Visitas

Seguidores

lunes, 22 de junio de 2020

La conjetura vírica


Hace un par de eternidades salió desde África un puñado de homínidos más inteligentes que sus contemporáneos. Cruzaron la península y ascendieron hasta la Europa para saltar desde ella hasta el resto del mundo, cruzando ríos, mares y montañas que entonces no separaban los continentes.
     Por donde quiera que pasaban dejaban dos cosas; una: comportamientos sapienzudos, de los que aprendían las otras ramas de su especie; la otra era que, con el tiempo, esas otras formas de homínidos iban muriendo hasta extinguirse. 
     ¿Por qué? 
   ¿Se extinguieron los habilis, neandertales y similares sociedades genéticas porque la evolución los fue desechando como inferiores en cualidades darwínicas?
     ¿Sería posible que, lo mismo que los sabios y conquistadores europeos renacentistas contagiaron a los precolombinos enfermedades para las que no habían desarrollado defensas naturales nuestros abuelos prehistóricos diseminasen sin pretenderlo un ADN -llamémoslo así- hitleriano y el mesié Hitler solo hubiese imitado a la Naturaleza, y acelerado su proceso, confundiendo la búsqueda de perfección racial con extinción de lo que consideraba imperfeccionable? 
     No sería extraño que un factor de la evolución fuera ese: que el sapiens difundiera su inteligencia por el mundo al mismo tiempo que contagiaba un virus desconocido -y mortal, de efecto retardado- a cuantos homini hallaba en su camino de expansión. 
     ¿Era Caín más listo que Abel, más ambicioso? ¿O acaso fue Caín un alienígena?



     

No hay comentarios:

Publicar un comentario