No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, dice el precrastinador. Y lo practica. Todo marcha sobre ruedas.
Por el contrario: son muchos los que procrastinan y acumulan quehaceres que jamás o pocas veces realizan. No saben cuánto disturbian el mundo. Llegan tarde a las citas, incumplen la promesa y fornican los hechos, mantienen lo que estorba porque pueden eliminarlo mañana, pasado... El último momento es siempre el mejor momento. Viven en un futuro que no existe y al que dan falsa vida: "te llamo... nos llamamos"... "Dalo por hecho"... Ya lo escribió Lope: Cuánto mañana y nunca mañanamos.
Pero la fase más grave de procrastinismo es la que protagonizan los líderes sociales: los políticos, enamorados del bienestar social, postergan sus prácticas y dejan para nunca sus reformas: siempre están en un sermón de la montaña que ni Mahoma puede alcanzar.
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