Es cómodo instalarse en una creencia y edificar sobre ella nuestra vida. Pero si no estamos alertas a los cambios del paisaje humano nos estancaremos en un dogmatismo intolerante castrador de toda evolución.
Porque siempre habrá una mente más sabia e inteligente que la nuestra que rebatirá nuestros argumentos. De manera que creer que lo que creemos es incuestionable solo significa que somos contumaces.
Es preciso aceptar no solo que todo es relativo y que cultivamos la verdad que nos interesa -incluso inconscientemente-, sino que hay verdades sincrónicas o coyunturales y verdades diacrónicas. Estas implican la aceptación de que las otras son solamente válidas para un momento o una época. El "pienso, luego existo" ya es un principio fósil, válido solo para quien tiene voluntad de creer; pero creer es una dádiva de la naturaleza irracional y querer creer es un acto de racionalidad. Y la mente es más irracional que racionalista.
Tal escepticismo inevitable conduce a un sentimiento agónico de la vida, puesto que todos necesitamos un punto de apoyo desde el que partir. Sin embargo, quien supera esa agonía como la mayor de las indefensiones de la condición humana puede honrar sus pensamientos y sus obras, ya que no admite la infalibilidad y certifica la voluntad de acertar. Significa que huye de los dogmatismos fanáticos, como digo, causa de toda intolerancia y violencia. Siempre me he preguntado cómo es posible mantener por los siglos la creencia de que Jesucristo es el hombre ejemplar entre los hombres si precisamente sus creyentes admiten que formaba parte del triunvirato divino y, como tal divinidad, no sufría el mayor dolor del hombre, que es la duda ante la existencia de otra vida.
Reconocer que nos equivocamos no es culparnos, sino superarnos: porque vivir es aprender a vivir mejor.
Reconocer que nos equivocamos no es culparnos, sino superarnos: porque vivir es aprender a vivir mejor.
Toda verdad es una perspectiva de la mente que la propia mente invalidará desde otra perspectiva.
Solo busca la verdad quien duda de todas ellas. Quien no duda no busca la verdad sino justificar y atrincherarse en la suya.
Y yendo por un solo instante al tópico que planteas en tu correo: creo que todos los políticos son hombres de buena voluntad antes de ser políticos; en cuanto lo son no tienen más remedio que defender una verdad, la de su grupo; y esta, como todas, solo es, en todo caso, la creencia menos indigna y peligrosa de entre las que pueden escoger. Ocurre en política como al final de Rebelión en la granja: "miraba al hombre y miraba al cerdo; y ya no distinguía al uno del otro".
Solo busca la verdad quien duda de todas ellas. Quien no duda no busca la verdad sino justificar y atrincherarse en la suya.
Y yendo por un solo instante al tópico que planteas en tu correo: creo que todos los políticos son hombres de buena voluntad antes de ser políticos; en cuanto lo son no tienen más remedio que defender una verdad, la de su grupo; y esta, como todas, solo es, en todo caso, la creencia menos indigna y peligrosa de entre las que pueden escoger. Ocurre en política como al final de Rebelión en la granja: "miraba al hombre y miraba al cerdo; y ya no distinguía al uno del otro".
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