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sábado, 30 de mayo de 2020

Jacqueline




Con qué briosa pasión interpreta Jacqueline Du Pré este concierto para violoncello de Dvorak. Brío y pasión que le fue cercenando la prematura enfermedad y muerte. La dirige su marido, Daniel Baremboim, quien empezaba a sumar a su maestría de gran pianista la de gran director.

¿Y qué decir de esta versión del trágico concierto para cello de Schumann?

 ¿Y de esta mujer cisne muriendo?

jueves, 28 de mayo de 2020

Variaciones "Enigma".


Muchos compositores han compuesto variaciones sobre temas ajenos: 
Beethoven (Variaciones Diabelli),  Bach (Variaciones Golberg), Rachmaninov (Sobre un tema de Paganini), Brahms... pero Elgar no escoge un tema de otro compositor, sino de sí mismo, que va moldeando trece veces, procurando retratar en ellas a sus amigos (algo similar hizo Schumann en su Carnaval). 
Así comienza:
A

El título de "enigma" alude al hecho de que el tema nunca aparece explícito y es el oyente quien debe completarlo.

Elgar llega a su casa y, mientras espera la cena, improvisa al piano. Su esposa le dice que le gusta y que repita:

Así quedaría en la orquesta la variación primera:

Ensayo de la variación nº 9:

Completa:

Transcripción completa al piano:

¿Será este el canon temático?:

El alcalde de Zalamea


Dichosos tiempos adolescentes, aquellos en los que la televisión mostraba la cultura como algo cotidiano.
Dos versiones: 1954 y 1968





El alcalde de Zalamea

sábado, 23 de mayo de 2020

Acuérdate de aquesto cuando se vaya el virus


Mansell: Réquiem por un sueño

1.- La libertad es el principio y fin de nuestra dignidad. Ser libre significa habernos forjado una conciencia lo suficientemente propia como para enorgullecernos de nuestros aciertos y no acusar a nadie de nuestros errores: de este modo, desamparados de cualquier providencia y dueños de nuestro destino, nosotros elegimos el fin, el camino y el método. 
     Aunque, si bien lo consideramos, más que ser libres, pretendemos que nos dejen en paz para hacer lo que nos plazca, sin deudas éticas ni responsabilidades. 
     Decimos que nuestra vida es nuestra, que nuestro deber consiste en no dejarla esclavizar, y que nadie tiene derecho a entrometerse en ella. Añoramos compañía; pero no estamos dispuestos a pagar su tributo. Nos sentimos solos entre la multitud; y maldecimos el mundo porque no nos trata como creemos merecer. No obstante, nos proclamamos autosuficientes sin reparar en que rompemos las fronteras del egoísmo y la misantropía. Creemos que ese egoísmo nos conducirá a un ocioso bienestar, a librarnos de las obligaciones de la convivencia, a tener todo el tiempo para nosotros. En verdad, a los demás solo los necesitamos para que nos procuren esa irresponsable autosuficiencia.
     2.- ¿No dependemos de nadie? Por lo pronto, reparo en que estoy escribiendo. Alguien se esforzó en traducir a signos el sentimiento, el pensamiento, la voz; y no fui yo. Alguien ideó instrumentos con los que grabar esos signos; y no fui yo. Alguien, a través de milenios, pulió piedras, cultivó helechos, inventó tintas, disecó pergaminos, construyó prensas, talló plumas... y tampoco fui yo. Alguien me enseñó a hablar, a pensar, a escribir... mientras yo comía y bebía alegremente, preso en la beatitud de la niñez.
     3.- Ahora, olvidado mi origen, voy al supermercado, a la farmacia, al quiosco de periódicos, aquí y allá, y allá y aquí, adquiero cuanto necesito y regreso a mi casa, cierro la puerta para defenderme del vecino y me siento a comer ante el televisor; y me digo que nada debo a nadie porque con mi trabajo pago lo que compro, lo que visto, lo que gasto. Sin embargo, detrás, delante o por encima de mi puesto de trabajo está el arquitecto que diseñó el edificio en el que duermo, el albañil que levantó sus muros, el forjador de hierros y ladrillos, el que hizo posible que iluminase mis noches con la luz, que escuchara una música o leyese un buen libro, el que instaló el teléfono, el agua y tantas cosas... Y detrás, o delante, o por encima, están los campesinos que sembraron semillas con unas manos que no fueron las mías; aquellos que recogieron la cosecha con unas manos que no fueron las mías; quienes acondicionaron su fruto con unas manos que no fueron las mías... hombres y mujeres, más hombres y más mujeres, muchos hombres y mujeres que pusieron a mi alcance cuanto preciso para mantenerme vivo, sano, confortable, hijo del bienestar, hermano de lo ocioso, padre de mi voluntad, dueño de una existencia libre para que pueda recordar, así, lo que me importa; o, incluso, olvidar lo que no me interesa tener en cuenta.
     4.- Y aquí estoy porque he venido -¿o porque me han traído?-: con los pies dentro de unos zapatos de los que ya no puedo prescindir; vestido con una ropa de la que ya no quiero prescindir; viviendo en una casa de la que me resultaría difícil prescindir; ante una comida de la que me es imposible prescindir; rodeado de unas comodidades que me parecen imprescindibles; protegido por unos privilegios que considero imprescindibles; escribiendo que no necesito a nadie porque nadie es imprescindible. Yo, un liberado más; yo, nosotros, orgullosos sabios de la ignorancia que necesitamos imprescindiblemente creer que somos autosuficientes para consumar sin remordimientos nuestra insolidaridad. 
     5.- Hemos echado a todo el mundo de nuestras vidas íntimas para que no las entorpezcan. Sin embargo, toda una muchedumbre se condensa en el guisante que acabamos de comer. Y, lejos de lo que pretendíamos, nos asedia un malestar: el de saber que somos reyes de una nada que llamamos yo, donde -como en la vida del ciudadano Kane- solo habitan la ausencia y la desolación. Porque nuestro íntimo nombre propio siempre es nadie si no significamos algo para alguien.
     
