Para salvar su vida, Furtwaengler "celebra" el cumpleaños de Hitler (1942)
como cuando la muerte se decide a matarnos.
Entonces todo es luz, y cuanto no vivimos
se convierte en nostalgia para nuestra conciencia.
Canto al hombre que vive mordido por la muerte,
a aquel que no se rinde a su propia agonía.
Canto al hombre que sufre, porque nadie merece
que el dolor de nacer torture su existencia.
Canto a aquel que acertó, y al que se equivocó,
y a todos los que hicieron de su vida una lucha.
Canto el fragor del mundo que atruena el corazón,
y el corazón que lanza su alegría al de todos.
Canto a quien pierde a un hijo, y con él su futuro.
Canto al que ve caer sus ansias y utopías,
y al que ve cómo mueren sus sueños cotidianos.
Pero canto con voz más alta y esforzada
al hombre que desoye los gritos de la muerte
y, sin odio ni furia, se rebela y construye
palacios sobre ruinas, himnos sobre elegías:
canto al hombre que eleva su brazo y vuelve a alzar
la antorcha de la vida allí donde hay cenizas
que le ocultan el sol, y planta un nuevo día
cada vez que el ocaso quiere imponer su noche.