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martes, 9 de marzo de 2021

Poemas en Akra Leuka (VII) - Angélica Sevilla

 


Clara Wieck: Para piano

Angélica Sevilla es autora de un único libro de poemas, Canciones para  los niños muertos, publicado por el Instituto de Estudios Alicantinos, probablemente alusivo a la conocida colección de lieders de Mahler, con un contenido tan lamentatorio y elegíaco como el del músico alemán. 

Por el contrario, estos dos poemas, cargados de voluntad hímnica, son una invitación a la vida, un secreto carpe diem con el que parece iniciar una etapa en la que resarcirse de la anterior melancolía. 

Pertenecen a un breve conjunto que permanece inédito y cuyo título es Memorial del amor. Su tema es exaltatorio de este, contemplándolo como una dicha en la existencia, al margen de la muchedumbre. Sus heptasílabos y endecasílabos -también eneasílabos en el segundo- avanzan con una mirada russoniana, igual que si vivir consistiera en un paseo erótico por el paraíso de la primavera de los cuerpos:


Canción para mi amado

Todos los días me propongo huir
de este bosque de piedra y mecanismos
que me hacen desdichada.
Ven conmigo a la selva y a los montes,
a la azucena, al pájaro y la ardilla.
Desnúdate conmigo, entra en el río;
librémonos del mandamiento. Arroja
tu espíritu carnal sobre este prado
que cobija la sombra de los árboles
aquí, donde estoy yo
rodeada de hierbas aromadas,
manzanas y limones.
Cava en mi corazón hasta encontrar
la semilla del cosmos
y brotará la dicha en nuestros brazos
como un surtidor mágico que aguarda
surgir de las estrellas y los túneles
del centro de la tierra,
de nuestros propios cuerpos y sus ansias.
Cuando se abrazan nuestros corazones
es a la primavera a la que abrazo,
y parece que somos el origen
de cuanto existe.
No lo dudes ya más: trae las músicas,
los trigos y la miel,
y olvidemos la obtusa geometría
de la infelicidad acomodada.

                                                     © Angélica Sevilla

Ravel / Chagall: Dafnis y Cloe

Dicen los que no saben qué es amar
que hoy es el día del amor. 
¿Acaso desconocen 
que el corazón no tiene fechas,
ni exhibe calendarios,
y que amarse es unirse 
como se forja un hierro en otro hierro
porque un cuerpo junto a otro
y un espíritu en otro,
fundido todo en el crisol del beso
del hijo y de la vida,
es una eternidad que no cabe en un día
y no acabará nunca
aunque nos despidamos
y el mundo nos entierre en otras vidas?
                                   ©  Angélica Sevilla

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