Somos el ojo que este planeta eleva al cielo
(Homenaje a Novalis)
Sólo el ojo lleno de cicatrices
reconoce a todos los que fueron.
Sólo la mirada que ha combatido
puede aplacar la salvaje furia
del paisaje que declina.
Sólo una boca no acomodada
es capaz de beber en las llagas del olvido
en el nombre del ocaso de los sueños
y de las huellas que borró la lejanía.
Sólo el grito silencioso contiene
la tensión primordial
que nos une y divide.
Sólo la terca mirada
de quien ha sobrevivido a todas las amenazas
puede recolectar en las ruinas de los huertos.
Sólo el oído atento
entre el viento hostil de las imprecaciones
puede escuchar el clamor de los dioses
y ligarse a la razón de los ojos
para sentir albergue en la lejanía.
Sólo los sentidos advocados al misterioso devenir
recrean las distancias saqueadas
y pueden admirar la claridad de las aves
que vuelan ansiando la última luz.
Sólo los que han aprendido a mirar
saben nombrar el sentido de la vida
y su oleaje de desechos.
© José
Luis Zerón