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martes, 27 de enero de 2015

Estupradores del Arte.


¿Que sería del arte si Velázquez se hubiera contentado con ser un pintor de la corte, si Mozart no hubiera pretendido ser algo más que un músico con librea o Shakespeare hubiese querido simplemente divertir a los espectadores?


Quien escribe -pinta, compone...- para tener éxito escribe para el fracaso artístico. Porque la muchedumbre solo entiende y aplaude lo efímero y vulgar, lo decorativo intrascendente, lo novedoso injerto en lo caduco. De modo que triunfar en el presente, salvo alguna excepción, es fracasar en la Historia. 

El arte es una búsqueda obsesiva que no se satisface con cualquier hallazgo. El artista quisiera ser un dios que admite ser un hombre con limitaciones pero que no se contenta con que los demás hombres le aplaudan. El artista que no le dice al hombre algo sobre el hombre mismo es un impostor.

El artista empieza cuando siente, y acaba cuando da forma sabia a su sentimiento creativo. Lo demás relacionado con la obra artística le corresponde al editor, al marchante, al difusor, que no atiende al valor de la obra, sino a su precio.

Quienes más daño hacen al arte son los seudoartistas, que han hecho del arte una profesión estratégica sin vocación absorbente, un negocio y no una forma de vida. 

El arte requiere pasión incontenible y razón mesurosa: y lo traiciona aquel que considera que el tiempo emocional es simplemente oro y el corazón pensativo una cuenta corriente.