SOLDADO
Iba
masticando un trozo de carne que no quería comer.
Buscaba
cómo deshacerme de él.
Mugía
el toro de Falaris dentro de mi cabeza española.
Me
dieron de baja en la Seguridad Social.
Al
lado había unos rusos. Me aparté para tirar
el
bolo de carne y entonces un ruso acercó un platillo.
Se
parecía a un árbol muy pobre que conocí.
Metí
mis entrañas dentro de un armario de trajes de lujo.
El
ruso estiró el brazo creyendo que le daba una limosna:
lo
que dejé en su mano fue el trozo de carne.
Yo
era un soldado alemán. Ellos querían vengarse
por
el insulto y me buscaban. Pero había un crematorio.
© Francisco Alba