Autora de cinco libros de poemas, Esther Abellán Rodes es animadora cultural, actriz, radiofonista...
He aquí un poema rupturista con los suyos anteriores, escrito sin contemplaciones para el lector, atento a su contundencia esencial y endecasílaba: como un contrarosario de anhelos y desengaños, el poema se desgrana desde una irracionalidad que va anexando los versos procedentes de un abismo confesional y palimpséstico del yo, una sucesión de imágenes de índole visionaria.
Si el poema de Maricarmen Sacristán (Pulsar) integraba en un amanecer unos haces de luz robados a las sombras, para cantar la existencia, este poema se disgrega en rayos hacinados desde la oscuridad, dando fe de la sombría naturaleza humana y esperando confluir en un retrato redentor. Aquel afrontaba el presente con determinación; este se enfrenta a él para disiparlo.
Desde la oscuridad
I
Un suicidio que nace transparente,
almíbar de siluetas y de carne,
huesos y piel desnuda, ser, no ser;
deidades que penetran en los ojos
y Zeus presente, cuerpo atropellado.
¡Yo no sé en qué nos hemos convertido!
Cúpula del futuro, la tormenta,
un paraíso roto por el hombre,
las pupilas que sangran el destierro.
Los cráneos emergen entre sombras
y otro mundo llega al amanecer.
II
La mañana sostiene un cuerpo lacio
entre jazmines ya recién cortados.
Por el paisaje reptan las serpientes
y surgen las extrañas pesadillas
sobre los muros con su piel suave.
Nada despierta ya en el horizonte,
nada próximo a los acantilados.
Los cuerpos embalsaman las palabras
y ahora todo gira sobre el mar,
deshabitada cúspide, pasado
de un hogar que intentó ser la semilla
en un suelo de amor tenebris lleno.
III
El futuro nos cierra los perímetros.
Los muros reverdecen en la arena
mientras crecen las balas y su impacto
en esta playa con su luz antigua.
Tras un regusto ácido, el pasado
se esconde entre las sombras delirantes,
entre rostros sin nombre que se van
lejos de cincelados monumentos.
Yo pienso en un camino luminoso,
en insólitos sueños que recitan
bajo la triste luz de las farolas.
Todo tiene el color de otro paisaje,
mis lágrimas esconden las historias
que ya, distantes, no me pertenecen.
(de “Pasado en la boca” )
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