     Ojalá, para nuestra verdadera libertad y salvación, todos encontremos algún alguien que nos quiera como nos queremos a nosotros mismos.

Museo británico de Londres


viernes, 22 de mayo de 2020

Aprender a cerrar libros.


Cortázar, Borges, Sábato

Querida Pitufa:
Aunque Cervantes dice -otros afirman que ya lo había dicho Plinio- que no hay libro malo del que no se aprenda algo bueno, porque el saber no ocupa lugar, no lo creo. Todo saber ocupa el espacio que impide ocupar a otros saberes más sabios. Así que hay que abandonar los malos libros y aprender esencias en los buenos, no circunstancias; que una cosa es la cultura y otra la erudición de lo inculto.


martes, 19 de mayo de 2020

lunes, 18 de mayo de 2020

Érase una vez en el Oeste


Escuchando esta música -digna de una tragedia metafísica- pocos negarán la sensibilidad de su compositor:


Y pocos supondrían, sin imágenes, que tal música es la elegíaca banda sonora de una -shakespiriana- película del oeste:

Cierto es que, aunque el oeste seguía siendo el mismo, no era igual la mirada cinematográfica de su director, con la lentitud expositiva y primerísimos planos hijos de la Juana de Arco de Dreyer: 
Sergio Leone / Ennio Morricone

domingo, 17 de mayo de 2020

La civilización de la incultura

Orff: Fortuna imperatrix...

En el origen se valoraba la experiencia como maestra de la conducta. Por eso las diferentes experiencias del hombre y los pueblos empezaron a recordarse mediante la escritura, haciendo de esta el punto de partida de nuestra existencia. Y por eso en el mundo clásico era tan importante el libro. Sin duda, la conquista de la palabra es el mayor descubrimiento de la Humanidad.
     Durante los siglos medievales el saber -y, por tanto, los libros- era más una rémora que un bien, puesto que nadie sabía leer ni quería aprender (y en eso consiste la ignorancia: en que el ignorante ignora que lo es y, por lo mismo, desconoce igualmente la dicha y la importancia del conocimiento). De modo que solo los ricos cultos podían permitirse encargar la copia de un ejemplar a un monje, quien tardaba incluso años en acabar su tarea. 
     De repente, Gutenberg descubrió la manera de copiar con presteza y escasos costos, y realizó tiradas de hasta mil ejemplares. Así se extendió el aprendizaje, el conocimiento, las diferentes perspectivas sobre el mundo, el ser, la convivencia...
     Hoy el ordenador, última forma que ha adquirido la imprenta, puede llevar el saber a todas partes en solo unos momentos. Pero los usuarios, más medievales que los hombres del medievo -con las nobles excepciones-, ya han olvidado lo que es la cultura y se contentan con lo que llamamos civilización, cada vez más cercana a la incultura. Y en el lugar que ocupaba el hombre -y la mujer- humanista hay un frívolo hedonista.
      Hay que abrirse a las nuevas perspectivas que nos ofrece el progreso y beneficiarnos de ellas procurando que las tecnologías no entierren los humanismos, de modo que el mundo no solo sea mejor para los que estaban bien. Porque si es verdad que todo lo que adelanta la ciencia no es un progreso para la conciencia, tampoco es falso que el miedo a avanzar implica un retroceso. Y porque una cosa es cierta: el futuro no está en el confort, sino en el bienestar del corazón.

