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jueves, 15 de marzo de 2012

Un poema de Carlos Alcorta (Antología, XLIV)


Chopin / Vasary: Nocturno op 48, nº 1


CABALLOS DOMÉSTICOS



Descienden lentamente, olisqueando
con su hocico aterido fríos tallos quebrados
por el granizo y el hielo de la noche,
hacia gargantas y llanuras fértiles
cuando se adelanta la primavera.
Protegida del viento la manada
por un tupido muro de follaje
de bardas enrolladas al alambre de espino,
el único horizonte que sus ojos
divisan es un cielo encapotado
y sucio que somete sus instintos.
No ansía mansedumbre
ni prisión el deseo.
Dentro de ti, ese mismo cielo gris
cobija grandes playas, lejanías
del alma que en la adversidad se crece.
A la intemperie el corazón salvaje
se hace más fuerte. Sólo la traición
que impunemente rompe coaliciones
y pactos y deroga el juramento
sagrado de lealtad a los que amamos,
puede obligarte a renunciar sin lucha
a esa parte de ti insumisa, indócil
que mantiene despierta tu conciencia.

© Carlos Alcorta