Todo tiene sus precedentes. Incluso el suicidio acuífago -llamémosle agüicidio- por desamor y depresiva ceguera ante los mundos.
Antes de las Wirginias Woolf y Alfonsinas Stornis, "la décima musa" -según Platón- Safo -coqueteadoras triambas con el lesbianismo- dijo adiós a la vida zambulléndose en el agua de los ríos marítimos. He aquí uno de sus poemas:
Igual parece a los eternos Dioses
quien logra verse frente a ti sentado.
¡Feliz si goza tu palabra suave,
Suave tu risa!
quien logra verse frente a ti sentado.
¡Feliz si goza tu palabra suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el corazón se oprime
Sólo en mirarte ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir, y rota
Calla la lengua.
Sólo en mirarte ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir, y rota
Calla la lengua.
Fuego sutil dentro de mi cuerpo todo
Presto discurre; los inciertos ojos
Vagan sin rumbo; los oídos hacen
Ronco zumbido.
Presto discurre; los inciertos ojos
Vagan sin rumbo; los oídos hacen
Ronco zumbido.
Cúbrome toda de sudor helado;
Pálida quedo cual marchita yerba;
Y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte,
Muerta parezco.
Pálida quedo cual marchita yerba;
Y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte,
Muerta parezco.
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