sábado, 16 de mayo de 2020

El abrazo del beso.

Ligeti: Lontano

Casi átomo tras átomo se aproximaba el labio al otro labio, recorriendo distancias ancestrales y espacios aún inexistentes, queriendo divisar el paraíso en la cercana boca a la que lentamente, con lentitud de cósmica distancia, parecía querer llegar y no llegar por sentir el disfrute de la humedad batiente de su pálpito y, a la vez, dilatar y esperar aquel encuentro con el edén soñado de las bocas juntándose, estallando y volviendo a la ebriedad primera de la carne, al nacimiento pleno de la luz, al origen de todos los principios, cuando el primer motor de la conciencia universal diseñó que un buen día iba a nacer en medio de la tierra y el agua, el fuego y las tormentas, una especie novísima que pasaría a llamarse, a falta de otro nombre, Amor, el árbol de la dicha. 

Se estremecieron todas las estrellas, y todos los océanos desbordaron su orilla mientras aquella sensación de ebriedad emotiva saltaba de una célula a otra y caían las ropas, se desnudaba el cuerpo y se unía la piel con otra piel, como dos meteoritos esperándose miles de eternidades, lúbricos, amorosos y expectantes.

Finalmente los rostros y los cuerpos se anillaron y ella y él, debajo de la noche y encima de la luz, se unieron en un beso. Y empezó el big-bang íntimo.

Desde entonces, el Amor es la única trinchera de este mundo.





Lao Tse





jueves, 14 de mayo de 2020

Un arte alicantino



La dádiva del amor.


Para encontrar tu nombre

     Amar es desear el bien del ser amado y, con él, el propio bien. Es el único egoísmo justificable porque implica un bienestar ajeno, además de que cuanto mayor es el amor más noble y grande es la mutua generosidad de los amantes. El amor es el yo más solidario que se pueda encontrar: ama por naturaleza, no por interés; y recibe mayor felicidad cuanta más felicidad da. 
     Aquellos que aman y no luchan por vencer a quienes les hacen la competencia parecen gritar que no les importa perder al ser amado, pues su falta de lucha proclama su escaso interés o su cobardía para defender lo que desean. 
     Hay quienes saben aliviar el sufrimiento ajeno, aun a costa del propio, y hay quienes no saben acrecentar la alegría de los demás. La causa es adivinable: aliviar el mal siempre supone una victoria, no aumentar el bien parece una derrota; quien se toma la vida como una competición teme el fracaso y su temor le impide triunfar: gozar de su triunfo y donárselo a aquellos que ama. 
     Quien ama de verdad no tiene miedo al fracaso; y si lo teme lo vence porque prefiere alegrar a quien ama con el amor que le otorga. Así que, comoquiera que se mire, el amor es el único gigante parecido a un dios que existe sobre la Tierra.





martes, 12 de mayo de 2020

Música para Alonso Quijano

Música de Telemann con ilustraciones de Doré:


Música de Chopin con ilustración de Daumier:


Musica de Mozart con ilustraciones de Dalí:

Música de Gherard:


Leticia Armijo: Las mujeres y El Quijote:

Falla: El retablo de Maese Pedro:
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Variaciones sobre un tema caballeresco


Tres madrigales



Entrada nueva en El Cuaderno


Hay otras vidas 
Pulsar:

Tres reflexiones poéticas de Antonio Gracia sobre la vida, ahora que nos acecha la muerte.

