Contará la Biblia -cuando el gran Cide Hamete se decida a acabarla- algunos episodios no escritos que, como digo, lo estarán entonces. Mientras tanto, unos imaginan estas aventuras, y aquellos, otras desventuras; por la sencilla causa de que cada uno crea su dios y su diablo a imagen y semejanza de sus sueños y devastaciones.
Así que, teniendo en cuenta lo dicho, si bien lo considero, y para equivocarme menos, voy a ordenarle a mi pluma que se calle: porque para habladurías sin hechos que los sustenten ya hay bastantes con las de esos milenarios virus que, siempre por deschaquetarse, hoy se llaman políticos (*), todos inodoros e insípidos, pero de ventrílocuo color, y contra los que no existe vacuna.
(*) Políticos: Denominación de origen que recibieron los antiguos neandertales, cuyas indimensionables tragaderas han ido tragándose el mundo (Dikcionario de Hautoridades. Edición póstuma).
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