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domingo, 14 de marzo de 2021

Desafinando (Estos días, poesía, XXX).


Sinfonía de los juguetes (atribuida al padre de Mozart y al hermano de Haydn)

 ¿Cuántos desafinantes hay que presumen de poetas y no saben ni sentir bien ni, menos, expresar lo que malsienten? A quien no sabe decir le sobran todas las palabras y le faltan las imprescindibles e idóneas y, más, el conocimiento para hermanarlas con la lírica adecuada. Autoproclamarse artista no garantiza serlo; que otros nos ensalcen no es sino una opinión, como solo lo es que nos denigren. ¿Y por qué iban a importarnos las opiniones de quienes no nos importan?

De los apoéticos poetas se burlan los sonetos de J Cantero:

Leía un poetazo un gran poema
de un autor que entendía la poesía
como el rostro de su autobiografía,
y solo su verdad era su tema.

Y se dijo, soberbio y con gran flema:
"Tráiganme un diccionario y cena fría
y antes de que amanezca el nuevo día
os daré versos de belleza extrema".

Y, así, trazó sobre el papel "estética",
"mentecatez, "asnalia", "taxi", "yo",
"cogitación", "cencerros", "ignorancia"...

Batió el léxico, hallóle una poética 
zarrapastril: y el alba contempló 
un bodrio excrementando su fragancia.

Sonetazo de 154 sílabas

Poetas que escribís versos de viento,
ruiseñores de la versolatría
que juglariáis la gran algarabía
aprendida en la hiel del excremento:

¿Qué músicas seguís en el intento
de almibarar vuestra disentería,
si escribís versos, pero no poesía,
con sílabas sin pies, alma ni aliento?

Prosisómanos son vuestros poemas,
estangurrios, caníbales y tísicos,
como nacidos de parlante afasia.

Famamundiarse a base de lexemas 
estupradores, chancros, sifilíticos:
tal es, poetas, vuestra idiosincrasia.

VelázquezRebuzno profiláctico

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