Holst: Júpiter
La Intrascendencia
La vida humana es un ingrediente de nuestro planeta, como la vida mineral o la vegetal.
Otra cosa es el grado de conciencia de sí mismo y su alrededor que tenga cada uno de los ejemplares de este lugar planetoidal.
¿Tiene un sentido, un significado, un propósito esa vida? ¿Brota, permanece y muere? ¿Es temporal o intemporal?
¿Es un sinsentido nacer para morir, o solamente nos lo parece cuando lo aplicamos a cuanto nos afecta? ¿Qué hay de extraño o sin sentido en empezar, durar y acabar? ¿No es solo cuestión de que no cabe en nuestra lógica -diseñada por nosotros mismos- que seamos simplemente fungibles y carezcamos de trascendencia?
La heterodoxia y el existencialismo empiezan cuando admitimos esa probabilidad: la inexistencia de un Demiurgo Todopoderoso garante de la Perfección del Cosmos: la Innecesariedad de un Dios.
Que una vez conscientes de que somos dueños de nuestra existencia decidamos, o no, continuarla.
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