El Cuaderno | mayo, 2020 de 10:40 am | Etiquetas: Antonio Gracia | Categorías: Poéticas | URL:https://wp.me/p8BKjo-bL7

lunes, 11 de mayo de 2020

Cartas a El-la: Para que el amor perdure


Clara Wieck: Variaciones sobre un tema de R. Schumann

Cartas a El-la:

No creas que el enamoramiento tiene que ver con el amor; todo lo contrario. Nada cuesta enamorarse: el enamoramiento es una "actividad" pasiva, una fascinación. No todos saben convertir ese espejismo en amor. Amar es una actividad voluntariosa. Y solo cuando dejas de gozar el enamoramiento estás en condiciones de amar. Enamorarse es inventar al otro; amar, reconocerlo como ser real y digno.

Demuéstrale tu amor, pero díselo también. En el amor, la palabra es la mejor caricia.

La mejor arma del que ama es hacer ver que la dicha del otro es causa de la propia.

Confía en que cuanto te dice es para tu bien, como lo que le dices es para el suyo.

Dale todo cuanto esperas que te dé y serás el más rico de los dos.

Procura una satisfacción recíproca.

Si te esfuerzas en hacer feliz el instante, el tiempo parecerá solo un instante.

Si quieres que te comprenda, empieza por comprender.

Si aconsejas más de dos veces para mejorar cualquier virtud, la tercera convertirá la virtud en un defecto y a ti en un criticón.

Tiende puentes para acercarte y para que el otro pase; pero no te excedas porque se entenderán tus puentes como acosos.

Primero debes saber exactamente qué es lo que quieres, y luego qué estás dispuesto a hacer para conseguirlo.

Todas las historias de amor empiezan y terminan. Lo importante es que no las mate uno de los dos.

Por muy importante o urgente que sea algo, la prisa por resolverlo transformará la conversación en disputa.

Todos tenemos un espacio interior -y a veces físico- incompartible. Respétalo.

Sé tolerante o estarás predicando que no te toleren.

Si destruís algo hoy, reconstruidlo antes de que anochezca.

Es falso que no se pueda convivir hasta la muerte. Lo que es cierto es que nadie puede vivir con otro si antes no ha aprendido a vivir consigo mismo.

Antes de decidir algo definitivo piensa que el único viaje que importa es el viaje interior: allí es donde te estás esperando cada día. Y no es bueno hacerlo siempre en soledad.
Leer

El amor es un pájaro enjaulado (1)



domingo, 10 de mayo de 2020

Tercera edad.

Holts: SaturnoEl portador de la edad

La crisis de la familia y la longevidad otorgada por el progreso han creado una sociedad con más ciudadanos indefensos: esos que el eufemismo califica de "tercera y cuarta edad", y que ya forman los tramos más largos de la vida.
     Ley de Naturaleza es que el hijo se independice del padre, o el discípulo del maestro, para configurar su propia identidad. Y ley de Naturaleza humana debiera ser que hijo, discípulo y similares mostrasen respeto y agradecimiento por el cuidado recibido durante los años de aprendizaje para esa independencia. 
     Matar freudianamente al padre o al maestro es una necesidad síquica; pero no por eso deja de ser un crimen cuando, en vez del respeto y agradecimiento por tales cuidados, se le descuida u olvida... hasta la hora de recoger el legado de su testamento. 
     Somos lo que hemos aprendido y aceptado como propio. Y no parece sino impropio “matar”, sin más ni más, a quien nos ha hecho y sin el cual no seríamos. Entre los animales existe un equilibrio instintivo en la reciprocidad del "te doy" y el "me das": te doy puesto que me diste; te acompaño porque me acompañaste.
     Tampoco parece muy propio de las personas utilizar la razón para encontrar "razones" inhumanas que defiendan el egoísmo de "no voy a dejar de vivir mi vida porque se te acabe la tuya. ¡No querrás que me quede y te soporte mientras te llega la muerte!".  
     ¿Qué mundo insensible es este en el que los padres sienten la necesidad imperiosa de cuidar a los hijos y, sin embargo, los hijos, desertando de su deber, suelen abandonar a los padres cuando ya no los necesitan? 
     “El arte de envejecer es el arte de conservar esperanzas”, decía Maurois. Pero, ¿qué esperanza puede tener quien es desahuciado por su propia descendencia? Es como tirar de la mano -para que caiga al río- a quien nos ha enseñado a nadar cuando él ya no puede hacerlo solo. Si abandonar o maltratar a un niño es un delito ¿por qué no lo es desterrar del calor familiar a los abuelos?
     Poco respeto puede sentir por sí mismo quien no siente un respeto agradecido por aquellos a quienes casi todo se les debe.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Libros recibidos: La música de la memoria

