PASION
ETERNA
la resucite luego al son de sus trompetas
lo mismo que al final de un baile de disfraces.
¡Oh pasión de mi vida, cuerpo mío de ángel
que envejeció de amor, que se abrasó de lumbre!
Quien ama no ambiciona más corona que el beso.
Dime qué eternidad es esa que prometes
más allá de los cuerpos si, al cabo, necesitas
para llenarla el tibio pecho que destrozaste.
Sólo una vez, no más, es hermosa la vida.
Ocúpate, Dios mío, del fuego que alimenta
la dicha transitoria y olvida las cenizas.
El tiempo, el tiempo dame. Él es mi amante cierto.
Si amor es consumirse, me mate con rozarme.
© José A Ramírez Lozano