Villancico para los Konjurados
En dos horas el mundo era la imagen
que trazábamos de él. El caballero
de Ledesma, el antaño Novelisto,
el hombre de Arteiletras informáticas,
y también el Disentidor de todo.
Era en cada tertulia el universo
como un libro, una música, una ciencia
diferente y la misma, oscura y clara.
Cuánta sabiduría en sus silencios.
El arte de vivir es conversar:
concordar las extremas disonancias
porque todo, aunque múltiple, es lo mismo;
y sabio es el que acepta el gran misterio
de que admitir que hay cosas todavía
incomprensibles ya es archicompren
der.
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