Schubert: Viaje de invierno



La música de la memoria
Xavier Güell
Galaxia gutenberg

Siete espurias confesiones autobiografícas de siete de los más ilustres compositores que abarcan el Romanticismo, desde sus orígenes en Beethoven hasta su término en Malher. En vez de contarnos sus vidas, el ensayista narrador, convertido en introspector, nos muestra, investido de la personalidad de cada uno, sus venturas y desventuras, a la vez que analiza algunas obras. Siete monólogos engarzados por el amor, el desamor, la fiebre creadora, el éxito y el fracaso, para trazar un retrato del artista romántico entre los barrotes de su destino y de su voluntad, a través de la hagiografía de su anecdotario significativo. 
     El autor, director de orquesta y musicólogo Xavier Güell noveliza las vidas y obras de Beethoven, Schubert, Schumann, Brahms, Liszt, Wagner y Malher,  glosando libremente algunos de sus misterios o leyendas. 
     Inmejorable lectura para quien quiera conocer los laberintos de la creación en general, aunque se centre en la musical, cómo se urdimbran los entresijos vivenciales en la composición.


martes, 5 de mayo de 2020

La casa encendida



De cómo una prosa puede convertirse en poema enumerando caóticamente cotidianidades e irracionalismos, reiterando, amplificando, leitmotivando, dejando fluir el íntimo monólogo interior y luego recortándolo sucesivamente, narrativizando y humanizando su dicción. 
Añadamos una lectura ausente de recitadurías.

lunes, 4 de mayo de 2020

Rocinantes, clavileños...



     Apliquemos la lógica: este alienígena interior no es una maldición saturnal, ni ha venido de otros espacios exteriores: estaba aquí, injerto en la teoría de la evolución, esperando que el progreso le abriese la puerta para manifestarse como un elemento más, igual la penicilina existía antes de que se le pusiera un nombre. Es un enemigo contra el que no valen flechas ni bombas, ni oraciones, sino cientifismos. ¿Entonces qué pueden hacer los líderes sociales sino tratar de atajarlo y, luego, buscar una normalidad en el nuevo mundo? ¿No es eso lo que hicieron los descendientes de los nativos contaminados de nuevas enfermedades por los descubridores de la América colombina? 

      Si todos queremos lo mejor para nosotros y para los demás, ¿por qué no creer que los demás quieren lo mejor para sí mismos y para nosotros? Ese deseo nos iguala a todos, nos solidariza, nos hace creyentes de unos en otros, sin excepciones. Sin embargo es la desconfianza la que rige nuestra sociedad; y el vecino duda de su vecino y el gobierno desconfía de la oposición así como esta desconfía de aquel y todos desconfiamos de todos así en la tierra como en el cielo. In aeternum ¿Por qué será sino porque somos una sociedad de caínes sin abeles? Algo de eso sostenían MachadoUnamuno: que nuestro peor mal es el cainismo.
     ¿Por qué el político tiene como primer y distintivo rasgo la desconfianza en los otros políticos? ¿Acaso es esa una virtud? Incluso ahora, que el enemigo interior es el primer enemigo de todos, todos acusan al otro de gestionar mal la batalla contra el virusaurio. ¡Que tú no lo haces bien y que tú lo harías peor! ¡Que el Sánchez no tiene idea y el Casado tiene menos! Que los dos quieren divorciarse de la sensatez y casarse con una verdad falsa. ¿No es más lógico que -todos los políticos- dejen de ordeñar la vaca del cainismo y confíen en quienes suelen equivocarse menos en estas cuestiones, que son los expertos, los científicos, microbiólogos: de izquierdas, de derechas y de en medio? Ellos deberían ser los únicos césares de esta singular batalla. El único Alejandro de este nudo gordiano. 
     Claro: que en una democracia el fracaso de los gobernantes es el fracaso de los electores. Y es que no aprendemos más que a repetir los errores: también la muchedumbre, tan docta en ciencias sociales y pandémicas, califica y descalifica a este o aquel politicoide teniendo como único doctorado cum laude lo aprendido en la tribuna del televisor. 
     (Recuerdo de mi infancia una "chistosa" adivinanza: "Se levanta el telón. Aparecen dos asnos rebuznándose y coceándose. ¿Cómo se titula la película? Solución: "Duelo entre hermanos"").