmo de tristeza,
ramillete y pináculo de gloria,
te levantan encima de tu cruz,
te lo debo, y no sé si atormentarme
por el robo que has hecho a mi destino.

Me desnudas la nada que poseo.

Rosas rojas me diste que, al besarlas,
mordieron con el rojo de la ira
mis labios y el martirio de sentirme
burlado por tu cruz y tu suicidio.

El surco de tu pecho no engendró

sino vientres que en odio me engendraron,
y el suplicio que inferna tus heridas
es volcán que vomita en mis entrañas.
Martillea tu cruz con su silueta
en la hiel de mi rabia cruciforme.

Ladrón de mi destino, cómo te odio!

Yo levanto los ojos y no lloras.
Yo no quise, ni quiero, que tu espalda
cuajase de claveles. Tú sabías
que blasfemo de ti y de tu dolor
y reniego al perdón de la blasfemia.
(...)
No condeno tu imagen si es suprema:
te maldigo y te aplasto y te maltrato
si tan solo te llamas Jesucristo.
(...)

Supongo que creer en Dios es aferrarse al salvavidas del útero materno, y matar a Dios es como matar al padre para investirnos de nuestra propia metafísica. Como si existiera algún cielo exterior que nos salvara del infierno interior.

Antonio Gracia en los infiernos 

El íntimo Alienígena

Poemas comentados: Palimpsesto