Cuando un autor me pide que lea un inédito y opine sobre él -también un édito- le pregunto si quiere oír lo que le gustaría o lo que pienso. Si prefiere lo primero, no lo leo; si lo segundo, justifico mi opinión, que nunca es una sanción, sino un parecer razonado.
Poco -nada- sé de José María de Mena, cuyo soneto hallé hace mucho en el Diario INFORMACIÓN de Alicante (26-III-1944), y que recogí en un ensayo sobre la poesía alicantina en la revista Canelobre, 31-32, del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert.
Tráigolo aquímente por su párvula bravura al plagiar en su primer verso al Jacinto Benavente de "Los intereses creados" (*), y al contumaciar los contrarios elementos (gozo-dolor) tan definitorios del amor cortés -como puede ver el lector en la sección "Estos días, poesía" (PULSAR) -, pues, apropiándose de tan larga tradición, se mantiene fiel al principio de que el sufrimiento masoquista es un dogma de vida: con rimas dispares en los cuartetos, ensarta dichos masoquismos.
Como es una publicación, está pidiendo mi opinión -y la de cualquier lector-; y se la doy. El poema cumple los "14 versos dicen que es soneto", de los cuales le sobran 154 sílabas (14 x 11 = 154). Para ser justo, quiero destacar el estrambote, que el autor, en su generosidad, no escribió, o no publicó, para no asesinar definitivamente al lector.
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