Desalojada la escritura de su vida para dedicarse a la medicina, Francisco Mas-Magro Magro pronto se propuso recuperar el tiempo perdido para la poesía; y, sustituyendo el termómetro y el bisturí por la pluma, se lanzó -recientemente- al poema y a la publicación. La hilvanación del pasado, el amor a la música y ahora el planteamiento culturalista parecen empujarlo al homenaje a sí mismo -recuerdos y anhelos- y a las lecturas que bullen por sus ojos y encabezan sus textos.
Hijo de esa recuperación del tiempo proustiano a la que todos nos vemos sometidos, he aquí una leve exposición entre elegíaca y retratística, biografía de su presente y su pasado, rasgo que define sus libros. Recuento e insinuación de acompañamientos sicológicos es este texto inédito, perteneciente a su próximo libro Obstinada memoria .
Gusta el autor de esparcir sus palabras por el espacio de la página, como si pretendiera dibujar su contenido o fueran hojas de un libro, o gaviotas en la tarde, o gotas de una lluvia que rezuma su interior:
HAY LIBROS SOBRE LA MESA
(La memoria me lleva a Andréiev
o quizás a Guadalupe Grande)
Porque hay libros sobre la mesa.
(oh, Dios, ¿será por eso?)
he visto salir volando
algunos.
Como abrirse, como elevarse con sus hojas
repletas de palabras.
¿Los he visto volar?
Volar
y percibir un llanto de gotas,
líquido ennegrecido,
como tinta,
tal que lágrimas
de discursos,
relatos rodando desde su corazón de pasta.
Gotas saladas que mueren, al cabo,
sobre una mesa sorprendida.
¿Son mis fantasmas aún ávidos de lo imposible?
Sí, mis fantasmas.
¿O es Juan Larrea,
suspicaz,
regresando del Celeste?
(Guadalupe, recién huida, corriendo hacia el pasado).
O ese espíritu, que es mi madre
con la voluntad de mujer fuerte,
poeta sometida a las costumbres.
Quizás Chejov jugando con mi padre.
Y jugando con mi hermana, ignorante de su estado.
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