CON NIÑOS
(DESAHUCIADOS)
Hay locura en los rostros del hambre,
un cóncavo aullido no resuelto
que nimba como aura negra
los delicados cráneos.
los delicados cráneos.
Hay perplejidad sin causa,
un terco mirar
de lo inmóvil a un centro fijo.
No hay tristeza ni horror,
sólo vacío dentro del vacío,
sólo un estar sin nervio
y un dolor que no duele.
Sólo una piedra negra inscrita
en el centro del alma.
Los rostros del hambre se parecen
como flores oscuras incrustadas
en el nicho cabal de nuestras mentes.
Se les rompe el amor
por dentro de los ojos,
por eso miran madres sin mirar
a los hijos
y los llevan atados con los huesos
de amar contra los vientres.
A veces los cargan a la espalda
como una dulce muerte
con las alas caídas.