Directora de teatro y difusora de Miguel Hernández, Manuela García Gómez se ha adentrado en la escritura poética desde un nudismo verbal que le permite sajar su corazón para mostrar sus sentimientos al margen de cánones establecidos y sin -por ahora- necesidad ni voluntad de hacer carrera literaria. Hay un cierto adanismo en su expresión y una ajenidad de lo establecido.
En la siguiente composición -una oda elegíaca-, como en un viaje interior e íntimo, la palabra sencilla -entre la prosa y el verso- recorre irracionalismos y visiones de la realidad en un trayecto emocional regido por el amor, disuelto en breves confesionalismos fragmentados que atisban una historia en la que corazón y materia natural se conjuntan. Parece un diálogo en sucesión, entre un tú y un yo del mismo poeta-narrador monologante convertido en recolector de breves poemillas que dictan mientras ocultan un autobiografismo. El resultado es un breve relato lírico conseguido anexando apuntes poemáticos:
Para ti
(Biografía del corazón)
Sentada a la orilla de la tarde,
la pereza inunda mi cuerpo.
Observo las nubes
con matices rosados
entre grises y azules,
y el silencio callado de las horas
se acerca a mi corazón.
Escucho tu voz, rompo en sollozos
y una lágrima se desliza
desde mis ojos a mis labios.
Dentro de mí
bullen mil sensaciones acalladas
que delatan
mi alegría al oír ese susurro
que canta a la vida
mientras esperas la muerte.
Gracias
por la fuerza de tus abrazos,
por el valor de tus palabras,
por la cercanía de tu cuerpo,
por compartir mi sed,
por tus historias de amor,
por darme vida,
por descubrir espacios infinitos.
Por caminar juntos,
por encontrar entre zarzales
flores azules de luz.
Por recoger mis tímidos besos,
por acariciar mi cuerpo sin miedo,
por descubrir juntos mil caminos
de esperanza
entre los surcos de mi vida.
Llega hasta mí el sueño plácido
después de una intensa noche
navegando por los mares del sur
en busca del paraíso.
Cruzo huracanes, tormentas y arrecifes,
remo entre olas gigantes.
Mi cuerpo mojado en la cubierta
busca la puerta de un edén.
Y tus caricias calman
las aguas del mar embravecido.
Llegas entre susurros
y palabras de amor,
y mi ser arrebatado
se entrega a ti.
Escucho tu música interior.
Con tu alegría me regalas risas.
Con tus sorpresas despiertas
ese amor callado
que duerme en mi corazón.
Con tus versos traes
un nuevo amanecer.
Con tus susurros me elevas.
Con tu deseo brota en mí
la fuerza de las olas.
Con tu mirada me haces vibrar.
Con tu compañía aprendo a quererte.
A lo lejos tú
En mi pensamiento tú
En el silencio de la noche tú
En el ruido del nuevo día tú
En el canto de los pájaros tú
En la bruma de la mañana tú
En el color de las buganvillas tú.
Tú,
tú,
tú,
por todas partes tú.
Todo suena a ti.
Mi corazón escucha el tuyo.
Mis pies descalzos siguen tus huellas.
Mi cuerpo busca tu abrazo.
Mis labios buscan los tuyos.
Todo me lleva a ti.
El miedo me atenaza.
¿Qué puedo hacer sino mirar el horizonte,
la luz del nuevo día,
el canto de los pájaros,
el verde de las aguas estancadas,
el ocre del otoño en el olmo,
el color anaranjado de los dátiles?
Y mientras tanto, las nubes
cierran con sus grises y azul claro
la montaña cubierta por una bruma
que me trae el rocío de la mañana...
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