Demasiados consejos
de señores listísimos
estaban convirtiéndome en adulta,
en una coctelera de palabras perfectas,
perfectamente oscuras
para mis tiernos ojos,
perfectamente exactas
para la deliciosa imperfección que prefiero.
Ahora están haciéndome
un lavado de escrúpulos
dos simples transeúntes
que he encontrado en la playa.
Que nadie me proteja.
Que nadie venga a rescatarme.
(Ana María Drack / Cuarto de hora)